Escribe
José Luis Simón G.
El “rey ha muerto. ¿Viva el Rey?”. El presidente Federico Franco observa cuando
el nuevo ministro del Interior, Carmelo Caballero, firma el acta de su designación (Foto de abc color digital).
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Sería
injusto e innoble desconocer, que en su postrer momento como
mandatario, Fernando Lugo tuvo su único gesto de grandeza y
serenidad en el
Palacio de López, al haber aceptado con desconocida
responsabilidad, el
veredicto del Senado, ayudando así al inicio de
la transición pacífica del gobierno
de Federico Franco, de
emergencia nacional. Tampoco se debe olvidar que en
este último
lapso de tiempo, la Iglesia católica paraguaya, con una nueva
actitud
pastoral, reparó en parte el daño de sus tan graves
desorientación y
permisividad, entre 2006 y 2008, y que durara casi
hasta ahora, desde entonces,
y que incluso fue de comportamiento
cómplice, de parte de algunos sectores de
la jerarquía, y de
sacerdotes, clérigos y religiosas, y de grupos laicos, etc.
Recordemos
también, que en el cielo en el que creía sinceramente,
como
católico practicante que era, el inolvidable Luis Manuel
(“Luli”) Andrada Nogués,
luchador democrático de mucho antes de
2008 y de 1989, debe ahora estar
tranquilo, porque el Paraguay acaba
de derrotar la peligrosa infiltración
“bolivarianista” aquí
(desde 2006 en adelante, y en especial entre 2008 y hoy), y
de dar el
primer paso para que América Latina se sacuda de los regímenes
neopopulistas y neototalitarios de la región, de inspiración
chavista-castrista,
que
responden a una etapa de descomposición, debilidad y decaimiento
democráticos en el área, y en un contexto de gran inestabilidad
internacional y de
carencia de estadistas mundiales.
Estarás orgulloso,
Luli,
hermano querido, al comprobar que nuestros
habitualmente tan
limitados líderes politiqueros, a veces se crecen en clase
política
para salvar a la Patria, y que el Paraguay acaba de dar una lección
al
mundo en defensa de sus débiles instituciones democráticas e
incipiente
sociedad civil, enfrentando las amenazas del
“neoimperialismo”
chavista,
que
logró subordinar a sus peligrosos planes expansionistas a la
“sexta potencia
económica mundial” (el Brasil del Palacio
de Planalto),
y a otros gobiernos
democráticos vergonzantes de la región, con sus
respectivas sedes en La
Moneda,
el Palacio
de Pizarro
y la Casa
de Nariño.
Ahora sí
descansarás, querido compatriota, sabiendo que tu sacrificio no
fue
en vano, pues mientras el cáncer que te debilitaba día a día, y
que al final te
llevara más allá del horizonte, hacia la luz
inextinguible, no te hacía sufrir tanto
como la traición de casi
todos los viejos compañeros de ideales y luchas
democráticas, quienes pusieron en peligro el interés y la identidad nacionales,
jugándose a los dados cargados de Lugo, el manto de nuestra tan
desvaída (ya
entonces) república democrática. Fuiste uno de los
poquísimos que supo ver el
peligro que representaba, la candidatura,
primero, y la elección presidencial
después, de Lugo, cuando con
él empezó a cernerse sobre el Paraguay la
amenaza “bolivariana”.
Advertiste muy temprano, sin ser escuchado por la
inmensa mayoría de
los compatriotas (el peor grado de sordera es el de quien no
quiere oír), que era muy peligrosa para el Paraguay la combinación de
Chávez
con el tan inmaduro Lugo, imprudente, ambicioso en extremo,
jactancioso,
delirante, desordenado en su vida personal, apóstata de
sus creencias, y carente
de la menor experiencia y formación
políticas. ¡Incluso el Departamento
de
Estado
de la Casa Blanca creyó en él y lo hizo hasta su hora veinticinco!
Ahora,
el cáncer de Chávez, que no se lo deseamos, a él ni a nadie,
no es
tan grave para el históricamente terminal “socialismo del
siglo XXI”, como el
Paraguay sin Lugo, pues si con él en el
Palacio de López el bolivarianismo
no
pudo ingresar en el Mercosur, ni imponer el totalitario y
antiparaguayo protocolo
de Ushuaia
II,
ante el cual se rindieran tantos presidentes y cancilleres, dizque
“democráticos”. No hablemos ya del presidente José Mujica, que
en este caso
tuvo un rebrote senil de su pasado de terrorista
Tupamaro,
o de la señora CFK
(no vale la pena gastar energía en escribir su
nombre completo), la que está
hundiendo a su país en el feudalismo
politiquero de La
Cámpora,
con tanto
“intelectual” barato que pulula por el Plata, como
aquende las fronteras patrias, y
ni qué decir en La Paz, Quito o
Caracas…
Nuestro país
enfrentará graves problemas regionales ahora, porque la
presidente Dilma Rousseff, con anacronismo imperial pedrosegundiano,
ya
propuso nuestro bloqueo, olvidando que no recibimos órdenes de
Brasilia, de La
Habana, de Buenos Aires, de Caracas, y tampoco de
Washington. Ella nos
condena, no los brasileños ni tampoco los
verdaderos demócratas del Brasil. A
ella y a su canciller
intervencionista les enseñaremos la diplomacia de la dignidad
de un pueblo que quiere buenas relaciones con sus vecinos, pero no al
precio de
la sumisión ni de la indignidad. ¡Colaciónense en
Planalto e Itamaraty!
No vamos a
someternos a una inconsecuente ex luchadora antiditatorial
que fuera
torturada por luchadora, entonces, pues sin sonrojarse se abrazó con
el totalisaurio
del Caribe, Fidel Castro, en La Habana, mientras en las ergástulas
castristas morían y padecían demócratas y disidentes cubanos, y ni
siquiera fue
capaz de recibir a las novias actuales de la libertad en
América, las Damas
de
Blanco,
y tampoco a la voz de los sin voz en la gran isla-prisión del
Caribe, la
bloguera
Yoanni Sánchez.
Unidad
nacional y recuperación de los intereses nacionales
deben guiar a
las autoridades de esta transición hacia el proceso
electoral de 2013, que debe
ser normal y democrático y ejemplar. Se
debe iniciar de inmediato ahora el juicio
político a la totalidad de
los “ministros de la corte suprema de Injusticia” y el
Congreso
tiene la obligación de eliminar por completo, de inmediato, el yugo
de
las listas sábanas y el sistema de cocientes electorales. También
de tomar
inmediatas medidas, racionales y justas, para sin pérdida
de tiempo atender en
serio desde el Estado el tan injusto como grave
problema de la tierra y del
campesinado en el Paraguay, y contener
con justicia y políticas públicas serias el
desborde de los
“carperos”.
Las Fuerzas Armadas
y la Policía Nacional deben limpiarse, sin injusticias
y legalmente,
de la pústula chavista,
y democratizar la “TV Pública” y la red de
medios “nacionales”,
y de encarar en serio el desastre en que ha caído el sistema
de
educación nacional, incluyendo la gravísima cuestión del negocio
de las
universidades privadas. Respetar los derechos humanos e
iniciar políticas de
Estado para enfrentar en serio las amenaza del
autodenominado EPP, de la
expansión del crimen organizado y de la
generalización de la inseguridad
ciudadana y de la corrupción
sistémica.
Son todas cuestiones
que deberá atender el presidente Franco, al menos
diferenciándose
de las complicidades, omisiones y desatenciones del
desgobierno de
Lugo. Por encima de todo, no debemos incurrir en los riesgos de
una
política represiva del luguismo-chavista,
y sí investigar desde una Justicia en
terapia intensiva todo aquello
que sea hecho punible cometido por las
autoridades que ahora acaban
de dejar de serlo. Es necesario revisar las
actuaciones de los altos
funcionarios de Lugo, y de sus círculos palaciegos, los
carperos
y no carperos,
respetando escrupulosamente los derechos humanos y
el debido proceso
y sin desatar una cacería de brujas.
El
frente internacional del Paraguay exigirá una atención especial. No
creemos correcta la designación de José Félix Fernández al frente
de la
Cancillería, tan destruida por el improvisado Jorge Lara
Castro y sus comparsas
y antecesores. Muy amigo de sus amigos y de
sus defectos, y en materia de
estos últimos adicto en extremo a los
suyos propios, Fernández tiene muchas
deudas con la Patria, y no
dudamos en decir que no es la persona idónea para el
cargo de la recuperación internacional del Paraguay, y además porque desde sus
actividades últimas en la Cancillería fue uno de los traidores a la
Patria, que en
los momentos de la agresión de Ushuaia
II,
al igual que otros como él,
cobardemente rehuyó la defensa del
Paraguay. Tampoco podemos olvidar que el
nuevo ministro del Interior,
Carmelo Caballero, fue el segundo de Rafael Filizzola,
asimismo de
triste memoria en el Ministerio del Interior, ya antes del
ensangrentado con sangre inocente, el ex ministrito, peor político y
pésimo
parlamentario, Carlos Filizzola. Federico
Franco no tiene derecho a tres meses
de luna de miel. En dos semanas sabremos si apenas hemos cambiado seis por
media docena, algo que fue imposible de evitar, sin riesgo de caer en una guerra
civil. A Franco
le corresponde el cargo de presidente porque constitucionalmente
era
el número uno en la línea de sucesión. La oposición deberá ser
leal y no
fundamentalista, y por completo alejada de los
tradicionales juegos politiqueros
de “suma cero”
No
vamos a decir que el juicio político fue perfecto,
pero lamentablemente se
volvió inevitable, a raíz del Lugo
mataparaguayos
y cada vez más bolivariano,
y
se desarrolló dentro del imperfecto marco institucional que
todavía no es un
Estado de derecho democrático. Pero bajo ningún
punto de vista fue un golpe de
Estado como sostuvieran los bufones
abogados defensores del todavía
presidente, siguiendo el libreto de
los chavistas
y de los entornos palaciegos del
ex mandatario. El pueblo paraguayo
jamás debe olvidar a los gobernantes y sus
cancilleres
intervencionistas y extorsivos en estas durísimas jornadas, en las
cuales el Paraguay demostró que puede enseñar la dignidad de la
defensa de
sus instituciones democráticas a más de un supuesto
gobernante del área.
En la durísima
jornada de la fecha en el Poder Legislativo, especial
mención merecen las actuaciones de los senadores Marcelo Duarte (PPQ), Juan
Carlos Galaverna (ANR) y Miguel Abdón Saguier (PLRA), y la muy buena
conducción de la presidencia del senado, Jorge Oviedo Matto
(Punace). La
absoluta mayoría del Senado votó republicanamente y en
defensa de la
soberanía nacional, y desde esa base debe el Congreso
de la Nación serlo cada
vez más, acercándose al clamor de la
soberanía nacional que reside en el
pueblo.
La débil legalidad
solo podrá fortalecerse con la legitimidad del buen
gobierno provisorio. No basta con cambiar de hombre en el Palacio de López,
porque la alternancia en el mandato presidencial no significa
necesariamente una
alternativa política. Dependerá del actual
inquilino, a plazo fijo, de mburuvicha-
roga,
la principal responsabilidad en esa tarea y también del Congreso de
la
Nación. Pero todo en definitiva dependerá de un pueblo
vigilante, exigente en sus
derechos y obligaciones, que debe
fortalecerse como ciudadanía plena. En
nuestras manos está nuestro
destino. La Patria paraguaya no debe ser
defraudada nuevamente.
JLSG
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