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CRÍTICA FRONTAL Y RESPETUOSA A HUMBERTO RUBÍN Y SUS BANALIZACIONES HABITUALES DE LO TRASCENDENTE, EXPRESIÓN “RUBINESCA” DE SU PODER FÁCTICO “PERIODÍSTICO”, Y EN ESTE CASO MOFÁNDOSE DE UN SACERDOTE NO IDENTIFICADO, A QUIEN AL CELEBRAR MISA, ACASO POR SU AVANZADA EDAD O ENFERMEDAD, DEBEN LEERLE LO QUE YA NO RECUERDA DE ALGUNAS FÓRMULAS ECLESIALES, PREVIAS Y/O POSTERIORES A LA EUCARISTÍA
No le hablo como católico practicante, que no lo soy desde que la gran mayoría de las misas se convirtieran apenas en actos rituales y burocráticos, degradadas por sacerdotes acaso más banales que Ud., Sr. Rubín. Lo de los celebrantes católicos es fruto del vaciamiento religioso que se nutre de tantos crímenes y traiciones de la Iglesia institución a su tradición Jesucristiana, la que el padre-papa Francisco está empeñado en recuperar, con el apoyo y para alegría espiritual de centenares de millones de católicos del mundo, y de no pocos hombres y mujeres que han hecho su voto de fe y que cumplen sus obligaciones por convicción, como otros lo hicieran y siguen haciendo por oportunismo.
Lo suyo Sr. Rubín es fruto de su muy oculta pero voraz soberbia, tanto que Ud. se está autodevorando en su fuego fatuo, como se lo demostrara décadas atrás, en un programa en su radio, en el que también participaban Aldo Zucolillo y Demetrio Rojas, sobre el martirio impune todavía de Santiago Leguizamón. Fue la última vez que tuve la oportunidad de criticarle a Ud. en persona y desde sus micrófonos, y a los mencionados dueños de medios, porque Uds., como tantos más (por ejemplo, los “periodistas” que ocultaran su “almuerzo” con el desgobernante actual, Horacio Cartes, del que Ud. hizo mucha “lata parará”, pero sin haber sentado posición al respecto), si alguna vez lo fueron dejaron de ser periodistas hace muchísimo tiempo, para transformarse en el peor de los poderes: el fáctico, el de hecho.
Le hablo en primer lugar como creyente de la fe de mis mayores, a la que adherí definitivamente ya de adulto, y siempre respetando el derecho humano a la libertad de creencias y de prácticas religiosas, y jamás transigiendo con los pecados de la Iglesia en que me bautizara y confirmara. Y a la que sigo perteneciendo a pesar de sus tantas inconsecuencias, y sin haber nunca dejado de criticarlas y a sus prominentes “oficiantes” de turno, consagrados y/o laicos. Por eso estoy seguro que en otras épocas yo hubiese sido pasto de las llamas diabólicas de la Inquisición católica, porque jamás hubiera emulado a Galileo Galilei, en quien sigo respetando al gran científico, pero al que critico el oportunismo de su “eppur si muove!”, tan solo para salvar la propia vida. Por eso sigo admirando, entre tantos más, a un Sócrates o a un Tomás Moro…
He orado en templos católicos y cristianos, y siempre respetuosamente también en mezquitas, no las del apocalíptico ISIS degolladores hoy mismo de los “infieles”, y lo hice asimismo en sinagogas, andando por el mundo, después de haber explicado a los correspondientes rabinos o imanes de mi búsqueda sin fin del buen Dios en las religiones monoteístas y en las auténticas creencias o fe religiosas en el Ser Supremo.
De niño, en una época en que eso era sacrilegio, conocí a auténticos masones (hoy también existen y conozco a unos pocos), que lo eran por ser verdaderos seres humanos, y lamento que también la mayoría de ellos hayan extraviado sus orígenes revolucionarios y humanistas, y que todavía predominen los anticlericalistas fundamentalistas, al igual que ocurre en el catolicismo con su fundamentalismo que se niega al diálogo con los masones. ¡Quien me mantuvo en mi fe de nacimiento no fue un asesor espiritual católico, sino un Gran Maestro mundial de la masonería, un espíritu ecuménico y docto catedrático de una de las más prestigiosas universidades del mundo, en la que su cátedra tan excepcional estaba dedicada a “Religiones comparadas”! Me ayudó a continuar mi búsqueda de lo absoluto en los templos y fuera de ellos. Y lo hice, por ejemplo en los amaneceres de alta montaña, o en una playa o acantilado sobre “la mar océano”, en cualquier parte del planeta, o inundándome de puestas del sol atravesando un desierto o selvas latinoamericanas, ocasiones en las que muchas veces sentí la cercanía de Él, lo que casualmente volví a experimentar el domingo pasado en una misa de difuntos, en un sencillo, transparente y pequeño templo de los padres capuchinos en Asunción. El joven fraile oficiante resultó ser lo que antes se llamaba un “orador sagrado”, porque no estaba subido a pedestal alguno sino hermanándonos a todos los participantes, desde su humilde y subyugante espiritualidad. ¿Qué cómo puedo aseverar tal? No olvide que yo sigo teniendo la mala costumbre de ser periodista, tal vez porque no solo autoritarios y totalitarios me persiguieron: ¡sigo padeciendo la persecución de la prensa poder fáctico, a la que no le pido clemencia porque tampoco le brindo la mía!
Regresando a su mofa del ignoto sacerdote, agresiva y maleducada por demás, innecesariamente ofensiva, minutos después de haber propalado otra serie de banalidades de naturaleza diversa (lo que yo denomino “Rubinesco”), por algún motivo que no entendí (tal vez alguien de su entorno le haya dicho que exageró en su cruel burla de un ser humano sacerdote) de repente Ud. apostrofó insistiendo en que es un gran lector y que ha leído muchísimo sobre religiones… ¡Para alguien que se autoalaba, y nada menos que de ser devorador de libros, me resultó chocante tal soberbia, pues desde su puntual inicio de las seis de la mañana, cada día, esta vez confundía “eugenesia” como algo parecido a “transparencia”, aunque le reconozco que también clamaba que alguien le iluminara al respecto. Creo que eso ocurrió hacia las diez de la mañana, cuando una de sus colaboradoras recurrió a los diccionarios “on line”, que para eso están, y le puso al tanto de la expresión, pero solo de manera superficial, al no haber podido explicar que la eugenesia fue una de las bases ideológicas, pretendidamente científica, de la “raza superior” aria del totalitario nacionalsocialismo, el que llevara a un grado superior la práctica stalinista del exterminio de colectividades humanas (entre ellas las de los judíos de la entonces URSS, que hoy con rasgos mafiosos intenta reeditar Putin), al industrializar la muerte, lo que diera origen a uno de los más terribles genocidios de la historia de la humanidad, el “holocausto” de sus antepasados, Sr. Rubín, que no debe hacernos olvidar otros previos, como los del pueblo Kurdo, por el Imperio turco.
¿Se da cuenta cómo, su estilo de banalizar todo, pero sin el carisma del gran vacuo que es Marcelo Tinelli, se ha transformado en el medio ambiente de su radio? Con las excepciones de rigor, que las hay en ella, y que yo celebro, aunque siempre cuidándose los excepcionales de criticar al crítico-en-Jefe-de-todos-los-críticos que es Ud. ¡El tan humilde que del stroessnerismo original que practicara, cuando fue dejado de lado por el dictador, se transformó en uno más, y muy tardíamente, de los perseguidos por la dictadura, a partir de lo cual se autoinventó como el gran padre defensor en el Paraguay de las libertades de prensa y expresión, y el magnífico animador de la democracia, sin quien un 3 de Febrero no hubiese llegado a ser historia!
No lo censuro como normalmente soy censurado en Radio Ñandutí y casi todos los medios de prensa poder fáctico del país, desde hace décadas, salvo contadas y excepcionales excepciones. No pienso recurrir a un “amparo GalAvernista”, porque jamás en mi vida he censurado a nadie, y por ser fiel a tal tradición humanista he pagado y sigo pagando el elevadísimo precio de ser censurado por los dueños mediáticos (propietarios y “periodistas) de la verdad. ¡Incluso tenemos un diario UH que pregona… “¡leé la verdad!”. Es decir, “leenos a nosotros”, que no hablamos de los contrabandos de nuestro propietario, un tal AJV, que como otros magnates actuales, surgidos de “fraudulenta burguesía” del stroessnerismo, en las últimas décadas descubrieron el negocio politiquero invertir en el blindaje de la “prensa poder fáctico”, que no es prensa y sí lo último.
Lo que estoy haciendo desde el sitio público que administro en las redes (mientras ultimo los detalles finales que darán nacimiento a un periódico digital), un proyecto de varios amigos, es ejercer la libertad, derecho y garantía a la libre expresión de mi pensamiento, en este caso para discrepar con Ud., quien cuando quiera, incluso con sus “rubinadas”, tiene la más absoluta garantía para hacer uso de este espacio, y sin censura alguna. Pero, desde luego, recuerde que jamás olvido aquello tan sabio, según lo cual, “quien dice lo que no debe (porque miente, oprime, justifica la indignidad humana…) escucha lo que no quiere”.
JLSG
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