El soldado
desconocido lo dio todo por la Patria paraguaya Humanidad en defensa de
la heredad nacional, recién establecida, por límites binacionalmente
aceptados, después del enfrentamiento de dos naciones hermanas, Paraguay
y Bolivia, en los campos de Marte entre 1932-1935.
En la
Batalla de Boquerón, del 9 al 29 de setiembre de 1932, y después, hasta
el cese del fuego el 12 de junio de 1935, el inmediato armisticio y las
negociaciones diplomáticas que culminaran en 1938, ese soldado
desconocido jamás defraudó a nuestra historia en tantas jornadas
inmarcesibles.
Estas, en los hechos hoy son despreciadas, al
igual que el sacrificio de nuestros héroes de 1864 a 1870, por sucesivos
desgobiernos supuestamente democráticos, los del pos 1989, fenómeno
este que hunde sus raíces en nuestra oprobiosa historia contemporánea,
la que corre con ríos de sangre propia de 1947 a 1954 y entre 1954-1989.
Pero estos antecedentes de luto y miserias inhumanas, no
deben hacernos olvidar las irresponsabilidades de plurales capas de
dirigentes, autoproclamados “democráticos” estos, que sin solución de
continuidad oprimieron y oprimen a la Patria paraguaya Humanidad, desde
el derrocamiento cruento del dictador y general Alfredo Stroessner.
Este, primero fue respaldado por el sector mayoritario del tradicional
Partido Colorado, a cambio de prebendas en el aparato de Estado, una de
las vertientes del “precio de la paz”, el de la corrupción generalizada y
sistémica para ampliar la base de apoyo social, y de la represión
ilegal e ilegítima para quienes buscaban la redención democrática del
Paraguay. Después se sumarian subordinadamente a tales “ventajas”, la
complicidad de sucesivas camadas de “opositores” stroessneristas,
empezando por los “levirales” de 1962.
A ellos, sucesivamente,
desde 1966-67 se irían sumando otros grupos, liberales y febreristas,
con las excepciones minoritarias en fuerza política de los
democristianos, colorados disidentes y democráticos, y los totalitarios
comunistas del Paraguay, estos últimos desde 1965 en proceso de división
entre “moscovitas” y “pekineses”.
Los líderes militares y
civiles del Paraguay de la Epopeya de la Gloria del Chaco encontraron en
el soldado desconocido al más férreo defensor de la Nación y República
del Paraguay. Aquéllos, acicateados por el ejemplo de decenas de miles
de soldados desconocidos, supieron estar a la altura del único Ejército
del Pueblo Paraguayo (los de 1864-1870, y de 1932-1935) en las trágicas
decisiones que se adoptan en toda guerra, y que nunca están exentos de
la falibilidad humana.
El resultado victorioso de la guerra,
para nuestras Patria y Nación, evidencia, más allá de las debilidades
terrenales de neustros conductores en esa epopyeya, civiles y militares,
arroja un balance netamente positivo en la conducción estratégica,
bélica y político-diplomática de esa contienda bélica que culminara con
el bilateral Tratado de Paz, Amistad y Límites de 1938, por el que el
Paraguay correctamente aceptara canjear territorios militarmente
conquistados en Bolivia, a cambio de la bendición de límites aceptados
hasta ahora por nuestros enemigos de ayer.
Esto, sin embargo,
en medio de la actual discordia y fragmentación nacionales, alentadas
por tantos desgobiernos sin solución de continuidad todavía, podría ser
alterado en el marco de otros conflictos bélicos jamás resueltos por
nuestros vecinos del altiplano, y en el actual contexto de desorden
internacional que impera en el planeta sumiendo a los pueblos del mundo
en las amenazas de “pequeños” y generalizados conflictos bélicos
localizados. Estos, de continuar así, podrían desembocar en el Armagedón
de la III Guerra Mundial. Entre otros, nos advirtió de tal peligro el
papa Francisco, al visitar uno de los incontables cementerios europeos
de soldados desconocidos y de civiles muertos en la I Guerra Mundial
(1814-1918), que este año cumpliera su primer siglo de iniciado
fatídicamente.
Ese soldado desconocido del Chaco, en su inmensa
mayoría de origen campesino, sin distinciones de clases sociales ni
partidarias, y con la única excepción de los grupúsculos locales de
comunistas, “pacifistas” entonces por orden de Moscú, pero serviles
desde sus orígenes locales a los genocidios internos ordenados por el
Kremlin (a partir del octubre rojo de 1917) en contra de los pueblos de
la hoy desaparecida “URSS”, y al expansionismo por la fuerza de sus
fronteras geopolíticas e ideológicas desde 1945.
Nunca debemos
buscar la guerra y tampoco aceptar que eventuales enemigos nos derroten
sin haber enfrentado sus trágicos desafíos, lo que significa prepararse
para ella, empezando por la dignidad y voluntad de defenderla, a costa
de la propia vida terrenal, incluso. Jamás olvidemos: “Si vis pacem,
para bellum”.
Es decir, “si quieres paz, prepara la guerra”,
en el sentido de fortalecer la identidad nacional lo que significa
condiciones humanas de vida, materiales e intangibles, para toda la
población, la voluntad inalterable de defendernos y también en el
sentido de contar con los apropiados liderazgo democrático y nacional,
respaldados en fuerzas de defensas disuasorias para cualquier enemigo,
lo que implica también una sólida y proactiva política de Estado en
relaciones internacionales. Las fuerzas de la defensa nacional jamás
pueden ser canjeadas por ninguna declaración constitucional, y
unilateral, la de decir hipotéticamente no a la guerra…
Regresando al soldado desconocido: heroico sin buscar la gloria, derramó
su sangre tricolor para fertilizar el camino de la paz con nuestros
hermanos bolivianos. Estos, entonces, fueron conducidos a la matanza
colectiva por sus corruptas e incapaces elites, empeñadas en una guerra
de conquista, en lo fundamental motivada como “compensación” debido a la
pérdida de su litoral marítimo, en la también absurda Guerra del
Pacífico, que enfrentara entre 1879 y 1833 a la alianza
boliviano-peruana con el militarmente victorioso Chile.
Que no
olvidemos esto, ahora que el Pacífico Sur sudamericano bulle de
agoreras señales, que de un lado tienen el indicio de la cada vez más
acelerada carrera armamentista de Argentina, Bolivia y Perú, tácitamente
aliados contra la inexplicable intransigencia histórica de Chile, que
bien debiera aprender del Paraguay del Tratado de Paz Amistad y Límites
(1938) con Bolivia, el anti Tratado de Versalles (1919).
Este,
redactado de manera fundamentalista por los vencedores, que hicieron
caer todo el peso de la responsabilidad bélica sobre los vencidos,
Alemania en particular, cuando todavía su tinta no estaba seca ya fue
considerado por algunos pocos visionarios, no como el del final de las
guerras, sino apenas una pausa de dos décadas, hasta que en 1939,
alimentado con ese pretexto, el totalitarismo nacionalsocialista
iniciara la II Guerra Mundial al invadir a la indefensa Polonia.
La del Chaco fue la última guerra de infantería de la historia, y acaso
la primera de movimientos, característica esta última que sería la
principal de la II Guerra Mundial, que no ha cambiado en esta época ya
de guerra casi totalmente tecnológica para la destrucción masiva.
Este poder de destrucción solo lo tienen de las potencias del mundo y
el flagelo de los fundamentalistas islámicos, los de las guerras
asimétricas pero de elevadísimo uso del terror más despiadado, que
retrotrae a la humanidad, pero agravando su elevado costo humano, a la
etapa de antes de los tratados y convenciones internacionales para
reglamentar las guerras y lo que es lícito e ilícito en ellas.
Ciertamente las fuerzas del mal del autodenominado “Estado Islámico”,
que no es representativo de todo el mundo musulmán, todavía carecen de
arsenales similares a los de las potencias, pero bien podrían obtenerlos
en breve o mediano plazos, de no ser neutralizados a tiempo.
Nuestra ¿humanidad? ahora está perdiendo incluso el valor de la paz
momentánea, que durante milenios buscó equivocadamente en la guerra el
camino hacia ella. Paradójicamente, en la historia, la distancia más
corta entre la barbarie de la muerte no natural y la vida, es decir, la
paz, es el casi siempre prolongado conflicto bélico, a diferencia de lo
que ocurre en física, en la que la distancia más corta a recorrer entre
dos puntos es una línea recta.
Y si rendimos el merecido
homenaje a nuestros soldados desconocidos, en las personas de los ya
poquísimos beneméritos sobrevivientes del Chaco, también recordemos a
los heroicos soldados bolivianos, conducidos a su muerte por líderes
politiqueros y militares militaristas de su país, hoy también las manos
opresoras y violentas del castrochavista “medio-Evo” Morales.
No olvidemos que, desde tiempos inmemoriales del ser humano, lo de más
fácil repetición son las tragedias bélicas, en las cuales, siempre el
horror del presente es mayor que el de ayer, pero inevitablemente menor
que el del mañana, hasta que tras la III Guerra Mundial, si no sabemos
impedirla, combinando la fuerza con la diplomacia, la alta política. Es
imprescindible esto, pues como sentenciara Einstein, él no sabía con
cuáles armas sería peleado el conflicto bélico mundial de la era
atómica, pero estaba seguro que el siguiente después de ese, si quedasen
sobrevivientes, serían con restos de piedras y de palos…
Aniversario de Boquerón: nuestro homenaje al soldado desconocido de
nuestro Ejército de la Epopeya Victoriosa del Chaco, para que no
olvidemos el primero de los derechos fundamentales del ser humano: el de
la vida con la dignidad de la condición humana.
A través de
nuestro soldado desconocido, también homenajeamos a su enemigo de
entonces, el soldado desconocido de Bolivia. Que el conmemorarlos nos
ayude a pensar que es de sabios aprender de las lecciones del pasado,
pues al reflexionar acerca de ellas estamos en mejores condiciones de
defender la paz, algo que nunca se debe hacer a cualquier precio.
lunes, 13 de octubre de 2014
HUMILDE HOMENAJE A NUESTRO SOLDADO DESCONOCIDO, EL DEL PUEBLO EN ARMAS, RECORDANDO SU SACRIFICIO EN LA BATALLA DE BOQUERÓN
JLSG
Asunción, a 6 de octubre de 2014
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