Escribe José Luis Simón G.
Diosa mulata del carnaval de Río 2013, desvestida sensualmente, con su baño de estrellas y hoy, ya por suerte, con plumas artificiales (Fuente: http://www.huffingtonpost.es/news/carnaval-en-brasil).
Diosa mulata del carnaval de Río 2013, desvestida sensualmente, con su baño de estrellas y hoy, ya por suerte, con plumas artificiales (Fuente: http://www.huffingtonpost.es/news/carnaval-en-brasil).
En Río es imposible estar, por primera vez, antes, durante y después del carnaval sin que uno sienta que la propia sangre bulle en un inexplicable frenesí de exaltaciones desconocidas. Así experimentó quien estos párrafos perpetra, y lo hizo al son de ritmos imposibles de sustraerse a ellos. El de aquella experiencia alucinante, yo, décadas atrás, no encuentra ninguna otra manera de compartirlo, honestamente, al menos. ¿Y por qué en esta materia nadie debe rendir culto a una moralina que en modo alguno es moral?
La sensación de esa única vez, la del Carnaval en Río, aclaro, fue muy extraña y educadora para un joven paraguayo de poco más de veinte años. En realidad, el ése de entonces, el yo de hoy, no pensaba que llegaría a ser el que soy, siguiendo los cursos de mis-vidas-una-sola, ahora confiesa humildemente que así descubrió que la vida tiene una extraordinaria escuela venusiana, la de Eros en su plenitud. Y que allí, en Río, esa pedagogía es habitual, y durante las carnestolendas, cotidiana, a lo largo de los días y sus noches, y no solo en los desfiles del Sambódromo, sino en cualquiera de sus miles de fiestas, y en las calles y en las playas, a todas las horas.
¡Todo fue un descubrir los instintos humanos fundamentales, que nunca deben ser negados, y sí encausados, naturalmente! Es lo que hizo, el que ahora soy desde tal entonces, y en quien hasta ese momento su vida sentimental era más teórico-platónica que práctica, cualquier cosa excepto vida propia, plenamente.
Es que en aquél no tan lejano antecedente de mi hoy, en los hechos el que era yo limitaba su universo vital casi exclusivamente al mundo de los libros, el cual a partir de entonces empezó a agrietarse de manera definitiva, para derrumbarse, acto seguido: ¡no el mundo del conocer, sino el que pretendía el conocimiento como algo ajeno al vivir! Estoy seguro que quienes lean estas parrafadas, hombres y mujeres, de diferentes edades, las entenderán, porque un rasgo del ser humano, el verdadero, es que nada de lo humano puede sernos indiferente.
Aprovechando uno de mis primeros exilios cortos, en 1974 ó 1975, creo, tuve la suerte de descubrir que no todo en la vida había de ser de lucha, clandestinidad, peligro omnipresente de la represión, de sacrificio en el falso altar sacrifical de la ingeniería de la historia, y todo con resonancias supuestamente wagnerianas.
Fue así que también mi antepasado en mí mismo, el JL de varias décadas atrás, de repente se sintió impelido por fuerzas internas desconocidas por él, hasta entonces, y estando en Río intentó aprender a sambar, siendo muy generoso en la expresión, aunque algo aprendí como podrán atestiguar algunas personas que me conocen de tiempo ha. Había viajado al mundo carioca, desde Buenos Aires, donde residía, momentánea y obligadamente. ¡Al menos hice el esfuerzo de sambar, en esa corta semana y media de febrero o marzo, con las diosas de ébano, y con las caucásicas y demás bellas y no tanto, y así sentí que también podía sambar mi propia vida sin que ella careciese de sentido y, por el contrario, reviviera en aspectos hasta entonces reprimidos.
¡¡Oh mujeres exuberantes y de ritmo sensual, desde el ADN, que entonces era desconocido, contenido incluso en el del solo mirar, o en el mero susurrarte palabras volcánicas pero suaves al oído, que quien las recibía no las entendía fonéticamente y menos en su significado, pero que las sentía con el furor incontenible de la vida despojando a quien fuera de toda disciplina artificialmente aprendida, incluso la de la tan estricta del joven militante revolucionario, de repente convertido en un aprendiz de hombre, que se iniciaba en el serlo, y quien así experimentaba, y por primea vez en su existir, la fuerza incontenible de la tan humana pasión humana cuando fluye en libertad, y sin peligrosos atajos o represas artificiales a punto de ceder ante la fuerza imposible de contener del homínido, ese, el de los primates superiores, ancestros que todavía contenemos bajo capas y capas de sucesivas y más que milenarias culturas!!
Mi tutora inesperada en materia de carnaval, sus ritmos y efluvios, se llamaba Danielle. Era profesora de filosofía y teoría política, y hacía clases en la PUC de esa ciudad (la “puqui”, la católica carioca). Ya frisaba el inicio de sus tres décadas, la mejor edad para la mujer, según Balzac, en su época, pero que en Brasil y también aquí, hoy llega hasta más de los sesenta, incluso. En el Brasil, y para nada despectivamente, desde algún tiempo atrás son llamadas las “lobas”, en modo alguno parecidas al modelo clásico aquél, el de los mitológicos Rómulo y Remo.
Danielle acababa de regresar de París con su primer doctorado, y era toda suave sensualidad siempre a punto de “tsunamizarse”, neologismo que acaba este de nacer y que es de libre interpretación. Ojazos color miel, de un suave marron tornazulado y de una larga y lujuriosa cabellera negra azabache, que vestían sus exuberantes y firmes formas, más que las túnicas tahitianas casi transparentes, que lucía a menudo desde debajo de los hombros simétricos y redondeados, teniendo por todo calzado, ella, unas simples sandalias de cuero, como las que están de moda ahora, con tientos que se lían hasta un poco más arriba de los tobillos femeninos.
En el anfiteatro de su aula (ya después de las fiestas carnestolendas), habitualmente predominaban de lejos los varones, embelesados, como comprobé la única vez que acudí a su clase, para admirarla en el rol de profesora. Como no soporté tanta impudicia en las miradas varoniles salí del salón, precipitándome casi, antes de liarme a golpes con toda una clase de estudiantes, mas lascivos que tales, aunque justificadamente, creo, para ser honesto. Al menos es lo que sentí y con el tiempo lo he confirmado.
Ella, de carne y hueso, angelical flotaba en cambio entre tantas miradas que la desvestían y acariciaban, evidenciando que Maquiavelo (la lección de ese día se iniciaba con su realismo político) le importaba tres pepinos a la jauría masculina, en tanto la profesora explicaba como si nada, solo para las contadas estudiantes mujeres, las más de las cuales también la miraban con ojos nada académicos. Eran las miradas de quienes no tan secretamente le reprochaban su encanto hipnótico sobre decenas de alumnos, no pocos de ellos repitentes reiterados y compulsivos de “Filosofía Política II, Inicios de la Modernidad”, una de las materias de Danielle, con mayor índice de aplazados en toda la facultad de ciencias sociales y políticas. ¡Era la forma de continuar cortejándola de manera indirecta!
Con Danielle nos vimos tiempo después en Asunción (huyendo ella de la represión en Argentina, donde había hecho escala al salir precipitadamente de su país) y rumbo al Perú, donde algún tiempo después coincidiríamos. Más tarde tuvimos fugaces encuentros en Bogotá, Caracas, Managua, Ciudad de México, y por último en Nueva York. Hace casi un año nos reencontramos en las redes.
Ella reside ahora en Porto Alegre, con su familia, donde dirige un centro de investigaciones dedicado a estudiar las promesas incumplidas de las democracias de mala calidad, para encontrar la manera de revitalizarlas, evitando que se despeñen en el neototalitarismo…
¡Las sorpresas de lo que llamo el ñandutí de las redes! Ya es abuela, está casada por tercera vez, ahora con una “joya riograndense”, me cuenta, tiene libros publicados y un blog que se difunde desde otra ciudad, y bajo otro nombre, debido a su gran éxito, y prefiere no mezclar ese rol con el de la exitosa mujer profesional que es y menos con la vida familiar.
Cuando la crisis de la agresión antiparaguaya e imperialista de Planalto-Itamaraty, para complacer al eje La Habana-Caracas, me proveyó siempre de excelentes informaciones sobre las mafias de la extrema izquierda del PT de Lula con los “bolivarianos”, y de sus conexiones, los mercenarios paraguayos, a varios de los cuales conoce, por razones profesionales, pero como si los hubiese parido...
Y por medio de ella también pude hacer llegar a centros de decisión de Brasilia, San Pablo y otras ciudades, de Brasil y el mundo, la verdadera versión de lo que ocurrió aquí a raíz del juicio político de junio pasado. ¡Las cosas de la maestra vida!
Y antes de cerrar este capítulo, a cumplir la promesa. El enlace de abajo les llevará a abrir un vídeo sobre el más maravilloso carnaval de Río que puedan imaginar, y estoy seguro de que lo disfrutarán, como yo lo hago a menudo. Las gracias a nuestro amigo Andrés, el buen doctor Ginés, quien tiene tiempo para compartir con nosotros una expresión de las tantas maravillas de la vida, ¡y a ritmo del novísimo carnaval de Río!
El vídeo: