domingo, 20 de mayo de 2012

El Paraguay “preñado de futuro” (I)


Política, Estado y sociedad, antes y después de la apertura política desde arriba


El dictador Alfredo Stroessner sube a la aeronave de LAP, para dirigirse al exilio, casi enseguida después del golpe políticamente liberalizador que encabezara su consuegro, y número dos del régimen, el general Andrés Rodríguez. Al cabo de casi 35 años de imperar autoritariamente en el Paraguay, Stroessner conocería el dorado ostracismo de tantos autoritarios y totalitarios depuestos. Moriría en el Brasil, “triste, solitario y final”, como se lee en el título de una novela del argentino Osvaldo Soriano, que algunos memoriosos habrán sabido aprovechar en su momento (Fuente: Paraguay.com, del 14 de mayo de 2011).


 
Nota del Editor: Lo que sigue son la páginas iniciales de la primera parte de La singladura de tres decenios de la Revista Paraguaya de Sociología y del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos: política, Estado y sociedad, antes y después de la apertura política desde arriba, un estudio crítico introductorio del volumen colectivo sobre Ciencia Política, editado por el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES) y la Revista Paraguaya de Sociología (RPS), a ser publicado próximamente, como un homenaje tardío en conmemoración del trigésimo aniversario de ambas instituciones, que introdujeran los modernos estudios de Ciencias Sociales en el Paraguay. Este trabajo, escrito especialmente para los fines de la publicación que presenta, no hubiese podido ser pensado y mucho menos realizado sin haber contado con la solidaria cooperación interinstitucional de parte de la Dirección General de Posgrado y Relaciones Internacionales del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en la cual el autor es uno de sus profesores-investigadores. Desde luego, los juicios y reflexiones expresadas en el texto no comprometen a las autoridades académicas mencionadas de la UNA, como tampoco a las del CPES/RPS. Esta versión, introduce algunas pequeñas correcciones de los gazapos [en la segunda acepción de la segunda entrada del término, en el Diccionario de la Lengua Española (RAE / Editorial Espasa Calpe, Madrid, 2001, vigésima segunda edición, en dos tomos, y actualizada de manera permanente en línea: http://buscon.rae.es/diccionario/cabecera.htm), e incluso de algún pequeño dislate, escapados al corrector, en la siempre penúltima tarea de corregir un texto antes de su publicación. La última versión del original fue concluida a mitad del segundo semestre de 2011, y eso explica algunos datos y reflexiones en algo superados por nuevos hechos y procesos ocurridos después, que en modo alguno hacen perder vigencia al contenido del análisis ofrecido en las páginas referenciadas.

El golpe militar del 2 y 3 de Febrero de 1989, que concluyera con el exitoso y cruento derrocamiento del autoritario general Alfredo Stroessner, puso fin a su muy prolongado régimen (1954-1989) de naturaleza unipersonal y de la época de la guerra fría. Desde sus mismos orígenes golpistas había pisoteado la condición humana, tan magistralmente evocada por la narrativa del auténticamente inmortal André Malraux, a quien nunca dejamos de recordar entre varios intelectuales y pensadores más.

Aquél acontecimiento de 1989, estuvo a la vez “preñado de futuro” y amenazado por el arraigo tan profundo entre nosotros de las subsistentes napas del siempre excluyente tradicionalismo patrimonial paraguayo, desde 1954 con los rasgos propios de un régimen sultanístico y prebendario de larga duración. Este desenlace se había estado gestando en la debilidad proverbial de nuestra sociedad e instituciones jurídicas y políticas, decapitadas como posibilidad histórica inmediatamente después del auspicioso Mayo del Paraguay de 1811. Entonces el verdugo fue el inicial “despotismo republicano” que nos condujera, inexorablemente según Cecilio Báez, al Armagedón de 1864-1870, el del trágico aut vincere aut mori, la versión paraguaya del Apocalipsis del evangelista San Juan.

De los restos de la Patria todavía humeantes iría a nacer una muy peculiar “república liberal”, en la que constituyeron auténtica excepción las breves etapas de acercamiento sistemático del país real al legal. En el Paraguay, de aquella época, y desde el inicial constitucionalismo, apenas formal, lo que ya era un inmenso paso histórico, nunca pudo concretarse el avance decidido hacia un auténtico republicanismo democrático, entendiendo por tal a uno de los regímenes del Estado de derecho surgido de las ideas de la ilustración y plasmado inicialmente en las revoluciones Americana y Francesa y sus correspondientes procesos político-constitucionales.

El Paraguay llega al siglo XX político. El golpe militar del 2 y 3 de Febrero de 1989, sin ninguna duda fue un auténtico parteaguas histórico que instaló políticamente al Paraguay en el siglo XX, muy tardíamente y con no escasas limitaciones, por cierto. Fue todo el inevitable resultado derivado de los condicionantes históricos líneas arriba recordados, que ayudaron a configurar una sociedad que, en lo fundamental e incluso hasta el presente, y a pesar de las sacrificadas luchas libertarias de sucesivas generaciones de sus hombres y mujeres, mayoritariamente se mantiene reacia a proponerse en serio la edificación de un Estado de derecho democrático, el espacio jurídico y político de la sociedad abierta de Karl Popper, preanunciado como la forma legal de dominación desde la plasmación teórica y metodológica de la sociología, el monumental aporte de Max Weber para la constitución autónoma de un nuevo campo de conocimiento.

Sin ninguna duda, y más allá de las intenciones, en mucho hemos demostrado incapacidad quienes, desde la pluralidad de generaciones de compatriotas, que recorren toda la historia nacional, aún no hemos logrado convertir en auspiciosa realidad, y mejor futuro, la siempre postergado combinación de la utopía con la ética de la responsabilidad política. Es hora de repensarnos autocríticamente, desde nuestras individualidades y como integrantes de la sociedad paraguaya en su propia historia, para incorporarnos a la universal y sin ningún fatalismo interno o externo.

En fin: el 2 y 3 de Febrero concluyó la crisis terminal del autoritarismo stroessnerista, en su parte visible, al menos, con el obligado abandono del país al que inevitablemente se había hecho acreedor el general Stroessner, a lo largo de sus casi treinta y cinco años de reinado autocrático, cada uno de ellos annus horribilis y no mirabilis. Gracias al acontecimiento el Paraguay pudo incorporarse al proceso regional de transición a la democracia, el del hoy tan viciado, desde su ostentoso bautismo como Mercado Común del Sur, y nacido Tratado de Asunción entre las partes contratantes, en 1991, en la ciudad epónima. Lo acabado de recordar y no pocas cosas más fueron hechas desde la futuridad del 1989 paraguayo, año que lo es también de las crisis terminales del Chile del autoritarismo pinochetista y del sistema totalitario soviético que no pudo sobrevivir a la catastrófica ingeniería social [la de los campos de exterminio, el soviético, originado a partir de 1917, del Gulag (acrónimo de Glávnoie Upravlenie Lagueréi o “Dirección General de Campos de Concentración”), y los complejos nacionalsocialistas de la “solución final”, como el de Auschwitz I, en la entrada del cual se podía leer la ominosa expresión en alemán, Arbeit macht frei (el trabajo hace libre], que convirtieron al siglo XX en uno de tiempos muy nublados, en extremo oscurecidos por la infernal demencia genocida, como nunca antes se había conocido.

Otra oportunidad desperdiciada, local y mundialmente. De manera muy lamentable, por cierto, aquella ventana paraguaya a la historia, la del 2 y 3 de Febrero, tardíamente abierta, estuvo comprometida en sus inicios por nuestros propios tiempo y actores, y por eso tampoco pudimos aprovechar de manera plena la oportunidad que abría el contexto internacional de la inmediata posguerra fría, que por entonces se estaba inaugurando en el mundo, entre muchas cosas más a objeto de prepararnos para la realidad de la globalización, ya de por sí arrolladora para las sociedades del Estado nacional westfaliano, mal que bien sometido este al ordenamiento del Derecho internacional mientras persiste la desregulación casi total del sector financiero mundial hoy con la ventaja de la sociedad en red.

Esta profunda asimetría normativa y sociológica ya costó al mundo la crisis financiera de 2007, convertida después también en económica, y más recientemente en la crisis fiscal norteamericana que amenaza con derrapar en una cesación internacional de pagos y en la correspondiente guerra comercial de todos contra todos. Un fantasma recorre el planeta: el de la sensación, casi ya convertida en realidad, de la anomia mundial.

De ello es evidencia en todas sus dimensiones, por ejemplo, la economía política en extrema grave crisis en los países de la Unión Europea y en los Estados Unidos. Entre las nubes oscuras de las contradicciones de esta potencia única, que rige el régimen internacional de poder, se encuentra la muy grave amenaza de la propia ingobernabilidad desatada por fuerzas fundamentalistas, las de la irracionalidad nihilista, en pleno trabajo de zapa del primer sistema político de la libertad en el mundo, el que más allá de los esfuerzos del solitario inquilino actual de la Casa Blanca, institucionalmente pareciera haber abdicado de los siempre duros caminos de la racionalidad constructiva, para fatalmente autoenajenarse en la suicida atracción del profundo vacío. Tal como ocurriera casi un siglo atrás en una Europa de pueblos en pánico y desorientados, casi sin estadistas, que se encaminaba raudamente hacia la furia del estallido totalitario, el de la banalización del mal, estudiado por esa extraordinaria heroína de la racionalidad humanista, que fuera Hannah Arendt.

A esto último se llegaría después y sucesivamente de la Gran Guerra (1914-1918), de la conmoción histórica del Octubre rojo (1917), de la hasta ahora todavía más grande crisis mundial de pagos que estallara en 1929, y a continuación del nefasto anti Tratado de Paz de Versalles (1919), que con una sola aguja enhebrara tantos hilos infernales, los de una humanidad convertida en su contrario, el aprendiz de brujo, el que una vez desatado los fuegos infernales, que no será capaz de controlar, también arderá en ellos.



Por José Luis Simón G.
 Asunción, domingo 20 de mayo de 2012





2 comentarios:

Valiosísimo artículo, en especial para las generaciones que no vivieron las atrocidades del régimen stronista.
Por favor, profesor le pido un análisis de la situación actual del liderazgo en el partido colorado. Gracias.

Apreciado Anónimo:

Gracias por el estímulo de tu atención.La historia debe servirnos para no volver a perpetrar las atrocidades y errores de antes. Y para evitar perores males ahora, controlando a nuestras autoridades, porque ellas deben ser servidores públicos, del soberano, el pueblo, que somos nosotros. En breve cumpliremos con tu pedido. Un abrazo, JL