La embajadora Corradi, de tan bellas cuan insustanciales palabras, en el despacho de CFK, la desgobernante argentina enemiga y agresora de la República del Paraguay y su historia (Crédito: https://es-es.facebook.com/anamariacorradibeltran). |
“‘Somos países hermanos; creo que hay que anteponer eso. La Presidenta de la Argentina nunca impulsaría una política que perjudique a este país’, dijo la nueva embajadora argentina, Ana María Corradi, quien llegó hace apenas una semana. Indicó que en todos los temas de la agenda bilateral, como Yacyretá, comercio o infraestructura, se buscará cumplir el compromiso asumido”. Para leer todo el texto ver el enlace: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/corradi-asegura-gestion-en-complicada-agenda-1313215.html
Señora Corradi: sus palabras son una ofensa a la amistad de nuestros pueblos hermanos, a pesar de tantos desgobernantes de aquí y allá, incluso si fueron expresadas como verdaderos sentimientos suyos, pues no se compadecen con los antecedentes recientes de agresiones de parte de la actual desgobernante a la que Ud. representa, y que según mi criterio en modo alguno es representativo del sentir del verdadero pueblo argentino.
Países hermanos, sí sin duda, como lo demostrara el Libertador de América del Sur, el general José de San Martín, ¡suplantado en la nefasta y nefanda era “K” por el neototalitario y ultrapopulista Hugo Chávez!, a quien desde su muerte sucedió en el Palacio de Miraflores Nicolás Maduro, el sicario del genocida Fidel Castro, y ex chacal “canciller” de La Habana-Caracas, quien en la gravísima crisis político-institucional de fines de junio de 2012 intentó aquí un golpe de Estado, frustrado por suerte, para mantener en el desgobierno al constitucionalmente destituido Fernando Lugo. Eso lo perpetró con la participación activa de sus colegas intervencionistas MercUnasurianos, entre ellos el chacalito Héctor Timerman, solo superado en sus grita confrontacionista contra el mundo, por CFK, la Buitra sin Fondo-s.
San Martín (el histórico inspirador de una de las grandes películas del cineasta argentino, Leopoldo Torre Nilsson, “El santo de la espada”, protagonizado por el inigualado Alfredo Alcón) tuvo como su segundo en el Ejército de los Andes y de Ayacucho (victoria que selló la libertad de América) al paraguayo coronel de Granaderos José Félix Bogado, ejemplos ambos de auténtica integración libertadora, y no los irresponsables e intervencionistas castrochavistas MercUnasurianos, agresores del Paraguay: Dilma Rousseff, José Mujica y CFK, con el acompañamiento de Ortega, Morales y Correa, y el silencio cómplice de las “democracias” vergonzantes de Colombia, Chile y Perú, y el servilismo de tanto intelectuales que cobran en divisas convertibles su servilismo a los poderosos caviarncícolas (deglutidores de caviar y cavernícolas ideológicos) de la región y el mundo, como su compatriota el doctor por la “imperialista” Harvard, Atilio Borón, el politólogo porteño lamebotas de Castro, Chávez y ahora… ¡de Putin!
También padecimos etapas intervencionistas porteñas como las de Belgrano (1811) y las prepotencias hegemónicas del déspota Juan Manuel de Rosas (1829-1832 y 1835-1852), quienes pretendieran mantener a las nacientes repúblicas sudamericanas bajo las trampas coloniales a la libre navegación de ríos internacionales, al libre comercio y a la autodeterminación de los pueblos.
Y si bien las tropas argentinas no participaron en el inicio del genocidio brasileño en el Paraguay (tras la capitulación de nuestras armas en Pikysyry, el 30 de diciembre de 1868), desde la caída de Asunción inmediatamente después, con criminales violaciones masivas de indefensas mujeres (que ya habían comenzado antes, en las últimas trincheras paraguayas), y crímenes de humanidad de ancianos, heridos, enfermos y menores, todo con intensos saqueos, procedimientos incluso violatorios de las superficiales costumbres y leyes de la guerra de entonces.
Esa política de exterminio injustificable todavía no fue repudiada por ningún gobernante de Rio de Janeiro (después Brasilia), y tampoco por sus pares de Buenos Aires y Montevideo, como imprescindible reparación moral e histórica, al menos, en homenaje a nuestro pueblo. Ciertamente (y es una honra para el ejército libertador que organizara San Martín), el comandante de las tropas argentinas en 1869, el general Emilio Mitre, ordenó a sus hombres que no interviniesen en esa manifestación de lo peor del ser humano.
Invitado a tan infernales perpetraciones por el Marqués de Caxias (quien así ensangrentó sus manos y conciencia), el general Mitre le respondió: “No quiero autorizar con la presencia de la bandera argentina en la ciudad de Asunción los escándalos inauditos y vergonzosos que perpetrados por los soldados de V.E. han tenido lugar”.
No incluyo el capítulo de la solidaridad de pueblo y gobierno argentino durante la trágica coyuntura de la contienda bélica del Chaco (1932-1935), guerra de agresión desatada por las incompetentes elites bolivianas de entonces. Hasta en esto su desgobierno difiere de la tradición histórico-diplomática argentina: hoy la presidenta CFK apuesta por el revanchismo de Medio-Evo Morales en Bolivia, frente a Chile, que repercutirá sobre el Paraguay, cuando sus pretensiones fundamentalistas antichilenas se estrellen en La Haya.
Ya lo dijo el torvo presidente saliente uruguayo, José Mujica, quien se disfraza de apacible y sencillo anciano: ¡“Salida al mar de Bolivia, como sea y por donde sea”! Como si Chile no cumpliese con sus obligaciones del derecho de los tratados internacionales, del derecho diplomático y del derecho internacional público al respecto, y no existiese el bilateral (paraguayo-boliviano) Tratado de Paz, Amistad y Límites de 1938, con el aval de seis países del continente, incluyendo a su patria, y como si el Paraguay no hubiese cedido en 1993 un puerto franco sobre el río epónimo (en Villeta, frente a la ribera argentina) a los hermanos bolivianos.
Dejo la historia, señora Corradi y regreso al presente. Ya con el presidente Néstor Kirchner (2003-2007) y su castrochavista politiquería (la perversión de la política), se inició la peor etapa en el relacionamiento bilateral argentino-paraguayo, pues la Casa Rosada y el Palacio San Martín se convirtieron en peones de la hipoteca ideológica político-diplomática del “bolivarianismo”, lo que se agravó bajo los dos sucesivos desgobiernos de la agresora por antonomasia del Paraguay, su presidenta, CFK (2007-2011 y 2011-2015).
Pruebas de la política antiparaguaya de su presidenta: intervencionismo en nuestros asuntos internos: abierto, inconstitucional, contrario al derecho internacional público y al diplomático, desde 2008 y acentuado a punto del paroxismo a partir de 2011.
Problemas principales: impedimentos para la libre navegación del Paraná, incluyendo las agresiones de “sindicalistas” portuarios y una diversidad de medidas proteccionistas para-arancelarias que impiden el libre comercio y tránsito de nuestra producción de país mediterráneo; la monumental estafa y corrupción de Yacyretá, empezando por la deuda espuria; y la amenaza de la planta nuclear de Formosa, todavía en construcción, que recién ahora se “abrirá” para el conocimiento del Paraguay; y un muy largo etc.
Nada de esto, desde luego, hubiese sido posible sin la colaboración de sucesivos desgobiernos de traidores locales a la Patria paraguaya Humanidad. De esta parte del problema, no hacemos responsable a los sucesivos desgobiernos K, de su atribulado país. Se trata de problemas internos que los resolveremos entre paraguayos y sin ningún Maduro o Timerman, ni CFK, que no los necesitamos, aunque el inmoral, amoral, apóstata y peor gobernante Fernando Lugo esté mendigando más intervencionismo castrochavista en el Paraguay.
Hubiese querido estar de acuerdo con Ud., señora embajadora de CFK, y recibirla como auténtica representante del hermano pueblo argentino, pero el desgobierno al que Ud. representa, y que considero agraviante para el Paraguay, me lo impide. Aunque diga lo contrario cínicamente el actual desgobierno de Cartes, en el que priman los intereses de sus empresas tabacaleras y conexas, no lo nacionales, en busca de legitimidad. Tampoco se trata de declararle la guerra, a Ud. y menos a su patria. Si Ud. es fiel a su patria y no servil a su desgobierno, estoy seguro que coincidirá con estas apreciaciones.
Y si Ud., lo que dijo, al entregar aquí sus cartas credenciales, al impresentable presidente que tenemos (problema paraguayo), en realidad ha sido expresión de su honesto pensamiento y lo demostrará en los hechos, tendré mucho gusto, cuando la destituyan, porque ello será inevitable, en reconocer que me había equivocado al considerarla apenas una “embajadora” kirchnerista, cuando que en realidad vino predispuesta a ser una auténtica embajadora de su pueblo, al que me une una amistad invariable desde mi niñez.
Créame: me sentiré inmensamente feliz que Ud., con sus acciones diplomáticas, sea capaz de demostrar a mi pueblo, y al suyo, que me equivoqué al haber juzgado con tanta dureza a la señora embajadora Ana María Corradi, de la República Argentina. Si es así, cuando llegue ese momento me disculparé con Ud., debido a mi garrafal error de apreciación de sus cualidades humanas y diplomáticas.
JLSG
Asunción, a 7 de diciembre de 2014
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