Escribe
José Luis Simón G.
Foto
de Rudy Lezcar, abc color
|
El
escritor galo Anatole France (1844-1924), tiene una de sus tantas
sabias frases, que se aplica perfectamente a la realidad paraguaya
actual; decía el Premio Nobel de Literatura de 1921, que Los
dioses ciegan a quienes quieren perder.
Otro pensamiento –Cuando
los gobernantes abandonaron toda vergüenza, los pueblos dejan de
respetarlos–,
es de autor anónimo, o acaso no recuerde ahora su nombre, y también
ayuda a explicar la crisis nacional del presente, que una grave
manifestación de la bicentenaria crisis, todavía no resuelta, del
Estado paraguayo.
Las
reflexiones mencionadas forman parte de la multimillonaria herencia
cultural que mis hermanos y yo recibimos de nuestro padre, un lector
impenitente, incansable y voraz, y de gran capacidad de asimilación. Comprobémoslo.
Enceguecidos por sus bajezas y tan indignas motivaciones y peores
finalidades, casi ninguna autoridad es hoy respetada por la inmensa
mayoría del pueblo paraguayo. Nuestros “gobernantes”, en
permanentes guerras intestinas entre ellos, forman una corporación
de agresivos aliados, cuando de defender sus inmorales, ilegítimos e
ilegales privilegios se trata. Lamentablemente, solo para eso se
entienden y forman consenso, entre novísimos y prepaolíticos
politiqueros. Es por todo esto que incluso quienes los votaron, sin
elegirlos, en 2008, también ya no los consideran dignos de respeto.
El respeto no se
puede imponer: sólo es respetado quien es respetable. No hay poder,
dinero, inteligencia o capacidad humana que vuelva respetable a una
persona indigna de serlo. Esto ocurre cuando la autoridad se ha
licuado en el Paraguay, las instituciones no existen, y la sociedad
civil es todavía débil, aunque en los últimos tiempos está dando
señales alentadoras de vida. Tampoco han emergido aún las nuevas
élites dirigentes y esclarecedoras, tan necesarias sobre todo en
tiempos tan oscuros de tsunamis históricos en ciernes. Para peor,
desde lo profundo de nuestra historia, pende amenazadora sobre
nosotros la predominante tradición autoritaria, en lo cultural y
político, esto último por ello apenas politiquería.
Cambio
de época y no sólo tiempo de cambio
Lo que está
ocurriendo en el Paraguay del presente es una coyuntura de
aceleración del tiempo político, local y mundial, que debe
interpretarse no apenas como señal de una época de cambios. Se
trata nada menos que del inicio de la posibilidad de llevar a cabo
una auténtica revolución democrática, que debe gestarse de abajo
hacia arriba, por líderes éticos y capaces, en el contexto de un
cambio
de época histórica,
como dicen los sociólogos que no se aíslan del proceso histórico
de transformación local y mundial en curso, en el cual deben cumplir
el doble papel de estudiosos de la realidad social y de
actores-ciudadanos. Tales sociólogos –los nuestros, los del común
o pueblo,
para decirlo desde nuestra intencionalmente olvidada tradición
comunera–
se encuentran en la vereda de enfrente de los patrimonialistas
“intelectuales orgánicos”, los del statu
quo
“bolivariano” local, es decir, de quienes se han convertido en
muy bien pagos ideólogos de los cada vez más ilegales e ilegítimos
poderes establecidos, los fácticos partidocráticos, y los de otra
naturaleza, que se apropiaron de los constitucionalmente establecidos
poderes, de un Estado apenas nominal. Tales intelectuales abdicaron
de la razón crítica y ayudan a sojuzgar y oprimir a sus pueblos.
Todo a cambio de la fugaz gloria humana, que Tomás de Kempis
(1380-1471), el fraile cristiano renacentista y beato, sintetizara en
la profunda frase latina, sic
transit gloria mundi.
Los transformistas
de los ideales y prácticas democráticas, los autoritarios y
corruptos locales, son los mandantes de tantos alquilados pontífices
de lo obvio, imprescindibles en la tarea de someter a la patria al
“socialismo del siglo XXI”, desde las asépticas y privilegiadas
torres de cristal de sus lujosos gabinetes, en la cátedra, en el
monopolio de medios oficiales, en los grandes negociados públicos y
privados, y en lo altos cargos oficiales reservados para los
integrantes de las burguesías fraudulentas que nos expolian a
diario. La administración de Fernando Lugo Méndez,
el-presidente-no-de-la-nación-sino-el-subordinado-número-uno-en-el-Paraguay-al-demencial-Hugo-Chávez,
dictadorzuelo este que surgiera de la descomposición total de la
formal democracia venezolana contemporánea, realizada por las
ambiciones e irresponsabilidades sin límites de los partidócratas
venezolanos…
De
habitantes a ciudadanos.
La
jornada de protesta del viernes 25 de mayo, en las inmediaciones del
denominado Poder Legislativo, organizada bajo el lema After
Office Revolucionario,
de manera independiente a lo banal de su nombre, es otra de muchas
señales de que también en el Paraguay estamos empezando a transitar
nuestro propio y arduo y largo camino de la verdadera lucha cívica,
que significa la conversión de nosotros mismos en ciudadanos,
dejando atrás el mero rol de habitantes.
Esto es algo
imprescindible para iniciar la construcción y consolidación del
Estado de derecho democrático, tantas veces históricamente
frustrado por la debilidad de nuestra sociedad civil, y debido
también a la traición a ese ideal perpetrada por innumerables
dirigentes políticos y sociales, de sectores privilegiados antes, y
hoy incluso de los de origen popular, que por ambiciones desmedidas
jamás trepidaron, ni tampoco vacilan ahora, en pisotear de la manera
más vil el sacrificio de tantas generaciones de compatriotas, desde
1811 en adelante, quienes en innumerables oportunidades incluso
ofrendaran sus vidas para hacer realidad entre nosotros el ideal de
la sociedad
abierta,
la única que perfectiblemente puede garantizar la condición
humana,
al organizarse jurídica y políticamente como Estado de derecho
democrático.
Resultaría
interminable incluso la sola mención de hechos y manifestaciones que
demuestran que en el Paraguay el pueblo está preparado para la
democracia, y dispuesto a luchar cívicamente por ella. Un ejemplo
válido, entre miles más, es el de Miguel Darío, visitante de este
blog ––sin duda el más humilde de la “galaxia internet”,
pero todo un logro para su perpetrador, quien lo escribe, algo hecho
posible gracias a la generosidad del tutor y editor digital de estas
páginas, José Valenzuela Fernández, uno de tantos genios en redes
entre nuestros jóvenes––, y quien en su mensaje del viernes 25 de
mayo (21:16 hs.), criticaba a este blog, porque no había leído
todavía en él materiales que se ocuparan directamente de “alguno
de los temas de actualidad, como el rechazo en el parlamento del veto
presidencial que dejaba sin efecto varios millones de guaraníes para
operadores políticos”.
Miguel Darío terminaba su texto, publicado en la sección “Foro
Público”, manifestando “que
el electorado debe dejar de votar a los nefastos pillos que lucran
con el bien público”.
El reclamo al blog
realizado por el visi-participante
mencionado era válido, pues él no podía saber que el responsable
había levantado un texto, inoportuno en ese momento, para escribir
un nuevo comentario, el que ahora los sufridos lectores están
padeciendo, y que Miguel Darío interpretará también como respuesta
a su tan válido requerimiento, que habrá sido el de muchísima
gente más, la cual, por la razón que fuese, no la expresó como
hiciera aquel.
Hartos
de politiqueros mendaces, corruptos e incapaces.
La inmensa mayoría de compatriotas trabajadores, honestos y
capacitados ha dejado de ser una típica, gris y sometida “mayoría
silenciosa”. En todo el territorio patrio la gente está deseosa de
recuperar el tiempo perdido desde 1989, para avanzar hacia la calidad
de vida en el marco de las instituciones del Estado de derecho
democrático, el insuperado marco jurídico y político para
organizar la convivencia civilizada, poner límites y controles a
quienes debieran ser servidores públicos (las autoridades
nacionales, departamentales y locales) y establecer
institucionalmente las reglas de juego de una economía de libre
iniciativa, pero con responsabilidad social y ambiental. Entre muchas
cosas más, y por ello la esperanzadora protesta del viernes 25, esta
ciudadanía paraguaya en desarrollo y expansión, por enésima vez
acaba de advertir, a quienes se creen los dueños del país, que
estamos hartos de irregularidades y prevaricadores, y que ya no
seguiremos tolerando, entra tantas irregularidades más, lo
siguiente:
- La corporativa dictadura partidocrática que impera en el Paraguay, que convirtió a la Constitución en una pestilente ruma de hojas, lo que posibilitó la emergencia y lucha despiadada de los poderes fácticos del aparato de Estado, que desnaturalizaron el bien público y a la República, convirtiéndolos en el botín de una fraudulenta y demencial oligarquía politiquera que busca perpetuarse en el poder para continuar enriqueciéndose en complicidad con otros poderes fácticos, incluso de los extra constitucionales. Los dirigentes políticos que escapan a tales comportamientos constituyen una minoría incapaz de revertir tal caos degradante y pervertido de la convivencia ciudadana, y con su presencia en las instituciones no hacen sino justificar este desorden generalizado, que del caos actual puede llevarnos a la violencia fratricida;
- La subordinación casi total de los intereses y soberanía nacionales, por parte del desgobierno actual de desunión nacional, a proyectos politiqueros regionales, de naturaleza neopopulista, neoautoritaria y neototalitaria, lo que de continuar terminaría en la desaparición de la República y de la Nación paraguayas, fenómeno que ya se manifiesta con claridad en los poderes fácticos del aparato de Estado, y en instituciones fundamentales como las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la administración pública, la educación, etc., todo ello en grave desmedro de la sociedad;
- La impúdica ostentación que hacen los partidócratas y politiqueros, con sus aliados traficantes de influencia y burguesía gangteril, enquistados en el aparato de Estado (“gobierno y oposición”), de sus riquezas malhabidas y privilegios inmorales, ilegales e irresponsablemente ejercidos, que agravan de manera la posibilidad en extremo frágil de construir la convivencia civilizada. Esto se agrava a causa de la generalizada exclusión social, de la pobreza crítica, de la desigualdad de oportunidades, de la degradación crítica del medio ambiente, y de toda suerte de iniquidades, que estimulan la expansión pandémica de patologías sociales (criminalidad común, adicción a drogas legales e ilegales, anomía, etc.) que son aprovechados por las organizaciones del crimen organizado (narcotráfico y terrorismo) para fortalecer sus intereses, todo lo cual genera la situación de inseguridad total, desde la jurídica hasta la ciudadana, y que no hace sino incrementar la conflictividad social y política;
- La abierta y descarada complicidad del desgobierno actual con los terroristas del autodenominado EPP y la proliferación de verdaderas organizaciones delictivas (“carperos”, “sin tierras” y otras), que nada tienen de movimientos sociales;
- El descarado e irresponsable lujo en el que vive la “dirigencia” paraguaya actual (vehículos costosísimos, viajes de placer, mansiones, negocios, estancias, hiperconsumismo, oficinas fastuosas, telefonía móvil y servicios sin límites, jubilaciones y sueldos de privilegio, nepotismo, patrimonialismo, etc.), todo lo cual contrasta con las inmensas necesidades básicas insatisfechas (salud, alimentación, trabajo, educación, transporte, seguridad, etc.) de la inmensa mayoría de los paraguayos, mientras el presidente-de-ya-ningún-paraguayo, Fernando Lugo, se encuentra viajando en su enésimo periplo de placer por el mundo, escandaloso e insultante sibaritismo que pagamos todos;
- La colusión entre “parlamentarios” y la denominada justicia electoral y su burguesía partidocrática fraudulenta, en la cuestión de los planilleros; los grandes negociados y atentados contra el orden social emanados del Indert; la corrupción generalizada en Aduanas, tributación y en el manejo del presupuesto público, vía ministerios como el de “Salud Pública”, por ejemplo, o la “Corte Suprema de Justicia”, con la complicidad de la agencia local de la ONU, el PNUD, en lo internacional, y de las criollas “instituciones” como Hacienda, Procuraduría, Fiscalía y Contraloría, etc. Todas son señales de los profundos males que corroen a la sociedad y a la “república” del Paraguay.
Sería interminable
y es innecesario continuar enumerando los vicios de esta “democracia”
de muy baja calidad e intensidad. La mayoría coincidimos en el
diagnóstico de los males y en sus causas y estamos convergiendo
también hacia concertaciones en materia de política y no de
politiquería del poder. La cuestión ahora consiste en nos pongamos
de acuerdo en qué
hacer
en el Paraguay de principios del siglo XXI. Por eso no nos basta con
ser indignados. Nosotros debemos construir –nos va la vida de la
Patria en ello–, en libertad y constitucionalmente, un nuevo orden
social, económico y político, y desde tal proceso también aportar
los paraguayos a similares esfuerzos que se experimentan hoy en el
mundo.
De
los Comuneros a las redes.
Debemos buscar la unidad entre paraguayos (entre todos, los sin
partido y los que siendo afiliados no aceptan los vicios
partidocráticos), organizarnos y salir a las calles a protestar en
el marco de la Constitución y las leyes, pacíficamente y respetando
los derechos de terceros. Necesitamos organizar el descontento, y
estimular y promocionar el surgimiento de los nuevos liderazgos de
auténticos servidores públicos, no de adictos al poder, que
requiere el momento histórico. Tales dirigentes irán surgiendo en
las sucesivas crisis que nos esperan.
En las condiciones
actuales debemos reflexionar acerca de si es posible impulsar
“candidaturas democráticas” para 2013. Lo impide el inmoral e
inhumano subsidio electoral y aporte del Estado para los partidos
políticos. Lo impide la politiquería de las chequeras y del lavado
de dinero de los poderes fácticos. Lo impide el perverso sistema
electoral destinado a preservar a los partidócratas, lo que el
lúcido politicólogo alemán que fuera Robert Michels (1876-1936)
denominara “la ley de hierro de los partidos políticos”, la de
su oligarquización, que afecta también a instituciones públicas y
privadas, a organizaciones sociales, en fin a las estructuras
complejas de la sociedad. Lo impiden las trampas y maniobras
descaradas de la legislación electoral y las que se preparan para no
abrir realmente las listas…
En
estas condiciones, tenemos que ponernos a pensar si no sería útil
agitar la consigna del abstencionismo electoral de cara a las
elecciones generales de 2013, para lograr el porcentaje necesario que
anule el proceso electoral, creada tan significativa crisis
político-institucional de legalidad y legitimidad del sistema. Para
salir de ella, con la Constitución y leyes en el corazón y la
mente, la ciudadanía organizada y democrática obligará al
desgobierno y partidócratas a negociar en un plazo perentorio
elecciones realmente libres, competitivas y limpias, y dejar
definitivamente atrás la perversión que significa el continuar
apenas votando, que no significa elegir. No debe descartarse que, con
transparencia y de cara al pueblo, se discuta con franqueza acerca de
esta situación con sectores políticos democráticos y
democratizadores de las fuerzas predominantemente politiqueras,
pensando en la integración de una fuerza política consensuada, con
candidatos que mayoritariamente representen a la política servicio y
no al-servirse-de-la-política que es la politiquería. Todo sobre
bases programáticas, para formar un gobierno de emergencia nacional,
sin peligrosos “cuoteos” oportunistas y electoralistas, desde
luego.
La
esperanzadora oleada de indignación que hoy recorre a nuestro país,
y aterroriza a los partidócratas y mafiosos de la politiquería, lo
que les vuelve más peligrosos aún, sin ninguna duda es parte de las
movilizaciones mundiales que tumbaron a dictaduras terribles y
consolidadas y que hoy buscan en Europa y otras partes del mundo el
camino de la libertad y de la justicia para salir del entrampamiento
del expolio mundial financiero, al que se someten los débiles y
oportunistas politiqueros, en la Unión Europea (UE) y demás
lugares. La tecnología de las redes es un instrumento insustituible
y muy útil para la ampliación de los espacios públicos y la
gestación de la “ágora electrónica”, pero ella es apenas
condición necesaria para los cambios. La condición suficiente es la
voluntad en la historia, organizada, plural y democrática, lo que
significa rescatar a la política de la trampa politiquera, y ejercer
realmente nuestra ciudadanía, sin olvidar jamás que a los derechos
y garantías corresponden en la otra vereda las correspondientes
obligaciones, y que solo el control legítimo y legal de las
autoridades, por parte del pueblo organizado y movilizado,
participativo en la verdadera política, es capaz de impedir que
vuelvan a confiscarnos nuestra soberanía, las autoridades electas y
no electas, las cuales no son sino mandatarios nuestros, como dueños
del poder coludidas con todo tipo de poderes fácticos.
Muchas
páginas memorables de lucha por la condición humana democrática y
por la igualdad de oportunidades tiene nuestra historia. Una de ellas
es la del ciclo de la Revolución
de los Comuneros
(entre 1644-1650, de 1717 a 1735 y el postrer y también fracasado
intento, fugaz, de 1747). Esta saga histórica nuestra, que en lejos
supera a las de la mejor literatura, en 1730, sobre la base de la
doctrina de la soberanía popular, y por inspiración de Fernando de
Mompox, siguiendo a su maestro, don José de Antequera y Castro,
erigió la primer Junta Gubernativa de la modernidad, de resonancias
republicanas, como se comprueba por sus fundamentos políticos. Eso
ocurrió décadas antes de 1776 (Revolución
Americana)
y de 1789 (Revolución
Francesa),
nada menos.
Por
eso no puede estar demás concluir este ya extenso análisis de
coyuntura leyendo a Efraím Cardozo (en Breve
historia del Paraguay,
El Lector, Asunción, 1991, pp. 43-44), quien sintetiza el
pensamiento
soberano de la voluntad del común o pueblo,
por encima de cualquier otro, tratándose de asuntos públicos,
resumiendo las palabras de Antequera y Castro, para el cual “[…]
Los pueblos no abdican su soberanía. El acto de delegar sus formas
externas y el ejercicio de la facultad de legislar, residen en él
por razón de la naturaleza y suprema dispensación de Dios, y no
implica de manera alguna que renuncie a ejercerla, cuando los
procedimientos de los gobiernos los hieren, y falseando su deber,
lesionan los preceptos eternos de la razón absoluta, que está sobre
todas las leyes, y por consiguiente es superior a todas las
autoridades […]”.
Esto es complementado por las ideas de Mompox: “[…]
el poder del común de cualquier República, ciudad, villa o aldea,
es más poderosa que el mismo rey; en manos del común está admitir
la ley y el gobernador que gustasen, porque aunque se los diese el
príncipe, si el común no quería, podía justamente resistirse y
dejar de obedecer […]”.
Esas ideas siguen siendo tan válidas como cuando fueran formuladas,
y la ventaja de hoy es que la posibilidad de realizar los cambios
históricos en libertad y constitucionalmente, sin recurrir a la
violencia, son enormes, aunque nunca debemos descartar la posibilidad
de que la irracionalidad de la fuerza sea empleada por los poderes
fácticos del presente para aferrarse al poder por el poder a
cualquier precio.
Asunción, sábado 26 de
mayo de 2012
2 comentarios:
Gracias, Dr. Interesante el artículo. Mis sinceras felicitaciones por tu nuevo emprendimiento!!!!!!!
Martín: con las debidas disculpas por la demora en responderte, agradezco recién hoy tu visita y voz de aliento, y, cuando quieras publicar, no sólo tu comentario, sino también un artículo, en este blog, tendrás todo el espacio necesario. Vos y quienes lo deseen. Un abrazo.
Publicar un comentario