LOS PARAGUAYOS DE HOY SOMOS HIJOS INDIGNOS DE
LAS MUJERES Y HOMBRES DE LA PATRIA DE LA EPOPEYA DEL CHACO, CONTIENDA
BÉLICA QUE DURÓ ENTRE 1932 Y 1935 Y QUE DESANGRARA A NUESTROS HÉROES,
VENCEDORES DE LOS HÉROES BOLIVIANOS, QUIENES TAMBIÉN REGARAN CON SU
SANGRE LAS VASTAS SOLEDADES DEL TERRITORIO NACIONAL EN LA SUBREGIÓN
CONTINENTAL DEL GRAN CHACO AMERICANO. ES POR ESA TRAICIÓN DEL PRESENTE A
NUESTRA HISTORIA QUE ESTAMOS DE LUTO CADA 12 DE JUNIO, EFEMÉRIDE DEL
PROTOCOLO DEL CESE DEL FUEGO EN 1935,
QUE CONDUJERA A LA PAZ CON BOLIVIA, LOGRO DE LA EPOPEYA DEL CHACO, EN LA
QUE TRIUNFARAN NUESTROS EJÉRCITOS FRENTE A LOS DEL ENEMIGO DE ENTONCES
Camino a la
guerra, atravesando muy graves coyunturas de crisis internas, una vez
iniciada y durante ella, el Paraguay fue de nuevo una nación férreamente
unida en el supremo y terrible esfuerzo bélico, que nos enfrentó en el
Campo de Marte con el pueblo hermano de Bolivia.
Los
bolivianos fueron conducidos a la guerra por una clase dirigente civil y
oligárquica, y belicista e irresponsable, similar en el “guerrerismo” a
sus actuales desgobernantes, más peligrosos pues son neototalitarios
castro-chavistas. El crimen de las élites bolivianas, con su pueblo,
ejecutado desde las primeras décadas del siglo XX, que nos
ensangrentara, además agravió a los vecinos del altiplano y de la selva
tropical del país limítrofe. Es que los fraudulentos civilistas
colonizados bolivianos, despreciando a sus grandes capitanes,
contrataron al mercenario y general alemán Hans Kundt, para conducir a
su ejército, después de años de violaciones impunes a la soberanía
nacional. Tales avances expansionistas-militaristas durarían hasta el
29 de setiembre de 1932. En esa fecha se produjo la rendición boliviana
del estratégico fortín Boquerón, que diera inicio a la arrolladora e
imparable ofensiva paraguaya, que tras cruentas batallas llegó incluso
al río Parapití, en territorio nunca disputado por el Paraguay.
Debe destacarse que la guerra de agresión de Bolivia al Paraguay, los
dos países mediterráneos de América del Sur, geopolíticamente
diferenciados, fue la última gran guerra de infantería de la historia
mundial. Tristemente, también, la última en la cual se respetara
escrupulosamente, por ambos contendientes, el Derecho Humanitario (o Ius
belli), una de las ramas más frecuentemente violadas del Derecho
Internacional Público (DIP). Como todas, la del Chaco fue una contienda
bélica muy cruel, pero sin campos de exterminio ni armas de destrucción
masivas (las químicas, por ejemplo, que ya existían) y en la que se
respetó el honor del soldado, prestándole auxilio al enemigo herido
después de la batalla, y a quien estuviese a punto de perecer de
inanición, fiebres varias o por falta de agua.
Es por eso que
no quedaron rencores, una vez finalizada la guerra, y también porque la
paz fue formalizada y establecida por el imperfecto pero justo Tratado
de Paz, Amistad y Límites de 1938, firmado y ratificado por Bolivia y
Paraguay, en nuestro caso vía un cuestionado referendo.
Los
paraguayos, fieles a instrumentos interamericanos e internacionales que
honramos, aunque los bolivianos no los hubieran suscrito, en un sabio
aporte a la paz regional y planetaria (esta última, como ahora, al borde
del colapso mundial) firmamos un verdadero tratado anti Versalles
(1919), el origen de la II Guerra Mundial. Con errores de procedimiento,
pero aciertos genuinos en lo de fondo, los paraguayos aceptamos la
capitis deminutio de no “nacionalizar” territorios vecinos carentes de
límites (las “marcas” medievales), siendo fieles a la doctrina
internacional, ya en aquella época positivizada, según la cual las
conquistas militares no otorgan derechos…
Del actual
desgobierno neototalitario del Palacio Quemado de La Paz no debemos
esperar la continuidad del cumplimiento irrestricto del Tratado de 1938,
pues el régimen pro castrista de Evo Morales lo considera tan solo una
variable de ajuste, y lo pisoteará apenas tambalee su modelo de opresión
y explotación, jugando a la resurrección del nacionalismo chovinista,
xenófobo y militarista que subsiste en Bolivia, más todavía cuando saben
sus ideólogos que nuestra debilidad nacional e institucional, y la
situación de casi completa indefensión, aunado todo a la soledad
política internacional del Paraguay, asegún sus criminales planes
neoimperialistas lo convierten en una presa fácil para su armamentismo
sistemático de los últimos tres lustros, al menos.
Regresando a
nuestra Epopeya bélica victoriosa, la de 1932-35, entre muchas más
refulgen las espadas gloriosas de los Franco, Irrazábal, Fernández,
Ayala, Garay, González, Ramos y tantos otros héroes comandantes
combatientes. Lo fueron para estar a la altura de nuestro pueblo inmenso
y heroico, el que olvidando su postergación y opresión de décadas, al
llamado de la patria concurrió, con nobleza y generosidad incomparables,
a enlistarse para ir a la guerra en defensa de la heredad nacional en
peligro.
En el Paraguay de la retaguardia, desde la ejemplar
conducción político-diplomática de una muy imperfecta república
constitucional, encabezada por el estadista Eusebio Ayala, y en el
frente el comandante José Félix Estigarribia en el mando militar de
nuestro ejército de héroes y egregios guerreros y soldados, quienes sin
pedir nada a cambio, ofrecieran sus vidas a la patria. Soldados y jefes
estuvieron unidos por una sola cadena de mando y estrategia. Esta, la de
la heroica defensa de la soberanía nacional, sin grietas de clases
sociales ni partidarias y con la única traición de los comunistas
“paraguayos”. ¡Fue posible porque nuestros mayores integraban una
ejemplar nación de ciudadanos-soldados!
Ahora, en estos
tiempos nublados, en que la apertura política de 1989 está a un paso de
desmoronarse por completo, víctima de la corrupción y de la subasta del
Paraguay, y ni siquiera a los mejores postores, nadie piensa en la
Patria Humanidad, entre los desgobernantes que malvenden nuestras
riquezas, miserabilizan a los compatriotas y dilapidan el otrora
riquísimo medio ambiente y con ello el futuro de nuestras hijos. Es lo
que hicieron y hacen desde el Palacio de López los representantes de la
clepto-narco-cracia que nos desgobierna, desde antes y después de 1989:
• instalaron la inseguridad del crimen organizado y la del
narcoterrorismo, porque los poderes fácticos del Estado (ejecutivo,
legislativo y judicial), acobardados sus integrantes y plutócratas
fraudulentos, que es lo que son la mayoría de sus integrantes, carecen
de legitimidad para ordenar, en el marco de la constitución, a lo que
fuera un ejército admirado por propios y extraños y a una “policía
nacional” tampoco institucionalizada, la recuperación de un joven
secuestrado y el plagio de todo un pueblo, carente de seguridad dentro
de las fronteras, en tanto corre peligro nuestra anémica y anómica
soberanía;
• establecieron los antivalores en todos los ámbitos de
la realidad nacional y casi no queda institución alguna inmune a esa
toxicidad, en la educación, la vida social, los partidos, el mundo
empresarial y de los medios, e incluso en la Iglesia católica, en la
cual hoy dos obispos escandalizan a su grey, convirtiendo los polvos de
sus biografías en los lodos que faltaban en el estiercolero local;
•
convirtieron la política en politiquería y así los políticos dejaron
de ser servidores de la ciudadanía, salvo excepciones, y destruyeron a
sus partidos en partidocracia, al punto que el desgobernante actual, al
igual que sus antecesores, brilla debido al “mal desempeño de sus
funciones;
• sometieron a la inmensa mayoría del pueblo a una
inmisericorde opresión y explotación, que la ha miserabilizado material,
ambiental, espiritual, educativa, cívica y valorativamente. Son
factores y condicionantes (sin olvidar el componente ideológico
neototalitario y narcoterrorista) que ayudan a explicar el surgimiento
de quienes pretenden ser los Exterminadores del Pueblo Paraguayo (Epp); y
un muy largo etc.
Es así que llegamos a la traición a la
Patria paraguaya Humanidad, responsabilidad de desgobernantes y
politiqueros corruptos de todos los pelajes, antes y a partir de 1989, y
en los últimos lustros muy resistidos por la ciudadanía. Con todo, nada
es imposible: basta que de manera organizada y sistemática empecemos a
dejar de ser habitantes, para convertirnos en ciudadanos responsables,
tan celosos cuidadores de nuestros derechos como cumplidores de nuestros
deberes, para así también honrar a nuestros mayores de la victoriosa
Epopeya del Chaco.
viernes, 18 de julio de 2014
LOS PARAGUAYOS DE HOY SOMOS HIJOS INDIGNOS DE LAS MUJERES Y HOMBRES DE LA PATRIA DE LA EPOPEYA DEL CHACO, CONTIENDA BÉLICA QUE DURÓ ENTRE 1932 Y 1935
JLSG
Asunción, a jueves 12 de junio de 2014
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