domingo, 6 de enero de 2013

Mientras Diosdado es más duro que Maduro, el Merc-Unasur respalda el primer golpe de Estado extraterritorial de la historia, planeado y realizado en La Habana, en perjuicio de Venezuela y de América Latina y el Caribe, y el “castro bolivarianismo” se beneficia con la torpe ceguera de Washington


Escribe José Luis Simón G.
En diciembre, en Caracas, un Chávez en la apoteosis previa a su infierno personal, en el salón Bolívar del Palacio de Miraflores. A su izquierda su más leal y brutal servidor, Diosdado Cabello, ya traicionado por él, siguiendo instrucciones del genocida de su pueblo, Fidel Castro, y a la derecha el “delfín” Nicolás Maduro, seleccionado como tal por La Habana, donde en realidad se mueven los hilos del poder de Venezuela, que enredaron a Washington en un culebrón de peligrosas repercusiones regionales (Fuente: foto de la Agencia española EFE, bajada de “El País” de Madrid, edición digital del martes 4 de enero).  



La actual coyuntura politiquero-totalitaria de la Chávez-Venezuela (en la que  Estados Unidos está más despistado que Fernando Lugo en su obispado o en el Palacio de López, y que la España oficial en relación con el injusto tratamiento que le impusiera al Paraguay camino a Cádiz 2012, y la XXII “Cumbre Iberoamericana”, antidemocrática por excelencia y terminal para este mecanismo de concertación política y diplomática que muere víctima de sus propias contradicciones), es un ejemplo ejemplar, y no es redundancia, del totalitarismo “bolivariano”, el de origen y el pandémico regional.

No serán aplicados los artículos 231 y 232 de la “constitución” chavista, que exigen que Hugo Chávez preste juramento el 10 de enero para asumir su cuarto gobierno, después de la última reelección (octubre 7, 2012), que resultó de la combinación del liderazgo carismático del déspota totalitario y del  control de todos los resortes y cajas gubernamentales, sobre todo la de la dilapidada PDVSA. Ya lo dijeron los “constitucionalistas y demócratas”, Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, quienes tienen aquí el servilismo de sus iguales “Lugo-bolivarianos”, los que se supeditarán de inmediato al vencedor de lo que habrá de ser una sangrienta lucha por el poder en lo que resta de Venezuela.

Al hablar así, Cabello y Maduro no hicieron sino seguir la orden de Fidel Castro, el supremo y real comandante en jefe de los “bolivarianos”, con o sin Chávez entubado. Por ahora, Cabello es el que le golpea más duro al (in)Maduro sucesor, que ni con Fidel Castro y la DEA (agencia norteamericana contra las drogas ilícitas, por su sigla en inglés), detrás esta de aquél, la tendrá fácil para suceder a Chávez, el muerto en vida, por orden totalitaria, que desde La Habana sigue desgobernando a Venezuela, desgarradas por los depredadores castro-chavistas o por los narco-chavistas. Es el resultado de la traición que perpetraran los politiqueros venezolanos, durante décadas, a la promesa siempre imperfecta de realizar el Estado de derecho democrático y la sociedad abierta. Una trágica lección para tener bien cuenta los paraguayos que luchamos por la democracia y la justicia.

Para ganar tiempo también está haciendo la baza de Chávez presidente, “per omnia saecula saeculorum”, Diosdado. Es este el chavista histórico, y número uno real después de Chávez (agresor número uno del Paraguay, quien compró a precio vil el Mercosur para eliminarlo, trasvisténdolo en el Merc-Unasur, con la complicidad de la “banda de los cuatro” y el silencio ominoso de tantos rufianes seudodemocráticos) en el complejo entramado del corrupto y totalitario régimen “bolivariano”. Diosdado todavía es poderoso en su tierra, pero desde hace tiempo la DEA le investiga por asuntos de narcotráfico y no sin razón, agencia norteamericana que le vincula, de paso, a lo más negro de las terroristas FARC, si es que hay algo menos negro en esa asociación de criminales organizados y como tales narcotraficantes. Chávez que todo lo sabía: ¿jamás se enteró de esto?

De momento, quien acaba de ser reelegido presidente de la “Asamblea Nacional del Poder Popular”, Diosdado Cabello, ahora que lo tiene claro, más que la DEA le preocupa Fidel Castro. La orden de este genocida de su pueblo, en uno de los raros momentos de lucidez para el mal que todavía tiene, fue terminante a medida que avanzaba el cáncer de su principal agente venezolano y latinoamericano y caribeño, Chávez. ¡Incluso momificado esté seguirá oprimiendo a través de un presidente fantoche, que para Castro-Cuba el ideal es Nicolás Maduro! La sucesión totalitaria en Caracas es estratégica para los Castro, sobre todo por el petróleo regalado que reciben de Caracas, y sin el cual no sobreviven 48 horas en el poder. El sucesor, por ello, necesariamente tiene que ser otro más títere que Chávez todavía para La Habana.

Diosdado, el Ochoa venezolano
A diferencia de Maduro, un Castro-Chávez dependiente, Diosdado tiene un prontuario politiquero “bolivariano” que permite pensar en su autonomía frente a los señores de la guerra habaneros, ya cercanos a la senilidad y pasados de moda, y por eso el temor que le tienen, a un punto tal de haber buscado para eliminarlo nada menos que una alianza táctica con la “imperialista” DEA. Una vez más se cumple aquello tan viejo de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.  

Maduro es un politiquero inmaduro e improvisado frente a Cabello, quien ostenta un largo historial en el ejercicio casi omnímodo del poder a la sombra de Chávez: sucesivamente fue vicepresidente (2002), ministro del Interior y de Justicia (2002-2003) y de infraestructura (2003-2004), gobernador del estado de Miranda (2004-2008), primer vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en 2012 y también ese año titular del fanatizado “parlamento” chavista, en el cual la oposición apenas es un decorado, que apenas se ve y no se siente. Más que nada fue el presidente provisional de Venezuela durante el golpe frustrado de abril de 2002, quien en calidad de tal logró rescatar a Chávez de manos de los golpistas anti “bolivarianos”, quienes al final se rindieron. Muchos de los sobrevivientes después serían exterminados y algunos todavía padecen inhumana prisión, en el mejor estilo castro-estalinista y narco-chavista.

De ahí el “delenda est” Diosdado: deshacerse de él. Este alto entorno de Chávez cayó definitivamente en desgracia hace poco más de un año, cuando por orden de Fidel Castro, el “bolivariano”, que en realidad es un enfermo-prisionero en La Habana, le ordenó a Maduro negociar un “armisticio” puntual y táctico con Washington, para empezar la neutralización DEA mediante de quien era uno de sus principales confidentes y socios. La idea fue neta y absolutamente de Castro: ¡y no lo saben la DEA, el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ni el Departamento de Estado! Al parecer la CIA acaba de meter las narices en lo que podría llegar a ser el Diosdado-gate, enterada del juego por republicanos de la línea dura con Cuba y Venezuela, diferentes en “realpolitik” a los inocuos fundamentalistas extrasistémicos del “Tea Party”.

Castro ya tiene la experiencia previa de eliminar a sus disidentes recurriendo al fusilamiento de quien acusó de narcotraficante, sin serlo. Fue el caso del general Arnaldo Ochoa, el más prominente líder militar castrista, de prestigio superior al mismo Raúl Castro en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y eliminado en 1989 en esas circunstancias, y con su peligroso equipo de poder fáctico, que había crecido demasiado desde sus tiempos de muy eficiente comandante castrista en Angola. La lucha caraqueña por el poder del presente, será sanguinaria como en cualquier totalitarismo. Pero no se puede hacer como antes, simplemente con un tiro en la nuca, sin antes probar otras vías.

Para sacarlo de encima, a Diosdado, se entiende, es mejor entregarlo a la DEA, la que está alicaída en su país de origen y el mundo y por ende ávida de “triunfos” espectaculares. Este personaje del feudalismo “bolivariano” es rechazado por los castristas como sucesor de Chávez, porque no se someterá a La Habana como lo hizo el ahora entubado. Y como lo hará el mantequilla Maduro, bueno para hacerse el bravucón en el Paraguay de Lugo… En regímenes totalitarios como el de los Castro y el de Chávez, ningún personaje por importante que fuera podría haberse dedicado al narcotráfico sin la previa bendición de sus respectivos jefes. Lo que procede mientra no haya sido descubierto y sea todavía necesario. Siempre es bueno contar con chivos expiatorios y con monedas de cambio para jugar el póker del poder con Washington…

Autogolpe extraterritorial de una momia
Regresando a Chávez es muy improbable que jure en fecha e incluso después, pues en el mejor de los casos se encuentra en estado terminal, mantenido artificialmente con vida en La Habana, mientras su cadáver aun no sea útil. Desde Cuba el genocida de su propio pueblo, Fidel Castro, dirige la “transición” venezolana al castrismo del siglo XXI, y le da órdenes a su lacayo Chávez y a los ministritos de este, ¡en sesiones del gabinete venezolano que se realizan en una cárcel de oro en la Castro-Cuba! ¿Qué clase de gobierno nacional es el chavista que ha entregado por completo su soberanía a otro poder estatal, el del alicaído castrismo e igualmente en crisis terminal?

Este sí es un extrañísimo caso (el primero en la historia) de un golpe de Estado extraterritorial, liderado por un dictador totalitario y senil, también en su hora final. ¡Ni siquiera se trata de un golpe “exprès”, como el supuestamente ocurrido aquí, el 21 y 22 de junio!

Toda América Latina y el Caribe (en este caso incluyendo al gobierno doble F) son cómplices por acción u omisión del esperpento constitucional fraguado por Fidel Castro en el cubano campo de exterminio de su propio pueblo. Por tanto, el “Merscosur” y la Unasur, y los intelectuales “progres” no amenazan con intervenir en Caracas en defensa de la “democracia bolivariana”, como hicieran aquí. Dilma Rousseff está muy modosa. José Mujica tampoco nada de anormal encuentra. La deplorable CFK pone en evidencia su terror amenazando con expropiar toda la Argentina, excepto su patrimonio, y en cualquier momento dará el definitivo salto al vacío.

El energúmeno presidente Rafael Correa (Ecuador) y su homólogo boliviano, Medio-Evo Morales, cada uno está preparando su respectiva huida y acelerando la transferencia de sus riquezas mal habidas a los paraísos fiscales de cualquier lado. No sea que “la tortilla se vuelva” (se dé vuelta) y sus pueblos decidan finalmente, al cabo de tantas injusticias, exhibir las cabezas de estos “revolucionarios” en lo alto de las respectivas largas picas que más de uno les tiene reservadas… ¡Tanto odio emplearon para hacerse con el siempre efímero poder que generaron un odio contrario que, llegado el caso, no les perdonará absolutamente nada!

En nuestro caso, el paraguayo, sugiero que en devolución de favores. El gran defensor de la soberanía nacional que dice ser el canciller José F. Fernández E., y no lo es, debe ir a Caracas, con otros colegas, para organizar un levantamiento militar, como lo intentara aquí Maduro, infructuosamente. Pero, hablando en serio, de haber tenido el Paraguay elevada su denuncia ante la Corte Internacional de Justicia (La Haya), a raíz del intervencionismo del Merc-Unasur en nuestros asuntos internos, en junio pasado, una muy grave complicación internacional tendría en estos momentos Castro para que el (in)Maduro y agresivo politiquerillo suceda a Chávez en el Palacio de Miraflores.

Lamentablemente los timoratos de palacio de López y su cancillería, y también los del parlamento, cada cual por sus razones oportunistas, no lo hicieron. Tan siquiera el canciller de doble F se animará, no ya a imitar a Maduro, sino a emitir al menos un comunicado desnudando el doble estándar del Merc-Unasur: durísimo con el Paraguay anti “bolivariano” y cómplice con el eje La Habana-Caracas. Mientras, y avizorando ya un descalabro mayor, nadie habla entre los castro-chavistas como el canciller Antonio Patriota, el consejero de Planalto Marco Aurelio García y los intelectuales “bolivariano$” Atilio Borón, Emir Sader y tantos más. Aquí en Paraguay tienen a sus representantes que son “eminencias reverendísimas” como José Carlos Rodríguez, Jorge Lara Castro, Milda Rivarola, Alfredo Boccia y un largo, extenso, etc.

Triángulo La Habana, Caracas y Washington
De todo esto nada menos se trata lo que ocurre en el triángulo tan irregular de La Habana, Caracas y Washington, en ese orden, más peligroso que el de Bermudas, hasta que en Estados Unidos la Casa Blanca ponga las cosas en orden. Y hasta que en Caracas, Maduro, inmaduramente, ante su orfandad en las filas militares y chavistas, y entre los venezolanos, desde luego, cometa el error de recurrir a la Seguridad del Estado cubana (la KGB castrista) para cumplir al precio en sangre con las órdenes del mefistofélico Fidel Castro, quien no tiene mucho tiempo más para esperar que Venezuela sea ya oficialmente una provincia castrista más.

Una especie de caribeño y sudamericano “anschluss” (anexión) era lo que estaba preparando Chávez, siguiendo órdenes de Castro, y de ahí su obsesión por el Mercosur, que le condujo a cometer tan graves errores internacionales con la correspondiente conmoción hemisférica y repercusiones mundiales negativas. Para peor, perdió la batalla política y diplomática en el Paraguay, que demostró que no era invencible.

¡Hasta un ser humano mantenido artificialmente con vida tiene su fecha de expiración! Llega el momento en que se hace imprescindible pasar a la etapa del culto a la momia. De lo contrario, el tsunami histórico que Fidel Castro intenta abortar en Caracas también arrasará con él y su hermano en Cuba. Hay más, mucho más, para después.

Ni en su momento de apoteosis creativa, el ahora olvidado Tom Clancy, el escritor de la inmediata posguerra fría, hubiese podido superar con su imaginación un “thriller” de la politiquería internacional de esta magnitud, en la que la DEA es el arma ya no secreta de los Castro para asegurarse unos últimos minutos de descuento antes de que el juicio de la historia no los absuelva por haber convertido a Cuba e una isla rodeada de tanta sangre inocente, y cuando empezaba la demencial carrera por hacer lo mismo con América del Sur, en las mismas barbas del Tío Sam.

Como en Washington nadie parece pensar en serio, esta es la hora en que la ciudadanía en la región, y nuevos y eficaces liderazgos democráticos, deben hacerse cargo de su propia historia. Los pueblos que no son capaces de levantarse en defensa de su dignidad, sin esperar mesías salvadores, y menos del exterior están condenados, no a un siglo de soledad, sino a un milenio de más opresión.

El Paraguay, que acaba de demostrar al mundo que sigue manteniendo su vocación de soberanía e independencia, debe pensar en serio que la construcción de un Estado democrático y una sociedad abierta no es maná caído del cielo sino el resultado de una voluntad colectiva en busca de un mejor destino, jurídico-político y socioeconómico y ambiental. ¡El séptimo de caballería no existe y la condición humana no es regalada por nadie: se la conquista con “sangre, sudor y lágrimas” en el presente, para que las generaciones venideras tengan derecho a un futuro siempre perfectible!



JLSG
Asunción, a 6 de enero de 2013
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Código del artículo: MDR2



Nota: esta entrega es una versión corregida y aumentada de un material del autor, subido antes de la medianoche de ayer a sus páginas en “facebook”.

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