“El diálogo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano ha sido, desde el principio, un material inflamable que suscita una enorme división en el país. El secuestro del general Rubén Darío Alzate y sus acompañantes llega cuando la agenda de negociación de La Habana afrontaba los temas más complicados y que más crispan en la calle, por ejemplo qué justicia recibirán las víctimas —y, por tanto, si los guerrilleros acusados de delitos graves irán a prisión— o cómo será el desarme y la reintegración en la vida civil de los desmovilizados. Ocurre cuando los militares están inquietos por su futuro como institución después de una guerra que ha durado cinco décadas. Y ocurre cuando el anterior presidente, Álvaro Uribe, atiza la hoguera de los miedos y las legítimas dudas de muchos ciudadanos sobre el proceso […]”.
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http://internacional.elpais.com/internacional/2014/11/17/actualidad/1416257187_010242.html
JLSG
Asunción, a 18 de noviembre de 2014
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