sábado, 10 de noviembre de 2012

De cuando San Martín y José Félix Bogado se abrazaron en la protesta del 8N en Asunción, o alguien creyó verlos, en los inicios de la lucha de nuestras ciudadanías en contra de la opresión y explotación “bolivarianas”


El Libertador argentino José de San Martín (Fuente: Wikipedia).



El paraguayo José Félix Bogado, coronel y jefe de
los Granaderos y lugarteniente de San Martín (Fuente: Wikipedia).



El 8N (jueves 8 de noviembre de 2012) un vasto movimiento cívico con  epicentro en la República Argentina, y que se proyectó allende sus fronteras, desde las redes sociales al servicio de la política, la de seres humanos que buscan ser ciudadanos plenos, ampliando los espacios públicos y no pervirtiendo politiqueramente a aquélla, conmovió con fuerza los cimientos de la fortaleza bien pertrechada de recursos, de la sede del Ejecutivo argentino, que empieza a ser sitiada, la Casa Rosada. Ésta se encuentra cada vez más aislada de los justos reclamos cívicos del pueblo del país vecino, en tanto la autista y en extremo infatuada presidenta Cristina Fernández de Kirchner se desliza hacia el modelo del autoritario y grotesco desgobierno de orientación “bolivariana”.

(El escribidor de estas líneas no está seguro de si se trató de una alucinación o los vio realmente, pero según les refirió a personas de su confianza, que en un instante creyó reconocer, en dos personas que se abrazaban emocionados en una esquina, con hoy desconocida fraternidad y evidenciando así sus nobles sentimientos, al general José de San Martín, el libertador ético que la naciente Argentina aportara al esfuerzo independentista de América del Sur, y a su leal amigo y lugarteniente, el paraguayo internacionalista, José Félix Bogado, coronel-jefe de los épicos granaderos de la libertad. Al escribidor le pareció que ambos héroes, después de un rato de pasar desapercibidos entre los manifestantes binacionales [¿fueron ellos o simple imaginación del periodista?, este todavía no lo tiene claro], los patriotas se retiraban de quedo porque habían constatado que los concurrentes a la protesta eran personas libres y solidarias de dos pueblos entrañablemente ligados, y todas ellas aún comprometidas desde las necesidades del presente con los ideales de las primeras décadas del s. XIX, el inicio de siglo libertario en esta parte de la historia).

Se convirtió el hecho del 8N en uno de gran resonancia argentina y mundial, y de manera paralela en otra advertencia de la crisis terminal hacia la que se encaminan los regímenes “bolivarianos” del área, timoneados todavía por el autoritario presidente Hugo Chávez desde Caracas, quien a su vez está subordinado, en lo político e ideológico, a ese totalisaurio (mezcla de totalitario con dinosaurio prehistórico) que es Fidel Castro, el verdugo por más de medio siglo de su pueblo. El está ahora en su recta humana final, en la que la historia habrá de juzgarle, y no lo absolverá como presuntuosamente dijera más de cinco décadas atrás, sino que lo condenará como el opresor más exitoso del mundo contemporáneo, el que convirtió a su patria en un gran campo de inhumana experimentación histórica y por ende de exterminio y persecuciones sistemáticas y masivas.

Protesta argentina en el Paraguay
En Asunción, a partir de las 19:00 hs., en esa tarde-noche calurosa y húmeda, típica de un agotador fin de jornada de canícula, en una cuadra muy transitada de la avenida asuncena, en la que se entremezclan residencias en retirada ante el avance de comercios y oficinas huidas del centro histórico de la ciudad, el sitio se transformó en un área de pacífica protesta democrática. En tanto la Policía Nacional, los manifestantes y los conductores de vehículos, cada quien hacía lo suyo para disminuir al mínimo las dificultades del tránsito automotor, en una de las tantas zonas urbanas al borde del colapso, debido al exceso creciente de automotores, estos la vanguardia asfixiante de los fenómenos urbanos, no urbanísticos, que ya hace tiempo sepultaran a la  Asunción antañona por la, dizque, “moderna”.

(Esta es una Asunción sin su personalidad tradicional, la que desapareció en la caótica y agresiva y sucia y maloliente capital paraguaya de las últimas décadas. Tal proceso se inició con la “itaiputización” del Paraguay [certero calificativo del magín de Emilio Pérez Chávez, en sus tiempos de prometedor poeta, que dejaría de serlo para mutar en “estratego unasuriano”, hacia el fin de su sentida e injusta corta existencia], proceso que le hiciera dar a la histórica “madre de ciudades” el salto al vacío de cruel madrastra de sus hijos, los propios y ajenos. Se esfumó así la gran aldea, originándose la mediana ciudad sin aires propios, de arquitectónicas confusiones,  ruines y variopintas las más de ellas, reflejo de  las anti-élites y (des)valores, que hoy la dominan en superficie. Ni tus naranjos, ni tus flores, Asunción del Paraguay… ¿cuándo y dónde te perdimos?).

Pero, y regresando al 8N asunceno, en la tarde asfixiante devenida en noche de elevadas humedad y temperaturas, grupos sucesivos de residentes argentinos, y de ciudadanos paraguayos, se reunieron ruidosamente sobre la acera de la Avda. España (entre Boquerón y Perú), de la sede diplomática “kirchnerista”, o mejor, “kitsch-nerista”, porque desde hace tiempo esa embajada ha dejado de serlo de la casi extinta República Argentina.

En el momento de mayor participación, poco más o menos de siete decenas de personas, con banderas de los dos países, estridencias de cacerolas golpeadas, alentados los asistentes por cánticos y eslogan anti “kretinistas”, y carteles críticos de los abusos de poder de la presidenta de los “socialistas siglo XXI” argentinos, también saltaban y llevaban el ritmo a la infaltable “batucada”. Todo, acompañado de conductores saludando con bocinazos la protesta, y la fugaz presencia de atónitos pasajeros de los vetustos y carcomidos buses de línea, quienes con clásico estilo paraguayo trataban de orientarse sobre lo políticamente correcto antes de dar el “sí” de aprobación o el “no” de rechazo, a este tipo tan raro de manifestaciones, respetuoso de las leyes, para precautelar los derechos de terceros junto con los propios.

“Kitsch-nerismo”: riqueza, poder y chavismo
La presidente CFK es un caso de no simulado y oportunista ejemplo de riqueza ilícitamente acumulada desde funciones y tesoros públicos provinciales, hasta llegar a la Casa Rosada, privatizados por su familia sin solución de continuidad. El jefe original de este grupo familiar de piratas del poder, era el inicialmente anodino abogado de “cobros ejecutivos” Néstor Kirchner (fallecido súbitamente en 2010), quien desde los entresijos de tantas crisis político-institucionales, de valores, y económicas y sociales del último medio siglo largo de la historia argentina, hizo una verdadera carrera de deshonra.

El del ex presidente es un caso siempre en ascenso y de manera sucesiva de cargos públicos: intendente de Río Gallegos, 1987-1991; gobernador de Santa Cruz, 1991-2003; presidente de la Nación Argentina, 2003-2007; diputado nacional y presidente del Partido Justicialista, 2009-2010; y primer secretario ejecutivo de la “bolivariana” Unión de las Repúblicas Suramericanas, Unasur: 4 de mayo a 27 de octubre de 2010. El poder y su ejercicio a cualquier precio le permitió ser el jefe de una banda familiar y de grupos áulicos de enriquecimiento ilícito. Los Kirchner, en apenas tres décadas, lograron acumular una todavía no cuantificada fortuna.

La ideología del “setentismo” terrorista argentino (el del Estado y el izquierdista), con injertos de todas las tendencias del justicialismo peronista y de desprendimientos partidocráticos diversos, y que hoy se encabalga en capas generacionales y sociales diversas, desde las miserabilizadas poblaciones de excluidos de todo, hasta sectores autodenominados empresariales, los de la “patria contratista”, la del estado de corrupción, para recordar la acertada expresión de Mariano Grondona.

Tales tendencias fueron unidas por la extraordinaria adicción a la voracidad insaciable que manifestaron desde siempre los Kirchner hacia la cosa pública (bienes tangibles e intangibles), y que para mantener tales privilegios propios de poderes fácticos desde siempre estuvieron dispuestos a todo, empezando por el absoluto desprecio que sienten hacia la vida humana, la propiedad y la libertad, y a cualquier mecanismo constitucional e institucional que se convierta en un obstáculo para la realización de sus demenciales y muy avanzados planes. Esto último y muchos otros excesos, y arbitrariedades más, incluso de naturaleza neototalitaria, estuvieron en el origen de la protesta del 8N.

El nuevo totalitarismo que se originó en Venezuela, desde fines de los años de la década de los noventas, de la centuria pasada, es el “bolivarianismo” o “socialismo siglo XXI”, comandado por el teniente coronel Hugo Chávez, golpista fracasado en 1992 (el del entonces denominado Movimiento Revolucionario Bolivariano 200: MRB200), y después exitoso candidato del Movimiento Quinta República (MVR) en 1998, que con origen y legitimidad del voto democrático le condujo al Palacio de Miraflores, donde inauguró su mandato presidencial el 2 de febrero de 1999 y permanece desde entonces, ahora en su cuarto periodo presidencial consecutivo.

Como el genocida totalitario y nacionalsocialista Adolfo Hitler (1933-1945), en su tiempo, Chávez llegó al gobierno democráticamente en el marco de una gran agitación sociopolítica y socieconómica en su país. En este, varias generaciones de demócratas inconsecuentes venezolanos les abrieron las puertas del gobierno a Chávez. Y una vez el Palacio de Miraflores muy pronto comenzó a construir su poder despótico, carismático y neototalitario, todo a la vez, partiendo de su innegable y muy eficaz liderazgo personalista, de naturaleza populista.

La democracia más formal que real venezolana, originada en la promesa muy pronto incumplida del “Pacto de Punto Fijo” (1958), poco más de tres décadas después caería víctima de sus excesos partidocráticos, bipartidistas y politiqueros, los que terminaran enterrándola junto con todos sus inconsecuentes líderes socialdemócratas y socialcristianos, quienes entre excesos patrimonialistas y prebendarios, y la corrupción sistémica y generalizada, envilecieron a tal extremo a la democracia de tan baja calidad venezolana, que Chávez encontró muy fácil apoderarse de ella.

Una breve reflexión final
Las jornadas del 8N ya forman parte de las efemérides de los pueblos del mundo que luchan pacífica y constitucionalmente para construir un auténtico protagonismo histórico. Se trata este, nada menos, y en otras palabras, del ejercicio del derecho-deber de ciudadanía, por hombres y mujeres quienes no están dispuestos a continuar padeciendo las arbitrariedades propias de regímenes neototalitarios en ciernes, en esta región del continente americano que es América del Sur. Desde aquí varios desgobiernos “bolivarianos” intentan imponer el totalitarismo, que es la combinación y condensación más perversa de todos los males que padecen los pueblos sometidos a las tan numerosas variedades históricas de despotismos, dictaduras, autocracias y autoritarismos.

Los paraguayos podemos sentirnos orgullosos de haber contribuido, desde el juicio político constitucional, legal y legítimo, de fines de junio pasado, y con sus consecuencias internacionales para el Paraguay, a desenmascarar al “socialismo siglo XXI”, que estuvo a punto de adueñarse de nuestros destinos nacionales.

Pero todavía no hemos salido de la zona de riesgos, no tanto por las conspiraciones “bolivarianas” en curso, que existen y tienen lacayos locales, nacidos en el Paraguay, ya que no compatriotas, sino por las inconsecuencias de nuestra “democracia”, que por ello es de “tan baja calidad”, el resultado de la “úlcera” de la política (según Eligio Ayala), la gran enfermedad de los partidócratas criollos, quienes todavía gozan de la ventaja de la debilidad de la sociedad, instituciones y cultura democráticas, lo que además les garantiza, hasta ahora, al menos, la impunidad tan grande de la cual disfrutan sin el menor ocultamiento.



JLSG

Asunción, a 10 de noviembre de 2012
Código del artículo: LAX8

2 comentarios:

Estimado Profesor: Grs! Como siempre, virtuosa la mente de las que salen estos artìculos. El tàn famoso "fenòmeno del Dèja vù", me vino a la mente con su comentario de creer haber "visualizado" a èstos dos hèroes de la historia argentina y nuestra,en la manifestaciòn del 8N, como observadores satisfechos del legado que han dejado.
Con todo mi afecto, reitero mis agradecimientos.

A Ud. le agradezco, María Magdalena, porque las palabras de quien lee a un "perpetrador" de elementales relatos, en este caso del suscrito, en la coincidencia (como ahora) o en la diferencia (que también valoro, desde luego, por dura que sea si tiene fundamento) son el mejor estímulo para que uno no se deje estar en los lugares comunes de la vulgaridad, una forma vana de esconder la incapacidad para siempre intentar ir más allá del límite al que hasta ayer uno había llegado. ¡Sin vanidad alguna, gracias!