Escribe Hermes Ramos Dávalos
El joven jefe Rafael
Franco, quien sería uno de los héroes sobresalientes de
la Guerra del Chaco
(Cortesía de Rafael Luis Franco, Buenos Aires)
|
En
el ideario político estructurado a través del tiempo a nivel
mundial, el nacionalismo se destaca como la doctrina surgida a partir
del concepto moderno de Estado, en que una nación se encuentra
unificada mediante la integración de su territorio, lengua, cultura
y tradiciones. Este proyecto político de fusión entre Estado y
nación, fue originándose a partir de la Revolución Francesa, y
sirvió de inspiración para la mayoría de los movimientos
revolucionarios producidos entre 1815 y 1848 en Italia, Alemania,
Polonia o el Imperio Austro-húngaro. Ya en el siglo XX, se presenta
como la alternativa política que ofrece los únicos criterios
válidos de legitimidad para la consolidación de un Estado
independiente y soberano.
En el periodo de
postguerra del 70, el Paraguay encontró las condiciones para el
ejercicio de los derechos cívicos y políticos de sus ciudadanos, lo
que se tradujo en la fundación de la Asociación Nacional
Republicana y el Centro Democrático (posteriormente Partido Liberal)
en el año 1887. Se destaca como punto de divergencia entre estas
agrupaciones la percepción polarizada sobre los gobiernos de los
López y Rodríguez de Francia, siendo estos gobernantes tachados de
despóticos por los liberales (1). Varias autoridades ocuparon
la primera magistratura hasta el inicio del siglo XX, muchos de ellos
sin llegar a completar el periodo de cuatro años dispuesto por la
Constitución de 1870, debido a la inestabilidad política de
aquellos años.
En
1904 se gesta un Golpe de Estado contra el Gobierno de Juan Antonio
Escurra, siendo designado como Presidente Provisional por el Congreso
Nacional el señor Juan Bautista Gaona, mediante un acuerdo conocido
como el Pacto de Pilcomayo. Se inicia entonces la etapa de gobiernos
liberales en el Paraguay en que pasaron por el Palacio de Gobierno
diecisiete gobernantes que respondían a distintos sectores del
Partido Liberal. Este periodo tiene como corolario la ejemplar
gestión pública de Eligio Ayala y la exitosa campaña de defensa
del Chaco Paraguayo durante el gobierno de Eusebio Ayala.
Paradójicamente, el periodo liberal se interrumpe poco después de
la victoria chaqueña a partir de la intervención de las Fuerzas
Armadas que depusieron a Ayala del poder un lunes 17 de febrero de
1936.
En
ese entonces, dos días después del levantamiento armado los
comandantes de las fuerzas militares se reúnen para “deliberar
sobre las medidas de emergencia que corresponde adoptar en previsión
de necesidades perentorias de reorganización nacional” (2)
designando como Presidente Provisional al Cnel. Rafael Franco. El
Golpe de Estado fue comandado por los Coroneles Federico Smith y
Camilo Recalde desde el cuartel de Campo Grande.
La
reorganización nacional aludida se entiende como una respuesta al
régimen que desatendió a una sociedad con legítimos reclamos y
cuyos combatientes se habían sacrificado con creces en el inhóspito
territorio chaqueño, expulsando al enemigo más allá del río
Parapití. A partir del citado decreto y de otros instrumentos
administrativos, así como discursos y artículos periodísticos, se
interpreta que el “gobierno revolucionario” surge en clara
contraposición al régimen liberal que gobernara el Paraguay durante
treinta y dos años.
Sin
embargo, el gabinete de Franco tenía la peculiaridad de reunir
protagonistas de distintas y hasta antagónicas ideologías
políticas. El Dr. Juan Stefanich, quien se desempeñara como
Ministro de Relaciones Exteriores (3) explica esta situación
narrando la primera reunión del gabinete el día 20 de febrero, en
que se discutió el programa de la revolución y los objetivos del
gobierno. Policarpo Artaza extrajo del libro Capítulos de la
revolución paraguaya, de autoría de Stefanich, lo siguiente:
Debatióse largamente el asunto… Un grave problema de
sentimiento y de razón mantenía tensos los espíritus y el choque
enconado de ideologías en boga, creaba al gobierno la más difícil
coyuntura. Doctrinas universalistas y nacionalistas pugnaban por
imponerse (…) Me tocó iniciar la exposición haciendo conocer en
líneas generales mi doctrina solidarista. Abogué por una nueva
democracia y movimiento paraguayo. El ministro de Justicia, doctor
Jover Peralta, tomó a su turno la palabra y expuso su pensamiento y
orientación doctrinaria. Era convencidamente izquierdista, no
compartía mi posición ni mis puntos de vista y se declaró
categóricamente marxista. Terció en el debate el ministro del
interior. El solidarismo y el marxismo habían hecho su presentación
en el gobierno. El doctor Freire Esteves no estaba ni con el uno ni
con el otro. Tenía su propia doctrina, la que sería conocida más
tarde, pero en aquella ocasión la omitió, limitándose a expresar
que existía entre nosotros los vínculos comunes de nuestra historia
para unirnos y en particular la memoria del gran gobernante paraguayo
don Carlos Antonio López. Refiriéndose luego a Freire Esteves y
al ministro de Agricultura, Bernardino Caballero, respectivamente,
dice: El primero era de franca y decidida convicción fascista y
totalitaria, mientras el segundo, como efecto de su larga estadía en
Alemania, aspiraba a dar a la revolución la tendencia nazista (4).
La
doctrina nacionalista se destaca como aglutinadora de elementos o
caracteres compartidos, que comúnmente tienen carácter
grandilocuente y se sustenta en la historia idílica, con personajes
heroicos en gran dimensión. De lo narrado por Stefanich en la
primera reunión de los secretarios de Estado, resalta especialmente
lo manifestado por Freire Esteves respecto a los vínculos comunes y
el paradigma de gobierno de Don Carlos, pues confirma el hilo
conductor que guió a la administración de Franco en la construcción
de una estructura nacionalista, la cual fue consolidada durante
varias décadas venideras con los gobiernos de Higinio Morínigo y
Alfredo Stroessner.
Numerosas y
relevantes fueron las obras desarrolladas por Franco en sus
escasos 18 meses de gestión. Entre las determinantes disposiciones
gubernamentales citamos la creación del Ministerio de Salud, del
Departamento Nacional del Trabajo (antecesor del Ministerio de
Justicia y Trabajo), constitución de un Consejo para la Reforma
Agraria, la creación de la Escuela de Artes y Oficios, entre otras.
En consecuencia, se analiza a continuación varios documentos
oficiales que con profunda significación nacionalista estructuró lo
que sus mismos precursores llamaron la “restauración histórica
del Paraguay”.
En las primeras
declaraciones de Franco a la prensa internacional se reconocen los
elementos nacionalistas motivados hacia el cambio del régimen
liberal. Dijo entonces que: la estructura del nuevo Estado
paraguayo será una expresión fiel como sea posible de su fisonomía
y de la realidad orgánica natural de nuestra nación. No copiaremos
ninguna de las constituciones presentes pero aprovecharemos las
experiencias de todas ellas y daremos a la nueva organización
nacional, al mismo tiempo que el espíritu de la época, la sustancia
medular de nuestro pueblo y nuestra raza. En tal sentido el Estado
paraguayo no será comunista, ni fascista ni racista y no adoptará
las formas políticas referidas. El Paraguay es una democracia
natural cuya estabilidad económica espiritual y moral reposan
esencialmente sobre la gran masa campesina y obrera (5).
Es importante señalar que la tendencia política europea ejercía
una notable influencia en varias naciones en aquella década del 30,
el nacionalismo era visto como una eficaz receta gubernativa de la
mano de gobiernos autoritarios, destacándose como un modelo de
superación estatal. De la declaración trascripta se infiere la
expectativa que existía respecto a la línea doctrinaria que
adoptaría el nuevo régimen.
El siguiente acto
gubernativo a examinar, constituye el inicio de la tarea de
reconstrucción nacional, según se expresa en su considerando. Se
trata del Decreto Nº 66 del 1 de marzo de 1936, por el cual se
declaró al Mcal. Francisco Solano López como Héroe Nacional sin
ejemplar, con un profundo sentido de resignificación de los hechos
pasados. La relectura de la historia paraguaya pareciera iniciarse
con el art. 1 de esta disposición que decía: Quedan cancelados
para siempre de los Archivos Nacionales reputándoselos como
inexistentes todos los decretos-libelos dictados contra el Mariscal
Presidente de la República del Paraguay don Francisco Solano López,
por los primeros gobiernos establecidos en la República a raíz de
la conclusión de la guerra de 1865. El día de promulgación de
este Decreto tuvo lugar el primer acto oficial de conmemoración del
aniversario de muerte del Mcal. López, en el Palacio de Gobierno, en
que el Presidente Franco pronunció un encendido discurso partiendo
de lo que él llamó una “conjunción espiritual entre Gobernantes
y gobernados”.
Otro Decreto
destacable es el Nº 4.834 por el cual se declaró al Doctor José
Gaspar Rodríguez de Francia, a Don Carlos Antonio López y al
Mariscal Francisco Solano López como Próceres beneméritos de la
nación. También mediante este mandato, el Oratorio de la Ciudad de
Asunción culminó su construcción convirtiéndose además en el
Panteón de los Héroes. Al respecto, Stefanich declaró: “La
restauración de un pueblo, de una raza o una Nación se logra
restaurando únicamente sus valores materiales, su bienestar
utilitario y su economía.” (…) “Tres grandes
revoluciones determinan y fijan los destinos auténticos de la
nacionalidad y de la democracia paraguaya: la Revolución de los
Comuneros; la Revolución de la Independencia de 1811; la Revolución
de febrero de 1936. Fue la primera, una explosión de democracia en
gestión contra el absolutismo colonial y la primera manifestación
vigorosa de una conciencia paraguaya en formación. Fue la Segunda,
la carta de manumisión política de la patria; su mayoridad como
nación soberana y su afirmación como democracia republicana. Y es
la tercera, la restauración moral y material de la nación, su
emancipación mental, espiritual y económica y su liberación
integral. La historia del Paraguay, deformada y mutilada debía
merecer y mereció de la Revolución de Febrero la atención especial
y preferente que sus hombres le dieron al abocarse a la solución de
los grandes problemas nacionales, etc.”(6) Desde
entonces los restos del Mcal. López descansan en el simbólico
edificio conocido también como el “templo de la patria”.
Cualquier
referencia al gobierno de Rafael Franco será incompleta de no
tratar el Decreto Nº 152 del 10 de marzo de 1936. Esta determinación
pretendía amalgamar todo el contenido revolucionario con el propio
Estado paraguayo, unificándolos en el mismo sentido con la intención
de constituir una verdadera unidad nacional. Se interpreta que la
constitución de un Comité de Movilización Civil creada por el art.
5º del Decreto, sería la estructura oficial para la participación
política de la sociedad civil. De hecho, los derechos políticos
eran suspendidos según el art. 3º que ordenó: Toda actividad de
carácter político, de organización partidista, sindical o de
intereses creados o por crear, de naturaleza política dentro de la
Nación, que no emane explícitamente del Estado o de la Revolución
identificada con el Estado, se prohíbe, por el término de un año.
La disposición es clara, exclusivamente el Estado reconocería la
legitimidad de un partido político único en todo el país.
La
política social del Estado, comprendiéndose en ella las relaciones
y conflictos entre el trabajo y el capital, las organizaciones y
necesidades de obreros, trabajadores y patronos quedaban bajo
jurisdicción del Ministerio del Interior, según el art. 4. Además
fue creado el Departamento Nacional del Trabajo, que según se
entiende dependería de la citada secretaría de Estado,
centralizando las relaciones obrero-patronales en una sola
dependencia oficial. Esta determinación originó una huelga general
de los sindicatos obreros, además de periódicas manifestaciones.
Esta
resolución administrativa adquiere aún más destaque en su parte
del considerando, pues a partir de ella se considera efectiva la
revocación de la Constitución de 1870. En su primer párrafo se
nomina al Decreto Plebiscitario como “Acta Constitucional de
institución del Primer Gobierno de la Revolución, incorporado al
Derecho Constitucional de la República con la trascendencia de una
Carta Magna”. Aunque no constituya una derogación expresa, el
hecho de no haberse observado sus preceptos restó vigencia a aquella
Constitución.
El
apego a las tendencias autoritarias imperantes en el viejo mundo sí
son explicitadas en el tercer párrafo del considerando del polémico
Decreto, al decir que la Revolución Libertadora en el Paraguay
reviste la misma índole de las transformaciones sociales
totalitarias de la Europa contemporánea, en el sentido que la
Revolución Libertadora y el Estado son ya una misma e idéntica
cosa. A partir de entonces el gobierno de Franco ha sido tachado
de fascista, aunque existieron sectores que no lo responsabilizaban
de manera directa al militar sino a su Ministro del Interior Freire
Esteves.
Es
importante señalar la existencia de un punto de confluencia entre el
nacionalismo y el autoritarismo. Desde el momento de imposición de
un partido político único emanado del propio Estado, nos
encontramos ante una medida antidemocrática que cercena los derechos
políticos de los ciudadanos, pudiendo interpretarse como el inicio
del totalitarismo. Esto constituye una paradoja pues la opción
nacionalista que fue tomando forma en las últimas décadas del siglo
XVIII fue una reacción a los largos años de imposiciones
monárquicas en que el ciudadano común no poseía representación.
En la actualidad
existe una tendencia a considerar al nacionalismo como sinónimo de
un patriotismo exacerbado, excluyente y rígido, capaz de influir
considerablemente en conflictos bélicos nacionales e
internacionales. Asumiendo que todo fanatismo es negativo, la
radicalización de las posiciones nos resta perspectiva para apreciar
aspectos positivos de cualquier doctrina política o corriente de
pensamiento. El Gobierno de Rafael Franco, entre la crítica y el
elogio, permanecerá en nuestra historia con la peculiaridad de sus
hechos y la trascendencia de sus obras, habiendo sentado las bases
para un nacionalismo cultivado durante varias décadas en el
Paraguay.
1. Ya en el año
1869 el triunvirato gobernante con aquiescencia de las fuerzas
aliadas, dispuso por Decreto:“El desnaturalizado paraguayo
Francisco Solano López, queda fuera de la ley y para siempre
arrojado del suelo paraguayo como asesino de su Patria y enemigo del
género humano.”
2.
Decreto Plebiscitario del 19/02/1936 firmado por
el Cdte. en Jefe de las FF.AA. Federico W. Smith. En su art. 4°
dispuso “El presente Decreto
Plebiscitario del Ejército Libertador será igualmente suscrito por
los demás compañeros de armas solidarios ausentes a la fecha de la
Capital, con efecto retroactivo al día de la fecha.”
3. El Decreto Nº
1 lo designaba además Ministro de Guerra interino.
4. ARTAZA,
Policarpo. Ayala Estigarribia y el Partido Liberal. Narciso F.
Palacios Editor. 3º ed. Asunción, Paraguay. 1988. Pág. 146.
5. Declaración
de Rafael Franco a la United Press, recogida del libro La Revolución
del 17 de febrero de 1936. Imprenta Nacional. Asunción. 1941.
6. SPERATTI, Juan.
La Revolución del 17 de febrero de 1936. Gestación. Desarrollo.
Ideología. Obras. Ed. del autor. Asunción, Paraguay. 1984. Págs.
219, 220.
BIBLIOGRAFIA
ARTAZA,
Policarpo. Ayala Estigarribia y el Partido Liberal. Narciso
F. Palacios Editor. 3º ed.
Asunción, Paraguay.
1988.
BOBBIO, Norberto.
Dicionário Político. Editora UnB. 11ª edición. Brasilia, Brasil.
1983.
La Revolución del
17 de febrero de 1936. Imprenta Nacional. Asunción. 1941.
RODRÍGUEZ, José
Carlos en El Paraguay bajo el Nacionalismo (1936-1947). Editorial El
Lector. Asunción, Paraguay. 2010.
SPERATTI, Juan. La
Revolución del 17 de febrero de 1936. Gestación. Desarrollo.
Ideología. Obras. Ed. del autor. Asunción, Paraguay. 1984.
0 comentarios:
Publicar un comentario