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(“¡Dios mío: aparta de mí este cáliz!” creo que escribió el inmortal poeta peruano César Vallejo, quien no tengo la menor duda que ya mucho antes de su temprana muerte, en este valle de lágrimas, nos legara sus mejores oraciones: una obra poética que sobrevivirá a los siglos, premiado con el anti Nobel de literatura, mientras el exitoso, laureado, y epicúreo y hedonista Neruda, cantor de las glorias de Stalin el genocida, no permanecerá en la historia debido a su crimen nefando de lírico de la muerte, la de genocidios reiterados y sistemáticos en perjuicio de los “pueblos” de la URSS, que ya no existe…).
Y aviso al Vaticano por medio de su nuncio aquí, y de sus cómplices y victimarios, un cardenal español, y un arzobispo uruguayo, y a los obispos y al clero del Paraguay, que parecieran ser de la estirpe de los Fidel Maíz, incluyendo al ex y al actual arzobispo, casi ninguno de los cuales “ni suda ni huele como un pastor de ovejas”, al igual que tantos laicos comprometidos, y tampoco el papa Francisco (¡quien intercambia obscenas sonrisas politiqueras con la corrupta dictadora neototalitaria argentina, su compatriota, CFK, la de la “guerra sucia” contra él, hasta antes de ser pontífice del cristianismo católico) que, si por clamar Justicia al cielo, en el escandaloso y stalinista “proceso de Moscú en el Vaticano”, sin derecho al debido proceso, que sirvió inquisitorialmente para que monseñor Rogelio Livieres fuera destituido de su diócesis de Ciudad del Este, me excomulgan, no es necesario: desde hoy me siento alejado no del buen Dios, del que jamás lograron apartarme los fuegos de las hogueras de modernos Torquemadas, después de haber sido torturado en las ergástulas satánicas de la inquisición católica, las del Medioevo en adelante, y las de este “posmodernista” resurgir de una omnipotencia que solo puede detentar el padre celestial.
Con sus dos milenios de existencia, mi mente no se nubla, y tampoco mi corazón se amedrenta, frente a la Iglesia católica institución, que en el caso que mencionamos, el del condenado monseñor Livieres, lo ha sido sin el más elemental derecho al debido proceso. Los derechos humanos, ¿no existen al interior de la curia del Vaticano? Hasta donde recuerdo, la infalibilidad de los papas solo existe en materia de teología pura… El caso de monseñor Livieres, ¿es uno de dogma de fe o es la orquestación de un proceso semejante a los que ensangrentaban los paredones “populares” de los hermanos Castro, y de Ernesto “Che” Guevara Lynch de la Serna, sin siquiera un tribunal de San Fernando, con el implacable Fidel Maíz, el fiscal inapelable del martirio y condena de tantos inocentes?
Estudié la primaria y secundaria en colegios ¿religiosos? y fui alumno de grado y posgrado, sucesivamente, de tres universidades ¿católicas? de Sudamérica: las ¿pontificias y católicas? de Santiago (Chile) y Lima (Perú), y, entre una y otra, de la ¿universidad católica? de Asunción. De esta me retiré hace casi tres años, al cabo de más de dos décadas de haber ejercido la docencia allí, asqueado de las chicanas seudo jurídicas y leguleyescas de los abogados de ¿Radio Cáritas/Universidad Católica?, en el juicio laboral que le incoara a sus responsables y que durara entre febrero de 2007 y hasta marzo de 2014, tras haber sido expulsado de la emisora por decisiones y persecuciones ignominiosas de los castrochavistas que todavía imperan en la Iglesia católica, entre ellos Augusto dos Santos (¡director! de la emisora ¿católica? y comparsa de uno de los grupos de orgiastas y corruptos luguistas, entre 2006 y hasta la destitución de Lugo, y ahora “galAvernista” de reciente data; por Roque Acosta, ¿secretario general adjunto y laico de la CEP y director académico de la facultad de filosofía y ciencias humanas de la uca?, al igual que su decano, el incombustible ¿periodista católico? Ilde Silvero; por el entonces ¿rector? y supuesto jurista, de misa, confesión y comunión casi diarias, Antonio Tellechea Solís, acompañado en ello del blindado a la menor virtud ex vicerrector administrativo Enrique Cáceres Rojas, apodado “croquetas de oro” por un tenebroso episodio en la infernal Itaipú, y quien después, desde Lugo y hasta el 15 de agosto de 2013, fuera uno de tantos eficientes entregadores de la riqueza nacional en la entidad Yacyretá. También fue parte de esa comparsa de cómplices el Arzobispo Pastor Cuquejo, hoy emérito de Asunción, a quien los luguistas lograron silenciar en vida, chantajeándole con hacer públicos sus ¿”pecados mortales”?
¡Cuánta falta nos hacen hoy pastores como Ramón Bogarín Argaña y ni qué decir Ismael Rolón Silvero (principal animador este de la carta pastoral de inicios de los años de la década de los setenta, del siglo pasado, que llevaba el premonitorio título de “El saneamiento moral de la nación”, todavía hoy, e incluso como nunca antes, de refulgente resplandor celestial en nuestras humanas existencias), y sacerdotes a carta cabal, de la humildad, humanidad y entrega y dedicación a su labores pastorales, como el Capellán de Tacumbú, el excepcional jesuita Juan Antonio de la Vega, o ese franciscano, auténtico hijo de Francisco de Asís, Josué Arketa, entonces director de “Charitas”, y quien salvara del pelotón de ejecución de la dictadura stroessnerista al capitán Ortigoza y a otros como él, de tan dignas e impolutas existencias y carreras militares, y cuanta falta nos hacen Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, quienes pese a su originario e imperfecto barro humano nos dejaran un legado de celestial esperanza que perdura hasta hoy, todos los cuales nos enseñaran, desde sus prédicas que eran vida cotidiana, no a temer al buen Dios, sino a amarlo como nuestro padre celestial!
Por hoy concluyo, mientras desde el infierno surgen momentánes las estruendosas carcajadas y cantos de victoria de los Lugo, los Oliva, los Mario Melanio Medina y tantos otros de similar ralea, todos ellos modernos fariseos, actualísimos lobos sedientos de víctimas sacrificiales…
Y cierro estas líneas no sin antes decirle al papa Francisco que, para mí al menos, monseñor Rogelio Livieres no es culpable mientras no estén demostrados sus hasta ahora supuestos crímenes y pecados nefastos y nefandos (lo que no significa que endosemos todas sus expresiones y tampoco sus obras y acciones “in toto”), en el marco del debido proceso, que incluye su derecho imprescriptible a ser escuchado, y nosotros, la feligresía, a estar debidamente informados. Tampoco puedo olvidar que el único obispo del Paraguay, que jamás se arrodilló de hecho o con su silencio, frente al Moloch Lugo, y que por el contrario lo enfrentó pastoralmente pues estaba conduciendo al Paraguay y a la Iglesia católica paraguaya a su casi total degradación “bolivariana”, fue monseñor Rogelio Livieres Plano, del Opus Dei, quien para mí (sin dejar de considerar que también es pecador como quien esto escribe) como pastor y ser humano está muy por encima de tanto “teólogo de la liberación” que anda ya no tan agazapado por aquí y acullá, hasta que se demuestre lo contrario, de acuerdo al recto uso de la razón.
Gracias al libre arbitrio que nos fuera entregado con la existencia, por nuestro Creador, quien más tarde o temprano habrá de juzgarnos a todos, incluso a quienes han sido pontífices, estoy seguro que por procedimientos contrarios a los celestiales no es posible cumplir los mandamientos del buen Dios. Al sostener la verdad, cumplo con el Señor, y por eso, que los “pastores”, sin el penetrante olor a sudor de los cuidadores de rebaños de ovejas no esperen de mí ningún “eppur si muove”, pues el suscrito no tiene un ápice de la genialidad de Galileo Galilei y mucho menos de su lamentable docilidad ante la “ley del mbareté”.
JLSG
Asunción, a 26 de setiembre de 2014
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