miércoles, 12 de diciembre de 2012

De las temerarias, mentirosas e injustas calificaciones de Santiago Cantón, ex Secretario Ejecutivo de la CIDH, acerca del inexistente “golpe de Estado” parlamentario en el Paraguay, se trae a colación la sabiduría popular, condensada en la frase según la cual quien dice lo que no debe escucha lo que no quiere



El actual director del Centro Robert F. Kennedy (EUA), Santiago Cantón, alto ex funcionario
de la OEA en su rama de Derechos Humanos, persiste en su ignorancia temeraria al calificar de “golpista” al actual presidente paraguayo Federico Franco (Fuente: elespectador.com, bajado de Google).


¿Qué tiene Santiago Cantón, en contra de mi país, el Paraguay? ¿Qué le hicimos los  paraguayos para continuar demostrando, acerca de nuestra realidad nacional, tan estólida y a la vez supina ignorancia, denostando de nuevo, y desde la tribuna mundial de “El País” de Madrid, como “quiebra democrática” el juicio político constitucional, legal y además legítimo, en fondo y forma, que a fines de junio pasado culminara con la destitución del “bolivariano” presidente Fernando Lugo?

Después de una vida fraudulenta, hedonista y sibarítica, de sacerdote y obispo apóstata, dizque “teólogo de la liberación”, y de abusador reiterado y comprobado de humildes jóvenes campesinas, madres de sus hijos no reconocidos (pocos lo fueron siendo ya presidente, en el marco del escándalo político que estalló a raíz de ello), el todavía monseñor Fernando Lugo Méndez, con un grupo de aventureros politiqueros locales, impresentables del más variopinto origen y pelaje, en un arco que unía a las preponderantes extremas derecha (saldos stroessneristas) e izquierda (estalinistas impenitentes, aunque no lo reconozcan), recurrió a su sotana y cruz de consagrado, con la colaboración de gran parte de jerarquía, clero y laicos católicos (¡después de la Paz de Westfalia, de 1648, que entre sus novedades consagrara la de la separación Iglesia-Estado!).

Lo hizo monseñor Lugo y sus “monaguillos” ávidos de poder, riquezas y placeres, para llegar al Palacio de López (2008) por medio de elecciones típicas de nuestra democracia de tan baja calidad, y desde ahí “construir poder”, a objeto de eternizarse en él (ver más detalles en el todavía no escrito “Manual del perfecto totalitario ‘bolivariano’, rama paraguaya”).

Si de ignorancia se trata lo suyo, simplemente de ello, es muy grave igual, porque sus inhumanos y maliciosos exabruptos antiparaguayos provienen de alguien que, como Ud., tiene una larga y meritoria trayectoria en defensa de la condición humana, en el sistema de la OEA, desde el ámbito de la tan trascendente Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde llegó a ser nada menos que su Secretario Ejecutivo, después de haber desempeñado otras importantes responsabilidades. Amén de que  ahora ocupa la dirección del Centro Robert F. Kennedy (1925-1968), de tan digna e ilustre memoria, y sacrificado impunemente a raíz de su ejemplar trayectoria de demócrata y humanista norteamericano, al igual que su hermano mayor, el presidente John F. Kennedy (1917-1963).

La extraña obsesión de Cantón
El juicio político que destituyera constitucionalmente a Lugo, que Ud. denomina equivocadamente (pienso así todavía) “quiebra democrática”, en realidad significó en la historia del Paraguay la primer experiencia de una solución institucional a la graves crisis de Estado, que viene de muy largo tiempo atrás. La más reciente manifestación fue el triunfo electoralista de Lugo, un “outsider” en la política, en abril de 2008, con la complicidad oportunista y estratégica del tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y de otras pequeñas organizaciones politiqueras de similar jaez, y de una dirigencia social y campesina en descomposición.

El conglomerado anti colorado liderado por los “lugo-bolivarianos”, también incluyó a la crema y nata de la “inteliguentsia” local, socios de los nada baratos y privilegiados “intelectuales orgánicos” del progresismo regional. Hasta bien avanzado el régimen (2010) tuvo incluso el apoyo del diario “abc color”, el de mayor circulación nacional, propiedad de su director el magnate Aldo Zucolillo, uno de los visible poderes fácticos no criminales locales.

Lugo, desde poco antes de convertirse en el presidente electo, fue asesorado directamente por el injerencista dictador Hugo Chávez en nuestros asuntos internos. Un gamberro al frente de tan rocambolesco elenco, no podía sino convertirse en el desgobierno, el del farsante e irresponsable ex obispo y peor presidente. Así condujo al país, de manera acelerada, hacia un estallido generalizado de violencia, estimulando la polarización política e ideológica, y la social también, exacerbando los conflictos acumulados históricamente.

Siguió en ello la estrategia de confrontación antagónica de clases que le era dictada por el régimen neopopulista y neototalitario (“light” este, según la autorizada palabra de Teodoro Petkoff, el ex comandante guerrillero venezolano, y disidente democrático desde hace tiempo en su país) del “bolivarianismo”, la expresión más agresiva del denominado “socialismo siglo XXI”. Y desde su plataforma de ingentes “ideales” petrolíferos, además de su subordinación ideológica a Fidel Castro (el totalisaurio del Caribe), y de sus relaciones tan estrechas con Irán, Libia (la de Gadafi) y la Siria del genocida de Damasco, le fue muy fácil sumar a los caviarnícolas (deglutidores de caviar y cavernícolas ideológicamente) de todas partes.

Chávez fue hábil en comprar, y no a precio de remate, a intelectuales marxistas-leninistas ortodoxos, ávidos de todo (excepto de riesgos) y por entonces en baja en el mercado de la industria ideológica “revolucionaria”, siempre tan tóxica. Entre ellos figuran representantes de alto coturno de la “gauche divine” sudamericana, como los argentinos Atilio Borón y Ernesto Laclau, y los brasileños Marco Antonio García, Samuel Pinheiro Guimaraes, Emir Sader, y tantos otros, que actuaban como correa de transmisión entre La Habana-Caracas-Brasilia-Buenos Aires y los neófitos en todo, incluso en ideas, los intelectuales paraguayos, mariscales y mariscalas de la derrota de Lugo, desde el Palacio de López.

La “Banda de los Cuatro” de Caracas-Brasilia
En un tal contexto, se gestó la más reciente agresión regional contra el Paraguay, dirigida y ejecutada por la ultraideologizada Unión de las Repúblicas Suramericanas (Unasur), manifestación también del obsesivo antinorteamericanismo del Itamaraty y la Brasilia “petistas” para debilitar a la “proimperialista” OEA (y de la que la actual crisis de la CIDH, la más grave de su corta y proficua historia, es un resultado).

La Unasur le fue servida a Chávez en bandeja de plata, por el entonces presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva (2003-2011, un régimen de auténtico “estado de corrupción”, como se está comprobando ahora y en el que el tan “exitoso” líder sindical y gobernante de izquierdas no puede sino tener al menos responsabilidad política), para que hiciese el trabajo sucio regional que Planalto todavía no se atrevía a realizar.

Su más grave consecuencia fue la desaparición del Mercosur (surgida con el Tratado de Asunción de 1991), ocurrida en la cumbre presidencial de Mendoza, de la que a fines de junio pasado fuera “suspendido” el Paraguay, supuestamente a raíz del “golpe parlamentario” y en abierta y descarada violación del Derecho Internacional, de la normativa “mercosuriana” y de la Constitución paraguaya (1992). Todo con la complicidad de democracias vergonzantes del área (Chile, Colombia y Perú).

Todo para que el Mercosur fuera asaltado por la Venezuela chavista, lo que se concretó finalizando julio último, en la cumbre de Brasilia, ocasión en la que la “Banda de los Cuatro” (Cristina Fernández, Dilma Rousseff, Hugo Chávez y José Mujica) enterrara al más esperanzador de los mecanismos integracionistas del área, que fuera el Mercosur. Tal proceso se realizó conculcando siempre los inalienables derechos del Paraguay, en los hechos “expulsado” de su seno por procedimientos de fuerza típicamente totalitarios.

El resultado de ese auténtico “parto de los montes”, fue el engendro del Merc-Unasur “bolivariano”, que nació de un golpe de Estado sudamericano en contra del siempre precario ordenamiento jurídico internacional, continental y regional. El primer paso se dio en la cita de presidentes del Mercosur más Chávez y otros, en diciembre de 2011 (Montevideo), cuando fue aprobado, violando las leyes internacionales y a la Carta Magna paraguaya, el protocolo intervencionista y antiparaguayo conocido como “Ushuaia II”.

Este fue ideado entre Brasilia y Caracas para quebrar la tenaz oposición del Paraguay a la incorporación, como miembro pleno del Mercosur, de la Venezuela “socialista siglo XXI”. El Paraguay no hacía sino ejercer correctamente sus derechos contemplados en el Tratado de Asunción y demás normas del esquema de integración subregional.

Además, la política económica chavista, y su pésimo récord en materia de derechos humanos, y de las exigencias de lo que debe ser un Estado de derecho democrático (por ejemplo, ver al respecto el meduloso Informe 2012 sobre Venezuela, de “Human Rights Watch”), estatutariamente impedían e impiden que el régimen “bolivariano” pueda ser considerado apto para incorporarse al organismo subregional derivado del Tratado de Asunción.

Hablando siempre acerca del intervencionismo neoimperialista subregional, en perjuicio de la soberanía y la independencia de la República del Paraguay, basta mencionar otro ejemplo. El de la más descarada injerencia en nuestros asuntos internos, en la historia contemporánea del Paraguay, por parte del canciller chavista Nicolás Maduro, el virtual presidente de hecho de Venezuela en estos momentos.

El prepotente “diplomático” incluso intentó orquestar, fracasando en el intento, un golpe militar local con las Fuerzas Armadas paraguayas, para impedir que se llevara a cabo la destitución de Lugo, aprobado a resultas del juicio político incoado en contra suya por el Congreso. Maduro tuvo en su séquito, también, en calidad de comparsas, a los cancilleres y gobiernos de Bogotá, Lima y Santiago, todos ellos sometidos a los delirios mesiánicos de Chávez y a los de los “petistas” que gobiernan Itamaraty y Planalto.

El oportunismo español de Cádiz 2012
El chantaje y las presiones antiparaguayas de los “socialistas siglo XXI” y sus cómplices “democráticos”, también tuvieron repercusión en España. Los “bolivarianos”, lamentablemente, lograron imponer a La Moncloa, e incluso enlodaron en el entuerto, el que todavía no ha encontrao a su desfacedor, nada menos que al rey Juan Carlos, el jefe de Estado de la monarquía parlamentaria española.

Los chavistas condicionaron su asistencia a la celebración del bicentenario de la Pepa, la Constitución liberal del Imperio español jurada en Cádiz (1812), que se realizó en paralelo a la XXII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de gobierno. La toxicidad neototalitaria que impera en Sudamérica ensució así la efeméride tan importante para ambos lados del Atlántico luso-hispano-parlantes, y además comprometió seriamente la posibilidad de futuro de la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Amén que, al final, Chávez y su patota de presidentes politiqueros no asistieron, y después del previsible fracaso de Cádiz, contradiciéndose a sí misma, Madrid reconoció la legitimidad y legalidad constitucionales del gobierno del presidente Federico Franco, surgido de la destitución de Lugo.

En este caso, y en un matrimonio “contra natura”, el oficialismo español de derechas, ávido de “enlaces” politiqueros con los socialistoides del PSOE, de manera prepotente e ideologizada sacrificaron la presencia del Paraguay en Cádiz para congraciarse de manera oportunista con los momentáneos desgobernantes de la región, y sobre todo para captar las inversiones y el comercio (¿?) con la “sexta potencia económica mundial”, el Brasil, país al que equivocadamente los “sabios” de Madrid consideran una economía en la cual asentar bien una baza extra continental, importante a jugar en los intentos de atenuar los efectos tan graves de la crisis de España, en una Europa  huérfana de alta política y de estadistas.

En este juego perverso de la peor “realpolitik”, la condenada al fracaso de antemano, también hizo un trabajo deplorable “El País” de Madrid, y nada menos que con su Consejero Delegado a la cabeza, Juan Luis Cebrián. Este intelectual y periódico, a cambio del no obtenido plato de lentejas podridas del “bolivarianismo” regional en desbandada, olvidaron “El libro de estilo de El País”, en la cobertura de Cádiz 2012 y su culebrón antiparaguayo, como muy pronto habrá de enterarse el “Defensor del Lector” del periódico, por una denuncia de quien ahora se dirige tan críticamente a Ud.

Un “error” inexcusable
Este artículo suyo, señor Cantón, no solo es criticable por lo que al Paraguay respecta. Además de su pésimo estilo periodístico es también defectuoso no solo por las verdades a medias que expresa, sino por tantos silenciosos ominosos que, creo, constituyen una afrenta no solo para el Paraguay, sino también para los lectores de “El País” y para el Centro RFK que lo tiene ahora de director.

Sobre el caso paraguayo, siendo Ud. todavía Secretario Ejecutivo renunciante de la CIDH, en una manifestación de soberbia y extrema imprudencia, antes de haber investigado de oficio lo ocurrido en el Paraguay con el juicio político y sus derivaciones, se atrevió a preopinar condenando el inexistente golpe parlamentario en mi país.

Después de haberse comportado con tanta temeridad, ¿no leyó Ud. el Informe Final de la misión a Asunción encabezada por el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, que desmiente punto por punto todas sus aberrantes calificaciones acerca de la realidad política paraguaya?

A raíz de tales excesos suyos, como le informara en su momento por correo electrónico, a fines de junio pasado me vi obligado a suspender la presentación de una denuncia mía por denegación reiterada y sistemática de justicia, en contra del “Poder Judicial” paraguayo (y en especial de su “Corte Suprema” y nada menos que de su “Sala Constitucional”), de muy buenas migas con el desgobierno “lugo-bolivariano”, hasta su caída.

Aunque esto me puede costar muy caro en el ámbito de ese pode fáctico que impera en la denominada justicia paraguaya, momentáneamente me privé de solicitar la protección de la CIDH: es que no puedo estar litigando en contra del Paraguay, en el seno de la única institución interamericana capaz de escuchar mis reclamos en cuanto a derechos fundamentales se refiere, si la mencionada comisión se pliega a la inhumana y pro totalitaria alianza antiparaguaya, gestada visiblemente desde La Habana, Caracas y Brasilia, en ese orden. Cualquier cosa que pudiera ocurrirme, en términos de persecuciones de cualquier índole, a raíz de esta situación, también le hago públicamente responsable a Ud.

Señor Cantón: por ética, y hasta que se pueda demostrar lo contrario, estoy obligado a presumir que Ud. se ha equivocado de cabo a rabo en cuanto al juicio sumarísimo seguido de condena basada en prejuicios, que realizó (una verdadera sentencia arbitraria) acerca de la crisis de Estado, la que estallara en parte, y abiertamente, en junio pasado.

Conociendo su límpida trayectoria en la CIDH, la que no debe estar exenta de errores humanos, desde luego, todavía me niego a creer que Ud. sea otro de los miembros de las elites latinoamericanas convertidos en mercenarios por la dictadura de Chávez, a cambio del respectivo peso en oro de la persona en cuestión. Es por eso que le invito a investigar en serio la cuestión paraguaya, para lo cual me pongo, en la medida de mis posibilidades, a su disposición. Lo mismo pienso del señor Cebrián y de los periodistas de “El País”.


JLSG
Asunción, a martes 11 de diciembre de 2012
Código del artículo: CEH8

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2 comentarios:

enviar esta carta a este señor, que se las sabe todas, con copia a CNN.

Gracias por la sugerencia. El texto ya lo recibió Cantón y también "El País". ¿Podría Ud. remitirme la dirección del correo electrónico de CNN? Hasta ahora no logré el conducto adecuado.
Desde ya, muy agradecido.
Atentamente.