Escribe José Luis Simón G.
El presidente constitucional Eusebio Ayala,
el estadista de la Victoria de la Epopeya
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Si el presente volviese a plantearnos un desafío como el del
conflicto bélico del Chaco (1932-1935), nuestro pueblo no estaría en
condiciones de salir triunfante de una prueba tal, que no la deseamos bajo
ningún punto de vista. Los “líderes” de hoy, la supuesta élite dirigente
paraguaya del presente, la debilidad de nuestras instituciones, la deserción de
los intelectuales y la corrupción generalizada que heredamos de las largas
décadas de autoritarismo previas a 1989, y la acentuada profundización de lo
que alguna vez denominamos la “cleptonarcocracia”, erosionaron en grado
superlativo nuestra identidad nacional y acabaron con los valores fundamentales
de capacidad, decencia, probidad y justicia sin los cuales ningún país puede,
desde sus propia historia, avanzar hacia la calidad de vida que la condición
humana exige en todas las dimensiones de la realidad, en los campos de la
política, de la economía y de la sociedad.
Es este el resultado del Paraguay de los poderes
fácticos
que impera y en el que devinimos, de manera extrema a partir del “cambio” de
2008, que nos oprime y explota, divide y enfrenta, y que exhibe grados de
anomía y anarquía a punto de deflagrar, jamás alcanzados en nuestra historia,
como resultado de una muy peligrosa mezcla de intereses sectoriales que
predominan por sobre el bien común. Con Fernando-Armindo-Lugo-Méndez, siempre
de vacaciones en el Palacio de López con sus entornos de corruptos, de
incapaces y de oportunistas y de irresponsables de solemnidad, el Paraguay alcanzó
cotas jamás conocidas de traición a la Patria, a raíz del fundamentalista
oportunismo “bolivariano” de quienes traicionaron al pueblo al no haber
cumplido sus promesas electorales ni siquiera en una medida infinitesimal.
La generación de la Epopeya del Chaco cumplió con la Patria pagando un
elevado precio en vidas humanas y sacrificios homéricos, en el frente y en la
retaguardia. Les rendimos a tales patriotas nuestro emocionado homenaje. Y
hacemos lo mismo con los héroes bolivianos que enfrentaran a los nuestros en
los campos de Marte, en una guerra que no dejó rencores porque culminó con un
monumento del derecho internacional público y de la diplomacia, el tan
anatemizado aquí Tratado de Paz, Amistad
y Límites con Bolivia (1938), que no es perfecto, desde luego, y sobre el
cual ya tendremos ocasión de referirnos en otra ocasión.
Por ahora baste decir que el más trágico anti-tratado de paz de la
historia universal, el de Versalles (1919), antes de que se secara la tinta de
sus suscriptores, ya había creado las condiciones que inexorablemente
condujeran al mundo a las aberraciones inenarrables de la Segunda Guerra
Mundial, finalizada con la derrota de los totalitarismos por las democracias
occidentales, coyunturalmente aliadas en ese entonces con el régimen
totalitario de Josif Stalin, acaso el mayor genocida de su propio pueblo, desde
los albores de la humanidad. El Tratado
de Paz, Amistad y Límites con Bolivia es el más grande aporte paraguayo, y
de extraordinaria importancia, para la paz y seguridad internacionales, y en
consecuencia es el triunfo de la diplomacia sobre la guerra, que nos vimos
obligados a librarla, de manera intransigente como lo requerían las
circunstancias, pero que fue generosa con los vencidos por nuestra
extraordinaria victoria militar. Muy pocos ejemplos de ello tenemos en la
historia universal. Si la validez de los tratados se demuestra por su duración
eficaz, el de 1938 es un gran ejemplo mundial de la ingeniería de la paz basada
en valores humanistas.
Nuestro pueblo debe aprender de esa antítesis del patrioterismo
chovinista, que es el patriotismo sereno, combatiente y responsable de la
generación de la Epopeya del Chaco, de la lección que nos legara ese pueblo en
armas, que tuvo a su frente (en el sacrificio de las trincheras y en el de una
muy lúcida retaguardia) a conductores civiles y militares de los que hoy
carecemos. El pueblo paraguayo respondió al desafío como un solo puño de hierro
porque tuvo entonces auténticos conductores surgidos del mismo pueblo.
Es esa nuestra tarea del presente: que del propio pueblo surjan los
nuevos servidores públicos democráticos para devolver a la Patria su dignidad
perdida por tantos ultrajes de estas décadas pasadas, condensadas en estos ya
casi cuatro años de destrucción sistemática de valores, de vidas y de bienes
materiales. ¡Desde el presente de luchas cívicas y democráticas recuperaremos
la voluntad de conducir nuestros propios destinos con la dignidad que sólo
puede resultar de la lucha indoblegable por alcanzar la condición humana!
En lo que sigue, ofrecemos a nuestros
lectores unas páginas de oro sobre nuestra historia contemporánea bélica,
extraídas de obras de Efraím Cardozo, David Zook y de una interesante entrada
(que requiere todavía de numerosas precisiones) sobre la Guerra del Chaco, que
se encuentra en Wikipedia.
Asunción, martes 12 de junio de 2012
HACIA LA PAZ: DESDE EL PROTOCOLO Y CESE DEL FUEGO
E. Martínez Thedy (Uruguay), Luis A. Riart (Paraguay), Tomás M. Elío (Bolivia)
y Carlos Saavedra Lamas (Argentina) negocian la Paz del Chaco (http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Chaco).
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Firma del Protocolo de Paz. El 12 de junio de 1935, con gran
solemnidad y en medio del júbilo de América, se firmó el protocolo por el cual
se convenía el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las
posiciones actuales de los beligerantes, se adoptaban medidas de seguridad
encaminadas a evitar la reanudación de la guerra y se ratificaba el
reconocimiento por los beligerantes de la declaración del 3 de agosto de 1932
sobre adquisiciones territoriales. La Conferencia de Paz debía ser convocada
por el presidente de la Argentina, con los fines siguientes:
[i] Ratificar solemnemente el Convenio;
[ii] Resolver las cuestiones prácticas que surgieran en la ejecución de
las medidas de seguridad;
[iii] Promover la resolución de los diferendos entre Paraguay y Bolivia
por acuerdo directo entre las partes; siendo entendido por esos países, caso de
no alcanzar éxito las negociaciones directas, asumían la obligación de resolver
los diferendos del Chaco por medio del arbitraje de derecho, designando desde
entonces como árbitro a la Corte Permanente de Justicia Internacional de La
Haya. La Conferencia de la Paz pondría término a las negociaciones directas
cuando en su concepto hubiese llegado el momento de declarar que mediante ellas
no era posible lograr el arreglo definitivo; llegado este caso se pasará a la
concertación, por las partes, del compromiso arbitral, no pudiendo la
Conferencia de la Paz, clausurar sus funciones en tanto que ese compromiso
arbitral no quedara definitivamente concertado;
[iv] Promover oportunamente el canje y repatriación de prisioneros, de
acuerdo con el Derecho de Gentes;
[v] Establecer un régimen de tránsito, comercio y navegación que
contemplare la situación geográfica de las partes; (y),
[vi] Promover facilidades y convenios destinados a impulsar el
desarrollo de los países beligerantes.
La Conferencia de la Paz debía
constituir una Comisión Internacional que dictaminara acerca de las
responsabilidades provenientes de la guerra. Las posiciones de los ejércitos en
lucha, sobre cuya base se concertaba el alto en la lucha, debían ser
determinadas en el terreno mediante una Comisión militar neutral integrada por
representantes de las naciones mediadoras, debiendo las líneas de separación
ser mantenidas bajo la garantía de la Conferencia de la Paz, a cuyo efecto la
Comisión neutral las vigilaría y las controlaría. Las medidas de seguridad
adoptadas consistían en la desmovilización de los ejércitos en un plazo de
noventa días, hasta un límite máximo de cinco mil hombres; la obligación de no
hacer nuevas adquisiciones de material bélico, sino el indispensable para la reposición,
hasta la concertación del Tratado de Paz, y el compromiso de no agresión. Se
encargó a la Comisión militar neutral el cuidado de la ejecución de las medidas
de seguridad hasta que se hicieran efectivas en su totalidad a cuyo término la
Conferencia de la Paz debía declarar terminada la guerra.
Después de tres años de cruentos combates, un jefe paraguayo (izq.) y otro boliviano (der.) se estrechan las manos, después del 12 de junio de 1935, en algún lugar del teatro de operaciones (http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Chaco). |
El 14 de junio de 1935 cesa el fuego en el Chaco. La última batalla en el
Chaco fue en Ingavi, donde se combatió desde el 30 de mayo hasta el 8 de junio,
día en que los paraguayos obligaron a los bolivianos a rendir sus armas. La
orden de alto el fuego sorprendió a las tropas paraguayas en pleno avance sobre
Rabelo. El 14 de junio, a las doce, de acuerdo con el Protocolo firmado dos
días antes y estando ya presente la Comisión militar neutral, que fue
constituida con la presidencia del general argentino Martínez Pita, cesó el fuego
a todo lo largo del extenso frente. Inmediatamente soldados paraguayos y
bolivianos confraternizaron al borde de las trincheras.
La Comisión militar neutral cumplió su
tarea de fijar mediante hitos las líneas de separación, y promovió dos
entrevistas entre los generalísimos del Paraguay y de Bolivia, Estigarribia y
Peñaranda.
La primera se efectuó el 18 de julio en
Villa Montes; la segunda, el 24 en Capirenda. Estigarribia dijo en eta ocasión:
“Tengo el placer de expresaros que es
para mí motivo de honda y sincera
satisfacción contar en mi mesa, en estos momentos, con la presencia del señor
general don Enrique Peñaranda, gran soldado boliviano, conductor capaz del
Ejército de su patria, y es más honda esa satisfacción cuando pienso que este
acto significa el feliz e íntimo acercamiento de nuestros dos países y que
debemos tratar, por patriotismo y sentido americanista, sea pronto una
verdadera realidad”.
Peñaranda contestó: “Nuestros puntos de vista no son
incompatibles con los vuestros. Y estoy seguro de ello, porque hay
fundamentales, profundísimas razones históricas, geográficas y de intereses
actuales, dentro de los cuales vuestra patria y la mía pueden hacer obra común
en su marcha ilimitada y segura hacia el progreso. Quizá tenemos en nuestras manos,
general Estigarribia, la clave histórica del futuro de una buena parte de
América” (Efraím Cardozo, “Capítulo X: La Guerra del Chaco”, pp. 311-365, y
en especial: pp. 359-361, en Paraguay
independiente, Carlos Schauman Editor, Asunción, 1988, segunda edición
paraguaya).
LA SANGRE DE CIEN MIL MUERTOS REGÓ LA SEMILLA DEL ADIÓS A LAS ARMAS
El protocolo, formalmente suscrito el 12 de junio de
1935,
contenía cinco artículos y otro protocolo adicional. […]
Casi exactamente a los tres años del
ataque a Pitiantuta por Moscoso, tocó a su fin la Guerra del Chaco. El costo
fue subido para las dos naciones pobres y escasamente pobladas. Bolivia tuvo
52.397 muertos. Perdió cerca de 10.000 desertores. Más de 21.000 hombres fueron
capturados, de los que 4.264 murieron en el cautiverio. Por lo tanto la pérdida
neta de su población fue aproximadamente de dos por ciento –más de 65.000
jóvenes. De 1932 a 1935 la emisión de papel moneda aumentó en un veinticinco
por ciento. En 1935 los préstamos del Banco Central al gobierno ascendieron a
370.000.000 millones de bolivianos (cerca de 228.660.000 dólares). Los tributos
a los ingresos de las compañías mineras fueron utilizados en la compra de
armamentos en el exterior. La subida al doble del precio mundial del estaño
contribuyó, pues, directamente, a vigorizar el esfuerzo boliviano. Pero se
malgastaron grandes sumas, con la corrupción de los contratos sobre armas y
suministros y las exacciones de los pagadores.
El Paraguay, en un monumental ejemplo de astucia y
responsabilidad fiscal, financió en gran parte la guerra al contado. Esta proeza se
realizó mediante la expropiación de un porcentaje de las divisas provenientes
de las exportaciones, la emisión de papel moneda, los préstamos de la
Argentina, que ascendieron a 16.626.072 pesos (5.542.026 dólares), y la reserva
de 3.000.000 de pesos oro acumulada por Eligio Ayala.
El costo de la guerra montó así una
suma estupenda para un país de magros recursos como el Paraguay. Los
desembolsos del gobierno de Asunción fueron de 76.218.865 pesos oro
(124.503.515 dólares). El país recibió un auxilio importante con la captura de
un abultado material de guerra –28.000 fusiles, 2.300 armas automáticas, 96
morteros, grandes depósitos de municiones– cuyo valor excedió de 10.000.000 de
dólares.
Entre las pérdidas humanas de 140.000
hombres que se embarcaron en Asunción, cerca de 36.000 –tres y medio por ciento
de la población– cayeron en los campos de batalla del Chaco Boreal (David Zook,
La conducción de la guerra del Chaco,
El Lector / La Gran Enciclopedia de la Cultura Paraguaya, Asunción, 1997, de
esta edición, pp. 244-246).
“PEÑARANDA EMOCIONADO,
ESTIGARRIBIA TRANQUILO”
Comandantes en Jefe de ambos ejércitos después del armisticio. Puesto Merino,
tierra de nadie, 18 de julio de 1935 (http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Chaco).
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El 12 de junio de 1935, en
Buenos Aires, Argentina, se firmó el Protocolo de Paz donde se
acordó el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las posiciones
alcanzadas hasta ese momento por los beligerantes. El 18 de julio de 1935, en
Puesto Merino, ubicado en la tierra de nadie camino a Villamontes, se produjo
el primer encuentro entre los comandantes de ambos ejércitos. “Al hacerse las presentaciones el momento es
emocionante y solemne [...]La oportuna ejecución de la banda, disimuló las
lágrimas que brillaron en los ojos de muchos de los presentes. Peñaranda,
hombre recio, tiembla de emoción. Estigarribia tiene la mirada dulce y
tranquila” (General uruguayo Alfredo R. Campos: en Roberto Querejazú Calvo, Historia
de la Guerra del Chaco, Editorial Juventud, La Paz, 1990, pág. 176).
Después de largas negociaciones, el tratado para
terminar la guerra fue firmado en Buenos Aires (Argentina) el 21 de julio de
1938. El canciller argentino Carlos Saavedra Lamas, había convocado a una
Conferencia de Paz en Buenos Aires. Había obtenido el premio Nobel de la Paz de
1936, por su labor en pro de la paz en general, y en particular por haber
inspirado el Pacto Antibélico Saavedra Lamas, firmado por 21 naciones y
convertido en un instrumento jurídico internacional. Tuvo un papel importante
como mediador para finalizar la guerra del Chaco. De la totalidad del Chaco
Boreal, 3/4 partes se reconocieron bajo soberanía paraguaya. Bolivia recibió
una zona a orillas del río Paraguay, donde se encuentra hoy día Puerto Busch
(Parte final de la entrada correspondiente al
conflicto bélico: http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Chaco).
2 comentarios:
ES CIERTO, NUESTROS HÉROES ESTÁN DECEPCIONADOS DE LOS CONDUCTORES CIVILES Y MILITARES DE LA ACTUALIDAD. EXCELENTE LA PÁGINA BLOG Y ÉXITOS PARA LOS PROPULSORES DE ESTA INICIATIVA.
oscar francisco olimpista y paraguayo: en la magistral reseña del profesor simón...notamos que desde el rompimiento de las hostilidades hasta el cese el fuego el Paraguay un país pobre pero honrado ( expresión en desuso )presentó en la guerra15% de su población (Francia 1ªG.m.15,50%)en la que perdió 3,60% de sus mejores jóvenes (Francia3,06%)
pero la paz lograda por PARAGUAY está durando 77 años(Francia 20 años)...procuremos no derramar...
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