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| Luis González Arias - Archivo de Última Hora |
Un fuerte “lobby” a su favor, a pesar de las contundentes pruebas de la labor represiva de González Arias estaban realizando los senadores de la politiquería del oficialismo Cartes-colorado, y sus aliados en el “senado” de los partidócratas y no de la Nación y República del Paraguay, y todo quedó en la nada. Queda claro que no es cierto que en el Paraguay “nadie pierde ni gana reputación”.
González Arias se incorporó a la diplomacia del autoritarismo stroessnerista, sin carrera diplomática, gracias a sus nexos con el dictador o sus lacayos, como era costumbre, entonces. Llegó a representar al Paraguay ante NN.UU. (¿Ginebra?) y el Palacio San Martín (Buenos Aires), y como embajador de Stroessner ante la Casa Rosada, durante la transición presidida por el democrático presidente Raúl Alfonsín, siendo su canciller Dante Caputo, al haber intervenido en asuntos políticos internos de Argentina, por haber criticado públicamente a la democracia recién recuperada, en un acto en Córdoba, en el país vecino, y para no ser declarado “persona non grata”, un Stroessner humillado, y en el inicio de la crisis terminal de su régimen, debió retirarlo de Buenos Aires.
En esa época, 1984, un desconocido y pobre de solemnidad ex intendente stroessnerista de Ypacaraí, politiquero de cuarta categoría, entonces, y ahora, Juan Carlos Gal-Averno, todavía era uno de los “soldados” colorados de la dictadura, a punto de dejar de serlo por exclusión, rechazado incluso por la (en aquella época) preponderante y autori-totalitaria “militancia de colorados stroessneristas combatientes hasta las últimas consecuencias…”.
De regreso a Asunción González Arías, “premiado” por su servilismo conculcador de los DDHH, marchó a la sede paraguaya de la ONU, Ginebra, donde tuvo como subordinado al entonces pinche de embajada stroessnerista, Eladio Loizaga, también en el “servicio exterior” al estilo dictatorial. El actual ¿canciller paraguayo?, retoño de la oligaquía colorada tradicional, no cumplía funciones de pyragüé, las que quedaban para los de apellido de menor “abolengo” en el régimen. En esa época Mario Abdo Benítez se había convertido ya en el poder detrás del dictador, y en cabeza visible del proyecto “después de Stroessner otro Stroessner” (¡la dinastía stroessnerista!), y es por eso que el ¿senador? stroessnerista-cartista de hoy, Mario Abdo hijo, encabezó el lobby pro-González Arias. Un auténtico baldón para este espécimen, hoy senador cartes-stroessnerista-colorado…
Otro operador detrás de bambalinas fue el jamás completamente “retirado” Conrado Pappalardo Zaldívar, mano derecha en asuntos internacionales, de negocios del dictador, y “especiales”, incluso para obtener las visas norteamericanas en Asunción, para que terroristas de la Dina pinochetista marcharan a Whashington a ejecutar el atentado que costara la vida al ex canciller socialista chileno, Orlando Letelier, del derrocado y suicidado presidente socialista-castrista Salvador Allende.
Asilado en los Estados Unidos, Letelier y su secretaria encontraron trágica muerte, en el atentado del “Dupont Circle” de Washington, y en el marco de la denominada operación Cóndor de terrorismo de Estado de dictaduras militares latinoamericanas, de exterminio de opositores democráticos, de comunistas y líderes de izquierda, y sobre todo de los terroristas “revolucionarios”.
Con el inicio de la apertura pos 1989, González Arias fue reciclado por el “establishment” stroesnerista sobreviviente en Relaciones Exteriores y marchó a Brasilia, para defender no los intereses del Paraguay, sino la estabilidad del interés brasileño en Paraguay.
González Arias, sin escuela diplomática, en los cargos que pasó adquirió experiencia y sin duda, de no haber tenido las manchas represivas en su hoja de vida, podría haber sido un buen embajador paraguayo en el caso de que tuviésemos relaciones internacionales y políticas públicas externas, y no solo “canciller” y una “Cancillería”. Siguiendo su itinerario por los lugares que pasó en el exterior, pude comprobar que era hábil en sus funciones diplomáticas, pero se obstinó en no reconocer su pasado y, una vez más, los colorados, incluso neocarteristas, salieron a defenderlo. Si mal no recuerdo, un hijo suyo también es embajador del pos 1989.
Lo que calla la prensa canalla, y los escribas castrochavistas locales, y sus aliados subordinados en el Paraguay, es que González Arias no pudo ser embajador por su pasado de violador de los derechos humanos, y eso está bien, pues jamás reconoció su crimen de lesa humanidad y menos se arrepintió de ello.
Pero los Laíno, los Almada y tantos otros traidores a la Patria paraguaya Humanidad, como los Lara Castro, los Lugo y demás que hoy lo adversaron, son desde hace tiempo los muy extraños “demócratas” que defienden a regímenes como el del sicario Maduro (Venezuela), del Genocida Castro (Cuba), quienes alentaran el intervencionismo de Maduro en la crisis del juicio político de 2012, que de haber tenido éxito hubiese generado una guerra civil en el Paraguay.
En síntesis, González Arias era impresentable como embajador hasta de este Paraguay desgobernado y de “democracia fallida”, y no ganaron la batalla de los “derechos humanos” verdaderos defensores de tales derechos fundamentales, sino los mencionados como traidores a la Patria paraguaya Humanidad. Lo de González Arias es una derrota del pasado, pero no una victoria de los DDHH del Paraguay en el campo de la diplomacia, sino de un gran número de comerciantes “revolucionarios de la condición humana.
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JLSG
Asunción, a 3 de setiembre de 2014
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