viernes, 18 de julio de 2014

LOS PARAGUAYOS DE HOY SOMOS HIJOS INDIGNOS DE LAS MUJERES Y HOMBRES DE LA PATRIA DE LA EPOPEYA DEL CHACO, CONTIENDA BÉLICA QUE DURÓ ENTRE 1932 Y 1935

 
LOS PARAGUAYOS DE HOY SOMOS HIJOS INDIGNOS DE LAS MUJERES Y HOMBRES DE LA PATRIA DE LA EPOPEYA DEL CHACO, CONTIENDA BÉLICA QUE DURÓ ENTRE 1932 Y 1935 Y QUE DESANGRARA A NUESTROS HÉROES, VENCEDORES DE LOS HÉROES BOLIVIANOS, QUIENES TAMBIÉN REGARAN CON SU SANGRE LAS VASTAS SOLEDADES DEL TERRITORIO NACIONAL EN LA SUBREGIÓN CONTINENTAL DEL GRAN CHACO AMERICANO. ES POR ESA TRAICIÓN DEL PRESENTE A NUESTRA HISTORIA QUE ESTAMOS DE LUTO CADA 12 DE JUNIO, EFEMÉRIDE DEL PROTOCOLO DEL CESE DEL FUEGO EN 1935, QUE CONDUJERA A LA PAZ CON BOLIVIA, LOGRO DE LA EPOPEYA DEL CHACO, EN LA QUE TRIUNFARAN NUESTROS EJÉRCITOS FRENTE A LOS DEL ENEMIGO DE ENTONCES

 Camino a la guerra, atravesando muy graves coyunturas de crisis internas, una vez iniciada y durante ella, el Paraguay fue de nuevo una nación férreamente unida en el supremo y terrible esfuerzo bélico, que nos enfrentó en el Campo de Marte con el pueblo hermano de Bolivia.

Los bolivianos fueron conducidos a la guerra por una clase dirigente civil y oligárquica, y belicista e irresponsable, similar en el “guerrerismo” a sus actuales desgobernantes, más peligrosos pues son neototalitarios castro-chavistas. El crimen de las élites bolivianas, con su pueblo, ejecutado desde las primeras décadas del siglo XX, que nos ensangrentara, además agravió a los vecinos del altiplano y de la selva tropical del país limítrofe. Es que los fraudulentos civilistas colonizados bolivianos, despreciando a sus grandes capitanes, contrataron al mercenario y general alemán Hans Kundt, para conducir a su ejército, después de años de violaciones impunes a la soberanía nacional. Tales avances expansionistas-militaristas durarían hasta el 29 de setiembre de 1932. En esa fecha se produjo la rendición boliviana del estratégico fortín Boquerón, que diera inicio a la arrolladora e imparable ofensiva paraguaya, que tras cruentas batallas llegó incluso al río Parapití, en territorio nunca disputado por el Paraguay.

Debe destacarse que la guerra de agresión de Bolivia al Paraguay, los dos países mediterráneos de América del Sur, geopolíticamente diferenciados, fue la última gran guerra de infantería de la historia mundial. Tristemente, también, la última en la cual se respetara escrupulosamente, por ambos contendientes, el Derecho Humanitario (o Ius belli), una de las ramas más frecuentemente violadas del Derecho Internacional Público (DIP). Como todas, la del Chaco fue una contienda bélica muy cruel, pero sin campos de exterminio ni armas de destrucción masivas (las químicas, por ejemplo, que ya existían) y en la que se respetó el honor del soldado, prestándole auxilio al enemigo herido después de la batalla, y a quien estuviese a punto de perecer de inanición, fiebres varias o por falta de agua.

Es por eso que no quedaron rencores, una vez finalizada la guerra, y también porque la paz fue formalizada y establecida por el imperfecto pero justo Tratado de Paz, Amistad y Límites de 1938, firmado y ratificado por Bolivia y Paraguay, en nuestro caso vía un cuestionado referendo.

Los paraguayos, fieles a instrumentos interamericanos e internacionales que honramos, aunque los bolivianos no los hubieran suscrito, en un sabio aporte a la paz regional y planetaria (esta última, como ahora, al borde del colapso mundial) firmamos un verdadero tratado anti Versalles (1919), el origen de la II Guerra Mundial. Con errores de procedimiento, pero aciertos genuinos en lo de fondo, los paraguayos aceptamos la capitis deminutio de no “nacionalizar” territorios vecinos carentes de límites (las “marcas” medievales), siendo fieles a la doctrina internacional, ya en aquella época positivizada, según la cual las conquistas militares no otorgan derechos…

Del actual desgobierno neototalitario del Palacio Quemado de La Paz no debemos esperar la continuidad del cumplimiento irrestricto del Tratado de 1938, pues el régimen pro castrista de Evo Morales lo considera tan solo una variable de ajuste, y lo pisoteará apenas tambalee su modelo de opresión y explotación, jugando a la resurrección del nacionalismo chovinista, xenófobo y militarista que subsiste en Bolivia, más todavía cuando saben sus ideólogos que nuestra debilidad nacional e institucional, y la situación de casi completa indefensión, aunado todo a la soledad política internacional del Paraguay, asegún sus criminales planes neoimperialistas lo convierten en una presa fácil para su armamentismo sistemático de los últimos tres lustros, al menos.

Regresando a nuestra Epopeya bélica victoriosa, la de 1932-35, entre muchas más refulgen las espadas gloriosas de los Franco, Irrazábal, Fernández, Ayala, Garay, González, Ramos y tantos otros héroes comandantes combatientes. Lo fueron para estar a la altura de nuestro pueblo inmenso y heroico, el que olvidando su postergación y opresión de décadas, al llamado de la patria concurrió, con nobleza y generosidad incomparables, a enlistarse para ir a la guerra en defensa de la heredad nacional en peligro.

En el Paraguay de la retaguardia, desde la ejemplar conducción político-diplomática de una muy imperfecta república constitucional, encabezada por el estadista Eusebio Ayala, y en el frente el comandante José Félix Estigarribia en el mando militar de nuestro ejército de héroes y egregios guerreros y soldados, quienes sin pedir nada a cambio, ofrecieran sus vidas a la patria. Soldados y jefes estuvieron unidos por una sola cadena de mando y estrategia. Esta, la de la heroica defensa de la soberanía nacional, sin grietas de clases sociales ni partidarias y con la única traición de los comunistas “paraguayos”. ¡Fue posible porque nuestros mayores integraban una ejemplar nación de ciudadanos-soldados!

Ahora, en estos tiempos nublados, en que la apertura política de 1989 está a un paso de desmoronarse por completo, víctima de la corrupción y de la subasta del Paraguay, y ni siquiera a los mejores postores, nadie piensa en la Patria Humanidad, entre los desgobernantes que malvenden nuestras riquezas, miserabilizan a los compatriotas y dilapidan el otrora riquísimo medio ambiente y con ello el futuro de nuestras hijos. Es lo que hicieron y hacen desde el Palacio de López los representantes de la clepto-narco-cracia que nos desgobierna, desde antes y después de 1989:

• instalaron la inseguridad del crimen organizado y la del narcoterrorismo, porque los poderes fácticos del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial), acobardados sus integrantes y plutócratas fraudulentos, que es lo que son la mayoría de sus integrantes, carecen de legitimidad para ordenar, en el marco de la constitución, a lo que fuera un ejército admirado por propios y extraños y a una “policía nacional” tampoco institucionalizada, la recuperación de un joven secuestrado y el plagio de todo un pueblo, carente de seguridad dentro de las fronteras, en tanto corre peligro nuestra anémica y anómica soberanía;
• establecieron los antivalores en todos los ámbitos de la realidad nacional y casi no queda institución alguna inmune a esa toxicidad, en la educación, la vida social, los partidos, el mundo empresarial y de los medios, e incluso en la Iglesia católica, en la cual hoy dos obispos escandalizan a su grey, convirtiendo los polvos de sus biografías en los lodos que faltaban en el estiercolero local;
• convirtieron la política en politiquería y así los políticos dejaron de ser servidores de la ciudadanía, salvo excepciones, y destruyeron a sus partidos en partidocracia, al punto que el desgobernante actual, al igual que sus antecesores, brilla debido al “mal desempeño de sus funciones;
• sometieron a la inmensa mayoría del pueblo a una inmisericorde opresión y explotación, que la ha miserabilizado material, ambiental, espiritual, educativa, cívica y valorativamente. Son factores y condicionantes (sin olvidar el componente ideológico neototalitario y narcoterrorista) que ayudan a explicar el surgimiento de quienes pretenden ser los Exterminadores del Pueblo Paraguayo (Epp); y un muy largo etc.

Es así que llegamos a la traición a la Patria paraguaya Humanidad, responsabilidad de desgobernantes y politiqueros corruptos de todos los pelajes, antes y a partir de 1989, y en los últimos lustros muy resistidos por la ciudadanía. Con todo, nada es imposible: basta que de manera organizada y sistemática empecemos a dejar de ser habitantes, para convertirnos en ciudadanos responsables, tan celosos cuidadores de nuestros derechos como cumplidores de nuestros deberes, para así también honrar a nuestros mayores de la victoriosa Epopeya del Chaco. 


JLSG
Asunción, a jueves 12 de junio de 2014

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