viernes, 1 de junio de 2012

La plaza del Congreso de la Nación paraguaya, primer territorio libre de “politiqueros”… ¿y después?


Escribe José Luis Simón G.

Para el filósofo francés Edgar Morín, especializado en la protesta en red, “los indignados denuncian no enuncian”. Debemos iniciar el debate acerca de este fenómeno ahora también local, en la perspectiva del fortalecimiento de la sociedad abierta. La “Plaza de la Política sin Politiqueros” (Foto de J. Molinas, Ultima Hora, Asunción).

La tradicionalmente conservadora sociedad nacional (Rivarola) está empezando a dar señales diversas de interés en cambiar la habitual y generalizada humillación de nuestro pueblo a “la ley superior del Paraguay, la del mbareté” (Helfeld y Wipfler), es decir al oprobioso sometimiento a la ilegalidad e ilegitimidad de los poderes fácticos, en todos los órdenes de la realidad. Arditi y Rodríguez se encuentran entre los primeros en percibir aquí, décadas atrás, las señales de cambio cultural en la sociedad, en clave “movimientista” y con no pocos excesos “antipartidistas”, típicos del síndrome gauche divine, en el tiempo finisecular último, una suerte de fiebre primaveral o tufillo –según lo prefiera Ud., cómplice y valiente lector de estas líneas– que puede atacar a gentes de todas las edades y condiciones, pero con preferencia a las de aires intelectuales contestatarios, merecidamente o no.
          Manifestaciones muy recientes y novedosas de sana indignación con el orden de las cosas son los estimulantes sucesos cívicos de los últimos días, protagonizados por actores de la cultura emergente de la “sociedad en red” (Castells) y que constituyen expresiones de los “cambios moleculares” (Gramsci), imprescindibles estos en toda sociedad que empieza a dejar atrás su encandilamiento con la dominación de las opresivas “democracias” de muy baja y mala calidad, que son las que han sucumbido, entre innumerables vicios más, a aquel de la ley de hierro de la dominación partidocrática (Michels), la del oligopolio del poder ejercido pro domo sua, en perjuicio del bien común, por los partidócratas politiqueros, despóticos, y patrimonialistas y prebendarios. Pero cuidado. Ningún cambio histórico-cultural y político-social ocurre por casualidad ni es el resultado de aventuras de unas noches de verano en nuestro tan peculiar otoño, que camaleónicamente tiene texturas, sabores, temperaturas y ambientes de las cuatro estaciones… ¡en pleno otoño!
           Sin ninguna duda los héroes de las jornadas de protesta de estos días son los tuiteros o facebokeros compatriotas –hasta hace poco, apenas ciudadanos en la red virtual y tan solo habitantes de una desvaída república– quienes emitieron un soberano alarido de generalizada indignación popular, que hizo tambalear de inmediato a todas las “instituciones republicanas” en las que imperan “democráticamente” los oportunistas de todos los colores y olores, y de variadas e insaciables apetencias fisiológicas, hasta un segundo antes prepotentes emperadores de sus ambiciones, y tan solo un segundo después, mansos corderillos obedientes a tantos pastores de cayados de recio quebracho, y prestos a tomar y golpear a cuanto chacal disfrazado de oveja ronde por los alrededores, en este caso específico, de lo que siempre debiera ser el Congreso de la Nación paraguaya… ¡Así la plaza aledaña al congresito de los partidócratas se convirtió en el Paraguay en el primer territorio libre de la voraz alimaña politiquera!

Ocurrió que la gente y no turba, cansada de la humillación de estar desgobernada desde los tres poderes fácticos del aparato de Estado –en el cual son abrumadora mayoría los ladrones e incompetentes, impunes ante la ley e inmunes al contagio democrático de la autoridad en el sentido de servicio público– se convirtió en el común verdadero, el de nosotros el soberano, el pueblo, que de inmediato salió a las calles y plazas de toda la República, esta ahora sí orgullosa de serlo, ella, la pobrecita tan anémica hasta hace muy poco, yendo a la conquista de más espacios de dignidad ciudadana.
           Pero, una vez más, cuidado. Un proceso histórico nacional es una ecuación permanentemente inestable entre la conservación y el cambio, que no puede improvisarse solo con estallidos, pues la indignación denuncia (Morín y otros lo están recordando a diario) no es propositiva o enunciadora de un programa y políticas para salir del caos que nos oprime, disgrega, envilece y atemoriza, y que aquí, entre demás componentes peligrosos, tiene ya a una muy robusta cleptonarcocracia (Simón) en expansión, preparándose incluso para dar el asalto definitivo del poder.
           Abandonar este estado de indignidad, para avanzar hacia la calidad de vida política, y en todas las dimensiones de la realidad, requiere no solo de conglomerados humanos momentáneos (sociológicamente una de las más primitivas formas de asociación inevitable, que tiene sus reglas, empezando por la de la fugacidad de los débiles contenidos, y que carece de pasado y de futuro) sino que requiere por encima de todo de visión histórica, de programas y proyectos políticos, y de organización y liderazgo, para que del pasado termine de morir lo que no sirve y el futuro empiece a gestarse raudo y de manera civilizada, es decir, institucionalizada.

La revolución permanente, al estilo de la cultural de Mao, no de los jóvenes, es el caos, mientras dura su invariable fugacidad histórica, que no es por tanto permanente ni tampoco revolución auténtica, y a causa de ello en retaguardia siempre imperan, finalmente, él o los señores de la guerra, vencedor o vencedores. El quietismo antediluviano asimismo es el camino más seguro para avanzar hacia el desastre final de la sociedad y república paraguayas. Los estallidos tabula rasa terminan en genocidios polpotianos (Camboya) o senderistas (Perú), que aquí tienen también a sus correligionarios, los aspirantes a genocidas, los terroristas del autodenominado EPP, quienes se sienten a gusto con el paraguay “narco” y el también falso de los “carperos”, la carne de cañón cada vez más barata de los cada vez más numerosos excluidos de todo.
           Y no hablemos de revoluciones y ni de revolucionarios: Lenin sobrevive apenas en su costosísima momia y de Mao ya nadie se acuerda ni siquiera en el politburó de los comunistas-capitalistas chinos, en tanto Castro se desvanece en su sanguinaria historia que no lo absolverá, y Chávez, si sobrevive o no a su mal, lo hará solo para exterminar al pueblo venezolano. En el Paraguay, Stroessner no es ya sino una pesadilla de la historia local, y ni siquiera la estafa del desgobierno de Fernando-Armindo-Lugo-Méndez, por suerte, todavía no lograron generar añoranza masiva de sus tiempos de hierro y fuego, y aquél ni siquiera es ya tan solo un nombre para el 60 por ciento (poco más o menos) de la población paraguaya, que tiene desde 30 años para abajo, los nativos de la red y, por tanto, en términos de identidad nacional (no chauvinista), culturalmente casi ya extranjeros en modas y costumbres, etc., aunque no en un sentimiento patrio, que tales compatriotas verbalizan con un agudo, ronco o grave, pero siempre estentóreo, ¡¡viva el Paraguay, carajo y/o la gran puta que lo parió!!
           En otras palabras, a pesar de todo lo que hicieron el Paraguay pos 1989, y el pre, por desnaturalizarlos, a nuestros descendientes de las generaciones de los años de la década de los ochenta (siglo XX), en adelante, sus coetáneos de esa y otras décadas posteriores, siguen buscando sus raíces, genuinamente, pero bajo la forma y socialización de las redes. Nuestra identidad nacional, hoy tan debilitada, pues no debe excluirlos, sino incorporarlos con sus propias señas, en una nueva unidad cultural, la de un Paraguay respetuoso de la diversidad, que siempre debe ser una avenida de tantas vías de ida y vuelta como sean necesarias.
           En nuestro país, desde hace tiempo se han estado operando los cambios moleculares, aquellos que verdaderamente son históricos, porque brotan de lo más profundo de la realidad, de una manera natural y con sus tiempos, y una expresión novísima de ello son los “locos” libertarios de las jornadas cívicas y pacíficas de fines de este verdadero Mayo paraguayo, el del 200+1. ¡Es tan diferente al politiqueramente manipulado “Marzo paraguayo”! El que terminó en una masacre de jóvenes héroes cívicos sacrificados todavía impunemente, y orquestada por tanto politiquero cómplice, en el congreso y fuera de él, entre laicos y algunos “consagrados”, de ricos y pobres, o de civiles, militares, intelectuales e iletrados, y de sectores de la prensa y periodistas convertidos en un poder fáctico más, y no en el “contrapoder” que debieran de haber sido.

Los protagonistas del 29 M 200+1, de ahora en más, con urgencia, si no quieren perecer en el intento del cambio, de lo malísimo actual hacia… no sabemos dónde, necesitan mantener sus presiones públicas pero también pensar. Las palabras son acciones, y palabras y acciones primero deben ser pensamientos reflexionados con seriedad. Y los del 29 M 200+1 deben entender que, en el mundo de la politiquería, el que ha recibido una fuerte paliza gracias a ellos, también existen islas rescatables de políticos y sectores partidarios y sociales, con todos los cuales la sociedad debe proyectar y planificar los cambios históricos imprescindibles para construir, con pluralidad y democracia, en un Paraguay entero convertido en el gran Ágora nacional, todo a la vez.
          Eso significa una sociedad abierta y con igualdad de oportunidades, un Estado de derecho democrático, y una economía basada en la libre iniciativa, y con responsabilidad social y ambiental, y todo y todos absolutamente sometidos al imperio de la ley legal, legítima y justa para avanzar hacia la calidad de vida, que no debe soslayar el mundo de los valores, del espíritu y de la cultura, en el de las instituciones más adecuadas para la convivencia ciudadana, y tampoco el de una economía de bienes y servicios, proveedores de riquezas no solo para minorías de minorías, y producida eficientemente pero jamás como un fin en sí mismo.
           ¡No nos sometamos más a ningún totalitarismo, sea político y/o cultural! Es grande nuestra responsabilidad ciudadana en estos momentos, y, por tanto, rescatando lo mejor de nuestra historia, pluralmente debemos deliberar con los jóvenes compañeros de la protesta ciudadana convocada exitosamente por medio de las redes sociales, porque a la mayoría de los paraguayos nos une un sano patriotismo, desde cuyos éxitos podremos contribuir a fortalecer los mejores esfuerzos mundiales que nos encaminan hacia la democracia cosmopolita (Held), y no solo a la globalización imperializada por la especulación financiera, en la cual los seres humanos apenas somos una variable más de ajuste, en la crisis de nuestro tiempo que se resume en la acumulación del poder y de la riqueza por el poder y la riqueza. El ser humano ha dejado de ser así uno trascendente en su integralidad material y espiritual, para convertirse apenas en instrumento de su propia negación individual y social.

Compatriotas todos, del Paraguay y el mundo, empezando por nuestros indignados del 29 M 200+1 no confundamos política y partidos, maniqueamente, con politiquería, la perversión de la actividad cívica y de su organización por antonomasia, cuando lo son, o como diría el docto patriota, y no solo doctor y presidente, el gran don Eligio, diferenciemos la “úlcera” de las políticas del poder que, solo ambicionan más poder, de la política servicio a la comunidad. No dejaremos atrás los tiempos nublados de la politiquería si la inmensa mayoría de nosotros no nos convertimos en ciudadanos responsables.
           Si “la guerra es algo demasiado serio para dejarla en manos de militares” (esto último en el sentido de militaristas), como dijera Georges Benjamin Clemenceau (1841-1929), el estadista francés radical-socialista, apodado el Tigre, por sus principios republicanos y democráticos, y que fuera ministro en los tiempos críticos de 1906-1909, y en el de los trágicos desatinos históricos de 1917-1920. Mutatis mutandis y si no sabemos separar la paja del grano, también podríamos decir que la economía, la cátedra, la disidencia, y un interminable etcétera, son actividades demasiado serias para dejarlas en manos de economistas, académicos y disidentes…
           Aprovechemos pues la llamarada iluminadora y fraterna de la plaza del verdadero Congreso de la Nación paraguaya, inaugurada por los protagonistas del 29 M 200+1, para que ese territorio libre de politiquería sea el espacio y estímulo para debatir entre todos, la construcción de una democracia de ciudadanos, hombres y mujeres, conscientes de sus derechos y obligaciones.

Asunción, viernes 1 de junio de 2012


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Referencias
ARDITI, Benjamín, y RODRÍGUEZ, José Carlos: La sociedad a pesar del Estado. Movimientos sociales y recuperación democrática en el Paraguay, El Lector, Asunción, 1987.
CASTELLS, Manuel: La galaxia internet, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 2001, primera edición.
GRAMSCI, Antonio: Cuadernos de la cárcel: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno, Juan Pablos Editor, México D.F., 1975
HELFELD, David M., y WIPFLER, William L.: Mbareté: La ley superior del Paraguay, The International League for Human Rights, N.Y., 1982, edición en español.
MICHELS, Robert: Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna, Amorrortu editores, Buenos Aires, respectivamente,1983 (vol. 1) y 1984 (vol. 2), ambas tercera reimpresión de la primera edición en castellano, de 1969.
MORÍN, Edgar: “Los indignados denuncian; no pueden enunciar”, entrevista de José María Ridao al filósofo francés, en El País, Madrid, martes 13 de marzo de 2012: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/13/actualidad/1331659220_016533.html
RIVAROLA, Domingo M.: Una sociedad conservadora ante los desafíos de la modernidad, CPES/Ediciones y Arte editores, Asunción, 1994, segunda edición.
SIMON G., José Luis: “El Paraguay de la consolidación democrática: sociedad sin ética, estado de corrupción, narcotráfico y los riesgos de una cleptocracia”, pp. 145-196, en Propuestas Democráticas, UNA/F.H. Seidel, Asunción, 1994 (octubre-diciembre), I (I), Nº 4.

2 comentarios:

MARAVILLOSO ARTÍCULO!!!!!! GRACIAS, DR. SIMON!!!! QUE VIVA LA JUVENTUD EN DEMOCRACIA!!!!!!!

pero q putaaa como le carajea a lugo este tipo. ndaigustoi