lunes, 13 de octubre de 2014

UH Y EL PERIODISTA Y ESCRITOR ANDRÉS COLMÁN GUTIÉRREZ, OCULTAN CON EUFEMISMOS LA VERDADERA NATURALEZA NARCOTERRORISTA DEL AUTODENOMINADO EPP

Fuente de la foto: toda tomada de UH, del artículo de Andrés Colmán G

Una de las numerosas falacias de Última Hora (UH) consiste en la desinformación sistemática (y me hago responsable de lo que digo) cuando se refiere al grupo narcoterrorista autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), por medio de intencionales ocultamientos eufemístico-ideológicos, sobre todo (pero no solo) con la firma de Andrés Colmán Gutiérrez, uno de sus periodistas principales, quien asépticamente, a tales criminales “revolucionarios” de la lucha de clases, un subproducto regional de las también narcoterroristas FARC de Colombia, denomina apenas EPP, tal como ellos lo hacen, y jamás les designa como lo que son, narcoterroristas. Para Colmán Gutiérrez y UH, los narcoterroristas son apenas “grupo armado, miembros del EPP, hombres armados, integrantes del EPP, Osvaldo Villalba (alias comandante Alexander, el máximo líder militar) y a Manuel Cristaldo Mieres (subcomandante Santiago), miembros del grupo armado…”.
Al respecto, ir a http://www.ultimahora.com/los-17-arlan-no-hay-cancion-cumpleanos-feliz-n835035.html (material bajado de UH, hoy viernes 3 de octubre, y ya publicado desde el día anterior). En este artículo pretendidamente humanista y sensiblero, Colmán Gutiérrez y UH, intentan aparecer solidarios y preocupados con la suerte del joven secuestrado Arlan Fick Bremm, quien en la fecha, si todavía está con vida, cumplió 17 años, tras 184 días de estar padeciendo el crimen de lesa humanidad de su secuestro por obra de los narcoterroristas del “EPP”, a los que se debe derrotar, recurriendo a las armas, sin duda, pero sin jamás desatar una “guerra sucia”, por parte de la Fuerza de Tareas Conjuntas (FTC), cuando cada vez son más generalizados los indicios (no atenuados por las versiones oficiales) de que es lo que está en curso, desde las últimas operaciones represivas del aparato de Estado, las de Kurusu de Hierro y Arroyito.
De manera coherente con tal falseamiento de la realidad, para brindarles a los narcoterroristas la apariencia de “guerrilleros”, con la cual en algún momento podrían solicitar su reconocimiento internacional (por regímenes totalitarios, como “fuerza beligerante”), lo que les conferiría la protección del Derecho internacional, en su rama de Derecho de la guerra, con los correspondientes beneficios que se derivarían de ello, y que no lo merecen en modo alguno. Es más, al referirse a Arlan, Colmán Gutiérrez, lo trata con tibieza, apenas de secuestrado y de rehén (¿de una banda de delincuentes comunes?), y de la vaguedad de capturado…
Incluso perpetra la bajeza de llamarle “cautivo”, error que en él no puede ser apenas uno material, porque Colmán Gutiérrez es una persona culta y acostumbrada a utilizar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), que emplea el término entrecomillado para referirse a una persona aprisionada “en la guerra”, lo que no ocurre en el Paraguay, pues para que exista aquí una guerra el aparato de Estado local al que se enfrenta una “fuerza beligerante”. De esto nada menos, se trata la inmoralidad y absoluta falta de ética profesional de Colmán Gutiérrez y UH, porque los del autodenominado EPP no son sino narcoterroristas. Si los narcoterroristas no deben ser criminalizados, ni tan siquiera referidos como “criminales” o “asesinos” por motivaciones ideológicas, etc., ¿para qué tenemos las normas jurídicas y los diccionarios, y las doctrinas que especifican la naturaleza y tipo de las organizaciones terroristas y narcoterroristas.
Con el criterio de Colmán Gutiérrez, y de UH, es decir, de la complicidad de AJV, porque él pone “sus” medios al servicio de la desinformación, o de la “infopolución” (para emplear un término que lo aprendí leyendo la excelente tesis de grado de la periodista María Clara Mernes), los terroristas entre los terroristas, los fundamentalistas del Estado Islámico (EI), apenas serían también
“grupo armado, miembros del EPP/EI, hombres armados, integrantes del EPP/EI, miembros del grupo armado”.

Esta absoluta y muy peligrosa alteración semántica de la realidad, preconizada por Colmán Gutiérrez, desde una de las “capitanías” de UH, no es otra cosa que la doctrina del “miente, miente que algo queda”, frase utilizada por el jerarca del genocida nacionalsocialismo, Goebbels, el entonces todopoderoso ministro de propaganda de Hitler, pero que tiene su verdadero origen nada menos que en el Lenin de la revolución bolchevique de 1917.
Esto último, que durante mucho tiempo fue calificado por Moscú y sus siervos de todo el mundo (incluyendo en esta categoría a los “comunistas paraguayos”), como “insultante propaganda de los imperialistas”, cuando empieza a ser denunciada mundialmente, a poco de iniciada la revolución comunista en el imperio zarista, régimen al que derroca, irrumpió la planificada y sistemática oleada del terror rojo desde el aparato de Estado de Moscú, que a partir de Kruschov se morigera pero sin desaparecer del todo. Desde el fin de la URSS (1991) se confirmó indubitablemente el genocidio ordenado y practicado por el Kremlin, con la publicación de los archivos hasta entonces secretos de Lenin, Stalin y demás genocidas comunistas. Y no solo el practicado por los líderes soviéticos sino también por de sus seguidores en todo el mundo…
Colmán Gutiérrez justifica su ¿autocensura? (algo absolutamente reprochable en un periodista y escritor como el mencionado), pues según él ¿todavía no sabe a ciencia cierta lo que es el EPP?, y no quiere contribuir a “criminalizar” a sus integrantes, lo que además le impediría recoger información, que la necesita para su trabajo ¿profesional?
Tan nefasta y nefanda práctica ¿periodística? impera en un medio de prensa escrita que autoproclama que, al menos en el Paraguay, sus lectores (no sabemos cuántos y si el matutino es o no rentable, aunque dudo que problemas de caja jamás vaya a tener) pueden “leer la verdad”, ¡tan modestos! que son los periodistas y el dueño. UH es apenas un peón de los poderes fácticos que maneja su plutócrata propietario, AJV, quien realizó su acumulación, y el inicio de la reproducción ampliada de tal fortuna, bajo el “estado de corrupción” del autoritarismo stroessnerista, con lo que a partir de 1989, se convirtió, al parecer, en el único paraguayo más rico que Horacio Cartes.
Puede que la memoria me falle, pero no recuerdo otro periódico, “urbi et orbi” (el “a la ciudad y al mundo”, que desde el Vaticano dirige el papa de Roma, cuando difunde sus mensajes a la vasta feligresía del catolicismo diseminada por el planeta), que ostente tan impúdicamente la pretensión teológica de la infalibilidad atribuida por los creyentes al romano pontífice en materia de fe y teología dogmática. Excepto, desde luego, las páginas del “Pravda” en el desaparecido imperio soviético, o el del cada vez más disminuido “Granma”, en el régimen totalitario del genocida Fidel Castro, en Cuba, en lentísimo proceso de crisis terminal.
Hasta ahora no comprendo cómo es que Antonio J. Vierci (propietario también de los adocenados “Telefuturo” y de la nada “Monumental” radio, esta del 1080 de la am asuncena, que entre sus ¿joyas periodísticas? exhibe a Oscar Acosta, el autoproclamado tan objetivo y suave perifonero y organizador de almuerzos presidenciales, secretos hasta el día siguiente, gracias esto a que un empingorotado ex áulico oficialista-oficialista de Cartes, le diera las “gracias” a su antiguo jefe, denunciando el pantagruélico y tan poco profesional y honesto encuentro, entre el anfitrión y sus invitados) no aparezca hasta ahora en las listas anuales de los multimillonarios del mundo, en las páginas de la revista norteamericana “Forbes”, de lectura obligatoria para el “establishment” económico-financiero mundial. Es que AJV, compra que te compra todo, siempre fue un empresario fronterizo de “low profile” (perfil bajo), hasta que sus inconmensurables intereses materiales le obligaran a “blindarse” detrás de su poderoso (pero no invulnerable) arsenal de empresas multimedia.

JLSG
Asunción, a 3 de octubre de 2014

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