lunes, 5 de enero de 2015

EL TRIÁNGULO GEOPOLÍTICO DEL “EPP”, IMBATIBLE PARA CARTES E INCOMPETENTE Y COBARDE FTC, COMO LO FUERA PARA DESGOBIERNOS ANTERIORES

Infografía de “Abc color”, que ubica de manera nítida el “triángulo” geopolítico del “Epp”, imbatible para el desgobierno de Cartes y su incompetente y cobarde “FTC”.

Nota del Editor: Esta entrega es parte de un artículo mayor, que interpreta el regreso de Arlan a su familia, a la luz de la geopolítica hemisférica y local, y que en su versión completa y corregida lo pueden leer en paraguaymundo.com, por medio del siguiente enlace: http://bit.ly/1H7lO1k

Nicanor Duarte Frutos (2003-2008), Fernando Lugo (2008-2012) y Federico Franco (2012-2013), desgobernantes todos, sin excepción alguna, y obsesionados por hundir sus colmillos en el tesoro público, y en esgrimir cada uno sus pirotecnias politiquero- ideológicas, no se atrevieron a enfrentar en serio, nunca, el problema del narcoterrorismo, sin siquiera expansión localizada pero con iniciativa siempre.

Mucho menos ahora, con Cartes, si en al menos tres lustros de actividades criminales-ideológicas del “Epp”, ya desde antes de estrenar ese rótulo, las ¿fuerzas de seguridad? paraguayas ni siquiera lograron identificar en sentido estricto su naturaleza y características. La ciencia y el arte de la estrategia enseñan que no se puede combatir con un mínimo de eficacia a un enemigo al que ni siquiera se conoce.

NO SE ENFRENTA NI VENCE A UN FANTASMA

El “Epp”, conceptual y fácticamente, no es una “fuerza guerrillera” sino la involución violentista (vinculada por acción u omisión al crimen organizado de la narcoactividad) propia de algunas experiencias guerrilleras latinoamericanas pos Revolución Cubana, inspiradas directa o indirectamente en la ideología militarista de la izquierda castroguevarista y foquista, que en el “setentismo” criminal del Río de la Plata tuvo su inauguración terrorista.

El “Epp”, dada la inexistencia de un pensamiento estratégico paraguayo en el presente, y de auténticos líderes democráticos en el parlamento, casi obtiene el calificativo de guerrilla, que por ese lado le hubiese permitido acceder, según el derecho internacional público, al tan apetecido estatus de fuerza beligerante.

Incluso decir apenas “fuerza guerrillera” ni siquiera es el inicio de la más elemental definición. Hasta esa afirmación tan vaga y desubicada llegaron mariscales de jamás libradas guerras de papel, periodistas e intelectuales que jamás estudiaron o investigaron en serio el problema (no hablamos de sus inconfesados defensores) y los partidócratas de siempre en busca de votos.

En tales condiciones, si es que existe el área de seguridad del aparato de Estado local, no puede contar con una estrategia y tampoco con su derivación operativa que son las políticas públicas para enfrentar el fenómeno del narcoterrorismo, que deben combinar medidas de fuerza y de paz. En el marco de una única cadena de mandos, que tampoco existe en Paraguay. Y sin incurrir jamás en manifestaciones típicas de las guerras sucias, por definición violadoras de los derechos humanos y de normas constitucionales y del derecho internacional.

El “Epp” no es fuerte (en realidad, todavía ni siquiera existe el Estado en la zona donde se desplaza sin mayores inconvenientes) y nadie puede afirmar que goza de apoyo popular (el miedo que inspira, es otra cosa) en un área geográfica en que se unen los departamentos predominantemente agropecuarios de Concepción y San Pedro. La región es en cierto modo una unidad espacial con el departamento de Amambay, sobre todo, y también con el de Canindeyú. Todos territorios del narco Paraguay, en el extremo noreste de la región oriental del país.

NARCOTERRORISMO A ESCALA LOCAL

El área de influencia del “Epp” abarca territorios en los que se concentran elevados índices de pobreza y miseria rural, combinados con los de una muy injusta diferenciación y polarización sociales. Son las regiones marihuanizadas y de tránsito de cocaína en el Paraguay. Notablemente no se sabe de enfrentamientos entre los terroristas y el narcopoder regional. ¿Cómo se explica? Un concubinato forzado es una hipótesis de trabajo. Otra, cercana, que el “Epp” brinda protección, y cobra por ello, a las organizaciones del crimen organizado de la narcoactividad.

Es el modelo de las Farc y antes de Sendero Luminoso, la organización maoísta, milenarista y terrorista fundamentalista, hoy casi desaparecida, que desde los Andes peruanos se introdujo en la ceja de selva amazónica y en la misma amazonia peruana. Empezaron imponiéndoles protección a los narcotraficantes, y les cobraran en metálico o con armas y después también incursionaron en la narcoactividad.

El fin justifica los medios, para cualquier fanatismo. ¿Por qué sería diferente aquí? Sobre todo teniendo en cuenta que el “Epp” es un poder fáctico local, subordinado a otro de naturaleza continental, las Farc, narcoterroristas en gran escala, las que según investigaciones gubernamentales y periodísticas hemisféricas, lavan dinero por medio de la triangulación comercial regional que hacen con los cigarrillos que produce Tabesa, la fábrica de Cartes emplazada estratégicamente en la frontera con Brasil.

Desde luego, el “Epp” tiene sus prolongaciones logísticas y politiqueras en centros urbanos y ciudades, empezando por la capital Asunción. Tan insegura es esta ciudad, como los departamentos mencionados, que no podría hacer frente de manera seria a una oleada terrorista de existir una proyección de fuerza citadina del narcoterrorismo.

DESGOBIERNOS, FORTALEZA GEOPOLÍTICA DEL “EPP”

Una señal de la debilidad estratégica de fondo del “Epp”, es su carácter de minoría de minorías en la región oriental y en todo el país. Es fuerte (se insiste: por deserción del Estado, el que ni siquiera controla las rutas de la zona), siempre de manera relativa. Su poder se extiende como en un péndulo que oscila desde el vértice principal (Yby yaú), de un irregular triángulo, con un ancho aproximado, de izquierda a derecha, y viceversa, que tiene por lados respectivamente los largos diferentes de las rutas III y IV. En la parte inferior de esa evolución de la recta imaginaria, la apertura máxima apenas barre la distancia que separa a Horqueta de Azote’y, línea superpuesta con los meandros no tan pronunciados del caudaloso río Ypané, afluente del principal río Paraguay.

Tales coordenadas, a efectos operativos pueden trasladarse de manera proporcional a otros triángulos imaginarios, siempre surgidos de Yby yaú. Uno que se abre al norte, otro hacia la izquierda de la primer figura y el final a la derecha de ella. Se cuadricula todo en la cartografía del terreno y luego se pasa a la acción en la geografía. En un doble movimiento, desde el punto cero de Yby yaú, y desde la línea del Ypané, avanza la expresión militar del poder del aparato de Estado, peinando el área y asegurándola (¡políticas socioeconómicas!), hasta encontrarse sus dos vertientes en alguna línea.

Para eso, empezando por las cadenas de mando operativas, la fuerza del Estado no debe tener miedo de ingresar a los montes raleados de la zona… El soporte técnológico de un drone (¡hubo presupuesto para uno que filmó desde el aire una misérrima manifestación galavernista al año del desgobierno de Cartes, en la plaza del Congreso!), o colaboración satelital de un país amigo, ayudará a evitar sorpresas desagradables.

La geografía se convierte en geopolítica del poder fáctico narcoterrorista cuando su potencial es geométricamente multiplicado por el factor “mejor aliado estratégico” del “Epp”, la en extremo ineficiente, mal organizada, carente de liderazgo y moral FTC. Es que sigue siendo incapaz de cumplir con lo que debería haber sido su misión: cercar, localizar, contener y amarrar, debilitar en combate y derrotar al narcoterrorismo, también con ayuda de bien pensadas y mejor implementadas políticas públicas ad hoc.


JLSG
Asunción, a 28 de diciembre de 2014

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