jueves, 22 de enero de 2015

NISMAN, UN CRIMEN POLÍTICO

El fiscal Alfredo Nisman de Argentina, quien investigaba la conexión entre la presidente Cristina Fernández de Kirchner y los responsables y perpetradores del atentado de terroristas iraníes en Buenos Aires (1994), que dejó 85 muertos además de heridos y lisiados. La mandataria argentina estaba negociando con el régimen de Teherán la impunidad de los terroristas, a cambio de un relacionamiento estratégico entre ambos regímenes (Crédito de la foto: Radio Mitre).

(Nota Editorial: Alfredo Leuco, el autor de esta nota, es un respetado periodista argentino. En su editorial del martes 20 de enero, “Le Doy Mi Palabra”, que se propala por Radio Mitre de Buenos Aires. Leuco es también una de las grandes plumas del también porteño diario “Perfil”. El editorial se lee y escucha en el sitio web de Radio Mitre: http://radiomitre.cienradios.com/nisman-un-crimen-politico/. Este artículo se publica sin autorización del autor y tampoco de Radio Mitre, y lo difunde este sitio, dada su excelencia e importancia para la República Argentina, el Paraguay, el hemisferio y el mundo. Agradecemos la generosidad de Luis Allegretti, quien generosamente compartió con nosotros el artículo).Leuco escribió con lucidez y valentía:Jorge Asís se lo dijo a Longobardi esta mañana: “Lo de Nisman es un crimen político. Es un asesinato”. Después aclaró que no podía responsabilizar directamente a nadie pero que tenía dos teorías antagónicas: “O era el sector del gobierno más involucrado” en las denuncias de encubrimiento a los terroristas que cometieron el peor atentado en la historia de la Argentina, “o eran un grupo que quería perjudicar al gobierno”. Pero ponía en duda absoluta, como la gran mayoría de los ciudadanos, la posibilidad de un suicidio. A lo sumo se podría pensar en un suicidio inducido producto de presiones y amenazas sobre sus seres queridos. El tuit más contundente de los muchos que hubo decía con toda claridad: “Nisman pasó 730 días investigando y ‘se suicida’ 24 horas antes de su declaración. Definitivamente nos creen muy pelotutos”.Yo sé que muchos crímenes mafiosos se disfrazan de suicidio. Pero esta vez, si fue así, al parecer tomaron todas las precauciones. Puerta cerrada con la llave en la cerradura de adentro y el cadáver que impedía abrir la puerta del baño. Veremos qué dice la prueba de parafina. Si esa pistola calibre 22 fue disparada por él mismo o fue obligado a apretar el gatillo. Pero aún en la hipótesis de suicidio sostengo que se trató de una muerte política como consecuencia de la impactante investigación del fiscal Alberto Nisman que involucró a la presidenta de la Nación y al canciller Héctor Timerman en un crimen de lesa impunidad. Esto es lo grave desde el punto de vista institucional. Estamos frente a un terremoto de la credibilidad del gobierno. Porque los solados de Cristina desde que se conoció la denuncia de Nisman no hicieron otra cosa que hostigarlo, amenazarlo, burlarse de él y asegurar que iban a ir con los tapones de punta. Asís dijo con ironía esta mañana que lo de Diana Conti tal vez fue un exceso de “tapones de punta”. Fueron tan grandes las descalificaciones, agresiones que el propio fiscal dijo en varios medios que estaba amenazado de muerte y que se estaba jugando la vida. Y por eso le avisó a su hija que se preparara para escuchar las bajezas y extorsiones más grandes que se pudiera imaginar contra su padre.Y hoy Alberto Nisman está muerto. El gobierno de Israel lo calificó como un “jurista valiente y venerable que actuó con determinación”. Fernando Esteche, el líder de Quebracho lo trató de “empleado del gobierno sionista terrorista de Netanyahu”. En esta brecha está gran parte de la explicación del tenebroso pacto con Irán. Y de la casi nula condena a los atentados criminales contra la revista francesa y el supermercado kosher. Por eso Timerman aparece quebrado emocionalmente, vaciado de identidad y siempre al borde del llanto y la renuncia. Cristina cree que los amigos de Argentina, ahora deben ser la Venezuela chavista, los acusados del asesinato masivo de 85 personas en la AMIA, es decir los más extremistas iraníes y Rusia, entre otros autoritarismos enemigos de la libertad.
Y hoy Nisman está muerto. Así como hay presos comunes y presos políticos, también hay muertos comunes y políticos. Y Nisman es un muerto de orden político. Está muerto por haber investigado. Uno más que murió en la AMIA. O su muerte en sí misma es tan inquietante como aquél estallido producido por los criminales de lesa humanidad. La diplomacia paralela ejercida por irresponsables e incapaces como el Cuervo Larroque, Luis D’Elia y Esteche entre otros son una muestra más de la falta de capacidad de la Presidenta de la Nación. Apelar a antisemitas violentos y confesos admiradores del fundamentalismo es un salto al abismo en el que estamos hoy.La traición a los familiares y las víctimas de la AMIA y la complicidad con los victimarios alteró todo en la guerra de los espías argentinos. Cristina le dio poderes y montañas de dinero al General César Milani para que reemplazara a la ex SIDE. La presidenta se movió con un amateurismo insólito, como si se tratara de la interna de la CGT. Jugó a los soldaditos en la SIDE y el tiro le salió por la culata y se clavó en la cabeza de Alberto Nisman. Hoy los organismos de inteligencia están fuera de control y eso configura junto con la muerte de Nisman una situación de extrema gravedad casi nunca vista en democracia. El mundo refleja en sus títulos la muerte de quien había denunciado a la presidenta. De eso no se vuelve. La investigación debe ser transparente, rigurosa y eficaz. Y los responsables intelectuales y materiales de lo que pasó deben tener juicio, castigo y condena. El Congreso debería formar una comisión Bicameral para proteger al equipo de 60 personas de Nisman y preservar todas las pruebas. Y convocar a Alejandra Gils Carbó para que explique porque tenía intenciones de separar de su cargo a Nisman. Estamos frente a una grave conmoción institucional. La presidenta hizo bien en ordenar la desclasificación de los nombres de los espías que están metidos en este barro sanguinario. Pero Cristina también haría bien en salir y dar la cara. Es inadmisible su silencio. No habló ni siquiera para darle el pésame a la familia. Es un silencio demasiado parecido a la complicidad.

El pueblo quiere y necesita saber de qué se trata. Hoy todos somos Nisman, o peor todavía, podemos ser Nisman. Es un día de luto y reflexión. El día negro de la democracia. Un día para condenar la muerte. Un día para honrar la vida.

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JLSG
Asunción, a 20 de enero de 2015

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