Escribe José Luis Simón G.
En Caracas (junio 18, 2008), rindiendo homenaje al “Bolívar-iano”, el presidente electo Fernando Lugo, acompañado del hoy “vicepresidente ejecutivo” (sucesor designado por el dictador Hugo Chávez) y también canciller, el intervencionista Nicolás (in)Maduro. A la izquierda, atrás, Milda Rivarola, quien todavía era la candidata a canciller del régimen “chavista” paraguayo a punto de inaugurarse, y a la derecha el inefable e insólito ex stroessnerista, Marcial Congo, devenido en “comandantito revolucionario”. En esa oportunidad, Lugo recibió numerosas ofertas de “becas” para formación de “revolucionarios” paraguayos, alojados en el “Alba Hotel”, al llegar y antes de ser trasladados algunos, bien al sur del golfo de Venezuela, en el área del lago de Maracaibo, una región de “santuarios” para las terroristas FARC (Foto de un Archivo Privado).
Me pregunto y corro traslado de ello al criterio público: ¿cómo es que el “ministro” de nuestro “servicio exterior”, Víctor Casartelli, recién ahora denuncia las “becas” para el adoctrinamiento “bolivariano” de compatriotas jóvenes, y de los comprendidos en otras categorías generacionales? ¿Cuánto tiempo estuvo en Venezuela, representando “diplomáticamente” a nuestro país? Caracas, sede de su misión “diplomática”, ¿fue similar para él al camino de Saulo a Damasco? ¿Encontró Casartelli en Venezuela, ahora que en los hechos fue expulsado, y repentinamente, la zarza ardiendo que lo convirtió a la democracia, como siglos atrás una zarza diferente incorporara el jesucristinaismo naciente al centurión romano, quien hasta entonces perseguía a los seguidores del nazareno?
A usufructuar tales “becas” fueron a Venezuela muchos de nuestros desheredados y otros no tanto. A ello fueron muchísimas personas nacidas aquí, con la complicidad del Palacio de López, ya desde el periodo neo-tendotá de Nicanor Duarte Frutos, y ni qué decir a partir del 16 de agosto de 2008, después del encuentro, en las sentinas de la historia, en San Pedo, entre Lugo y el dictadorzuelo Hugo Chávez. Las supuestas becas de estudio “Fundayacuchos” sirven en realidad para captar y capacitar a “mano de obra” para tareas “revolucionarias”.
Sirven para formar “cuandros, los militantes y combatientes revolucionarios socialistas siglo XXI”. No todos llegan a ello: se calcula en cerca del 5 por ciento (más o menos), el porcentaje de cada leva que terminará enrolada en el terrorismo chavista, el protector de las FARC. ¿Sabemos aquí quienes vinieron en los aviones oficiales y del protocolo y seguridad de Chávez cuando visitó a su subordinado Lugo, desde el 14 de agosto de 2008? ¿Sabemos cuántos salieron con él?
Si bajo la irresponsabilidad del lugo-laracastrismo, durante el proceso truncado de la “chavistización” de nuestras relaciones internacionales, y de todo el país, Casartelli cumplió con su deber de defender el interés y los valores nacionales, denunciando lo que ahora hace, ¿cómo es que no nos enteramos de ello? Y si no lo hizo antes, ¿era porque no lo sabía? ¿Otro caso de “idiota útil” en la historia? ¿Otro “compañero de ruta”?
El sayo o el “bayo” del oportunismo y RREE
La confesión de hoy, de Casartelli, más que de valentía tiene el aroma oportunista de la cobardía imperante, sobre todo bajo el desgobierno luguista, enmascarada en la figura de la omisión culpable, aquélla, al no haber cumplido a cabalidad los omisos y/o cómplices con su deber de servidores públicos de la nación paraguaya, incluso con riesgo de sus propias vidas si ello hubiese sido necesario. Esto, no solo para el “ministro” Casartelli: a quienes les vaya el sayo (según la frase tradicional y textual, y no el “bayo” que le cambiara el significado la ignorancia de un “senador de la República”, autodefinido pomposamente por él mismo nada menos que como un “repúblico opositor y demócrata”) que se lo pongan…, o que ensillen al noble matungo en cuestión…
El escribidor de esta columna, a sueldo de nadie, siempre perseguido por autócratas, autoritarios y totalitarios, o sus aprendices, y también por los “demócratas”, y solo guiado desde el propio libre albedrío responsable de sus actos y omisiones, por si ninguno se toma por “eludido” (otra joya gramatical de nuestros “demócratas” contemporáneos, de endurecidas pieles de broncosaurios, pues de conciencia y alma carecen), siempre que puede les pone el “sayo-bayo” correspondiente. A tantos y tantas que se lo merecen, pues ganaron el derecho a lucirlo, o a ser aplastados por el peso del equino, con sus genuflexas concesiones a tanto oportunismo politiquero, que a diario les exige trepar, como sea, en el innoble curso del deshonor de los profesionales en innobles sumisiones de cualquier régimen prebendario y patrimonialista, ya sea autoritario, democrático de muy mala calidad, o totalitario en ciernes.
Además, ¿cuál es la real calidad profesional del “ministro Casartelli en nuestro “servicio exterior”? ¿Está escalafonado o no? Y si así es: ¿él mismo autofirmó su “autoescalafonamiento”?
En un tiempo todavía no muy lejano, bajo el desgobierno de desunión nacional surgido de tanta sangre inocente derramada, e incluso de brotes de terrorismo de Estado, es lo que hizo el señorito feudal de nuestras relaciones exteriores, el “embajador” José Félix Fernández Estigarribia (ideólogo de votar por la argentina de CFK, para un sillón no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU), ahora por segunda vez canciller de sus amigos politiqueros. Ya en aquella oportunidad aupó a sus áulicos en el “profesionalismo” diplomático, basándose para ello en la pérfida ley del Talión, en este caso la de la indigna reciprocidad en beneficio propio y de su claque de narcisos-joséfelixistas, porque durante la hegemonía colorada y neocolorada stroessnerista de más de medio siglo, todos aquellos que no se afiliaban al “coloradismo” después “eterno con Stroessner”, terminaban siendo, marginados en el mejor de los casos, sino perseguidos abiertamente.
Esto último, como ocurriera con ese gran intelectual, diplomático y político que fuera Osvaldo Chávez, uno de los valientes ideólogos del coloradismo disidente, nacido en las luchas turbulentas de fines de los años de la década de los cincuenta del siglo anterior, y por ello atrozmente perseguido desde sus orígenes.
Otro caso paradigmático, el del marginamiento transmutable con facilidad en persecución, lo experimentó incluso un compatriota colorado de rancia prosapia, el embajador Luis María Ramírez Boettner, quien llegó a viceministro de RREE bajo los sucesivos cancilleres del dictador y general Alfredo Stroessner, Hipólito Sánchez Quell y Raúl Sapena Pastor. Dándose cuenta de los riesgos que corría, por ser como era, a partir de cierto momento Ramírez B. juzgó prudente refugiarse en las Naciones Unidas, donde llegó a ser el paraguayo de más distinguida carrera diplomática, por mérito propio, pues ascendió nada menos que a las elevadas responsabilidades de subsecretario general administrativo de las Naciones Unidas, por más de una década, y al cabo de una muy meritoria carrera diplomática basada en su propia capacidad perdida para el país. A él mismo le escuché decir varias veces que se había iniciado en nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores bajo cancilleres de personalidades tan señeras, ilustradas y patrióticas como Cecilio Báez y Juan Stefanich.
(“¡Oh, tiempos!”, “¡oh costumbres!”, traducción del dicho latino: “¡o tempo!, o mores¡”, exclamación crítica que nos legara Cicerón [106-43 a. de C.], el tribuno, escritor y político romano, quien así se refirió al pasado de Roma, para advertir a su Imperio acerca de los peligros que enfrentaba, derivados de la declinación moral de sus conciudadanos).
El síndrome de la cobardía criolla
Esto que, sinceramente, es en realidad un pecado grave del “ministro” Casartelli, es un síndrome preocupante de lo que debe denominarse la peligrosa enfermedad de “la búsqueda al menos de un mal salario”, en el peor de los casos, por parte de empleados “públicos” correligionarios, quienes, en su gran mayoría, así apenas buscan en cualquier administración del Estado la sobrevivencia, al precio que sea. ¡Si se puede robar, para enriquecerse, mejor! Como descubrieron muy pronto los herederos luguistas de los niveles más elevados, conocimiento adquirido de las poco más de seis décadas de oprobio y corrupción sistémicas, las cuales supuestamente, ellos habían acabado, con el obispo apóstata y peor presidente a la cabeza, que fuera Fernando Lugo Méndez.
Lo del orgullo de cumplir el rol de “servidor público”, que constitucionalmente manda nuestra Ley Suprema, pero siempre no tanto, entre tales funcionarios electos y de “carrera”, en la generalidad de los casos ni siquiera ha sido olvidado: ¡no se lo conoce!
Es así que el canciller Fernández Estigarribia fue el “asesor” del entonces “ministro” Jorge Lara Castro, quien le recomendó suscribir el intervencionista y “bolivariano” Protocolo “Ushuaia II” (Montevideo, diciembre de 2012), el que finalmente alertara a la clase politiquera nacional que estaban a punto de perder sus privilegios partidocráticos, lo que realmente les preocupaba y no el interés nacional paraguayo.
Hoy, Fernández Estigarribia es el canciller “arréglalo todo”, dispuesto a negociar la reinserción del Paraguay en el Mercosur, del que nunca ha salido, en lugar de que los golpistas de la “banda de los cuatro” (los jefes de gobierno de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela), después de reconocer que destruyeron el Tratado de Asunción (1991), arrepentidos hagan los deberes (incluyendo las reparaciones debidas al Paraguay), para reintegrarse a la institucionalidad integracionista que Asunción nunca violó. La excepción en lo de reingresar al Mercosur es Venezuela, lógicamente.
El malestar de la Patria paraguaya
Tan mal estamos en cuestiones de gran trascendencia cívica como las de [i] la legitimidad política democrática, [ii] la cuestión de la autoridad moral de los “gobernantes”, [iii] el problema del descreimiento en autoridades e instituciones democráticas, [iv] las deficiencias tan grave en materia de gobernabilidad, y un largo etc., que el embajador “liberal” paraguayo en Brasilia, designado por Lugo y aprobado por el Senado, Evelio Fernández Arévalos, continúa sus privilegiadas vacaciones en Brasilia, después de haber secundado desde ese cargo tan importante las locuras de Lara Castro, acentuadas durante la cumbre “Río más 20”, que culminaran aquí con el abierto injerencismo chavista durante la crisis de Estado solucionada momentáneamente con el juicio político constitucional de fines de junio pasado.
Tan mal estamos en todas estas cuestiones, en las que se juegan las soberanía e independencia nacionales, que casi sin solución de continuidad, el hasta ahora incombustible “Stalin paraguayo” (JLS “dixit”: Aldo Zucolillo, el multimillonario propietario y por ello director de su diario y de decenas de negocios más), pasara de fervoroso respaldo mediático a Lugo a ser en los últimos tiempos su más encarnizado “crítico”, mientras navega en las aguas turbulentas de la politiquería local, en busca de la próxima nueva alianza mediática con el poder de turno, como tantos otros “periodistas” dispuestos siempre a “arriesgarse”, en lo que les conviene, lógicamente.
Los ejemplos son interminables. Como colofón basta decir que, si en lugar de investigar seriamente la denuncia, es castigado el jefe policial, el que también ahora recién habla de la complicidad de Lugo con los terroristas del EPP, lo que desde hace tiempo les constaba a él y a muchos de sus jefes y subordinados, y a jefes militares y parlamentarios partidócratas, lo más probable es que el premio del “ministro” Casartelli será un buen destino de “embajador”, por haber traicionado a sus ex patrocinadores luguistas, con el repentino “descubrimiento” y tan “patriótico” de la verdadera intención de las becas “Fundayacucho”.
El arriba firmante puede hacer esta acusación, que no es temeraria, porque bajo la ignominia del supuesto “gobierno del cambio”, desde el sitio de “La Rueda” y de otros, periodísticamente denunció todo lo que ahora se dice, y lo que él mismo difunde, pagando siempre un elevado precio de persecuciones a raíz de ello, que ahora continúa con este cada vez más desgobierno y menos gobierno, el de la administración presidencial de Federico Franco, quien tiene un canciller a la medida, lo que en su pésimo francés de colegial aprendió que se dice uno “prêt-à-porter”. Si los habitantes del Paraguay, definitivamente no nos transformamos en ciudadanos, y no ejercemos la soberanía popular en serio, la Patria paraguaya corre graves peligros en el tan complejo e inestable cambio de época de nuestro tiempo.
JLSG
Asunción, a domingo 21 de octubre de 2012
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