Escribe José Luis Simón G.
Casi un cuarto de siglo después del cruento derrocamiento del régimen del general Alfredo Stroessner(1954-1989), el carro de la predominante tradición autoritaria paraguaya puede transformarse en la inhumana y sistémica aplanadora, metafóricamente hablando, de antes de la invención de la rueda, la de un sistema neototalitario subdesarrollado, el en expansión continental “castro-bolivarianismo”, aprovechando sus propiciadores la tan imprudente ambición de poder de los politiqueros de turno, de todos los colores y pelajes (Fuente: Foto del desaparecido hebdomadario norteamericano “Life”, de fines de los años de la década de los cincuenta o inicios de los sesenta del siglo XX, hallada en Google Imágenes).
autoritario del general Alfreso Stroessner (1954-1959), con rasgos
totalitarios, que construyó su dominación sobre la importante base de
apoyo social del Partido Colorado, stroessnerizado como las FFAA y el
aparato de Estado. Se trató de una verión modernizada del tradicional y
paraguayo “despotismo republicano” (Francisco Delich), que combinó de
manera muy eficiente la “pedagogía del miedo” (“International League for
Human Rights”), el patrimonialista y prebendario (Max Weber) “precio de
la paz” de la corrupción e impunidad generalizadas y el culto chovinista
“nacionalista” a la personalidad del “líder único”, supuesto “estadista del
siglo”.
Esto ocurrió en el contexto internacional bipolar de la guerra fría (1947-
1989), con su nefasta y nefanda doctrina norteamericana de seguridad
nacional imperante en nuestro hemisferio y otras partes del mundo, en
tanto en el “campo comunista” reinaba la de la soberanía limitada, que se
conocería ya bien avanzada la pos II Guerra Mundial como la doctrina
Breznev”.
Entre 1989 y el presente, la Patria paraguaya siguió en deuda con el ideal
de la construcción del Estado de derecho democrático y de la sociedad
abierta. Esto es resultado de la históricamente predominante tradición
autoritaria aquí (en lo cultural y político), y de las crónicas debilidad
institucional y de la sociedad civil.
Esta última sigue careciendo de una burguesía ilustrada y de élites
intelectuales verdaderamente democráticas y comprometidas con
los ideales de la Humanidad, desde la Patria paraguaya, como las
extraordinarias generaciones del novecientos, del centenario y de la
Epopeya del Chaco.
Una gran parte de quienes hoy se autodenominan Intelectuales son
verdaderos traidores a la Patria, algunos por ceguera ideológica y/
o, los más, por haberse convertido en simples mercenarios de los
actuales caviar-nícolas, entendiéndose por tales a los deglutidores de
caviar y cavernícolas político-ideológicos, dicho sea de paso y sin la
menor intención de ofender a nuestros sufridos antepasados de épocas
prehistóricas.
La apertura política del 3 de Febrero, una oportunidad única brindada al
pueblo por el general Andrés Rodríguez y sus “Carlos”, “Víctor” y demás
comandados, fue desperdiciada sobre todo por la peor clase politiquera de
la historia nacional, omnívora de nuestros bienes materiales y también de
los intangibles.
Ese sector politiquero, una verdadera anti elite integrada por quienes
pervirtieron a la política del servicio público y bien común, se ha originado
tanto en los partidos tradicionales, intermedio y nuevos, y en los “novo-
anacrónicos” autodenominados “izquierdistas y revolucionarios” locales,
estos últimos multiplicados en micro organizaciones, con todos los vicios
de nuestros partidos históricos y sin ninguna de sus escasas virtudes, y,
para peor, sometidos a los designios neoimperialistas del totalitarismo
“castro-bolivariano”, con la complacencia, primero del desgobierno
colorado de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008), y del subsiguiente y
también fallido “lugo-bolivarianismo”.
Así llegamos hoy a la coyuntura electoralista de 2013, sembrada de
dudas y amenazas a raíz de la carencia de una verdadera alternativa
democrática, y por las agresiones sistemáticas y cada vez más intensas,
profundas y generalizadas de los neoimperialistas “castro-bolivarianos”,
quienes están en pleno trabajo de zapa para crear conmociones e impedir
la realización de las elecciones, y en un mar de inestabilidad y violencia
instalar en el Palacio de López a un régimen de facto, que de inmediato
sería reconocido por las organizaciones fantasmales y totalitarias como el
Merc-Unasur, la CELAC, la ALBA, etc.
Casi un cuarto de siglo después del 3 de Febrero de 1989 estamos a
punto de dar de nuevo el salto al vacío del pasado, solo que esta vez con
peores pronósticos que en 1954, porque ya no se trataría de la gestación
de un régimen autoritario sino de uno de naturaleza totalitaria, “castro-
bolivariano”.
Mientras esto ocurre, los politiqueros de todos los sectores solo se ocupan
de sus ambiciones rastreras, las propias de la “úlcera” de la política, al
decir del estadista que fuera Eligio Ayala (1924-1928), escarnecido hoy
por la vileza y oportunismo rastreros de quienes se dicen sus seguidores
desde las filas de un denominado Partido Liberal de tan ínfima estatura, la
de sus “dirigentes” de hoy. En tanto similar fenómeno experimenta el otro
partido tradicional, la ANR, sometido al antiliderazgo de una inmensa y
controvertida fortuna, en tanto los azules, para forjar las propias, aceptan
oportunistamente la suicida politiquería de cabalgar, por segunda vez, y sin
solución de continuidad, la muy peligrosa expresión del peor aventurerismo
politiquero, la de una alianza contranatura con el “luguismo sin Lugo”.
¡Eso sí: todo eso bendecido por el apóstata politiquero que es el
“monseñor” Mario Melanio Medina, respaldado por sus huestes,
en una Iglesia católica cada vez menos católica y cada vez más
escandalosamente feligresa de los becerros de oro derivados del poder
temporal a como dé lugar!
JLSG
Asunción, a sábado 2 de febrero de 2013
Código del artículo: CSAP
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