Escribe José Luis
Simón G.
La beatífica imagen de esta señora argentina,
de muy pobre
condición
material, con su expresión de arrobamiento espiritual, celebrando al Papa
Francisco, en el frente de la tan aristocrática Catedral de Buenos Aires,
es todo un símbolo de lo que será el
papado
de su Cardenal primado, ahora pastor mundial (Fuente: Lalo Yasky, Getty
Images,“elpais.com.es”).
En el ajedrez, el gambito (del italiano:
“gambetto”, es decir, zancadilla), nos informa el diccionario de la Real
Academia Española, es un procedimiento crítico que “consiste en sacrificar, al
principio de la partida, algún peón u otra pieza, o ambos, para lograr una
posición favorable”.
A
propósito del Vaticano del Pontificado de Benedicto XVI, leí en alguna parte, que
decían que él es un buen ajedrecista, y si no es así, se acaba de consagrar
como uno de los grandes maestros del juego-ciencia. La prueba visible es la
elegante y contundente zancadilla que les propinó a las hienas de la Curia
romana, que todavía están desorientadas y sin jefe, porque el mismísimo Satanás
no les puede prestar ayuda, tan ocupado como está con la llegada de Chávez al
Averno, meses atrás, y quien de inmediato ya le organizó tres sucesivos golpes
de Estado diabólicos, los cuales fracasaron, hasta ahora. La crisis ha
trascendido el mundo de los fuegos eternos y ahora es un conflicto entre el Ángel
del Mal y el para nada intimidable San Pedro.
Le
preocupa sobre todo al mismísimo Príncipe de los Demonios, que para muy pronto
está anunciada, en su reino del dolor y el espanto, la llegada del jefe de
Chávez, Fidel Castro, y eso lo tiene convertido –literalmente– en un pobre
diablo, digno de lástima. Y no es para menos: ¡Chávez y Castro juntos, en el
infierno, le harán pagar todas sus penas a la cabeza de sus huestes de íncubos
y súcubos, el Demonio-Demonio! Es su condición, si no se piensa mucho, y sí
irónicamente, hasta digno de lástima! En
lo que a nosotros concierne, el primer “papa emérito” de la historia del
cristianismo romano, por medio del expediente extremo pero mesurado de su
conmocionante renuncia, también ya está revolucionando indirectamente nada
menos que a todo el “infernum”, que ha quedado sin tantas amistades
cardenalicias.
Estrategia “golpista” de riesgo medido
La de
Benedicto puede denominarse una celestial estrategia de riesgo medido,
trasladada del campo militar al espiritual. Se trata de un procedimiento
diseñado para, con elevada probabilidad, no originar daños mayores a aquellos
que se busca controlar, primero, e inmediatamente después empezar a superar,
paso a paso, con la colaboración, sobre todo, de nosotros, los creyentes. Mi
impresión personal, a medida que voy siguiendo todos los entretelones de esta
crisis es que la estrategia del teólogo y Pontífice de la renuncia en la
historia del cristianismo romano fue cuidadosamente planificada por un
auténtico Estado Mayor de cardenales, algunos tal vez muy de la “vieja
guardia”, pero todos enrolados en lo que desde ahora empiezo a denominar “la
Conspiración del Espíritu Santo”.
Los
“conspiradores” no se contentaron con diagnosticar los males de la Iglesia
católica, conocidos desde tiempo ha, y siguiendo la sabiduría oriental, optaron
por el camino de transformar el problema en posibilidad de autotransformación,
de superación sin traumas de los males que tanto daño han causado a la Iglesia
de Jesucristo, sepultada bajo tanto oropel de poderosos cardenales, apóstatas e
inhumanos, y de sus secuaces de todas las categorías. Es muy posible que esto
se transforme, y así lo deseamos, en una verdadera reforma de la Iglesia desde
su mismo interior.
Sin un
Lutero ni Calvino, y sí con los “conspiradores” Benedicto-Francisco a la cabeza.
De este verdadero golpe de Estado, para derrocar a la inconmovible mafia del
Vaticano y sus tentáculos de os submundos mundiales, formaron parte también
grupos de los hasta ahora oprimidos sectores sanos de la Curia romana, entre
ellos cardenales del mundo. Se coaligaron para iniciar la limpieza de las
inmundicias de las sentinas en que tantos depravados y delincuentes purpurados
habían convertido al Vaticano, la sede física del poder espiritual-terrenal del
catolicismo, tan poluido en la peor de las contaminaciones, que son aquellas
que brotan desde el interior mismo del organismo en cuestión.
Una
prueba del “conspirador” Espíritu Santo podría ser que el secretario particular
del anterior papa, el físicamente hollywoodense monseñor alemán Georg Gänswein,
y auténtico guardaespaldas de Benedicto, no solo espiritual, según veraces
fuentes romanas, se mantendrá en las mismas funciones al lado de Francisco, por
pedido de este, que de inmediato (y ¿de antemano?) fuera cedido por nuestro
profeta “emérito”. El nuevo papa, además, con una humildad muy poco practicada
por tantos pontífices de una bimilenaria historia, ya se comunicó
telefónicamente con el “autoexiliado” de Castel Gandolfo, a quien irá a
visitar, en un gesto de profunda significación humana, pastoral, teológica e histórica.
¡Así de simple!
Casi me
atrevo a decir que, en el Vaticano, se está intentando empezar el proceso para
que, desde Francisco en la cúspide de la pirámide de mando, y hasta llegar a
los peldaños iniciales de los numerosísimos grupos humanos de la Iglesia
institución, incluyéndonos a nosotros, los laicos creyentes, se inicie la
transformación de ellos y todos hasta convertirnos en verdaderos servidores del
buen Dios, lo que no puede hacerse si es que pluralmente no somos servidores de
la grey católica, empezando por acompañar el dolor de las inmensas mayorías de
seres humanos miserabilizados espiritual, material y culturalmente, en gran
parte del mundo.
De Tinelli y Maradona, a Francisco
¡El
mundo entero necesita salir de la banalización comercialización de los valores
espiriruales, culturales, cívicos, etc.! Es un mal endémico y epidémico del que
nos habla Mario Vargas Llosa, en uno de sus últimos libros, y que yo,
modestamente, denomino la “tinellización” de la cultura de masas, con ese
verdadero opio de la ciudadanía que son sus “reality shows”, de tan elevado “rating”,
que se consigue proporcionalmente a la crudeza evasiva, corruptora y
distorsionadora, en los peores sentidos, de los verdaderos valores humanos y de
la realidad.
Hasta
en ese aspecto, la conversión en el papa “Francisco”, del Cardenal Jorge Mario
Bergoglio es otra buena nueva para el mundo, la región y la Argentina, esta
última tan destruida por el populismo peronista, la ceguera e incapacidad de
tantos líderes democráticos e intelectuales, los terrorismos (el inicial y
“revolucionario” y el del Estado), la corrupción en los valores, creencias y
los ataques destructivos en contra de las instituciones sociales empezando por
la familia, y últimamente por el kirchnerismo-bolivarianismo, que debía ser la
antesala del neototalitarismo local.
Ayer,
un joven colega en el programa de www.desdeparaguay.com/grc, el abogado y profesor
Carlos Escauriza Benítez, me sintetizó con una sola frase sabia la
trascendencia del pontificado de Francisco, para su país y el mundo. Me dijo:
“Para Argentina esto significa pasar del antimodelo Maradona al modelo del
Cardenal Bergoglio”. Quiere esto decir, así lo interpreto, que no estamos
condenados a repetir, en el siglo XXI, lo que José Santos Discépolo, con la
genialidad del artista, tan bien diagnosticó y criticó en el tango
“Cambalache”…
Lo que
el Vaticano pretende, con la riesgosa y valiente maniobra de Benedicto, de la
que él hasta ahora es la figura solitaria, iniciar la concreción de la tan
largamente postergada ambiciosa reforma interna. En otras palabras, la
“conspiración del Espíritu Santo quiere lograr lo que las democracias modernas realmente
existentes, en casi todas partes del planeta en que existe, en grado diverso de
intensidad, no han podido hasta ahora.
Se
trata de transformar, en el mundo de la política, a la mayoría de los
presidentes y altos mandatarios de Estados y gobiernos, en lo que tienen la
obligación de ser, verdaderos servidores del pueblo que los eligió. Los
ciudadanos, al haberlos seleccionados por el sufragio, les otorgaron un mandato
funcional y de valores, pero jamás abdicando de la soberanía que siempre reside
en el pueblo, y esto en modo alguno al estilo del castro-bolivarianismo, el
neocomunismo tan del aprecio del candidato burgués de uno de los grupúsculos
locales “izquierdistas”. Aníbal Carrillo Iramain.
En mi
impresión, lo que este tan radical y pacífico golpe de timón que encabeza
Benedicto está pretendiendo, es nada menos que el renacimiento de la verdadera
teología, la de la condición humana trascendente, que a diferencia de la
denominada de la “liberación”, más allá de la intención original de muchos de
sus propulsores, terminó convertida en una ideologización marxista y
totalitaria de los evangelios, de la biblia y del humanismo del cristianismo
católico. ¡A tal punto que hasta Fidel Castro era uno de sus sumos sacerdotes!
Francisco y sus Franciscos
En un
muy corto plazo, el de los meses finales de su pontificado, inicialmente tan
pétreo (más de aparente fría piedra, que de Pedro), Benedicto se jugó el todo
por el todo y logró varios objetivos de gran importancia, para que la Iglesia
católica inicie su tercer milenio con una muy saludable, drástica, sorprendente
y real autocrítica, que tanta falta le hacía y le hace, y de la que
probablemente el cristianismo católico habrá de salir fortalecido y recuperado
espiritualmente, y con mayor sintonía con los fieles. Esa fe religiosa ha sido
tantas veces lapidada, y por muchísimo tiempo, por ese auténtico poder fáctico,
con prácticas incluso criminales, que hasta ahora es mayoritariamente la Curia
(el poder terrenal) del Vaticano, que no será fácil desmontar. Sin duda habrá
que esperar una contraofensiva de la Iglesia corrupta, la del infierno, en el
mismo Vaticano.
Estoy
escribiendo estas primeras y segundas impresiones después de conocido el
resultado de la tan rápida fumata blanca, surgida de la histórica chimenea de
la Basílica de San Pedro (Roma), que significa la elección de un nuevo
pontífice en tiempo récord, lo que era necesario pero no necesariamente
previsible. El resultado: el actual papa es un cardenal latinoamericano de
nacionalidad argentina, Jorge Mario Bergoglio de 76 años, el primer jesuita desde la fundación de la “Compañía de
Jesús (“Societas Jesu” o “Societas Iesu”, S. J. o S. I.), que
data 1540, por San Ignacio de Loyoya y otros, entre los cuales figuraban
también los santos Francisco de Javier y de Borja.
De allí el nombre escogido por el papa, Francisco,
también en recordación-compromiso de Francisco de Asís. Metafóricamente:
continuidad y renovación y cercanía a los humildes, pero sin exclusiones de las
clases medias y pudientes, si en verdad buscan seguir la palabra y el ejemplo
del buen Dios. No se trata de “teología de la liberación”, de esa que es “devoto”,
entre tantos más, nada menos que el genocida Fidel Castro.
La primera buena impresión que me generó
Francisco es una muy profunda frase y actitud suya. Cuando la multitud reunida
en la plaza de San Pedro le reclamó la bendición, dijo algo que me conmovió hasta
el alma y que lo sentí muy sincero: “Auguro que este camino de la Iglesia que hoy
comenzamos… será fructuoso para la Iglesia y para esta bella ciudad. Y ahora,
querréis que os dé la bendición. Pero primero, antes de que el obispo bendiga
al pueblo, yo quiero que recéis para que el señor me proteja”.
Lo que
hizo fue pedir a su grey la bendición de la oración de los creyentes, para
asumir sus funciones. Siento ese gesto como uno de humildad auténticamente jesucristiana.
Pablo
Ordaz, un reconocido vaticanista español y corresponsal de el matritense “El
País” lo describe de manera plena en dos cortas frases: “Bergoglio es un
jesuita, un hombre modesto acostumbrado a ser el primero y conocido por clamar
contra la desigualdad en su Argentina natal. Se le considera ortodoxo en
cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual”.
Para
Ordaz, Francisco sabrá dialogar dentro y fuera de la Iglesia católica,
priorizará lo social sin apartarse de su sólida formación ortodoxa en materia
de dogmas de fe, lo que no significa ser un conservador, y estará abierto a
escuchar los clamores de una nueva ética católica que haga referencia no solo a
importantes cuestiones referidas a la vida sexual, sino que además escuche las
voces plurales de las comunidades de los creyentes sin dejarse atrapar por los
cables de hierro y los aparatos fosilizados, algunos, otros herrumbrados, de la
Iglesia institución curialesca, más autoritaria, corrupta y fundamentalista que
auténtica Iglesia.
Kirchneristas disparan contra Francisco
Desde
luego, ya empezaron los fundamentalistas totalitarios argentinos, industriales
tan exitosos en el negocio de los derechos humanos, del que tanta renta
politiquera obtuviera la CFK, a disparar sus misiles “denuncias” en contra de
un supuesto colaboracionismo represivo del entonces obispo Bergoglio con los
militares del terrorismo de Estado de Argentina (1973-1983).
Aquéllos,
que jamás denuncian los crímenes de lesa humanidad del genocida Castro, por
ejemplo, o a los terroristas que ensangrentaron a nuestros países en décadas
pasadas, y que demencialmente fueron respondidos por el terrorismo de Estado,
ahora se lanzan a pretender destruir la peligrosa figura de un verdadero líder
evangélico que lo es Francisco.
Y cuando
se haya demostrado que no tiene sangre que le haya manchado las manos ni el
corazón, le saldrán las hienas infernales a ladrales supuestos casos protección
de pederastas, o a acusarlo a él mismo de tan horrenda perversión, que, sin
justificación alguna, muchísimo tiene que ver con el inhumano celibato impuesto
a quienes fueran consagrados en los ritos católicos, hombres y mujeres… ¡Desde
luego que no te dejaremos solo en esta lucha hermano-padre Francisco!
Para
las costumbres vaticanas en materias de pontífices, Bergoglio es un papa de
jóvenes 76 años…, y de conocida buena salud y de brillante intelecto, pero
sobre todo de recta vida religiosa. Su elección por los cardenales, “más el Espíritu
Santo” dicen las gentes de la Iglesia, es el resultado de la profunda huella
que dejara Benedicto XVI con su tan controvertida como inusual e inevitable
renuncia.
Esto
último, tratándose de alguien que vivió y vive su fe no solo como el jefe de la
ortodoxia sino que siempre tuvo claro que la propia vida del pastor debe ser la
mejor de sus predicaciones, más incluso que sus conocimientos teológicos y
filosóficos, y ni qué decir del oropel de las “dignidades” inhumanas del poder,
sobre todo cuando se ha deslegitimado por el abuso hecho de tal instrumento de
la vida en sociedad.
“[…]
Durante estos últimos días, la Iglesia católica ha ofrecido la más vistosa y
arcaica imagen de sí misma. Con un aparato mediático propio, el Vaticano ha
hecho gala de su maestría en la puesta en escena de sus más viejas y solemnes tradiciones.
Una puesta en escena que no esconde los críticos momentos que vive y que la
retirada de Benedicto XVI —la primera en más de cinco siglos— ha evidenciado
indicando el camino a su sucesor. El primer papa que pidió perdón por los
escándalos de pederastia dedicó los últimos días de su pontificado a advertir
contra la corrupción, renovar la cúpula del banco vaticano, forzar la renuncia
de un cardenal acusado de pederastia —el escocés Keith O'Brien—, expulsar a
colaboradores de Tarcisio Bertone y ordenar guardar bajo llave el informe sobre
Vatileaks, los
documentos secretos que revelaban la corrupción que aqueja a la curia y que
algunos expertos señalan como la razón de su dimisión” […].
Es lo
que se lee, entre otras cosas, en el sobrio y esperanzador editorial de
“elpais.com” de Madrid (jueves 14 de marzo), a manera de evaluación del último
cónclve “express” y de su resultado. Periódico de rancios orígenes
liberal-constitucionales racionales y de predominante tendencia
socialdemócrata, en ocasiones rabiosamente anticlerical, incluso, pero en lo
fundamental un medio serio, pluralista, independiente y abierto al diálogo con
todos los dialoguistas, e incluyendo a
los que no lo son, como la jerarquía católica española, tan anclada en lo peor
de su tradición inquisitorial y con ello tan olvidada de los aportes de sus
grandes teólogos y filósofos al humanismo moderno, desde la Escuela Española
del Derecho Natural.
Renovación y tolerancia cero
En
síntesis: la renuncia profética de Benedicto dejó instalada en el corazón de la
inmensa mayoría de los cristianos católicos, y entre los “príncipes de la
Iglesia”, los cardenales, y hasta en las oscuridades de la tan deteriorada,
poderosa y ensoberbecida Curia vaticana las cuestiones fundamentales para
iniciar la renovación del catolicismo
fiel a Jesucristo: tolerancia cero [i] para terminar con la protección
escandalosa de los pederastas; [ii] para la corrupción criminal en el ámbito
del IOR (la banca del Vaticano, al parecer una de las más inmensas “lavanderías”
de activos financieros negros del planeta, de cualquier origen, incluso de los
infernales); y [iii] tampoco ninguna tolerancia para los fundamentalismos
absolutistas y autocráticos de una endemonizada, por demasiado tiempo, Curia
católico-romana.
El “gambetto”
de Benedicto XVI no fue uno cualquiera. La maniobra no sacrificó a un peón o a
una pieza menor del tablero del ajedrez terrenal de la Iglesia de Cristo: fue
el mismo papa quien ofreció su cabeza de “Sumo Pontífice” en este gambito
celestial, que es como yo, humilde creyente y pecador, siento que hizo el
“emérito”, en bien no solo de los católicos sino de la Humanidad toda, y de
quien desde su decisión de abdicar me siento un emocionado amigo y admirador
suyo. El último de una inmensa fila, pero no por ello menos ferviente.
JLSG
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