martes, 5 de noviembre de 2013

Fallo de la corte-sanía juridicista en Argentina se somete al proyecto de CFK de terminar con lo que resta en el país de las garantías del libre pensamiento y su expresión, y que también incluye eliminar el sistema interamericano de derechos humanos, lo mejor de la OEA, en tanto el Grupo Clarín, expresión del poder fáctico de la prensa multimedia, prueba su propia medicina: inconstitucionalmente es reprimido por el poder neo totalitario de inspiración castro-chavista, que todavía impera en la Casa Rosada, mientras el kirchnerismo y el “socialismo siglo XXI” se encuentran avanzando cada uno en el camino de la propia crisis terminal

Escribe José Luis Simón G.

Imponente sede del “Poder Judicial” de la República Argentina en BuenosAires. Con las excepciones que no hacen sino confirmar la regla, es también como en el Paraguay la sede de un poder fáctico del aparato de Estado. Cuando los jueces no dicen la Justicia, y se quedan apenas en las leyes y el derecho, se convierten en cómplices de la injusticia institucionalizada.



El fallo claudicatorio ante el poder politiquero fáctico de la Casa Rosada, servido en la bandeja del oropel de la obsecuencia medrosa, por Cortesanos Supremos del máximo tribunal argentino de siete miembros, el martes 29 de octubre, en la parte sustancial o de fondo, divididos apenas por mayoría de un voto (cuatro magistrados contra tres), constituye un triunfo pírrico para la bipolar CFK, ahora deprimida narcisistamente por el fracaso que sabía inevitable (en la renovación parcial del Congreso, en las últimas “elecciones)” del agonizante kirchnerismo (mezcla histórica abyecta de neo peronismo, su sustancia, con el neo totalitarismo castro-chavista de opresión mediático-carismática, tan sanguinario y depredador como los originales comunistas y nacionalsocialistas), y a la vez se presenta como una amenaza para el futuro de quienes en América Latina y el Caribe aspiramos al único pacto jurídico-político y social, civilizado y viable históricamente, para regir la convivencia institucional y pacífica en sociedades complejas, plenas de contradicciones y carencias, sin duda alguna, pero antagonizadas en extremo y artificialmente por los gerifaltes e ideólogos de la lucha de clases, estimulada por la ensoberbecida plutocracia estatalista y seudo revolucionaria, los caviar-nícolas del “socialismo siglo XXI”.

El fallo “jurisdiccional” legaliza y legitima, a un elevado costo en Argentina y el exterior, a la neo totalitaria ley kirchnerista y castro-chavista de medios audiovisuales (2009), que supuestamente pretende acabar con monopolios y oligopolios, de en extremo influyentes conglomerados mediáticos, los más importantes de los cuales constituyen, por ahora, todavía, la única  “oposición” en otro país del área en el que la politiquería partidocrática también dejó al sistema político sin la alternativa de verdaderas fuerzas democráticas y opositoras, partidarias como debe ser, pues sin política, y ello requiere de verdaderos partidos, no hay civismo republicano.

Lógicamente, el fallo cortesano no podía ser tan evidente en su abyección. Por ello, en un burdo intento de juego “salomónico” de cintura o de muñeca, vaya uno a saber, la deplorable sumisión al Ejecutivo nacional, presidida por el doctor Ricardo Luis Lorenzetti, el “lord” mayor de la obsecuencia de tan desvaída jurisdiccionalidad, retóricamente concedió también en su sentencia, lo que puede calificarse como un guiño de tuerto, es decir, igual a nada, al “advertir” al régimen con la inocua metáfora de que “deben existir políticas transparentes en los subsidios y la publicidad oficial” puesto “que los medios públicos no deben ser meros instrumentos de apoyo a una política de gobierno o una vía para eliminar voces disidentes”. En su versión digital el matutino “La Nación”, que nunca coqueteó con el kirchnerismo, desde su arribo a la Casa Rosada en 2003, puso en excesivo resalto esta parte anecdótica del fallo, que más parece una “profecía de autocumplimiento” (Weber), de parte del periódico de los Mitre, el más antiguo de la Argentina desde la desaparición de “La Prensa”, y uno de los primeros de la era republicana en la región. “La Nación” completaba su análisis de la preocupante coyuntura destacando también que este “triunfo” fue celebrado en la Plaza (que algunas veces, en su historia, fuera) del Congreso de la Nación: es que carente de ciudadanía pululaban las masas de profesionales de las anarquía y violencia callejeras, las de los asalariados por el oficialismo, que expropiara, entre otros, para tales fines, lo que alguna vez fue el Tesoro Público argentino, apenas 48 hs. después del severo revés padecido en las urnas electorales por CFK, el domingo 27 de octubre, que le impide continuar soñando obsesivamente con su reelección, lo que de haberse posibilitado habría sido una maldición más para la República Argentina.

Esta ni siquiera se encuentra en terapia intensiva y sí a diario puesta en pruebas inenarrables de corrosión y abatimiento, desde hace ya largo tiempo, por la debilidad de muy endebles instituciones republicanas, la anemia de su civismo, la ausencia de liderazgos de auténticos servidores públicos democráticos y la cultura del oportunismo masivo, una nueva versión del “carpe diem” de los romanos, la de las masas de los desposeídos profesionales, que se contentan con las migajas que, despreciadas en las suntuosas mesas de los “revolucionarios”, caen al suelo, para que el detrito de los militantes a sueldo de las miserabilidades humanas se lo disputen a roedores y competidores, entre estos los ortópteros nocturnos, las también repugnantes cucarachas, pero que, como las ratas, al menos cumplen una función en la riqueza en extinción de la biodiversidad, contaminándola y hoy también en peligroso desequilibrio, por obra de cuanto cultor de becerros de oro, materiales o político-ideológicos existen, y de variados fundamentalismos y terrorismos, religiosos y del crimen organizado y transnacionalizado.

LEY OPRESIVA Y LÍMITES INJUSTOS A PRENSA “PODER FÁCTICO”
Sin olvidar que en sus casi 70 años de vida “Clarín” jamás fue un modelo de prensa imparcial e independiente, como es la costumbre predominante incluso en denominado cuarto poder mundial, no se puede desconocer que el “remedio” del régimen de CFK para el flagelo de la prensa poder fáctico es peor que la enfermedad. Tiene razón “Clarín”, cuando en su declaración oficial, a raíz del fallo, tan cuestionable en lo jurídico como cívicamente cobarde, denuncia cuanto sigue:

“La prueba más concreta de la verdadera intención del Gobierno con esta ley, ha sido la enorme colonización oficial de medios producida desde su sanción […]. Hoy más del 80% de los medios audiovisuales responden directa o indirectamente al oficialismo. La ley busca medios que no sean autosustentables sino que dependan de la publicidad oficial o de negocios vinculados con el Estado. De allí que desde 2009 se haya producido el cambio de manos de numerosos medios y el sojuzgamiento de tantos otros con recursos públicos. El Grupo Clarín lamenta el contenido de un fallo que no considera el valor de la independencia periodística como presupuesto para la libertad de expresión. Y de ese modo, condiciona seriamente la posibilidad real de ejercer la crítica al poder político, supuesto indispensable de la democracia […]”.


En el largo párrafo y otros, y sin justificar el adefesio de la normativa hoy “constitucionalizada”, se lee con transparencia el verdadero ego oligopólico del Grupo Clarín, pues el escriba de turno, más que criticar la política neo totalitaria de medios del kirchnerismo (que también incluye el recurso preferencial a sistemáticas persecuciones, amenazas, agresiones, y a la guerra sicológica y mediática declarada y ejecutada en perjuicio de  periodistas e intelectuales críticos) opta casi por identificar la sostenibilidad económica de las libertades de pensamiento y de su expresión con el modelo del conglomerado oligopólico, como si esta fuese la única alternativa, siendo en realidad la parte visible de la justificación, conque el oficialismo argentino pretende ocultar su verdadera vocación neo totalitaria, en este caso en particular.

El manifiesto de “Clarín”, dada la historia del medio, no es contundente en su argumentación de las fundamentales garantías y derechos democráticos que son las libertades de pensamiento y de su expresión: “[…] Al silenciar, sin justificación técnica ni competitiva alguna, medios que hoy ejercen periodismo crítico, configuran una clara afectación a la libertad de expresión […]. El Grupo Clarín lamenta el contenido de un fallo que no considera el valor de la independencia periodística […]”. En su endeble fundamentación hasta el “bussinnes” es más importante que los valores fundamentales de una sociedad abierta: “[…] Tanto la ley como el fallo, al desconocer licencias (de emisoras de radio y televisión y operadores de televisión de pago) vigentes con varios años por delante, violentan abiertamente los derechos adquiridos, como también lo reconocieron tres miembros de la Corte […]”. ¡Deplorable defensa instrumental de quienes convirtieran, a las insustituibles empresas periodísticas de competencia libre, en meros instrumentos de acumulación de riquezas, tanto con sus silencios cómplices como con sus denuncias y críticas!

Sin duda son preocupantes para los legítimos propietarios del Grupo Clarín los daños colaterales económicos, derivados del fallo, al punto de haberse registrado de inmediato la brusca caída registrada de las acciones de la empresa en las bolsas de Londres, Buenos Aires y otras capitales del mundo financiero internacional. Se trata de otro dudoso obsequio de la patotita kirchnerista cortesana, la del novísimo “jurista K”, Lorenzetti, docto apenas reconocido pero apenas en leyes, y temeroso hasta los tuétanos en el decir la Justicia, corriendo los riesgos que fueren, que esa es la verdadera ética del verdadero magistrado judicial, que para ello está investido de poderes jurisdiccionales.


LA “INTERNA” ENTRE LAS EMPRESAS PERIODÍSTICAS
“[…] ‘Clarín debe desinvertir ya’ ”, tituló casi como festejando el diario ‘Ámbito Financiero’, que fue fundado por un fallecido periodista, Julio Ramos, (el) que en los 80 y 90 se opuso casi en solitario a ‘Clarín’ por lo que él consideraba el presunto monopolio que el grupo ejercía sobre la fabricación y distribución del papel para la prensa. ‘Julio Ramos, el incansable luchador contra los monopolios de prensa’, destacó ‘Ámbito Financiero’, cuyo fundador defendía al neoliberalismo, pero que ahora es un diario acusado de mantener sus posiciones a veces condescendientes con el kirchnerismo […]”: el párrafo entrecomillado lo escribió Alejandro Rebossio, uno de los corresponales de “El País” matritense en Buenos Aires, una fuente principal de informaciones recogidas para este breve análisis de la actual coyuntura argentina, por ejemplo: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/10/30/actualidad/1383100940_978130.html.

La toma de posición de “Ámbito Financiero” es lamentable, pues está teñida del rencor de la desleal competencia que había padecido de parte del Grupo Clarín en cuanto a la vital provisión del papel, lo que padeciera también el importante periódico “Perfil”, entre muchos más, y olvida que cuando la llama sagrada de las libertades-garantías-derecho de pensamiento libre y prensa corren peligro, y nada menos que en la máxima sede judicial de una República devenida en republiqueta, el siguiente objetivo a destruir por los totalitarios de todos los tiempos es la democracia del Estado de derecho,

¡El mal cívico de la República Argentina es tan grave que, hasta la crítica a los negocios monopólicos de una de las épocas del poder absoluto de “Clarín”, se argumenta desde la mera racionalidad de la ganancia como fin en sí mismo, cuando que el lucro legítimamente obtenido, no es más que el instrumento financiero y la condición material para asegurar la imparcialidad, independencia, pluralidad y profesionalismo del medio en cuestión, que trabaja con una materia prima sin propietario, los hechos y procesos de la realidad, a objeto de convertirlos en noticias, comentarios, análisis y propuestas que contribuyan a la olvidada formación del criterio ciudadano, en ejercicio de las libertades y valores fundamentales de pensamiento y de su expresión!

Esto todo es muy significativo pues, en su peor expresión, evidencia que el empresariado argentino, en gran parte corporatista, es decir, surgido de la “patria contratista”, desarrollada a lo largo de más del último medio siglo, la de los contratos ventajosos y leoninos con el Estado, el que generalmente termina socializando las deudas y quiebras de las “empresas privadas”, protegidas politiqueramente, en las últimas décadas se volcó al poder fáctico mediático, sin más propósito que el de medrar a como diera lugar con la importante fuerza negociable de mercado, de los medios, al convertirse en instrumentos de propaganda, desinformación o en verdaderas armas de las políticas de poder, cada vez de mayor importancia en la política vaciada del civismo del bien público, a raíz de su deterioro tan preocupante, y como resultas de la politiquería partidocrática y corporatista.

Un ejemplo de ello es Francisco de Narváez, el “empresario” primero menemista, después kirchnerista, y ahora diputado peronista opositor al “cristinismo” y a su instrumento de ablandamiento primero, el grupo áulico familiar de la “Cámpora”, integrado por aprendices de las SS del castro-chavismo ideológicamente dominante, todavía, en la Argentina de hoy y en importantes países del área. De Narváez es propietario de “El Diario Comercial”, un medio de prensa no al servicio de la comunicación sino de los intereses de su dueño, para el cual favorece a CFK y los suyos la crisis desatada por la ley kirchnerista de medios audiovisuales, y estallada con el fallo favorable para la normativa inconstitucional por Lorenzetti y su cáfila de integrantes del serrallo del poder. Para De Narváez, aun así, todo se reduce a que Clarín y los demás grupos de medios afectados por la ley neo totalitaria reclamen la correspondiente indemnización al dar cumplimiento a la ley. ¡Como si se tratara apenas de una cuestión de montos dinerarios!

¿LIBERTADES, DDHH, JUSTICIA Y GOBERNANZA DEMOCRÁTICAS?
El pacto del que se habla en el párrafo inicial de este ensayo, es el del Estado de derecho democrático, Edd (Stuart Mill y Bobbio), propio de la sociedad abierta (Popper), y entre sus “conditio sine qua non” tiene el de la vigencia real y perfectible de las instituciones y valores, por ejemplo la Justicia (no apenas del derecho, de la ley, en fin del reduccionismo positivista que prioriza a la norma jurídica como valor sustancial, abstracto y sometido al poder del oprobio, el disfrazado de legal y legítimo) y las libertades de pensamiento y de su expresión, normativamente aseguradas por ese avance portentoso de la segunda mitad del siglo pasado que es el Derecho internacional de los DDHH, el cual tiene un pilar sustantivo en los derechos “a” y “de” la información, sutil diferencia normativa esta, en la que muy pocos especialistas reparan, pero de gran importancia cuando se trata del ejercicio de la ciudadanía, y de las libertades de pensamiento y de prensa, y de la comunicación sin vallas, organizadas tales actividades primordiales (hoy, en la época de la telemática) como empresas multimedia, que no deben aspirar a los juegos perversos del poder politiquero, y sí mantenerse fieles a sus orígenes de contrapoder, uno de los inmensos aportes de la filosofía política de la ilustración.

Esta, para Kant, significa el salto de la minoridad del ser humano a su mayoría de edad, la del criterio público ciudadano, con base en el libre albedrío responsablemente utilizado, que se emplea en las etapas de los debates plurales y argumentados sabiamente (la ciencia es insuficiente para ello), de los que deben participar todos los grupos y sectores de la sociedad de que se trate, incluyendo a los menos favorecidos, pero entre los que aceptan las reglas de juego del apenas “menos malo” de los procedimientos para elegir responsablemente a mandatarios temporales de los poderes del Estado (Churchill), entre ellos a quienes deben elaborar y hacer cumplir jurisdiccionalmente las leyes, con sus deberes y derechos, y a los responsables de ejecutar las buenas políticas públicas, la “virtud” de la gobernanza, y que tiene el enorme valor (generalmente olvidado) de ser promotora pacífica, institucional e incremental de cambios de época históricos, sin profusión de sangre, violencia y destrucción (Popper, una vez más).

Lo contrario son las catástrofes de las ingenierías históricas, generadas por las ideologías de la violencia sistémica (las de la lucha de clases y de la raza superior), hoy ya obsoletas ante la aparición de los terrorismos fundamentalistas y del crimen organizado y transnacionalizado, no pocas veces aliados, en todo y en partes, y que en muchos casos todavía se disfrazan con los harapos y lo obsoleto histórico de las ideologías “revolucionarias”, las totalitarias comunistas y nacionalsocialistas, en cualquiera de sus variantes y de sus recurrentes emergencias, propiciadas por las crisis de Estado, que no hacen sino expresar la más profunda, la de la sociedad antagónicamente enfrentada en sí misma.

La incremental perfectibilidad del Edd, que siempre se construye paso a paso (con “la pregunta fácil y la respuesta difícil”, y mucho más, nos recuerda Bobbio), ladrillo a ladrillo, con “sangre, sudor y lágrimas” (de nuevo Churchill), como alternativa real a modelos históricos opresivos, económica y políticamente, que son el resultado de tantos genocidas intentos totalitarios de realizar el disciplinamiento de la historia a su ingeniería ideológica, con el resultado de centenares de millones de muertos en la contabilidad sanguinaria de la “banalidad del mal” (Arendt), que no son mera estadística, aquellos, ni tan solo retórica efectista esta, conceptualización exacta de uno de los males de la humanidad, que como tal hizo su aparición recién en el siglo XX.

En el caso del Paraguay, la crisis de la Justicia es de lejos de mayor entidad que en Argentina y países vecinos, pues hasta la conciencia jurídica ha desaparecido como fuerza ética reguladora de la actividad los operadores de la justicia (así, en minúscula) en su totalidad, y acerca de la cual ya nos hemos ocupado en otras oportunidades y volveremos a hacerlo en breve, como lo exige la Injusticia sistémica, que después de 1989 ha empeorado, desde lo malo anterior hasta grados inconcebibles de deterioro, que terminaran por convertirla en otro poder fáctico del aparato de Estado, ya que este último no existe como espacio jurídico político de una sociedad, siquiera sea en lento crecimiento, frente a la superioridad numérica y valórica de los simples habitantes, víctimas y victimarios a su vez de la anti ilustración convertida en la ideología del sistema pre o pos jurisdiccional, en el marco más amplio de la efímera y narcotizante “cultura del espectáculo”, cada vez más banal, escandalosa, exitista y efímera, que nace para el instante, pero sus huellas son lacras imborrables y de efectos negativos de larga duración, algo que no a muchos, todavía, nos agobia y preocupa.

FALCONE O GARZÓN: JUSTICIA Y OPORTUNISMO MEDIÁTICO
Pero retomemos el excurso que inevitablemente nos apartara un tanto del
lamentable fallo del máximo tribunal argentino, que apenas legaliza la ley totalitaria de medios de CFK, otra manifestación en las últimas décadas de la abdicación de la conciencia jurídica de América Latina y el Caribe, y de otras regiones y culturas del planeta, salvo casos excepcionales como el del ejemplar magistrado italiano Giovanni Falcone (en 1992 mártir mundial de la Justicia, que es la protección civilizada para el ejercicio de libertades, derechos y garantías, y para el justo cumplimiento de deberes y obligaciones), mientras en la justicia mediatizada predominan oportunistas como el ex juez español Baltazar Garzón, ícono oportunista del “progresismo” que a los derechos fundamentales del ser humano ha convertido en muy lucrativas industrias sin chimenea. Tan cierto es esto que, en la actualidad, Garzón es “asesor”  de DDHH de la Casa Rosada, y de sus emanaciones organizativas y autoritarias en la sociedad.

Es este el posmodernismo del poder en la Argentina y de la abdicación de la razón, que para serlo verdaderamente, no puede ser sometida a la racionalidad de la confrontación antagónica, típica de los perversos juegos de “suma cero”, con sus masas de miserabilizadas personas convertidas material, espiritual, educativa y cívicamente en meros entes manipulables, por los “intelectuales orgánicos” y sus ejércitos de grupos mediáticos financiados por el tesoro público apropiado ilícitamente por el kirchnerismo, sin contar con los recursos de los negociados públicos-privados, generadores de minorías mono u oligopólicas de grupos de poderes fácticos, según sean los casos, en los cuales los “intelectuales militantes” son el Estado Mayor de la soldadesca a la que caligulescamente, y desde la lujuria con que disfrutan momentáneamente el poder, sacrifican a la sociedad argentina en las modernas purgas de inenarrable violencia urbana y politiquera, anticipo de genocidios “ad portas” en que inevitablemente devendrían los regímenes castro-chavistas (agresores del Paraguay), llegado el momento y por su misma naturaleza.

No olvidemos que la memoria e imaginario históricos del castro-chavismo argentino hunde raíces en los efectos jamás subsanados de la etapa del terrorismo “revolucionario” (1970-1980), que tuvo su respuesta genocida en el terrorismo “de Estado” (1972-1980), alentado por una erróneamente ex profeso interpretación militarista de la doctrina norteamericana de seguridad nacional, durante la guerra fría (1947-1989). A su vez, el terror “revolucionario” fue consecuencia remotas en el tiempo histórico, por ejemplo de las ondas expansivas del Octubre rojo de 1917, de la toma del poder por Mao (1949) y su violencia sistémica y generalizada, como la posterior Revolución cultural (1966-1976), antecedente del genocidio (1975-1978) ordenado por el líder comunista Pol Pot de Cambodia, para no mencionar las masivas y ejemplarizadoras ejecuciones públicas sumarias en los improvisados paredones habaneros, ordenados, y algunos ejecutados personalmente, por Ernesto Che Guevara Lynch de la Serna, después del triunfo de la revolución castrista, el 1 de enero de 1959, y que con esa magnitud duraría un par de años, al menos.

En cuanto a las falacias seudo jurídicas, de los cuatro jueces supremos de la mayoritariamente cortesana Corte argentina, quienes optaron por someterse a las presiones y amenazas del régimen en desintegración de CFK, pero todavía con fuerza suficiente para hacer realidad aquello de “después de mi, el diluvio”, de sangre, fuego y destrucción masiva, en realidad se concentran en una fundamental. A ella se reducen todas las perpetradas por la cortesanía del máximo tribunal jurisdiccional argentino, al haber aceptado fallar la constitucionalidad de una “ad hoc” ley de medios audiovisuales votada por el entonces imbatible “kirchnerismo” y sus aliados en el Congreso (el poder fáctico número uno en este contencioso de tan enorme trascendencia local, regional y mundial), con mayoría absoluta en 2009, supuestamente para terminar con monopolios u oligopolios mediáticos. Parte importante de la disminuida presencia opositora en el legislativo argentino, desorientada politiqueramente, también votó la ley, elaborada, sancionada y promulgada no para democratizar el periodismo y las comunicaciones, sino para destruir al poder fáctico del multimedia Grupo Clarín, hasta el 2008 elemento mediático fundamental en el control social del modelo de dominación y explotación  neo totalitaria de la Casa Rosada, fortalecida porque el castro-chavismo se encontraba entonces en el cenit de su geopolítica regional.

UNA GUERRA ENTRE PODERES FÁCTICOS
A partir de 2008, y a raíz de la coyuntura de duros enfrentamientos entre la Casa Rosa kirchnerista y los poderosos grupos agroexportadores argentinos, asediados estos por las políticas económicas neo populistas y neo totalitarias del “socialismo siglo XXI” que los Kirchner buscaban imponer en Argentina, es que el Grupo Clarín cambia su política de alianza con el poder de turno y pasa a respaldar a la tradicional y todavía influyente oligarquía agropastoril argentina.

Lo que hizo “Clarín” fue una corrección de rumbos a tiempo, pues sus directivos llegaron a una conclusión inevitable que si el castro-chavismo del país vencía a los dueños de las mejores praderas de pastos naturales del mundo, los siguientes en la lista de la política de enfrentamientos de “clase” con el kirchnerismo, sí o sí tendrían que ser los medios de prensa, empezando por su poder fáctico número uno, el grupo de la señora Noble que de inmediato puso como jefe-comandante en el terreno de operaciones. de esta guerra desatada por el poder kirchnerista, a un tan experimentado “condottiere” como Héctor Magnetto, a quien ni siquiera la grave enfermedad que padece le ha impedido convertirse en el hábil estratega que, para acelerar la crisis terminal de CFK y sus “bolivarianos”, selló lo que parecía una imposible alianza nada menos que con su (hasta segundos antes) principal enemigo en el mundo de las comunicaciones, el controvertido y más influyente periodista (individualmante hablando) de la Argentina, Jorge Lanata.

Con tal maniobra de tan altos coturnos y poderosos recursos económico-financieros, el Grupo Clarín se convirtió en una versión mediática de la más poderosa de las flotas de guerra, distribuidas entre todos los pasos estratégicos de los mares del mundo y coordinados en tiempo real por las comunicaciones, para imponerse en la lucha por el poder.
  
Como era tan evidente y genuinamente anti “Clarín”, y lo sigue siendo, la totalitaria normativa de la ley para reglamentar la explotación de medios audiovisuales, los pudibundos “legisladores” del poder de turno, sometido a las órdenes de CFK, no debieron esforzarse mucho para que sus efectos afectasen además a cerca de dos docenas de otros conglomerados mediáticos. Todos estos sumados, no alcanzan un porcentaje ínfimo del poder del imperio comunicacional que tiene su mascarón de proa económico, pero también simbólico, en  la tenedora principal de las acciones del grupo, Ernestina Herrera de Noble, viuda del fundador-propietario de “Clarín”, seguida por Héctor Magnetto, y otros poderosos grupos empresariales, del que el último de los nombrados es algo así como un Jefe del Estado Mayor Conjunto, satanizado por el grupo áulico familiar de CFK, “la Cámpora”, y todo el variopinto y hoy confundido oficialismo.

En cuanto a la señora de Noble, a todo lo largo del kirchnerismo neo totalitario fue inmisericordemente atacada (desde el monopolio de los multimedios oficialistas, que sobreviven gracias al subsidio de la propaganda oficial y otros “negocios”, que los ponen en manos de CFK) por ser madre adoptiva de dos supuestos hijos de detenidos-desaparecidos durante la “guerra sucia” del terrorismo estatal, lo que finalmente quedó desvirtuado por las irrefutables pruebas del ADN.

Es inconstitucional darle visos de legalidad y legitimidad constitucional a una ley votada y sancionada exclusivamente para fragmentar al poderoso enemigo en que se había convertido el grupo “Clarín”, en el marco de la lucha desatada entre poderes fácticos (la Casa Rosada y el núcleo central del oligopolio de prensa), ya por entonces enfrentados. Esto lo supieron desde siempre los cuatro traidores a la Justicia en la Corte argentina, quienes violando sus mandatos optaron por la cobarde y oportunista (en el corto plazo) “doctrina Garzón”, en lugar de haberse decidido por la redención que significa, en el mediano y largo plazos, la vía del sacrificio de un auténtico magistrado como Falcone, y que se resume en el empleo de la ley y el derecho para realizar la Justicia.

OPRIMIR Y ELIMINAR CONVENCIÓN O PACTO DE SAN JOSÉ
Por lo poco que todavía se conoce de la acción de inconstitucionalidad (promovida en este caso por “Clarín”) en el sistema jurídico argentino, era constitucionalmente legal y legítimo declarar inconstitucional la neo totalitaria ley “kirchnerista” de medios, dejando establecida en la sentencia, y sin caer en vicios “ultra o extra petita”. Es decir se trataba de dejar claramente señalado que queda pendiente del imprescindible debate político y jurídico la constitucionalidad o inconstitucionalidad de lo accesorio en ese momento, la cuestión estratégica de dotar a la sociedad argentina de una verdadera ley anti mono u oligopolio de grupos de comunicación multimedia. Los magistrados supremos argentinos, CFK-dependientes, empezando por su presidente, el doctor  Lorenzetti, tan docto como pusilánime, y los tres ministros quienes le secundaron, al no haber tenido el coraje de cumplir con sus deberes de tales. Abrieron así las puertas del infierno en su país.

Lo demostró, pero “a contrario sensu”, uno de los principales operadores político-ideológicos y pluma principal en el oficialista y oficial y multimillonariamente subsidiado diario “Página/ 12”, quien fuera un mando medio comunicacional en la organización terrorista “Montoneros”, de la izquierda marxista peronista, Horacio Verbitsky, cuando desde su columna de muy bien pago militante del proyecto argentino neo totalitario, “[…] celebró que la Corte Suprema haya declarado que ‘no hay ningún interés particular que pueda estar por encima del interés social y que las leyes que se sancionan en el Congreso hay que aplicarlas’ […]. También opinó que el dictamen judicial representa ‘una batalla democrática ganada porque nunca antes hubo una resistencia tan explícita de un poder económico corporativo contra una ley sancionada en plena democracia’ ”.

El razonamiento de Verbitsky es correcto en la teoría constitucional de la democracia del Estado de derecho, solo que en este caso, el “interés particular”, el beneficiado por el fallo, en primerísimo lugar es el de CFK y sus huestes y no el bien público de las libertades de pensamiento y de expresión, para liberarlas de cautividades mono u oligopólicas. También es cierto que las leyes sancionadas por el Congreso, y debidamente promulgadas, deben ser respetadas y aplicadas por quienes concierna hacerlo. La cuestión es que tales leyes deben ser legales y legítimas, sin manchas o contaminaciones de poder fáctico alguno, como es el caso de la ley de medios del kirchnerismo, y eso es lo que correspondió fallar a una verdadera Corte Suprema de Justicia, al precio que sea, en defensa del ordenamiento jurídico, violado permanentemente por el poder fáctico politiquero de turno desde la Casa Rosada, con CFK al frente y aliada subordinada al poder fáctico geopolítico regional, el del castro chavismo.

La empresa Clarín fue la única de la veintena de empresas afectadas que recurrió a la acción de inconstitucionalidad, y ya manifestaron oficialmente sus voceros, que si bien el medio “respeta” el fallo de la Corte, se reserva lógicamente el derecho de recurrir en apelación ante instancias internacionales, en este caso inevitablemente en primer lugar la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, con sede en San José, Costa Rica), y que tiene su proceso de admisión ante la Comisión Ejecutiva respectiva (radicada en Washington).

Ambas instituciones, la Comisión y la Corte, integran la Convención Interamericana de DDHH (o Pacto de San José, que data de 1969), y que de lejos constituyen las perlas más preciadas de la devaluada Organización de Estados Americanos (OEA), contra las cuales están operando los regímenes neo totalitarios castro-chavistas (todos en crisis hoy), para eliminarlas, retirándose masivamente del sistema interamericano, para suplantarlo por la todavía no institucionalizada ALBA (Alianza Bolivariana de América), que ahora menos que nunca tiene posibilidad alguna de abandonar su mera categoría de organismo de concertación político-diplomático, todavía informal, para  nacer dentro de las exigencias del sistema del Derecho internacional público (Dip). A estar por las hasta hace poco impensables relaciones “cheek to cheek” entre el desgobierno actual de Horacio Cartes, y sus recientes “amiguísimos” en La Habana, Brasilia, Caracas, Montevideo y Buenos Aires, todo hace pensar que el Palacio de López se sumará a este preanuncio de genocidios que en definitiva significará la desaparición de las CIDH y de la OEA…

CONCLUSIÓN DESDE LA INJUSTICIA INSTITUCIONAL PARAGUAYA
Como se colige fácilmente de la lectura de este escrito, la cortesanía suprema de Argentina, amedrentada por el kirchnerismo, al fallar como lo hizo, y en la materia en cuestión, no solo enrareció el panorama democrático local y regional, tanto miedo tenían por lo que pudiera pasarles si en realidad no se convertían sus miembros en instrumentos del que consideraban el poder fáctico principal en el país, CFK y su régimen neo totalitario, en descomposición como sus similares en toda la región.

Y es así que se alinearon con la fuerza más regresiva y neo totalitaria, en la guerra abierta que le enfrenta al oligopólico Grupo Clarín, en desventaja momentánea, e incapaz este de comprometerse en una amplia alianza democratizadora en la República Argentina, cuando es el momento de hacerlo, lo que implica abandonar su concepción de la prensa como poder fáctico mediático, y optar decididamente por el camino de la prensa contrapoder, servidora desde el campo comunicación de la ciudadanía soberana, que requiere de medios imparciales, independientes y dedicados a la formación del criterio cívico del pueblo, para ayudar con decisión en el proceso de construir el Edd y la sociedad abierta, lo que significa una república sometida al imperio de la ley y el derecho para la realización de la Justicia.

Es el mismo desafío que tenemos en el Paraguay, todavía no con los antagonismos tan irreconciliables de la Argentina de hoy, pero hacia eso vamos, si como Estado  no optamos por la política de servicio público al bien común e individual, y si desde la sociedad no exigimos que la prensa abandone su vocación de poder fáctico, como cualquier otro poder del aparato estatal en la actualidad, para convertirse en lo que debe ser: un contrapoder imparcial e independiente.


JLSG
Asunción, a martes 5 de noviembre de 2013

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