miércoles, 9 de enero de 2013

En este divague algo irreverente, sobre un león, el domador y una bella mujer, se pretende demostrar que cualquier semejanza con la coincidencia es pura realidad, y si alguien lo prefiere, total y absoluta irrealidad, como nuestra cotidianeidad, en el Paraguay, y en la Castro-Cuba y en la Chávez-Venezuela, satrapías totalitarias en sus estertores finales

Ensamblador del relato: José Luis Simón G.
Entérese de las aventuras de esta muchacha, una verdadera “femme fatale”, que tanto pudieran haber ocurrido, como no también, en nuestra capital, o en cualquier parte, en tiempos del cólera “castro-chavista-banda de los cuatro”, con la colaboración aquí del peón de La Habana y Caracas, el apóstata y desgobernante Fernando Lugo Méndez (Foto: archivo de “Señoritas Muy de su Casa”, de la Colección particular de un amigo, Gustavo Bécker).




UNO
En tiempos en que todavía no empezaban a sentirse los efectos de lo que después se llamaría la “itaiputización” del Paraguay  solían visitar nuestra capital algunos muy buenos circos: no, no me refiero a los poderes fácticos “gubernamentales”, que apenas son eso y no del Estado, porque quienes los ocupan siempre encuentran la manera de transgredir las leyes en beneficio de ellos y sus correligionarios-contratistas, a la manera de payaseadas, diríamos, de no tratarse de la República del Paraguay, esa promesa todavía incumplida plenamente, desde 1811-1813. No puede estar demás recordar, a nuestras decenas de millones de lectores en todo el mundo (hoy este “escribidor” está con un exceso de glóbulos de exacerbada autoconfianza), que el tan irónico y brillante neologismo, el de “itaiputización”, se debe a la prodigiosa imaginación del malogrado poeta Emilio Pérez Chávez, fallecido lamentablemente el año pasado, cuando todavía nos adeudaba lo mejor de su obra literaria.

Hasta hace relativamente pocos años atrás todavía era frecuente en nuestro país la llegada de circos de categoría. Y lo eran hasta los más humildes, porque nunca dejaban abandonadas inhumanamente a las ya de por sí cautivas fieras de sus espectáculos. Y mucho menos lo hacían en ese cementerio de elefantes y de cuanto animal originariamente salvaje haya tenido la desgracia de quedar prisionero de la desidia “animalicida” (no sé si se puede decir así, pero en todo caso lanzo a la rosa de los vientos la idea, porque se trata de vidas inocentes de seres de la creación o de la evolución, cada uno elija, en peligro de desaparición por obra de auténticos “exterminadores”) que no terminará hasta que haya muerto de malos tratos e inanición, el último de los prisioneros sin conciencia,  en el campo de exterminio de animales, que es lo que es el mal denominado “zoológico” de Asunción…  

Al intendente, altos funcionarios de la comuna, directivos del “zoo” y del “botánico”, y a nuestros muy bien dietados (no me equivoqué, no dije “dotados”) concejales, les condeno a padecer un solo día en las jaulas ya vacías de especímenes de la vida natural que no soportaron la incuria de tanto politiquero convertido en “edil”: ¡ninguno de ellos carece de agua, un hábitat particular y oficial con las mínimas comodidades, y tampoco padecen hambre, a estar por las fotos que se publican, de desbordante “grasitud”, de la mayoría de los susodichos!

Después dejaron de venir, los circos, digo, de seguro porque carecían de fieras equiparables a las humanas espectaculares como los de aquí, por ejemplo los payasos-politiqueros que llevan décadas brotando por doquier, gracias al autoritarismo de antes de 1989, y que después de ese año “democráticamente” se multiplicaron, con una voracidad de pirañas, que aparecen allí donde quiera esté la víctima: un cargo público, cualquiera sea y hasta cuando ni siquiera son tan apetitoso$. ¡Tanta es la angurria (ver segunda y terceras acepciones del término, en el diccionario en línea de la Real Academia Española) de unos relativamente pocos opresores, organizados en auténticas asociaciones ilícitas para delinquir, y siempre desde el desgobierno de turno!

DOS
En realidad, “a fuer de sinceros”, dicen los estilistas, los del lenguaje, y no quienes nos ponen presentables a los feos, el penúltimo gran circo (¡nunca es el último!) fue paraguayo, originario de esta tierra proclive a la tragedia y  olvidadas del buen Dios, muchas veces más de las necesarias. Fue uno, ese circo grotesco y peligroso, que se esmeró vertiginosamente en deslizar al país hacia el abismo “bolivariano”, siguiendo las locuras del jefe de la pandilla variopinta, de tantas hambres y ganas de comer, el apóstata e inimputable (moral y cívicamente, se aclara) Fernando-Armindo-Lugo-Méndez, electo presidente del Paraguay, pero en realidad mercenario de Caracas y La Habana.

Aceptó transformarse en eso cuando descubrió que en la que se decía su Iglesia ya no le era dable continuar solventando sus crecientemente refinados vicios y perversiones, de larga data tan solo a la criolla, cultivados a todo lo largo de una carrera de diabólico seminarista, sacerdote e incluso obispo, dizque de la “teología de la liberación”, la izquierda caviar de la Iglesia católica.

(Convertido en candidato “photoshop”, Lugo despreció a sus humildes y acosadas siervas campesinas o pueblerinas, para él, y empezó a degustar, volviéndose adicto a ellas, formas siliconadas y “bistureadas” al láser, de modelas (no dije “modelos”) seriadas e insípidas, pero espectaculares para su paladar genital, apenas hasta hacía poco acostumbrado a la bestial “descarga de fusil”, tan propia de esas gentes como él, muchos consagrados católicos “célibes” (y de no consagrados también, e incluso de famosos telepredicadores, estos sin voto de castidad), sacerdotes y obispos, a quienes los que no somos sus hijos les llamamos padre o monseñor, y los que sí lo son, biológicamente, les dicen “tío”…).

Gracias al apóstata y a sus secuaces locales, reitero, el Paraguay “lugo-bolivariano” estuvo a punto de terminar entre las escobas y  garras de las brujas Dilma y CFK, las tilinguerías nada seniles del terrorista (no revolucionario) Tupamaro Mujica, las procacidades y arbitrariedades de Medio-Evo Morales, el narcisismo explosivo y “socialista siglo XXI” del siempre atildado y “estilistizado” Correa, y de los caninos “oligarcas-revolucionarios” del tal Chávez (quien está o estaba en el “Hollywood” de La Habana, un nosocomio de lujo, filmando como protagonista la fúnebre película castrista: “Sin vida ya desde la No muerte”), para que después, inmediatamente, nuestro país pasara a ser fagocitado por Fidel Castro, el caribeño totalisaurio, que es una manera de abreviar su descripción exacta: mezcla de totalitario moderno con saurio prehistórico…

TRES
Pero regresemos a los circos verdaderos. Esto que voy a narrar lo sé de fuente directa porque en los hechos estuvo involucrada una muy hermosísima, dotadísima y curvilíneísima natural muchacha, ya de 30 abriles arriba, y de tantas batallas nocturnas y diurnas libradas, y sobrina mía de cariño, hija de una muy buena y “fermosa” amiga soviética, y no “vaquera de la Finojosa”, hasta 1992 dedicada a su especialidad en balística intercontinental, en el “MIT” de San Petersburgo, un anexo del Comando Estratégico del Kremlin de entonces, y después de la implosión de la URSS (el totalitarismo soviético que los “socialistas siglo XXI” quieren revivir), y del renacer de Rusia, pero la de nuevos zares, alejada de la ciencia y tecnología bélicas.

Se tranformó entonces en una muy próspera “empresaria” traficante de influencias, de los entornos putinescos y de los de algunos grandes traficantes extranjeros de cualquier cosa, entre los cuales, me contaba, había algunos paraguayos, los más de ellos absolutamente desconocidos para mí, y unos cuantos que son herencia de aquellos todavía de no tan viejos tiempos.

De todo eso tuve noticia en la época en todavía chateábamos, hasta que dejara de hablarme, molesta, porque con pesar de todos mis sentidos (¡yo pecador me confieso..!), le había manifestado la conclusión a la que tardé en arribar: que no éramos el uno para el otro, ni remotamente, sobre todo desde que decidió abandonar su tan promisoria carrera de solista de clavicordio, auténtico motor de su alma vibrante, muy en lo profundo, enterrada por una nueva actividad fanatizada, la del renacido Moloch del dinero a cualquier precio. La fe hedonística y consumista que estaba arrasando con los despojos de la Rusia, que fue como quedó al cabo de menos de un siglo de “dictadura del proletariado y de economía centralmente planificada”. Pero esto ya es chancho (no harina) de otro chiquero (tampoco costal), que tal como lo escribo es algo que jamás dicen los auténticos escritores.

Regresemos al relato para ingresar al plato de fondo. Lo narro tal como fui informado y doy fe que es lo que sé, solamente lo que sé y nada más que lo que sé. Lo supe antes de que el escándalo llegara a mayores, y en represalia los rusos nos cortaran el cada vez mayor flujo ininterrumpido de nuestras exportaciones de carne a su inmenso pero todavía pobre mercado. Lo supe, repito, gracias a la madre de la protagonista, mi amiga la retirada física soviética y hoy rutilante luminaria de los nuevos ricos rusos, ya olvidada de su “par-gua-yote”, es decir, yo, con tantos ejecutivos occidentales descarriados, y más depravados, si cabe, que sus socios de la “mafiya”, la mafia rusa…

Ella me llamó a pedir que interviniese en las funciones de algo así como un tercero de buenos oficios, para que el problema no se convirtiera en uno mayor, un conflicto bilateral incluso, justo ahora que estaba a punto de ganarse varios millones de dólares, intermediando entre exportadores locales nuestros y los dueños de los mercados rusos, no pocos de ellos ex altos cargos operativos de la KGB.

Fue la primera en alertarme con las informaciones básicas, las que después corroboré y amplié por otras fuentes, y por mi propia intervención en el “affaire”, que como tantos más graves, incluso, pasan desapercibidos para nuestros medios, que serían de (in)comunicación e incluso de (des)información, a no ser por los pocos periodistas que todavía sobreviven en ellos, pero que no pueden impedir que esa “prensa” sea lo que es en realidad, “poder fáctico”, para defender ciertos intereses y atacar otros, o estar ahítos de nimiedades, para ciegos funcionales, a quienes les gustan los escándalos frívolos y truculentos, para evadirse de la dura realidad. ¡Prefieren ser aplastados por ella antes que intentar que no se produzcan los grandes desastres, gracias a las oportunas anticipaciones informativas de lo que debe ser la prensa al servicio de los lectores!

CUATRO
Ocurrió aquí  un par de años atrás (y la nota se les escapó al “Popular”, “Crónica”, “T-veo” y a cuanta publicación y programa de radio y televisión, de la tan poco original movida paraguaya de “celebridades”, y que son a su vez malas copias de formatos foráneos), cuando el propietario de un circo ni tan bueno ni tan malo colocó en la prensa local (¡también en “facebook”!) un anuncio solicitando un/a domador/a de leones.

Respondieron de inmediato dos personas: un hombre de buena apariencia, domador ya jubilado, pero evidentemente en estado apto y no entregado, de entre 60 y 70 años, y una joven mujer espectacular, exageradamente ya, quien resaltaba su figura ¿(des)?vestida con un atuendo de tejido adhesivo al cuerpo (ver fotos), tan provocativa en curvas resaltantes, incluso para quienes no somos Lugo, aclaro por honestidad, que desde el hotel hasta la oficina del circo, en la zona del hipódromo, su paso provocó verdaderos tumultos, antes, durante y después del viaje en taxi.

Es que ella, XXX, o hasta ahora no se ha percatado del arma letal tan sensual que es, trigueña porä, dirían los perros, apenas volumétricamente contenida en sí misma por ella misma a punto de estallar, y sin un milímetro de flaccidez de músculos ni adiposidades viles, como se observa en  la foto, y omito su nombre y los de los demás de la anécdota.

O bien, es la otra posibilidad, se sabe una “femme fatale”, posmodernista, esto sin plena autoconciencia, o sí, lo mismo da, y como las individualidades incendiarias de las de su tipo, goza con el juego sado-masoquista, y aunque parezca una contradicción, que no lo es, autista también, de hacerse desear volcánicamente para, una vez constatado por enésima vez su poder instintivo, incluir en el listado bien ordenado de su frío cerebro, a una más de las mil millonésimas víctimas de una cuasi animal y exuberante sexualidad, genética de un lado y esmeradamente cultivada, a lo moderna cortesana por otro, autocontenida a voluntad, por si todo fuese poco, para abiertamente dominar con los instintos descontrolados que despierta, en el tendal de presas que deja con solo aparecer, alimentados tales fuegos en la fatuidad de esos “machos” tan “machos”, que deben anunciar a gritos que lo son, haciendo realidad lo de la frase que dice algo así como “dime de lo que te jactas y te diré de lo que adoleces”.

En realidad no sé si juega de la una o de la otra, ya que tradicionalista pudibundo como soy, aunque ustedes no me lo crean, después de haberla tenido en brazos, cuando enamoraba a su madre (¡no todo en los exilios ha de ser duro pan!) y era bebecita, y como padre sustituto haberle preparado tantas veces la mamadera y de limpiarla, bañarla y secarla, jamás se me pasó por la mente el intentar tener algo con ella, por ejemplo cuando ya mayor de edad nos encontramos por casualidad en un fugaz viaje mío a Roma, años atrás, y secreto hasta ese momento.

Ella, políglota desde la cuna, habla perfectamente, además del ruso y una veintena de idiomas, el español y el portugués, que los aprendió, el primero en la (últimamente) madrastra patria, y el otro idioma en Río de Janeiro, ciudad a la que regresó después de una corta temporada aquí, para entrenar en operaciones especiales a la policía carioca de elite: es apenas una de sus especialidades. Aquí no pudo quedarse en instituciones de seguridad, porque un alto jefe hasta hace poco, que le fuera presentado como obligado “gestor” de hojas de vida, y con nexos importantes en el denominado Ministerio del Interior, con la brutalidad tan del “macho” de cualquier parte, abiertamente le dijo, estando en una oficina “ad-hoc” para ciertos menesteres en esa repartición (¡cuánto coinciden las burocracias públicas con las privadas!), que debía transitar varias camas, empezando por la suya, la de él, es decir, en el mismo escritorio, antes de que el contrato para asesorar y entrenar a un grupo especial de la Fuerza Pública le fuese firmado y ejecutado.

Ahí mismo, cuando se abalanzaba hacia ella, en el mejor estilo del paraguayote violador de quien sea, de una patada voladora ella lo tiró fuera de la oficina, que casi lo descerebra (no ocurrió eso, según un antiguo camarada suyo de remesa, porque al parecer careció siempre del mínimo de neuronas, el doble ex caqui, pues ya estaba retirado y ahora sus colegas en actividad son “azulados”,), produciéndose el inicio de lo que podría haber sido un serio incidente bilateral con la Rusia del zar del presente, el tal Putín.

Fue el caso en el que intervine para rescatarla, impidiendo de paso mayores males al país,  gracias a unos influyentes ex alumnos míos de la época en que era profesor en el Instituto de Altos Estudios Policiales, el cual no había adquirido todavía los vicios “lugo-bolivarianos”. Desde luego, el ministro de doble F, muy ocupado siempre en acicalarse, ni se enteró del percance pues nunca le cuentan nada importante, ya que tampoco se interesa de las cuestiones de inseguridad en auge: ¡ni siquiera recuerda a la banda terrorista del autodenominado EPP!

Igual que su antecesor, “té de naranja”, ni el de “má antes” como se escucha decir todavía, el que ahora “alegre” quiere continuar holgazaneando, y otras cosas más, con sus nuevos padrinos, los liberales, en el entuerto este del “luguismo sin Lugo”, que es igual pero no tan grave como el intento castrista del “Chavismo sin Chávez”, con el (in)Maduro mercenario, el vicepresidente-heredero de la satrapía, el que vino aquí a querer incendiar el país, teniendo entre otros, de cabo cierra fila, al entonces cancillerito Jorge Lara Castro, quien si no habló cuando era el jefe de la diplomacia “bolivariana” aquí, mucho menos lo hará ahora.

Después del episodio me enteré que mi sobrina, XXX, estaba aquí desde un par de semanas atrás, por razones que nunca me dijo, y yo, todo un caballero, tampoco le pregunté. Al comisario de marras le fue peor, pues estando ya en el Policlínico Policial, enterada del asunto, su irascible esposa pudo ser controlada recién después de haberlo golpeado igual y hasta peor que XXX, convaleciendo de la primer paliza, y todavía en la cama. Eso sí: lograron evitar al menos que la indignada y sufrida mujer lo tirase por la ventana, desde el cuarto piso destinado a los “jefazos”, no a los que mueren o hieren en Curuguaty y alrededores los terroristas del autodenominado EPP.

CINCO
Pero ya me volví a ir por las ramas. Sigo con lo del circo: el dueño recibe a los interesados, habla con los dos y les dice:
–Iré directo al grano. Mi león estrella es muy grande y fuerte, incontrolable a veces, y ya mató a mis dos últimos domadores.
Agregó amenazador:
–¡O ustedes son realmente buenos, o no van a durar un minuto! Aquí está el equipo: banco, látigo y pistola para sedar de manera fulminante. ¿Quién quiere iniciar la prueba?
La hermosura animalesca, con su voz para enloquecer a cualquiera, dice un lacónico: “Voy yo”.
Hace a un lado el banco, el látigo y la pistola y decidida ingresa en la inmensa jaula. El león ruge devorador y desde el extremo opuesto en tres saltos llega hasta la muchacha. Apenas a un metro y algo de distancia, ella se desprende de la delicada película de fibra sintética, convertida en su primera y tersa piel, su  (¿des?)vestimenta y muy rápido queda completamente desnuda, mostrando todo el esplendor de un cuerpo genéticamente perfecto, pero además trabajado en agotadoras jornadas de entrenamientos varios, sea para paracaidismo de precisión en tierra y mar, submarinismo, combate en alta montaña, artes marciales y otras especialidades que ni James Bond llegó a conocer.  
El dueño y el domador retirado observan aterrados. Pero, milagro, ¡el león se detiene de inmediato! ¡Se extiende lomo y cabeza arriba delante de la diosa y empieza, cual manso cachorrito, a lamerle los pies, primero! ¡Poco a poco, el ex gran felino, domesticado por completo, hace lo mismo con todo el cuerpo de Afrodita-Inanna-Astarté-Turán-Venus, todas reunidas en una, durante un buen rato! Después cesa su “degustación”, digámoslo así, a falta de mejor descripción que la simplemente chabacana, que en ocasiones (¿por qué no esta?) suele ser la mejor.

Al dueño del circo, caída la quijada hasta el suelo, es decir, en extremo boquiabierto, exclama de pronto: “¡Nunca he visto nada como esto en mi vida!”. Se da vuelta hacia el también interesado y le inquiere:
–¿Usted puede hacer lo mismo?
Sin titubear el hombre responde jactancioso, pero muy seguro de sí:
–¡Por supuesto!¡Y mejor! Pero…
Ansioso e incrédulo el dueño casi le grita:
–¿Está seguro?
El hombre le reitera: “¡Claro. Pero primero saque al león de la jaula!”.
Demás está decir –si bien, y desde luego, uno nunca pude sentirse seguro del todo–, que el dueño del circo no consintió en conceder la tan creíble respuesta del domador “aposentado”, como diría en portugués la modosa y tan democrática Dilma, cuando se trata de legalizar y legitimar golpes de Estado, castristas y extraterritoriales, el primero en la historia universal en perjuicio de Venezuela y de todos, y después de haber agredido al Paraguay cuando defendimos la Constitución Nacional, es decir la soberanía e independencia nuestra de las agresiones “bolivarianas”. Pero también se quedó solo con el león, cuando la desnu-domadora fue acosada por el bellaco circense, recibiendo su merecido de parte de la bella, quien a duras penas pudo impedir que el león se lo despachase como tóxico aperitivo.
El resto de las peripecias de XXX es como ya saben, hasta donde se narra aquí. Tal vez más adelante tengamos nuevas aventuras de ella, y probablemente sea después de la mayor celebración profana del mundo, el ya en puerta carnaval carioca. En resumen, ni final romántico, que ya nada hay por decir al respecto desde la despedida en “Casablanca” de los inolvidables Humprey e Ingrid, ni tampoco dramático y mucho menos trágico, como prescriben los que enseñan a escribir a quienes creen que yendo a tales escuelas se aprende a hacerlo, en lugar de seguir la sabia recomendación del incomparable Robert Arlt, según el cual cuando se quiere narrar se debe hacerlo a golpes, como los buenos boxeadores hacen, más recibiendo que dando, al principio, hasta que después no hay quien les pare…

SEIS
Este es apenas un episodio que tengo para compartir con mis sufridos y sufridas lectores y lectores. ¡Tantas cosas ocurren en el Paraguay y el mundo y aquí nosotros no nos enteramos, empezando por los medios de comunicación! Es por eso, digo yo, que las redes son tan necesarias. ¡Gracias a ellas nos enteramos de todo lo que sucede a pesar de los innumerables silencios de la prensa!

“Fue así, con silencios –dijo en una reunión de medio año de la SIP, Roberto Marhiños, el magnate dueño de la “Red O Globo” del Brasil, y si no me creen, pregúntenle a Aldo “abc” Zucolillo–, en lugar de denuncias, que multipliqué por mil mi fortuna”. Ocurre que el silencio de los ocultamientos es la principal manera que tiene la prensa canalla para  convertirse en verdadero “poder fáctico”. El silencio es muy difícil de desentrañar y a las palabras el viento no las lleva, e incluso pueden ser peligrosas, una vez pronunciadas. Molesta a los poderosos que tienen cosas que ocultar, y los poderosos son todos aquellos que impiden la realización  de la condición humana, desde las mafias de narcotraficantes hasta los terroristas del signo que sea.

Este pobre relato, entre la ficción y la realidad, surgió de un chiste que me enviara uno de mis proveedores de momentos de sana distensión, que es el doctor Andrés Ginés, ya conocidos de Uds. El chiste es de autor anónimo y se lo presenta misteriosamente bajo el título llamativo de “El león, el viejo y la bella”. A partir del texto, modificado en aspectos superficiales, fue brotando incontenible, el resto, la mayor parte, que intenta ser una reflexión informal sobre nuestra realidad.

La foto de la hermosura se la debo al ojo zahorí, en cuanto a descubrir beldades se refiere, de otro amigo, el doctor (abogado e investigador social) Gustavo Bécker, quien como pueden comprobar es coleccionista de “barbies”, pero pulposas y nada angelicales, según se colige de lo acabado de compartir. Si alguien cree que en estas páginas hay algo de verdad, está en lo cierto. Si piensa que es ficción, también. En otras palabras, cualquier casualidad real o imaginada con algo imaginado o real, y con alguna coincidencia con lo real imaginario o lo imaginario real, es y no es así y a la vez exactamente lo contrario… ¡Ustedes no me entienden y yo tampoco!



JLSG
Asunción, a miércoles 8 de enero de 2013
Código del artículo: MHA9






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