domingo, 13 de enero de 2013

El amor pleno, según Juan Ramón Jiménez, creador de una lírica sublime y carnal de la primera mitad del siglo XX, hoy casi es desconocido por la mayoría de quienes no llegan al medio siglo de vida, aunque el Nobel de Literatura de 1956 puede aportar mucho en el mundo actual, el de la caducidad de valores y la evanescencia de la vida en imágenes y símbolos, el de la cultura espectáculo, según Vargas Llosa, y el de la mera genitalidad


Reflexión y recensión: José Luis Simón G.

Juan Ramón y Zenobia, en 1916, en Nueva York, al contraer matrimonio (Foto ilustración del artículo de José A. Expósito, publicado en la versión digital de El País, Madrid, y referenciado más abajo).





[…] "¡Dame tu carne! ¡Quiero
ir en ella, loco jinete,
al norte, al sur,
al este y al oeste!
 ¡Quiero cruzar el mundo
con tu cuerpo luciente,
derramarlo, un instante, más allá
de la vida y la muerte!" […].

“Mujer y amor –temas esenciales a lo largo de la obra de Juan Ramón–, adquieren en ‘Idilios’ una significación muy especial”, dice el especialista en Juan Ramón Jiménez (JRJ), Antonio Colinas, embarcado en la publicación de sus poemas inéditos, en un interesante artículo [1].  

Para casi todos nosotros, adolescentes de al menos medio siglo de enamoramiento con la vida, y más también, sinónimo de lírica y romanticismo, de sentimientos, cuerpos, almas y de las más elevadas pulsiones de la vida, labrándosela esta cada uno, incluso en este mundo “posmoderno”, es el insigne poeta español Juan Ramón Jiménez Mantecón.

Nacido en Moguer, Huelva, España, en 1881, y fallecido en  San Juan, Puerto Rico, en 1958, fue Nobel de Literatura en 1956, célebre autor de “Platero y yo”, y con justicia premiado por el conjunto de su extraordinaria obra, sintetizada en la espléndida belleza lírica de esa narración. El tierno y profundo relato para niños de todas las edades incluso ha sido traducida al guaraní (ver “Platero ha che”), por ese gran cultor y estudioso de nuestra lengua vernácula, Lino Trinidad Sanabria, a quien no solo por ello le tributamos reconocimiento.

La poesía y la poética de don Juan Ramón, en cambio permanente, desde las formalidades afrancesadas del verso, hasta la desnudez sencilla de su tributo amoroso (espíritu y carne), es el canto a la propia vida inyectada/ impregnada/ contaminada de belleza por su musa-esposa-amor, Zenobia Camprubí Aymar, su “amada amante”, al decir de Roberto Carlos, uno de nuestros juglares del canto popular contemporáneo.

Aquí no puede estar demás citar al filólogo, dedicado a la poesía y poética de JRJ, y editor suyo, el doctor José Antonio Expósito, quien también se refiere a la importancia y contenido del ya próximo lanzamiento de los poemas inéditos de JRJ, en un interesante ensayo [2], en el que entre varias cuestiones más aborda las siguientes:

“Entre un amor que no pudo ser y otro que sí quería serlo, se encuentran estos ‘Idilios’ (que la editorial La Isla de Siltolá publicará a principios de febrero)…”. El poeta era un “creador incesante para el que lo verdaderamente importante no eran los libros sino su Obra. Prefería escribir a publicar”.

Eso explica la riqueza de este descubrimiento muy largamente buscado: “…La aparición ahora de ‘Idilios’ (escritos a partir de 1912, anteriores por tanto a ‘Diario de un poeta recién casado’), cien años después de su redacción, confirma que las maravillosas novedades y los formidables hallazgo que trajo el ‘Diario’ a la poesía española estuvieran jalonados por obras como esta o ‘El silencio de oro’, tanto tiempo inéditas. Son los necesarios eslabones recobrados entre las recargadas y afrancesadas estrofas de ‘Laberinto’ (uno de sus primeros poemarios) y el inusitado verso desnudo de ‘Diario’. Sería inimaginable que tanto primor hubiese brotado sin estos aciertos previos…”

Explica Expósito que “‘Idilios’ es poesía amorosa, sensual, en la estela de ‘Libros de amor’, aunque sin el erotismo de este. En la primera parte, ‘Idilios clásicos’, pasa la sombra de su idealizada Blanca Hernández Pinzón, ‘novia blanca’ de su adolescencia, que finalmente se casó con quien no debía. Y también cruza la desconocida, elegante y fina norteamericana Luisa Grimm, malcasada con un rico boliviano borrachísimo que no entendía de poemas, pero que tenía dinero…”.

Agrega: “Cuando (JRJ) conoció en Madrid el amor verdadero, Zenobia, su verso voló entonces hacia la crónica lírica, hacia el diario de ese otro ‘idilio romántico’. Donde fluye con naturalidad el momento sentido y el tiempo enamorado en ágiles y leves estrofas. No sorprende que algunos de estos poemas pasasen después a ‘Diario de un poeta recién casado’. Era su silencioso embrión. JRJ huía del recargado alejandrino melodioso para recogerse en un verso sencillo, próximo, a veces, a la copla. El amor hizo esencial su poesía y la fue desnudando hermosamente desde ‘Idilios’ hasta engrandecerla en ‘Eternidades’…”.

“No hay pastores clásicos como en los ‘Idilios’ de Teócrito. En estos breves y tiernos ‘Idilios’ de JRJ, sí trato amoroso escrito mientras paseaba por el campo moguereño, pero también sentado en un solitario banco debajo del balcón de Zenobia en el Paseo del Prado de Madrid. JRJ, moderno pastor, enamorado y perdido en una ciudad sucia y bulliciosa, no dejaba de cantar la belleza, el amor y el infinito…”, dice también Expósito.

En el breve ejemplo que sirve de inicio a esta nota al pie de página acerca de la inmensa creación lírica de don Juan Ramón, la palabra casi no se siente, absorbida por el galope incontenible de la atracción total, que llega a límites sensuales que solo en la poesía de los/las grandes místicos/místicas (creyentes y no) es posible encontrar.

Si la expresión verbal de lo amoroso casi sucumbe en la estrofa de principios de este artículo, para dar paso al sentirlo-expresarse el poeta, con ello don JRJ nos está diciendo que el amor es algo extraordinario, y se lo desperdicia solo escribiéndolo, con o sin métrica, o nada más que para vivirlo tan solo en el big-bang, el de la explosión del instante, que si únicamente eso, nada queda después, porque el de la naturaleza también fue proceso: un antes, el estallido y el después, que es el hoy de todos nosotros y nuestro futuro.

¡Qué pena que por lo general nuestras jóvenes generaciones, en todo el mundo, estén extirpados de ese sentir tan genuinamente humano que nos llega gracias a la magia del poeta que cantó a la vida con el lirismo de su propia existencia!

Como nunca es tarde para nada que sea digno del ser humano, ni siquiera en el postrer momento, comparto con quienes quieran estas pinceladas de la joya del inmenso tesoro poético próximo a ser presentado en España, hecho de la palabra escrita y lírica de quien construyó su poética desde la propia singladura de la vida cotidiana, embriagado por los inmensos e intensos destellos del amor total, el único que nos ayuda a superar a las sombras que también es el ser cuando no experimenta su plenitud.



JLSG
Asunción, a sábado 12 de enero de 2013
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Código del artículo: VLP8


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