Escribe José Luis Simón G.
El canciller
José Félix Fernández Estigarribia, del claudicante desgobierno actual, el del
presidente Federico Franco, habla con los periodistas antes de abordar un vuelo
de línea para cumplir una importante visita oficial a Alemania e Inglaterra.
Como es su costumbre volvió a pecar, imprudentemente, de extremismo prudencial,
al no anunciar que el Paraguay denunciará en la Corte Internacional de La Haya
las agresiones gratuitas que sufriera de los desgobernantes totalitarios del
Merc-Unasur, quienes destruyeron el Mercosur y pisotearon el derecho
internacional público (Fuente:
foto de “abc
color”).
Primero: JFFE casi
nunca habla como el Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República del
Paraguay, en defensa del interés nacional, puesto en peligro por desgobernantes
vecinos, intoxicados con la totalitaria ideología castro-bolivariana. Al
referirse a tales cuestiones fundamentales es todo un Francisco de Asís, de
quien se mofan sus colegas, los agentes de las agresiones. No se le pide a JFFE
que se convierta en otro matoncito más de barrio: para eso bastan y sobran los
ahora huérfanos y desesperados Maduro, Patriota, Timerman y otros de similar
calaña, dizque “cancilleres”. A Fernández Estigarribia solo le exigimos que
hable como en otros momentos históricos, de más graves conflictos
internacionales, supieron hacer antecesores suyos en el cargo, verdaderos
diplomáticos y patriotas, ellos.
Segundo:
al expresarse como lo hace de manera implícita manifiesta que la ciudadanía
paraguaya padece de idiocia. Este tipo particular de deficiencias muy profundas
de las facultades mentales existe en el Paraguay, como en cualquier otro país.
Pero predomina, y de manera abrumadora, entre los politiqueros, los cuales se
acostumbraron a tomarnos a todos los ciudadanos por idiotas. Es esa una de las
grandes necedades de tales personajes que hoy imperan en la “úlcera” de la
política nacional.
Este
personaje, JFFE, que debiera ser un servidor público, y que no lo es, al
tratarnos a nosotros, sus soberanos y soberanas, sus mandantes, como lo hace, incumpliendo
así con sus funciones de Canciller de la República, acaba de incurrir en otro
de sus habituales dislates. Antes de viajar a Alemania e Inglaterra, en una
importante misión oficial, que se le reconoce, nos volvió a recomendar “calma”
y “serenidad”. ¡A los paraguayos que exigimos incoar una denuncia formal, ante
la Corte Internacional de Justicia de La Haya, organismo jurisdiccional oficial
del sistema de la ONU, en contra de los desgobiernos “castro-bolivarianos” de
Brasilia, Buenos Aires, Montevideo y Caracas, y otros cómplices más!
Hasta
ahora el Palacio de López, más terco que una mula terca, todavía no hizo uso de
tal derecho jurídico y político-diplomático de gran importancia. Esto es el
resultado de la desorientación del presidente doble FF, quien pésimamente
asesorado, pero la responsabilidad política es suya, optó por una peligrosa
política de sumisión frente a los agresores del Paraguay. Históricamente está
demostrado que la búsqueda de conciliaciones con los agresores, a cualquier
precio, los vuelve más peligrosos.
Al
respecto, es ejemplar el caso del primer ministro Neville Chamberlain
(1937-1940), quien con la mejor de las intenciones le concedía a Hitler todas las
agresivas locuras que exigía, pensando que así lo aplacaba, hasta que tal
debilidad del Imperio británico hizo que el totalitario líder
nacionalsocialista desencadenara la II Guerra Mundial. Fue el momento estelar
del hasta entonces marginado Sir Winston Churchill, hasta esa coyuntura tan
denostado porque con clarividencia de estadista mundial insistía en aquello tan
sabio de prepararse para la guerra si uno quiere preservar la paz.
Nuestro
autoproclamado embajador “escalafonado o de carrera”, a tanto llega el
narcisismo de JFFE, con tan desatinadas expresiones, las de antes de marcharse
a Europa, nos quiere hacer creer que es irresponsable, provocador, pendenciero
e incorrecto el recurrir a La Haya. De hacerlo, sin la menor duda, y causando o
no estado, en Justicia o consultivamente, la Corte Internacional dará la razón
al Paraguay. ¿Terroristas los jueces supremos de La Haya?
Con
tal instrumento jurídico internacional y político-diplomático, recién a partir
de ello podremos sentarnos a negociar en serio las reparaciones que los totalitarios
castro-bolivarianos deberán ofrecer al Paraguay. Esto para regresar ellos, no
nosotros, al Mercosur, reconstituido y con garantías de no volver a incurrir
los desgobernantes de las capitales mencionadas en las locuras que decidieran a
partir de la constitucional destitución del apóstata, irresponsable y pésimo
gobernante que fuera Fernando Lugo.
¡La
República del Paraguay es el único garante regional de la sobrevivencia del
Tratado de Asunción y normas conexas, incluyendo las del Derecho Internacional
Público!
La
UNASUR, instrumento totalitario que jamás debemos integrar a raíz de ello,
también tendrá que hacerse responsable de sus irresponsabilidades chavistas
consentidas por todos los gobiernos politiqueros sudamericanos sin excepción. Y
no olvidemos que JFFE fue el asesor-cómplice en “derecho internacional” de su
antecesor Jorge Lara Castro, canciller de La Habana-Caracas, en Asunción, en la
cuestión capital de aceptar el Ejecutivo paraguayo (diciembre de 2011,
Montevideo) la “cláusula democrática” de la UNASUR, denominada Usuhaia II para
confundir a la opinión pública.
¡No
podemos permitir que este desgobierno y su canciller tan servil a los intereses
de los agresores de la Patria paraguaya y de la Humanidad continúen burlándose
de nosotros! Y que sepa JFFE que seguimos muy atentamente sus acciones y
omisiones, y que tendrá el satélite de la opinión pública paraguaya a todo lo
largo de este su primer periplo al exterior como canciller del desgobierno de
turno.
Debe
saber por sobre todo que estaremos muy atentos siguiendo su participación en la
Asamblea General de la OEA en Washington, cita hemisférica en la cual esperamos
que no exprese ninguna condolencia por la muerte del dictador totalitario Hugo
Chávez, opresor de su pueblo y enemigo declarado de la soberanía e
independencia de la República del Paraguay, que no solo le sobrevive, sino que
también lo hará con el próximo de la lista, el genocida Fidel Castro, porque el
nuestro es un pueblo de gentes dignas y soberanas, como están empezando a darse
cuenta los politiqueros aspirantes a la presidencia de la República.
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