domingo, 2 de diciembre de 2012

Acerca de madrugadas extrañas de provechosas lecturas en voz alta de mi padre, de un hallazgo reciente de sus notas y citas, gracias a una mudanza, y del pago parcial de la promesa de pizcas de humor a sufridos visitantes de este “blog”


Escribe José Luis Simón G.
Que esta imagen que ilustra un chiste (ver más abajo), sobre una dama mayor y

su defensa inteligente y aguerrida de los propios derechos, sirva de homenaje a las
gentes de las tercera y cuarta edad, muchas de las cuales, olvidadas de quienes deberían
ser sus seres queridos, perdieron la memoria hasta de una sonrisa (Fuente: imagen
bajada de Google, sin identificación del ©).


Mi padre, en la terrena existencia de poeta de su propia vida, y mis mayores, con quienes continúo dialogando después de haberse remontado hasta más allá del horizonte, me enseñaron tantas cosas que jamás terminaré de agradecerles. A diario descubro el inmenso legado que de ellos recibiera –una verdadera e inmensa riqueza de supremos bienes intangibles–, auténtica herencia de sentimientos, valores, creencias, conocimientos, compromisos… Tanto que, sin incurrir en la menor sensiblería, lo de valioso humanamente que existe en mi propia vida no me pertenece: ¡son las voces y silencios y la sabiduría de ellos, la humanidad vivida cotidianamente, el afecto que prodigaban por doquier, la coherencia de la que jamás se jactaron, cada uno y todos sin excepción, entre el pensar, creer y sentir, y el decirlo y expresarlo, “vis-à-vis”, en la irrefutable prueba diaria de la conducta!

¿Qué más puedo decir? Acaso aquello que, parafraseado, sale de lo manido para expresar con sonora creatividad propia: “¡vida, cuánto les debo, pues lo que de mejor hay en mí, son ellos!”.

De madrugadas, lecturas e irrupciones
Mi padre era muy de quedarse leyendo hasta la madrugada, y, emocionado con una frase de Gondra (de sus escasísimos escritos) o de Churchill, acaso sensibilizado por un poema en verso o prosa, de Campos Cervera, Vallejo, Guanes, Borges, o muy estimulado por un pensamiento de Montesquieu, Einstein, Aron o Unamuno, cuando no se trataba de las oraciones teológicas y científicas de Teilhard de Chardin, y en tantas ocasiones por la narrativa, vida hecha literatura, de Balzac, France, Sabato, Faulkner, Goethe, Casaccia, Dickens, Cervantes Tolstoi, Berlin, Papini, …y un interminable etcétera, raudo irrumpía en nuestro dormitorio para leernos a mi hermano y a mí, que plácidamente dormíamos, los pensamientos de su devoradora vigilia de las letras, que les habían impactado y que no podía guardarlas egoístamente para sí…

“¡Pero papá!, ¿sabés que hora es?”, era al unísono y en sueño transformado en duermevela, de manera imtempestiva, nuestra invariable respuesta-exclamación, que para nada le arredraba.

Él estaba convencido de que su patria potestad le autorizaba a esa informal aula de pasada la medianoche (¡por suerte!, el tiempo transcurrido desde entonces mucho me enseñó a agradecérselo), y, en consecuencia, no paraba hasta haber cumplido con sus profanos maitines. ¡Padre, cuánto extraño esas tus “horas extra” de paternidad!

Para perfeccionar su pedagogía casera (¡sin ningún curso de posgrado en didáctica superior!), antes de la incontenible irrupción en nuestro mundo de sueños, ideó la estratagema de pasar a máquina (una Smith & Corona, de los años de la década de los cuarenta, “siglo XX, cambalache”), haciendo varias copias con papel carbónico de su cosecha privada de citas y reflexiones seleccionadas, las que en la mañana, antes de vestirnos para ir al colegio, encontrábamos con alfileres de gancho adheridas al saco de nuestro uniforme…

Allí la cuestión fue ya con madre, lectora inveterada también, aunque de piadosa compasión nocturna: “¡Pero Enrique, esta es tu casa y no tu oficina. A la 4 de la mañana no podés teclear tu máquina de escribir mientras todos intentamos dormir!”. Él, sin embargo, impertérrito, seguía en lo suyo, destino manifiesto de maestro-padre, acaso, y haciendo caso omiso de tales advertencias de su esposa, nuestra madre. Hay madrugadas repentinas en las que todavía me parece escucharla: ¡“Pero Enrique…”!

El valor del humor para los grandes
Acaso ya vislumbraba que encontraría parte de esa herencia invaluable, décadas después, uno de sus entonces todavía no manumitidos vástagos, quien esto escribe y acaba de regresar al hogar familiar. El hallazgo se realizó antes de la mudanza, en los preparativos de ella, en una muy antigua carpeta, en la que JLSG encontraría una colección de las citas escogidas de su padre (…nuestro, y que estás en los cielos, por misericordia divina y mérito propio), y manuscritos suyos, de décadas atrás…

Esta vez, una de las centenares de viejas carpetas polvorientas, extraídas al azar de esos arrumados archivadores, hoy piezas para arqueólogos de la vida urbana contemporánea, al ser explorada, exhibe ricos pensamientos de grandes seres humanos, dedicados al humor, todos. “Van a servir en alguna ocasión”, pienso fugaz, meses atrás, tenaz hurgador de viejos papeles, por mínimos que sean.

Este es el momento, acaba de llegar: servirá al hijo pródigo, la recopilación copiada pacientemente, en amaneceres del insomne lector, en su vieja máquina de escribir casera, para presentar un par de materiales jocosos, prometidos a algunos estoicos lectores que todavía le quedan, pues pretende compartir con ellos un momento de distensión, como lo viene haciendo últimamente, porque el humor no se contrapone con la lucha por la condición humana planetaria y en el Paraguay. Todo lo contrario: el humor la humaniza desde las risas o carcajadas que pretende lograr en quienes lean tales muestras del ingenio humano.

Compartamos el tesoro de muy ingeniosos decires acerca del humor:  “Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada, lo es de estúpidos” (Erasmo de Rotterdam); “La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son” (Winston Churchill); “No hay día más perdido que aquel en que no hemos reído” (Charles Chaplin); “El humor y la sabiduría son las grandes esperanzas de nuestra cultura” (Konrad Z. Lorenz); “La sonrisa cuesta menos  que la electricidad y da más luz” (Proverbio escocés), y de nuevo un tan largo etcétera. Amigas, amigos: ¡sabiduría de tan plurales gentes!

Un aporte de mi amigo Gustavo Bécker
Pero pasemos a la acción, después de tanto preámbulo. De la bóveda de mis tesoros humorísticos extraigo uno de tantos chistes que valen cada letra en oro. Se titula “Precio justo”, y se lo debo a la generosidad del buen amigo Gustavo Bécker (abogado, investigador social y profesor universitario), quien hace poco me lo envió, autorizándome a compartirlo con Uds., incluso a mencionarlo a él, el proveedor. A manera de moraleja, Gustavo le puso lo siguiente: “¡No se metan con la tercera edad!”. Disfrútenlo:

“Una simpática dama de la tercera edad decidió regalarse por su cumpleaños el gusto de pasar la noche en uno de los hoteles más caros de la ciudad. Cuando a la mañana siguiente se acercó a la recepción, para pagar y marcharse, el empleado le informó con sequedad que debía abonar 350 dólares por una habitación de apenas una noche.

Ella, entonces, exigió saber por qué el monto era tan elevada. La dama argumentó a su favor: “Es un buen hotel pero las habitaciones sin duda no valen  350 dólares por pasar una noche y sin desayuno”. El empleado, con aires de patibulario juez de sentencia de un tribunal de sangre le respondió que US$ 350 era la “tarifa estándar”.

No satisfecha con la explicación, la porfiada dama le dijo entonces al empleado de la recepción que quería hablar con el gerente. Apareció este casi enseguida de llamado, y ya advertido de qué se trataba, se justificó ante la airada dama: “El hotel tiene una piscina de tamaño olímpico y un gran centro de conferencias, que están disponibles para su uso”. “Pero yo no los usé”, respondió ella con vivacidad.

“Bueno, tales servicios están aquí, y usted pudo usarlos”, arguyó el gerente, creyendo que allí terminaba el diferendo. Además, pasó a explicar el gerente que ella también pudo haber visto uno de los espectáculos internacionales del hotel, por los cuales este también era famoso. “Los mejores artistas internacionales se presentan aquí”, agregó irónicamente el gerente.

La dama se limitó a responder con lo creía era una férrea respuesta lógica: “Pero yo no fui a ninguno de esos espectáculos”, espetó. “Bueno, nosotros los tenemos, y usted los pudo ver”, insistió el gerente, empezando ya a molestarse.

Sin importarle lo que había escuchado, ella repitió varias veces y con cierto atisbo del inicio de un estallido de iracundia, que empezaba ya a desbordarla: “¡Pero yo no disfruté de ninguna de las presentaciones!”. 

El gerente ni se inmutó, por lo que la señora decidió pagar con un cheque y se lo entregó. El gerente se sorprendió cuando vio el monto del cheque, que fue un solo momento con el reclamo por tan baja suma: “Pero señora, este cheque es tan solo por 50 dólares…”, exclamó, conteniendo a duras penas su molestia.

“Eso es correcto, le respondió la señora sin titubear”, y agregó con aire triunfal: “¡Yo le he descontado US$ 300 por dormir conmigo!”. Y sorprendido al par que alarmado, el gerente solo atinó a exclamar: “¡Pero yo no lo hice. No dormí con Ud!”.

“Bueno, mala suerte, yo estaba aquí, y usted podría haberlo hecho”, le dijo la respetable dama mayor, con impecable lógica. Acto seguido, recogió sus cosas y se marchó con la tranquilidad de haber hecho lo que debía, y felicitándose a sí misma por haberse dado un gusto largamente postergado. Y porque había impedido que le cobrasen de más”. ¡Los agradecimientos para el doctor Gustavo Bécker!

El doctor Ginés y sus lecciones de hebreo
Y para concluir al menos a medias, con la promesa del espacio de humor de fin de semana, también incluyo un brevísimo y simpatiquísimo vídeo. Se lo debemos todos a otro amigo de este “blog”, el doctor Andrés Gines, antiguo condiscípulo en el Colegio Salesianito, quien no practica el egoísmo de reírse solo y tampoco el crimen de escanciar parte de su bien provista cuan seleccionada bodega, sin antes pasarme en clave la contraseña para ingresar a su templo de Baco, a compartir con otros cultos catadores, las fragancias, tonalidades y sabores de caldos que todavía nos sigue regalando la tierra, a la que los “humanos” nos esforzamos a diario por convertir en otro Marte de nuestro sistema solar.

Los diálogos están en hebreo moderno, sin traducción al español, pero verán que todos sabemos hablar muy bien ese idioma, pues de inmediato nos sumamos a las carcajadas interminables de quienes antes se han reído con el “gag”, entendiendo o no ese idioma. Ver más abajo el corto vídeo que se anexa.

¡Ustedes merecen esto y mucho más, que el ingenio humano ha creado y este “blog”, con sus tenaces y amistosos colaboradores, les irá proveyendo, siempre con amistad!


JLSG
Asunción, a domingo 2 de diciembre de 2012


Código del artículo: HJQ6


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