jueves, 22 de noviembre de 2012

Acerca de cómo en su desgracia, causada por los “bolivarianos”, el Paraguay ya no está solo, pues tiene la solidaridad de una España a la que sus líderes mataron a la bicentenaria Pepa y a la iberoamericana fantasía, cuando en Cádiz festejaran victimarios y cómplices del dolor de paraguayos, españoles y latinoamericanos


Encabezados por el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, los cómplices de los “bolivarianos”, los victimarios del Paraguay, de la Pepa y de la “iberoamericaneidad”, en el rol de inimputables parecieran reírse del Rey Juan Carlos y de sus pueblos (Fuente: foto de Pierre-Philippe Marcou de AFP, publicada por “El País” de Madrid).


En setiembre último, y desde Nueva York, hasta donde el presidente Federico Franco había viajado en setiembre pasado, para hablar –anodino e intrascendente, cual su hado– en la Asamblea General de la ONU, después de haberse reunido brevemente con el presidente español Mariano Rajoy, con pésima pose de estadista mundial, y cual gallito paloma “urbi et orbi” (a la ciudad y el mundo), y amplificado por los “comunicadores” a sueldo del Palacio de López, capitaneados por un ex periodista y ahora alto cargo binacional de la grandísima cuota actual de azul-pintado-de-azul, cacareó pontificalmente asegurando con impudicia que España se disculparía  públicamente con el Paraguay por las gratuitas y graves descortesías de Madrid hacia nuestro país.

Como se sabe, estas se originaron en las órdenes “bolivarianas”, escuchadas servilmente en La Moncloa (sede del gobierno español) para que al Palacio de López le fuera vedado asistir, en Cádiz, a la Cumbre Iberoamericana, en celebración del segundo centenario de la Pepa, la primera constitución española, que al desvencijado imperio colonial intentó vanamente transformar en una monarquía liberal, con repercusiones incluso sobre sus colonias americanas, por entonces ya en trance emancipatorio sin vuelta atrás.

Aquellas infatuadas palabras de Franco (¡quien creyó en Rajoy, si es que algo de lo que dijo el paraguayito había sido dicho por el españolito, tan estadista como él!), no solo no se cumplieron. Peor aún. El troglodita canciller español, José Manuel García-Margallo, desde entonces no ha dejado de agredirnos, para quedar bien con los “bolivarianos”, y así estos se comprometieran a asistir (lo que no hicieron) a Cádiz 2012, barro tóxico en el que cayeran como cabeza de chorlitos Rajoy, su cancillerito, y el pobre Rey Juan Carlos. Este ha sido víctima propiciatoria de tantos victimarios que le rondan, de derechas e izquierdas, sometidos al dictadorzuelo Hugo Chávez, al frente de sus hordas caraqueña$ que, petróleo de por medio, imperan en Brasilia, Buenos Aires, Montevideo, y en La Paz, Managua y Quito, así como en capitales de “democracias vergonzantes”: Bogotá, Lima, Ciudad de México, San José, Santiago y otras.

Rajoy y su boxeador, perdón “canciller”, verdaderos fósiles del cuaternario, acomplejados a raíz de ello, y serviles por tanto a los “revolucionarios socialistas siglo XXI”, en complicidad con los socialistas españoles de hoy, hijos estos malnacidos del gran e íntegro maestro que fuera Pablo Iglesias (1850-1925), nada menos que actuaron de chulos de la Pepa, a la que ultrajaron las huestes de Chávez, las que como era de esperar desertaran en masa de concurrir a la ceremonia, al cabo de haber logrado la consabida y anticipada “prueba de amor”, en este caso la exclusión del Paraguay. ¡Pobre el Rey Juan Carlos, a estas alturas de su digno monarcado, enredarse en un culebrón chavista! Pero allá él, si se ha “rendio”, a la peor de todas, su propia “corte de los milagros”.

La única que no se plegó a esa deserción “bolivariana” en masa fue Dilma Rousseff, como “sexta potencia económica mundial” que es, cortejada por Madrid  en desesperada búsqueda de un salvador matrimonio morganático con la Brasilia coyunturalmente próspera, en la que también se romperán sus dientes de leche los madritenses que hoy subyugan a los españoles, siguiendo órdenes, ¡merkelianas y chavistas al alimón!.

Franco, “no mintió”, Rajoy no se disculpó
En el desenlace de todo, Federico Franco, en otra de sus cada vez más frecuentes tensas conferencias de prensa aquí, en la sede del gobierno, el lunes 19 sostuvo que no había mentido cuando casi dos meses atrás, al retornar a Asunción, de la asamblea de las NN.UU., repitió aquí  aquello de que el jefe del Gobierno español, el conservador, timorato y unidimensional Rajoy se disculparía con el Paraguay. Por lo que se ha dicho: haber excluido a nuestro país, de manera ignominiosa, y también procaz, de la lista de invitados a participar en la Cumbre de Cádiz.

Esta iba a ser la de la celebración del bicentenario de la constitución liberal de la monarquía española, la primer Carta Magna de su larga historia de imperio colonial y antes. Tal efeméride se realizó en la ciudad gaditana de la península ibérica, entre el 17 y el 19 pasados, y coincidió con otra más de las intrascendentes y retóricas “cumbres iberoamericanas” (¿?), la XXII. Esta vigésima segunda tiene todas las trazas de haber sido la última, y contaminando además con tan terrible destino a la Pepa. Ocurrió que su bicentenario, y la dilapidación del iberoamericanismo que restaba, corrieron juntas.

Tragedia por partida doble la de Cádiz. ¡Para complacer al dictador Hugo Chávez, y a la dócil y subordinada Brasilia, los españolitos de hoy que desgobiernan a los españoles desperdiciaron dos siglos de un intento serio de ilustrar a España, a principios del siglo XIX! Y en cuanto a la “cumbre”, la mataron. En su epitafio, con justicia puede escribirse que la tal “elevada” reunión de notables dilapidadores de tiempo y cómplices de injusticias, murió de una extraña, fulminante y totalitaria septicemia “bolivariana”. De ella sucumben sin agonía (del griego αγωνία), en el sentido unamuniano del término, una aterrada y debilitada democracia española y su monarquía parlamentaria.

Ambas, en la merkelizada desunión europea de hoy se acostumbraron a ceder ante las órdenes de extremistas y neoliberales políticas de ajustes fiscales, inhumanos y recesivos. En Cádiz 2012 también sucumbieron al “socialismo siglo XXI” la Mocloa (Rajoy) y la Zarzuela (Juan Carlos I), y de forma demagógica, ante el imprescindible recetario “anticíclico” de nuestra región, y  aceptaron la alevosa guerra política y diplomática, declarada en los hechos por los “bolivarianos”, en perjuicio de la nación paraguaya, pésimamente defendida por otro desgobierno local, el de Federico, el pequeño, no “el Grande”, este muy otro y de lejanas tierras y tiempos.

[El dictador terrible que fuera el “Generalísimo” Francisco Franco (1936-1975), y tampoco su mejor discípulo latinoamericano, el general Alfredo Stroessner (1954-1989), jamás se hubiesen doblegado a tamañas aberraciones como acaban de hacer los lábiles derechistas e izquierdistas de la gris España del presente, quienes con ello consiguieron embarrar el ya previsible fin de fiesta de la en general muy buena y constitucional monarquía de Juan Carlos I de Borbón, la de la modernización democrática de la España del siglo XX].


El silencio del desmentidor o mentiroso
Mintiendo o desmintiendo al cada vez más opaco Franco, lo mismo da, Rajoy, el inquilino por breve plazo (vaticinamos) de la Moncloa, la sede del gobierno español, ni tan siquiera insinuó una levísima y falsa cortesía hacia el pueblo paraguayo. Era algo inevitable dado el oportunismo politiquero que impera desde mucho tiempo atrás en el Palacio de López, y el mundo, y por tanto hiede también en España.

Es que, como ya llevábamos dicho en entregas anteriores de este “blog”, en el “affaire” paraguayo, y ya antes de la pelea por su propia dignidad, Madrid se había rendido sin haber disparado tan siquiera un tiro, ni intento de ello. Y con la cobarde complicidad del mundillo “iberoamericano” al chantaje de la “banda bolivariana de los cuatro”: Cristina F. de Kirchner de Argentina, Dilma Rousseff de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela  y José Mujica de Uruguay.

Tales “totalisaurios” (mezcla de grandes bestias de la prehistoria, envenenadas por la más eficiente de las ideologías de la opresión y explotación de la humanidad que es el totalitarismo de cualquier signo), impidieron la presencia paraguaya en Cádiz, otra exitosa agresión política y diplomática en perjuicio de la soberanía e independencia de la República del Paraguay. Es el precio que estamos pagando en la Patria paraguaya por haber derrotado política y diplomáticamente al “bolivarianismo” local, es decir, a Chávez. Es lo que ocurrió gracias a la destitución constitucional, legal y legítima, de Fernando-Lugo-Méndez, el de lejos el peor de los desgobernantes del Paraguay de la etapa de la apertura política iniciada en 1989.

Pero ordenemos el relato. El autotitulado especialista en decires ajenos no comprobados, acaso delirados, el presidente Franco, por obra de magia se acaba de graduar también en “silencioso a palos”, que ya encontrará a su criollo Molière (Jean-Baptiste Poquelin, 1622–1673) que lo aproveche en  comedias, tan experto en ellas nuestro compatriota dado a la cháchara presidencial.

La versión que se ofrece entrecomillada, a continuación, no es nuestra, y sí textual de un medio de la prensa escrita local, que apenas rozó el tema, y que la ofrecemos aderezada con algunos comentarios pertinentes, en homenaje a la formación del criterio público, cada vez más necesario en el orbe, empezando por la civilizada España y el Paraguay golpeado (http://www.ultimahora.com/notas/578739-Presidente-dice-que-no-mintio,-pese-a-que-Rajoy-no-se-disculpo):

“Ayer (por el lunes 19 de noviembre), el mandatario (el presidente Franco) se limitó a señalar que dejará pasar el tiempo para ver qué ocurre”, antes de reaccionar a raíz del “affaire” Rajoy-España-Cumbre-Paraguay. “Señaló que no es conveniente ni constructivo entrar en detalles sobre el pacto no cumplido por parte de España”. Comentario: al menos, va aprendiendo el hombre, que en el arte-ciencia de gobernar, salvo muy contadas excepciones en el Paraguay de los presidentes la norma ha sido olvidar lo muy prudente y útil de que los seres humanos (sobre todo si queremos ser verdaderos servidores públicos) somos “dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras”.

Agregó Franco, tal vez a manera de cuasi expiación de su irresponsable infantilismo de párrafos más arriba:  “ ‘Yo, en primer lugar, no miento y no tengo por qué mentir; hice un relato de lo que ocurrió; el primer ministro (Rajoy) se comprometió a abogar a favor de Paraguay de su injusta exclusión y le reclamamos un pedido de disculpas a la actitud de su canciller’, mencionó el titular del Ejecutivo, ya un tanto incómodo por la consulta”.


Preguntas de un autodesignado “defensor del ciudadano”, el perpetrador de estas líneas indecorosas: [i] comprometerse a interceder por Paraguay, ¿es sinónimo de disculparse? [ii] Si Rajoy, solo “abogaría” por nuestro país, ante los agresores “bolivarianos”, ¿era eso suficiente para la lavar la mancillada dignidad nacional? Y [iii] a confesión de Franco, relevo de pruebas: ¿bastaba con reclamar disculpas por las palabras nada diplomáticas del actual canciller español que habló pestes y culebras sobre el Paraguay, en nombre de España?

Galimatías de un presidente desorientado
No tiene desperdicio, como ejemplo de la confusión, que también en lo internacional vive Franco, lo que dijo a continuación de todo lo anterior, siempre según la versión de “Última Hora”, entre incoherencias tan coherentes con él: “ ‘Ojalá que Mariano Rajoy alguna vez pueda confirmar esto’ ” (¡lo que aquél le había endilgado al españolito sobre un supuesto pedido de perdón!).


Y, como si todo fuese poco, nuestro desgobernante, el de ahora mismo, se complicó todavía más al proferir, y sin pudor alguno: “ ‘independientemente de eso (¿?), se cumplió nuestra presunción de que no iban a asistir algunos mandatarios; esta es una situación que se va a repetir, es una realidad’, afirmó el gobernante”. Es decir, Franco intentó justificarse recordando que los “bolivarianos” propinaron su inasistencia a Cádiz a los españolitos oficiales de hoy, y a eso reduce su defensa (¡inexistente!) del interés nacional paraguayo. Que es una de sus obligaciones constitucionales, incumplida como muchas otras.

Dando pábulo a quienes lo consideramos otro indolente mandatario, sin liderazgo ni dotes de gobernante, cuanto sigue también se lee en “Última Hora”: “Franco fue consultado sobre la posición que tomará nuestro país ante este nuevo desaire internacional. Expresó que nadie salió vencido ni vencedor en este tema”. ¿Puede algún sufrido lector de este “blog” explicar a qué se habrá referido? El suscrito no entiende ni jota de la tan densa retórica presidencial…

Tal vez Franco sea muy inteligente, pues no por ignorancia, sino de seguro para confundir a los enemigos de la Patria paraguaya, concluyó con “palabras de oráculo”, solo que muy Oráculo, no de Delfos, desde luego, al punto que muchos pensamos que él mismo todavía no ha logrado saber qué es lo que quiso decir al espetar en Asunción, para el Paraguay y el mundo: “ ‘Yo creo que las relaciones internacionales tienen dos aspectos: uno, los principios, y otro, los tratados comerciales. Y todas las actuaciones de este Gobierno tienen que ir a ratificar la soberanía; vamos a ver qué ocurre; no podemos adelantarnos a los tiempos’ ”,  Franco.


Este, como vice, era la “voz de la conciencia” de Lugo, su presidente, pero quien ahora, supliéndole en tales funciones, se beneficia con la mudez de su propio vice, sobre cuya real existencia cada vez aumenta el número de quienes sostienen que ni siquiera entidad fantasmal tiene. ¡Nada queda claro! ¿No?

La oficioso-oficial España morganáticaTitulado “Más Iberoamérica”, el editorial de “El País” de Madrid, el domingo 18 de noviembre, demuestra que no solo el gobierno de Franco merece figurar en un capítulo latinoamericano de la historia de la estupidez humana. También tiene mérito propio el destacado diario madrileño, el que en el artículo identificado expuso oficiosamente el oportunismo de politiqueros y de la prensa poder fáctico, a propósito del lamentable espectáculo del bicentenario “iberoamericano” de la Pepa:  

“ ‘Más Iberoamérica’, como ha pedido el Rey en Cádiz, es necesaria. La XXII Cumbre ha marcado una nueva etapa, pues estamos ante otra Iberoamérica. No es una cuestión retórica. El equilibrio entre la parte Ibérica y la parte americana está cambiando a favor de esta última, y hoy es América Latina la que tiene que salir en defensa de las economías maltrechas de España y Portugal. Mientras en estas las clases medias se empobrecen, en aquella crecen. Hoy América Latina se presenta no solo como destino de inversiones y comercio españoles, con una necesaria seguridad jurídica, sino también como origen de capitales que pueden ayudar a los europeos en beneficio mutuo […].

“Hoy la recuperación económica de España pasa no solo por Europa, sino cada vez más por América Latina, en unas relaciones en las que debe pesar mucho más, como ha pedido la Cumbre, la acción de las pymes, auténtico motor a un lado y otro del Atlántico de la creación de riqueza y empleo […]. Este país (España) se ha presentado en Cádiz en una situación de debilidad, no ajena a aquella que dos siglos antes había alumbrado a la Pepa, la primera constitución liberal para España y para las entonces colonias. Pues la condición americana de España estuvo muy presente entonces como lo ha estado esta vez.

“[…] No deja de ser significativo que el Gobierno de Rajoy haya suscrito una Declaración de Cádiz que aboga por ‘políticas contracíclicas que permitan mantener e incrementar los niveles de actividad económica y trabajo decente’, como si hubiera que mantener lenguajes distintos según qué foros. Aunque entre las grandes ausencias quepa lamentar la de Cristina Fernández de Kirchner, la participación ha sido nutrida. La ocasión y el momento lo merecían. En buena parte el éxito de Cádiz se debe al tesón del Rey, del Gobierno y del secretario general de la organización, Enrique V. Iglesias, ante esta su última gran cita […]. ‘Más Iberoamérica’ no implica solo más acción por parte de los Gobiernos, sino también de unas sociedades  que comparten idiomas e historia”.

Mayor estulticia imposible, pero que ayuda a explicar la progresión geométrica española, desde la aritmética “bolivariana”, en perjuicio del Paraguay libre y soberano, que es también el motivo por el que no solo Rajoy, incluso “El País”, y a su frente nada menos que su consejero delegado, ahora dejando  atrás el papel de humanista, intelectual y prominente periodista, Juan Luis Cebrián, convertido en un principal ideólogo y propagandista de la transformación en “estadista”, casi divina, de la presidenta brasileña Russeff, el mascarón de proa del “bolivarianismo” cerril que también se esconde detrás de su imagen de tan modosita presidenta, seudodemócrata que practica el nefasto y nefando culto a Fidel Castro, el totalisuario del Caribe desde el 1 de enero de 1959, y en la emperatriz de los nuevos “bandeirantes” que pretenden apoderarse a saco y cuchillo del Paraguay, renacidos en los “bolivarianos”.

Parafraseando a Astérix y Obelix, los “irreductibles galos”, jamás conquistados por los romanos, según los creadores de la artística historieta Goscinny y Uderzo, si los césares imperiales estaban todos majaretas, para aquellos, bien podríamos decir de las actuales élites españolas que también merecen tal calificativo, tan aplastadas como están por los recalcitrantemente inhumanos tecnócratas de la Unión Europea y tan lejos de los grandes estadistas europeos del siglo pasado. Pero de estas cuestiones, las de “El País” y Cebrián y la España obsesionada con el connubio con Brasil, ya nos ocuparemos en otro momento.

La commedia, ¿è finita?
Terminemos clamando ¡pobre de nosotros los paraguayos que estamos a punto de naufragar, entre el Escila del Palacio de López, y el Caribdis de ese eriazo territorio feudal que hoy es, como nunca antes desde 1989, la Cancillería! La del auto “escalafonado” embajador, el ministro José F. Fernández, de tan mínima arboladura, pero de un ego que convierte en establo a la Capilla Sixtina.

Y, para peor, es de tan paupérrima capacidad profesional el canciller de Franco, que en “su” ministerio hasta empiezan a aparecer algunos nostálgicos de personajes a los que el tiempo ha empezado a borrar sus rastros esperpénticos. Así, se desperezan los beneficiados de la era de las siestas interminables del “canciller” Alejandro Hamed, quien todavía no se ha enterado que ya no lo es y tampoco “asesor internacional” del Palacio de López. Compiten ellos con los cultores de las sinuosidades de tripas gordas del patrimonialista y castrista Héctor Lacognata. Y ambas escuelas de lo grotesco se enfrentan, y todas entre sí,  con los seguidores del chavista ortodoxo que es esa auténtica nulidad en todos los órdenes, llamada Jorge Lara Castro, de empaque tan grande como su supina ignorancia, solo para él desconocida, por ser el narcisista-castrista de ínfima estatura que es.


Pareciera que en el Paraguay oficial, surgido del juicio político de junio último, siguen predominando los que interpretan muy equivocadamente una de las más célebres frases de esa rareza de la filosofía idealista británica que fue Francis H. Bradley (1846-1924), para el cual existen personas quienes parecieran empeñadas en acelerar la gravedad devastadora de sus males, al tener como divisa eso de,  “cuando todo va mal, no debe ser tan malo probar lo peor”. Quien firma estas parrafadas se resiste a creer que tal sea el destino del Paraguay, la región, España y el mundo.


JLSG

Asunción, a viernes 23 de noviembre de 2012

Código del artículo: RPE4


Enlaces relacionados:
Paraguay
http://www.lanacion.com.py/articulo/100446-ejecutivo-no-se-pronunciara-contra-desaire-espanol.html
» Nueve países rechazaron a Paraguay en la Olade
» Cancillería deplora suspensión de reunión de ministros de la OLADE
El País
http://elpais.com/elpais/2012/11/17/opinion/1353181158_572560.html

1 comentarios:

Las cumbres de esta naturaleza van camino a desaparecer, Susana. Ya se vió en la XXI de Asunción, que se caracterizó por 10 o 12 ausencias. Desesperados por su pequeñez, los "líderes" españoles creen que podrán sobrevivir al naufragio "merkeliano" mediante una alianza estratégica con la futura "superpotencia" brasileña. No hay superpotencia con ritmo de samba, "mensalao" sistémico y fútbol. Además, imperialistas por tradición los brasileños (llámense Pedro II o Lula) ¿porqué pensar en España más sólida que la fácil doncella portuguesa si deciden jugar una carta europea? Cordiales saludos, Susana!