Para
el filósofo francés Edgar Morín, especializado en la protesta en
red, “los indignados denuncian no enuncian”. Debemos iniciar el
debate acerca de este fenómeno ahora también local, en la
perspectiva del fortalecimiento de la sociedad abierta. La “Plaza
de la Política sin Politiqueros” (Foto de J. Molinas, Ultima
Hora,
Asunción).
La
tradicionalmente conservadora sociedad nacional (Rivarola) está
empezando a dar señales diversas de interés en cambiar la habitual
y generalizada humillación de nuestro pueblo a “la ley superior
del Paraguay, la del mbareté”
(Helfeld y Wipfler),
es decir al oprobioso sometimiento a la ilegalidad e ilegitimidad de
los poderes fácticos, en todos los órdenes de la realidad. Arditi y
Rodríguez se encuentran entre los primeros en percibir aquí,
décadas atrás, las señales de cambio cultural en la sociedad, en
clave “movimientista” y con no pocos excesos “antipartidistas”,
típicos del síndrome gauche
divine, en
el tiempo finisecular último, una suerte de fiebre primaveral o
tufillo –según lo prefiera Ud., cómplice y valiente lector de
estas líneas– que puede atacar a gentes de todas las edades y
condiciones, pero con preferencia a las de aires intelectuales
contestatarios, merecidamente o no.
Manifestaciones muy recientes
y novedosas de sana indignación con el orden de las cosas son los
estimulantes sucesos cívicos de los últimos días, protagonizados
por actores de la cultura emergente de la “sociedad en red”
(Castells) y que constituyen expresiones de los “cambios
moleculares” (Gramsci), imprescindibles estos en toda sociedad que
empieza a dejar atrás su encandilamiento con la dominación de las
opresivas “democracias” de muy baja y mala calidad, que son las
que han sucumbido, entre innumerables vicios más, a aquel de la ley
de hierro de
la dominación partidocrática (Michels), la del oligopolio del poder
ejercido pro
domo sua, en
perjuicio del bien común, por los partidócratas politiqueros,
despóticos, y patrimonialistas y prebendarios. Pero cuidado. Ningún
cambio histórico-cultural y político-social ocurre por casualidad
ni es el resultado de aventuras de unas noches de verano en nuestro
tan peculiar otoño, que camaleónicamente tiene texturas, sabores,
temperaturas y ambientes de las cuatro estaciones… ¡en pleno
otoño!
Sin ninguna duda los héroes
de las jornadas de protesta de estos días son los tuiteros
o facebokeros
compatriotas –hasta hace poco, apenas ciudadanos en la red virtual
y tan solo habitantes de una desvaída república– quienes
emitieron un soberano alarido de generalizada indignación
popular, que hizo tambalear de inmediato a todas las “instituciones
republicanas” en las que imperan “democráticamente” los
oportunistas de todos los colores y olores, y de variadas e
insaciables apetencias fisiológicas, hasta un segundo antes
prepotentes emperadores de sus ambiciones, y tan solo un segundo
después, mansos corderillos obedientes a tantos pastores de cayados
de recio quebracho, y prestos a tomar y golpear a cuanto chacal
disfrazado de oveja ronde por los alrededores, en este caso
específico, de lo que siempre debiera ser el Congreso de la Nación
paraguaya… ¡Así la plaza aledaña al congresito de los
partidócratas se convirtió en el Paraguay en el primer territorio
libre de la voraz alimaña politiquera!
Ocurrió
que la gente y no turba,
cansada de la humillación de estar desgobernada desde los tres
poderes fácticos
del aparato de Estado –en el cual son abrumadora mayoría los
ladrones e incompetentes, impunes ante la ley e inmunes al contagio
democrático de la autoridad en el sentido de servicio público– se
convirtió en el común
verdadero, el de nosotros
el
soberano, el
pueblo, que
de inmediato salió a las calles y plazas de toda la República, esta
ahora sí orgullosa de serlo, ella, la pobrecita tan anémica hasta
hace muy poco, yendo a la conquista de más espacios de dignidad
ciudadana.
Pero, una vez más, cuidado.
Un proceso histórico nacional es una ecuación permanentemente
inestable entre la conservación y el cambio, que no puede
improvisarse solo con estallidos, pues la indignación denuncia
(Morín y otros lo están recordando a diario) no es propositiva o
enunciadora de un programa y políticas para salir del caos que nos
oprime, disgrega, envilece y atemoriza, y que aquí, entre demás
componentes peligrosos, tiene ya a una muy robusta cleptonarcocracia
(Simón) en expansión, preparándose incluso para dar el asalto
definitivo del poder.
Abandonar este estado de
indignidad, para avanzar hacia la calidad de vida política, y en
todas las dimensiones de la realidad, requiere no solo de
conglomerados humanos momentáneos (sociológicamente una de las más
primitivas formas de asociación inevitable, que tiene sus reglas,
empezando por la de la fugacidad de los débiles contenidos, y que
carece de pasado y de futuro) sino que requiere por encima de todo de
visión histórica, de programas y proyectos políticos, y de
organización y liderazgo, para que del pasado termine de morir lo
que no sirve y el futuro empiece a gestarse raudo y de manera
civilizada, es decir, institucionalizada.
La
revolución permanente, al estilo de la cultural de Mao,
no de los jóvenes, es el caos, mientras dura su invariable fugacidad
histórica, que no es por tanto permanente ni tampoco revolución
auténtica, y a causa de ello en retaguardia siempre imperan,
finalmente, él o los señores de la guerra, vencedor o vencedores.
El quietismo antediluviano asimismo es el camino más seguro para
avanzar hacia el desastre final de la sociedad y república
paraguayas. Los estallidos tabula
rasa
terminan en genocidios polpotianos
(Camboya) o senderistas
(Perú), que aquí tienen también a sus correligionarios, los
aspirantes a genocidas, los terroristas del autodenominado EPP,
quienes se sienten a gusto con el paraguay “narco” y el también
falso de los “carperos”, la carne de cañón cada vez más barata
de los cada vez más numerosos excluidos de todo.
Y no hablemos de revoluciones
y ni de revolucionarios: Lenin sobrevive apenas en su costosísima
momia y de Mao ya nadie se acuerda ni siquiera en el politburó de
los comunistas-capitalistas chinos, en tanto Castro se desvanece en
su sanguinaria historia que no lo absolverá, y Chávez, si sobrevive
o no a su mal, lo hará solo para exterminar al pueblo venezolano. En
el Paraguay, Stroessner no es ya sino una pesadilla de la historia
local, y ni siquiera la estafa del desgobierno de
Fernando-Armindo-Lugo-Méndez, por suerte, todavía no lograron
generar añoranza masiva de sus tiempos de hierro y fuego, y aquél
ni siquiera es ya tan solo un nombre para el 60 por ciento (poco más
o menos) de la población paraguaya, que tiene desde 30 años para
abajo, los nativos de la red y, por tanto, en términos de identidad
nacional (no chauvinista), culturalmente casi ya extranjeros en modas
y costumbres, etc., aunque no en un sentimiento patrio, que tales
compatriotas verbalizan con un agudo, ronco o grave, pero siempre
estentóreo, ¡¡viva el Paraguay, carajo y/o la gran puta que lo
parió!!
En otras palabras, a pesar de
todo lo que hicieron el Paraguay pos 1989, y el pre, por
desnaturalizarlos, a nuestros descendientes de las generaciones de
los años de la década de los ochenta (siglo XX), en adelante, sus
coetáneos de esa y otras décadas posteriores, siguen buscando sus
raíces, genuinamente, pero bajo la forma y socialización de las
redes. Nuestra identidad nacional, hoy tan debilitada, pues no debe
excluirlos, sino incorporarlos con sus propias señas, en una nueva
unidad cultural, la de un Paraguay respetuoso de la diversidad, que
siempre debe ser una avenida de tantas vías de ida y vuelta como
sean necesarias.
En nuestro país, desde hace
tiempo se han estado operando los cambios moleculares, aquellos que
verdaderamente son históricos, porque brotan de lo más profundo de
la realidad, de una manera natural y con sus tiempos, y una expresión
novísima de ello son los “locos” libertarios de las jornadas
cívicas y pacíficas de fines de este verdadero Mayo paraguayo, el
del 200+1. ¡Es tan diferente al politiqueramente manipulado “Marzo
paraguayo”! El que terminó en una masacre de jóvenes héroes
cívicos sacrificados todavía impunemente, y orquestada por tanto
politiquero cómplice, en el congreso y fuera de él, entre laicos y
algunos “consagrados”, de ricos y pobres, o de civiles,
militares, intelectuales e iletrados, y de sectores de la prensa y
periodistas convertidos en un poder fáctico más, y no en el
“contrapoder” que debieran de haber sido.
Los
protagonistas del 29
M 200+1,
de ahora en más, con urgencia, si no quieren perecer en el intento
del cambio, de lo malísimo actual hacia… no sabemos dónde,
necesitan mantener sus presiones públicas pero también pensar. Las
palabras son acciones, y palabras y acciones primero deben ser
pensamientos reflexionados con seriedad. Y los del 29 M 200+1 deben
entender que, en el mundo de la politiquería, el que ha recibido una
fuerte paliza gracias a ellos, también existen islas rescatables de
políticos y sectores partidarios y sociales, con todos los cuales la
sociedad debe proyectar y planificar los cambios históricos
imprescindibles para construir, con pluralidad y democracia, en un
Paraguay entero convertido en el gran Ágora nacional, todo a la vez.
Eso significa una sociedad
abierta y con igualdad de oportunidades, un Estado de derecho
democrático, y una economía basada en la libre iniciativa, y con
responsabilidad social y ambiental, y todo y todos absolutamente
sometidos al imperio de la ley legal, legítima y justa para avanzar
hacia la calidad de vida, que no debe soslayar el mundo de los
valores, del espíritu y de la cultura, en el de las instituciones
más adecuadas para la convivencia ciudadana, y tampoco el de una
economía de bienes y servicios, proveedores de riquezas no solo para
minorías de minorías, y producida eficientemente pero jamás como
un fin en sí mismo.
¡No nos sometamos más a
ningún totalitarismo, sea político y/o cultural! Es grande nuestra
responsabilidad ciudadana en estos momentos, y, por tanto, rescatando
lo mejor de nuestra historia, pluralmente debemos deliberar con los
jóvenes compañeros de la protesta ciudadana convocada exitosamente
por medio de las redes sociales, porque a la mayoría de los
paraguayos nos une un sano patriotismo, desde cuyos éxitos podremos
contribuir a fortalecer los mejores esfuerzos mundiales que nos
encaminan hacia la democracia cosmopolita (Held), y no solo a la
globalización imperializada por la especulación financiera, en la
cual los seres humanos apenas somos una variable más de ajuste, en
la crisis de nuestro tiempo que se resume en la acumulación del
poder y de la riqueza por el poder y la riqueza. El ser humano ha
dejado de ser así uno trascendente en su integralidad material y
espiritual, para convertirse apenas en instrumento de su propia
negación individual y social.
Compatriotas
todos, del Paraguay y el mundo,
empezando por nuestros indignados del 29
M 200+1 no
confundamos política y partidos, maniqueamente, con politiquería,
la perversión de la actividad cívica y de su organización por
antonomasia, cuando lo son, o como diría el docto patriota, y no
solo doctor y presidente, el gran don Eligio, diferenciemos la
“úlcera” de las políticas del poder que, solo ambicionan más
poder, de la política servicio a la comunidad. No dejaremos atrás
los tiempos nublados de la politiquería si la inmensa mayoría de
nosotros no nos convertimos en ciudadanos responsables.
Si “la guerra es algo
demasiado serio para dejarla en manos de militares” (esto último
en el sentido de militaristas),
como dijera Georges
Benjamin Clemenceau (1841-1929), el estadista francés
radical-socialista, apodado el Tigre,
por sus principios republicanos y democráticos, y que fuera ministro
en los tiempos críticos de 1906-1909, y en el de los trágicos
desatinos históricos de 1917-1920. Mutatis
mutandis y
si no sabemos separar la paja del grano, también podríamos decir
que la economía, la cátedra, la disidencia, y un interminable
etcétera, son actividades demasiado serias para dejarlas en manos de
economistas, académicos y disidentes…
Aprovechemos pues la llamarada
iluminadora y fraterna de la plaza del verdadero Congreso de la
Nación paraguaya, inaugurada por los protagonistas del 29
M 200+1,
para que ese territorio libre de politiquería sea el espacio y
estímulo para debatir entre todos, la construcción de una
democracia de ciudadanos, hombres y mujeres, conscientes de sus
derechos y obligaciones.
Referencias
ARDITI, Benjamín, y RODRÍGUEZ, José
Carlos: La sociedad a pesar del
Estado. Movimientos sociales y recuperación democrática en el
Paraguay, El Lector, Asunción,
1987.
CASTELLS, Manuel: La
galaxia internet, Plaza &
Janés Editores, Barcelona, 2001, primera edición.
GRAMSCI, Antonio: Cuadernos
de la cárcel: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el
Estado moderno, Juan Pablos
Editor, México D.F., 1975
HELFELD, David M., y WIPFLER, William L.:
Mbareté: La ley superior del Paraguay, The
International League for Human Rights,
N.Y., 1982, edición en español.
MICHELS,
Robert: Los partidos políticos.
Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la
democracia moderna, Amorrortu
editores, Buenos Aires, respectivamente,1983 (vol. 1) y 1984 (vol.
2), ambas tercera reimpresión de la primera edición en castellano,
de 1969.
RIVAROLA, Domingo M.: Una
sociedad conservadora ante los desafíos de la modernidad,
CPES/Ediciones y Arte editores, Asunción, 1994, segunda edición.
SIMON G., José Luis: “El Paraguay de la
consolidación democrática: sociedad sin ética, estado de
corrupción, narcotráfico y los riesgos de una cleptocracia”, pp.
145-196, en Propuestas
Democráticas, UNA/F.H. Seidel,
Asunción, 1994 (octubre-diciembre), I (I), Nº 4.
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2 comentarios:
MARAVILLOSO ARTÍCULO!!!!!! GRACIAS, DR. SIMON!!!! QUE VIVA LA JUVENTUD EN DEMOCRACIA!!!!!!!
pero q putaaa como le carajea a lugo este tipo. ndaigustoi
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