El pabellón nacional se eleva a los cielos de la tierra y atrás el Templo de la Patria, el Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de la Virgen Santa María de la Asunción, que nos acogen a todos, creyentes y no creyentes, nacionales y gentes de otras tierras. ¡Este Templo-Oratorio representa soberanía entre iguales, Estado de derecho democrático y sociedad abierta, que permiten construir a diario, paso a paso, con justicia y libertad, la condición humana!

domingo, 30 de septiembre de 2012

La batalla de Boquerón o el largo y sangriento camino a una paz anti versallesca que paraguayos y bolivianos debemos mantener

Ametralladoristas paraguayos en el sitio de Boquerón. Tienen una pesada “Vickers” británica, de 7.65 x 54 mm, refrigerada a agua. Los bolivianos también contaban con ellas, estratégicamente emplazadas con un campo de tiro libre casi ilimitado de 180º y hasta con 5 kms de profundidad (Fuente: wikipedia).
La conmemoración de un hecho histórico cambia con el tiempo, dimensión esta de urgencias súbitas y mutantes, diferenciadas en duración y trascendencia. 

Es lo que nos pasa a paraguayos y bolivianos, y a bolivianos y paraguayos, y por razones coincidentes en este 29 de setiembre de 2012, y que en realidad sucede desde hace casi una década de extravíos “bolivarianos” en la región, y en la entrañable Bolivia, el hermano país del altiplano, que también lo es de selvas y ríos rumorosos, como los nuestros antes de tantas irresponsables e inhumanas depredaciones de territorios naturales.
Del otro lado de nuestra extensa frontera común, tales espacios humanos son defendidos cívica y auténticamente por etnias ancestrales, que con ello dan un ejemplo de cirtudes humanas al mundo lleno de “oenegés” y demás traficantes del medio ambiente, del conservacionismo, de la naturaleza.

Celebraciones bélicas
Hasta hace un tiempo atrás, y como era comprensible, el Paraguay recordaba con justificado orgullo y sin xenofobia, la tan destacada victoria de sus armas y voluntad política de luchar sin desmayos en la contienda chaqueña, que entre 1932 y 1935 nos enfrentara lamentablemente y con profusión trágica de sangre binacional. La batalla de Boquerón fue el primer gran símbolo bélico del Paraguay, y no el único, por cierto.

Y Bolivia, por derecho también pagado con vidas irreemplazables de su pueblo hecho soldado, siempre celebraba la heroica defensa de sus muy estratégicas fortificaciones del complejo defensivo de Boquerón. Este tuvo en su jefe militar, el teniente coronel Manuel Marzana, a un auténtico líder militar, respetado como tal por sus pares paraguayos bajo el comando estratégico del entonces también teniente coronel José Félix Estigarribia, y de sus comandantes operacionales en los campos de Boquerón, el enfrentamiento madre de todas las posteriores, el mayor Carlos Fernández y el teniente coronel Luis Ayala, de las I y II divisiones de nuestra infantería.

Todos fueron héroes sin tacha en esa última gran guerra de infantería de la historia, que se libró sin campos de exterminio y de las locuras genocidas de tierra arrasada, y en la cual el Paraguay ensayó, con sus limitados medios materiales, las ventajas de la estrategia de la guerra de movimiento planificada hasta donde le era posible.

En la lejana Europa, el alto mando de la Alemania Nazi pondría en práctica el 1 de setiembre de 1939 esa novísima doctrina de los conflictos bélicos, la de movimiento y motomecanizada, que en sus fundamentos la tomaron de un ya destacado y siempre iconoclasta jefe francés de blindados, el teniente coronel Charles De Gaulle.

Este gran capitán y después también estadista francés y mundial, ya anticipado en su liderazgo de la Francia Libre y de La Cruz de Lorena, a raíz de haberse atrevido a sustentar tan avanzadas tesis estratégicas estuvo a punto de perder su carrera castrense. Es que el pensamiento militar gaullista se contraponía a la arcaica del alto mando francés de la época, atornillada en sus trece en la ortodoxia desfasada, la de la guerra estática, de posiciones, a partir del dogma de la Línea Maginot, barrera defensiva supuestamente insuperable. También en el agresivo imperialismo racista del nacionalsocialismo, las estrategias estáticas tenían sus seguidores, entre los viejos y nobles generales prusianos, los de la Línea Sigfrido.

Principios estratégicos paraguayos
Todavía falta profundizar en las ideas estratégicas de Estigarribia, por ejemplo la de no esperar al Ejército boliviano en la supuesta defensa natural del río Paraguay, sino librar la guerra de recuperación ofensiva en el mismo Chaco, empezando por Boquerón, el símbolo de la victoria o de la derrota que toda guerra necesita imperiosamente al inicio.

Sin duda, Estigarribia no era el único que pensaba en el Estado Mayor paraguayo, como lo evidencian otras tan audaces como exitosas batallas ofensivas o defensivas posteriores, ideadas por jefes estrategas a él subordinados institucionalmente. Pero Estigarribia fue el inicial y único comandante en jefe paraguayo en el teatro de operaciones.

En su mochila estratégica se sintetizaron y cobraron vida unitaria y global los principios fundamentales de la ciencia y el arte de la guerra, que datan de Sun Tzu (544-496 a. C), el estratega chino, que sigue condensando los principios generales de las acciones bélicas, aunque con los medios y las características de cada época.

El pensamiento estratégico paraguayo, compartido por la jefatura de fuerzas y los comandantes operacionales con amplio margen de iniciativa, sin caer en la indisciplina, desarrolladas sobre la marcha de los acontecimientos, puede resumirse apresuradamente en los siguientes puntos:

1) Fue elaborado desde la realidad del país, a la luz de los principios fundamentales de la guerra, y no extraído de dogmas librescos o de mercenarios extranjeros: río Paraguay, cañoneras (transporte y defensa antiaérea, a la vez), Puerto Casado, Punta Rieles: logística ininterrumpida o líneas siempre tendidas entre la cabeza de la fuerza de choque y su retaguardia estratégica que, además, alejaron el conflicto bélico del centro geopolítico de la capital, el área central y la región oriental.

2) Aceleración de nuestro tiempo militar y político, desde inicios de 1932, pues el mediano y largo plazos eran variables estratégicas favorables a las armas bolivianas.

3) Creación de la Escuela Militar (en actividad desde 1916 y organizada por ley del 23 de junio de 1915), que a pesar de las convulsiones politiqueras de la época, fue un semillero de jefes guidados por la ética del militar profesional, y capacitados como tales, aquí y en el extranjero.

4) Excelente relacionamiento institucional entre el poder político constitucional (estable durante la guerra) que siempre respetó las propuestas de los profesionales de la guerra, elaboradas por el COMANCHACO en el teatro de operaciones, y que era permeable, como debe ser, a las sugerencias de los comandantes combatientes, incluso a sus iniciativas bajo el principio cardinal de la responsabilidad de cada jefe.

5) Respeto por la unidad de comando y control, desde el vértice de la cadena de mandos hacia abajo, y apertura de la cima hacia propuestas convincentes o hechos bélicos consumados y justificados post-factum por los resultados.

6) Férrea identidad nacional, traducida en una Patria unida en el esfuerzo bélico (con insignificantes excepciones, entre ellas las de los recién nacidos comunistas paraguayos), por un gobierno nacional y no apenas liberal, aunque este era su origen partidario. Todo se tradujo en una altamente productiva economía de guerra muy bien administrada y en un Ejército en campaña que era el pueblo en armas, desde el soldado más novato, hasta llegar al comando y control unificados.

7) Adecuada combinación de los tiempos de la guerra y de la política y la diplomacia nacionales: la tregua desde el 15 de junio de 1932 fue utilizada para terminar la movilización general, y si bien la de después de Campovía, tan criticada en su momento, en los hechos posteriores demostró su razón de ser.

8) Salvo excepciones, las batallas se libraron en el momento, lugar y con la adecuada concentración de fuerzas, a veces mínima, pero nunca cayendo en irresponsables campañas temerarias. El factor sorpresa era una constante en nuestras filas, sobre todo cuando se trataba de repliegues ordenados y de ataques fulminantes, aprovechando la debilidad del enemigo.

9) Boquerón fue el bautismo de fuego, el crisol del Ejército paraguayo que se formaba en el teatro de operaciones. Elevadas pérdidas humanas, inicialmente, que la victoria no cortó los llantos por tantas vidas humanas cruelmente segadas en lo que fueron: el inevitable sacrificio de los hombres a su Patria terrena. El triunfo fue fue posible gracias a un rápido cambio de escenario: después de asaltos frontales sangrientamente ahogados, Estigarribia opta por el asedio y el cerco múltiple, llamados aquí “corralitos”.

10) A diferencia de la extraordinaria victoria defensiva de Curupayty (22 de setiembre de 1866, durante la Guerra Grande), que no terminó con la persecución del enemigo en desbandada, la de Boquerón fue muy diferente: da inicio a la primera ofensiva paraguaya de contraataques exitosos (arrolladoras victorias en Ramírez, Lara, Castillo, Yujra, Arce, Aliguatá, Platanillos, Bolívar y Yasyucubas) que se detienen en Saavedra, donde el terrible contraataque boliviano hace que Estigarribia ordene el atrincheramiento de la guerra de posición, hasta que fortalecidos, descansados y mejor preparados, nuestros soldados ya veteranos retoman la iniciativa y se regresa al movimiento bélico.

La guerra como aprendizaje de la paz
Durante mucho tiempo, los antiguos contendientes celebramos la guerra y conmemoramos a nuestros héroes, como ha sido dicho. No olvidemos el horror de aquella ni a nuestros muertos, desaparecidos y lisiados, pero honremos esa memoria luchando ahora denodadamente por mantener la paz de décadas, la que tanta sangre derramada y destrucción nos costara alcanzar.  

A lo largo de décadas los paraguayos, y con justificada razón, rendimos homenaje a la victoria estratégico-militar de Boquerón, la del 29 de setiembre de 1932. Más de un medio siglo muy duro después de la hecatombe concluida el 1 de marzo de 1870, la nación paraguaya empezaba a recuperar la fe en sí misma, tan oprimida por el “despotismo republicano” imperante entre 1814 y 1870, e irresponsablemente dilapidada en luchas sectarias y trágicas por el poder (las del tipo “juego de suma cero”), a lo largo de la más formal que real “república liberal” (1870-1940).

Esta, en los hechos tenía apenas el peso del papel en que se había impreso la primera Constitución nacional (1870), aunque tuvo una época promisoria (por estrechamiento de la distancia entre el país legal y el real) en los doce años que transcurren entre 1924 y 1936, los de tres sucesivas administraciones presidenciales: Eligio Ayala, José P. Guggiari y Eusebio Ayala (esta última la única sin completar). Sin esa etapa de serios esfuerzos institucionales ininterrumpidos, y de liderazgos sensatos y propositivos, que no carecían de graves imperfecciones en un Estado liberal en construcción (en el sentido filosófico y político, y no en el partidario, el que tampoco debe ser desconocido), la triunfante defensa del Chaco habría sido imposible.

El 29 de setiembre de 1932 el Paraguay lamentablemente conquistó, con sangre propia, la paraguaya, y hermana, la boliviana, su derecho a la justicia en términos de límites, la sabia doctrina de la Cancillería Nacional, que nunca consideró ese problema como uno de soberanía. Boquerón fue el inicio triunfante, en la Epopeya del Chaco, de la arrolladora estrategia del contendiente menos favorecido por la correlación inicial de fuerzas, que en la prueba suprema de los inhumanos enfrentamientos bélicos, sin embargo, tuvo la virtud de combinar sabiamente la ciencia con el arte inmemorial de la guerra, en este caso entre jóvenes naciones organizadas como Estados modernos en formación. El Paraguay empleó de manera adecuada la dimensión militar del poder nacional con los aspectos políticos, diplomáticos, económicos y sociales, como no lo hizo Bolivia.

Hoy, el imperativo de la hora, es mantener la vigencia del Tratado de Paz, Amistad y Límites (1938), contrario por completo en su filosofía al belicista y tan represivo cuan injusto Tratado de Versalles (1919). Hoy, la paz binacional que data de 1938 tiene densos nubarrones neomilitaristas,  “bolivarianos” y narcocriminales en el horizonte, los que amenazan convertirse en tempestades de fuego, destrucción y muerte en la región, a medida que el neototalitarismo habanero-caraqueño, y sus satélites latinoamericanos, se aproximan a la inevitable crisis terminal.

En Boquerón, honremos no el inicio de la conflagración bélica, sino un muy largo y doloroso camino hacia la paz, y en homenaje a nuestros héroes y mártires de la guerra, paraguayos y bolivianos, bolivianos y paraguayos, consolidemos en nuestros respectivos países la realidad de la sociedad abierta y del Estado de derecho democrático, prerrequistos para enfrentar triunfalmente los desafíos del presente y del futuro que nos impiden avanzar hacia la calidad de vida en todas sus dimensiones.

Ese habrá de ser nuestro aporte binacional a la paz mundial, tan amenazada hoy. Lo contrario será otro canto fúnebre a las guerras, ninguna de las cuales intrínsecamente puede ser justa, aunque en nuestra civilización algunas todavía son inevitables. En este caso la hipótesis de un nuevo conflicto bélico entre nuestros pueblos adquirirá su peor aspecto: la de la fase de la belicosidad desatada sin límites por el neototalitarismo y neoimperialismo “bolivarianos”.


JLSG
Asunción, a sábado 29 de setiembre de 2012





Sobre historia e historiadores paraguayos y una crónica de la gran batalla


(Excepto la transcripción de Cardozo)
https://mail-attachment.googleusercontent.com/attachment/u/0/?ui=2&ik=70b8a8d6bd&view=att&th=13a17d597817c8e3&attid=0.5&disp=inline&safe=1&zw&saduie=AG9B_P_kpyj6XNRC_Kl-cY-fceVA&sadet=1349022025117&sads=JDAfnmY1m51mDo-ZuEXgqTQt5G4
Cadáveres sin enterrar, totalmente descompuestos, de combatientes bolivianos de Boquerón, encontrados por las tropas nacionales una vez que el teniente coronel Manuel Marzana optara por la rendición, después de semanas de heroica defensa de su posición, y para evitar más muertes (Fuente: alcatraz715.blogspot.com bajado de Wikipedia).

Efraím Cardozo es uno de nuestros grandes entre grandes historiadores nacionales. Pertenece a la tan satanizada historiografía tradicional paraguaya, de la que se nutren quienes pretenden ser sus críticos sin haberla superado con una obra totalizadora que aporte nuevos conocimientos sustantivos. Hoy predomina el ensayismo histórico, incluso el muy ideologizado y también entre los paraguayólogos que nos estudian desde el exterior. 

La crítica, más moda que sustancia, por tanto no lo es, entre las no escasas autovanagloriadas testas incomensurables de las hornadas actuales de profesionales de la historia en el Paraguay. Tienen a su favor las comodidades mayores que depara el oficio –para muchos diletante– de los historiadores de hoy. Estos no conocen los riesgos del compromiso cívico, desde sus ideales, con la patria y la humanidad, de que hacían gala los precursores, tan pronto líderes políticos de agotadoras jornadas gubernamentales como transformados en perseguidos con penas de exilio, prisión o confinamiento, si habían logrado salvar la vida. Les impulsaba a tales sacrificios sus ideales, que los inflamaban de la militancia política y en la labor de polígrafos, que casi todos lo eran.  Por lo general, los historiadores de antes, eran personas que no tenían en cuenta el estipendio o los laureles artificiales de la fama fácil, propia de la mediatización de la predominante cultura del espectáculo que ahora todo lo trivializa (Mario Vargas Llosa dixit). 

Otros se pretenden filósofos o teóricos de la historia, aunque en realidad le dedican a tales supuestos menesteres el poco tiempo libre que les dejan sus lucrativas actividades profesionales privadas. Son historiadores e intelectuales prestos a subirse a cualquier carro del triunfo politiquero, por ejemplo el del aventurerismo bien pago de lo políticamente correcto. Es decir, son los intelectuales comprometidos, progresistas bienpensantes y con licencia para todo lo que se oponga a tales iluminados, supuestos portadores de la epifanía del nuevo ser humano, del que la respectiva ortodoxia ya tiene el mapa genético. 

Entre estos mercaderes de ellos mismos, algunos ciertamente con talento, pululan quienes vendieron su primogenitura por el plato de porotos podridos del que emana el hedor de la apariencia del poder, bien retribuida por los oficialismos fáciles y lucrativos. Todos son “revolucionarios”, hasta que el decorado no se les venga abajo en pleno escenario, como consecuencia de algún imprevisto y constitucional juicio político por mal desempeño de funciones presidenciales, las que consideraban intocables, respaldadas como estaban por neototalitarismos y neoimperialismos, forjados no a mandobles de luchas por el poder sino desfigurados a fuerza de ser comprados y vendidos por energúmenos enloquecidos de quienes la historia ya ni recuerda los nombres.

En los campos de la investigación histórica y, en la labor historiográfica y de pensar la historia, hay gentes serias y de provecho, pero todavía no se han realizado estos en la gran obra que sin ninguna duda algunos espíritus depurados por la propia superación habrán de ofrecernos. Alfredo Seiferheld, un ejemplo del historiador  clásico nuestro de fines de la segunda mitad del siglo pasado, murió cuando todavía no frisaba el mediodía de su tan fecunda vida intelectual, por lo que no le fuera dado el legarnos las obras consagratorias del genio que se ha ido cincelando a sí mismo, en el laborioso trabajo artesanal que no tiembla en criticar lo que debe y tampoco en elogiar a quienes lo merecen, entre sus maestros precursores, hayan sido directos o no. 

Su renovadora obra de rescate de la historia contemporánea paraguaya, mutatis mutandis, es similar al de Blas Garay, no por la causa de las muertes, y de quien dijera en emocionada oración fúnebre don Manuel Gondra, su maestro cívico y en el pensamiento, que de la gran capacidad intelectual de la llorada promesa, demostrada elocuentemente en un torrente de títulos precursores, cosechados en una existencia rauda y fecunda, apenas conocimos el lado iluminado de la ladera de la imponente cumbre intelectual que tan pronto llegara a ser, y que tan tempranamente dejara a oscuras para siempre el otro lado inexplorado de la montaña, para desgracia nuestra. 

Efraím Cardozo, maestro de maestros historiadores, que no le impidieron serlo sus tan polémicas labores políticas, diplomáticas y de publicista sin par, en todas las cuales sobresalieron sus aportes, muy superiores a las humanas limitaciones de quienes somos esa amalgama única de materia y espíritu, entre su vasta producción nos dejó el erudito y monumental trabajo que lleva por título El Paraguay independiente (Carlos Schauman Editor, Asunción, 1988, segunda edición paraguaya, pp. 317-318). 

De esa obra (pp. 317-318) tan rica en enseñanzas y estímulos para el debate, ofrecemos como homenaje de recordación, a los combatientes bolivianos y paraguayos, su crónica de la batalla de Boquerón, la que colocara a la Epopeya del Chaco en tantos senderos de gloria que condujeran a la victoria final a nuestro sufrido Ejército de pueblo en armas. Este defendió con heroicos sacrificios, en los campos de batalla y en la retaguardia, el interés de nuestra nación y sin odio hacia el entonces enemigo Ejército boliviano, de también tenaces y valerosos soldados, ajenos como los nuestros a perpetrar las atrocidades habituales en los conflictos bélicos, en los cuales ha sido tan pródigo el siglo XX corto, el de las guerras, como acertadamente lo denominara el maestro Eric Hobswam. A continuación la crónica de Cardozo:

Paraguay recupera Boquerón. – A fines de agosto (1932) el Paraguay había completado su movilización. Unos 3.500 hombres esperaban detrás de las trincheras de Isla Poí, y alrededor de 10.000 se estaban adiestrando. En cambio Bolivia, que tenía armamentos para 150.000 soldados, no contaba en el campo de operaciones sino 4.000 hombres, que era lo que Salamanca, contra la opinión de su Estado Mayor, creía suficiente para imponer en Asunción la paz al Paraguay, y cuyo refuerzo se hacía con inmensas dificultades por la falta de elementos apropiados de transporte. Después de la proposición de la Comisión de Neutrales del 29 de agosto y de la dislocación de los esfuerzos de los limítrofes, Ayala perdió hasta la más remota esperanza de una acción americana para ahogar la guerra en sus comienzos y vio que no restaba otro camino que el de las armas. De hecho existía una tregua en el Chaco desde el 15 de julio. Mediante ella el Paraguay pudo completar su movilización y había llegado ya al máximo de su potencialidad. Hombres le sobraban, pero no contaba con más armas. En cambio, el tiempo favorecía a Bolivia. El traslado de sus efectivos al frente, aunque lento y azaroso, era continuo. Con solo el transcurso del tiempo, Bolivia podía igualar y sobrepasar holgadamente los efectivos paraguayos. Ayala, después de escuchar el consejo de Estigarribia, decidió tomar la iniciativa.

El 1 de septiembre, el mayor Juan Manuel Garay se trasladó a Isla Poí llevando la orden de atacar Boquerón; el 9, las tropas paraguayas comenzaron el asalto. Los bolivianos, aunque en menor número, tenían mejor y más numeroso armamento y resistieron detrás de poderosas fortificaciones. Rechazados los intentos paraguayos de tomar la posición por ataques frontales, Estigarribia dispuso el asedio de la plaza, que quedó completado el 11. Cercado los bolivianos una parte del Ejército paraguayo se dedicó a la tarea de esperar emboscado y destruir a cuantos refuerzos eran enviados en socorro de Boquerón. El 26 se reanudaron los ataques frontales y el 29 de setiembre, agotados sus víveres, la guarnición boliviana resolvió poner fin a la heroica resistencia. El teniente coronel Marzana y 2.000 soldados se rindieron. Inmediatamente Estigarribia, que fue ascendido a coronel sobre el campo de batalla, prosiguió la ofensiva. Fueron recuperados Toledo y Corrales, y sucesivamente cayeron los fortines Ramírez, Lara, Castillo, Yujra, Arce, Aliguatá, Platanillos, Bolívar y Yasyucubas. El 8 de noviembre las vanguardias paraguayas chocaron con los bolivianos que, con nuevos efectivos, se habían atrincherado en Saavedra, y el 10 sufrieron un recio contraataque que fue sangrientamente rechazado. El avance paraguayo quedó retenido. Estigarribia ordenó el atrincheramiento y comenzó la guerra de posiciones. Si todo un ejército boliviano había sido destruido en esta primera etapa, las pérdidas paraguayas no fueron menos cuantiosas, pero la moral había sido recuperada: el Paraguay ya no tenía por qué temer el poderío militar de su contendiente y su indefensión no era tanta como habían propalado los opositores al Gobierno”.

Código del artículo: BP31

sábado, 29 de septiembre de 2012

El Paraguay no estará en Cádiz, por orden “bolivariana”, pero Cádiz está en el Paraguay soberano y democrático


Las paradojas de la historia: el Bicentenario de la liberal Constitución española de Cádiz será celebrada y conmemorada por España y la “Comunidad Iberoamericana de Naciones” con la exclusión del Paraguay, por orden de los totalitarios “bolivarianos” (Fuente: www.spaincenter.org, bajado de Wikipedia).

Después de las brutalidades neototalitarias que acabo de leer, perpetradas por José Manuel García-Margallo, ministro del Exterior de la monarquía constitucional de España, y no le otorgo el trato de señor, debo decir que no representa a los españoles de todos los sectores político-ideológicos y sociales, y a sus tan eficaces líderes negociadores, quienes han dado una lección de democracia al mundo, después de la muerte del dictador Francisco Franco, y a partir de la jefatura del Estado de rey Juan Carlos, ya en la historia como el monarca del Estado de derecho democrático de su patria, régimen político imperfecto pero el menos malo de todos los existentes según la sabia frase de Winston Churchill.

Que sigan él y su presidente Mariano Rajoy, para ludibrio del ideal de la libertad, fraternidad e igualdad en el mundo buscando “consenso” con dictadores neototalitarios como los Castro, Chávez, Ortega, Morales, Correa, y quienes aspiran a serlo, al estilo de “demócratas” de la catadura de CFK, Rousseff, Mujica y otros de similar ralea, y con el silencio cómplice de los gobernantes “demócratas” de Chile, Colombia, Perú y demás países de la tan falsa Comunidad Iberoamericana de Naciones, que se encamina a los bien merecidos festejos del bicentenario de la Constitución de Cádiz (1812), otra de las antorchas de la libertad que empezaba a iluminar al mundo cuando salía del absolutismo, desde Europa occidental y las Américas.

¡El Paraguay ha sido excluido de tales fastos por haber solucionado constitucional y pacíficamente, por primera vez en su historia, una grave crisis de Estado, pese al abierto y descarado intervencionismo “bolivariano” y cuyas repercusiones tan positivas para la democracia regional ya se hacen sentir con fuerza en las luchas democráticas de los venezolanos, argentinos, bolivianos, ecuatorianos, uruguayos y en todos los pueblos de América Latina y el Caribe!

Solamente el presidente Federico Franco y su canciller José Félix Fernández E., con la obsecuencia y el temor disfrazados de diplomacia, cobardemente no quisieron darse cuenta de ello, y en la ONU, en Nueva York, en lugar de haberles informado a Rajoy y al mundo que en las celebraciones de Cádiz el único verdadero representante del espíritu de la Pepa es el Paraguay, de imperfecta democracia, como todas, y su fortalecido pueblo, quienes han sabido mantener la soberanía e independencia del pueblo de la nación paraguaya que, solitaria, y ambos dignos como pocos, se han demostrado a sí mismos, una vez más, que no necesitamos de tutorías de ninguna índole, y mucho menos neototalitarias, para construir una patria mejor.

¡Será solitaria pero coherente la conmemoración de la Humanidad por el pueblo paraguayo, en firme y espléndido tributo a los constituyentes de la heroica Cádiz, que parió la libertad en la península ibérica, asediada a sangre y fuego por las tropas imperiales napoleónicas! La historia, que la mancillan los poderosos y sus serviles. las escribimos los pueblos del mundo y muchas veces sin líderes que estén a su altura. ¡Paraguay es Cádiz y el espíritu de ella no estará en la gaditana ciudad, sino en el mediterráneo y democrático Paraguay, cercado ya no por las tropas del Imperio napoleónico, tan efímero como todos, sino por las amenazas neoimperiales del totalitarismo “bolivariano”! 

¡Paraguay es Cádiz y Cádiz vive en un Paraguay preñado de sus luchas que buscan realizar y consolidar, en libertad y con justicia, inspiradas en el ideal del Estado de derecho democrático, las profundas transformaciones sociales, económicas y políticas que requieren la Patria paraguaya y el mundo!   




JLSG

Asunción, a sábado 29 de Setiembre de 2012




EL ENLACE CON ABC:
España quiere buenas relaciones con Paraguay - ABC Color


Código del artículo: WM24

domingo, 23 de septiembre de 2012

El contubernio prensa-oficialismo pone en peligro las libertades de pensamiento y de su expresión periodística y nos amenaza como otro poder fáctico


Si el Palacio de López, los periodistas y la prensa no revisan sus vínculos con la
politiquería, los medios serán otra expresión de los poderes fácticos (Fuente: wikipedia de
enlacecritico.com, de Zárate-Campana, Santa Fe, Argentina).
En gran parte del mundo democrático existe la lamentable y peligrosa confusión entre prensa y “cuarto poder”. Esta concepción oculta las tendencias autoritarias y totalitarias de la prensa “poder fáctico”. Esta solamente es negocio, lícito incluso, pero que subordina la función principal de los medios de comunicación, la de ser instrumentos de las libertades de pensamiento y de su expresión.

Prensa libre, perro guardián y no poder fáctico
La mejor definición que leí de la libertad de prensa es la que la define como “un perro guardián que ladra noche y día, incluso cuando una seca cae del árbol sobre el césped del jardín”, para advertirle a su amo, incluso exageradamente, de hasta la menor novedad que ocurre en su predio. El amo somos nosotros, la ciudadanía, y el perro guardián y preventivo es la prensa contra-poder.

La unión contra natura entre prensa y poder, históricamente ha debilitado a las sociedades abiertas y depredado el Estado de derecho democrático. En el totalitarismo, la prensa es propaganda sometida al poder politiquero, y en las economías de mercado, cuando la prensa abandona su verdadero rol, el de contra poder, pues no tiene otro principal, sucumbe ante los poderes fácticos, que van desde los económico-financieros hasta los del crimen organizado que debe lavar sus inmensas fortunas.

Bajo el desgobierno de Fernando Lugo, y con asesoría “bolivariana”, se creó aquí un engendro en nacimiento del poder fáctico de la prensa-propaganda, el de la prensa en simbiosis con el poder totalitario en gestación. El ahora callado, y multimillonario Augusto dos Santos, uno de los privilegiados ángeles negros del “socialismo siglo XXI” aquí, al principio con la ceguera del apoyo de importantes de prensa inició la creación de un imperio de comunicaciones luguistas y no públicas.

Esto creíamos terminado, cuando ahora el “federiquismo”, nepotista y también crecientemente patrimonialista y prebendario, acaba de inaugurar la era de la prensa-amiga-del-Palacio, y, como siempre, contando para ello con los fondos de la EBI, que los mal administra en perjuicio de sus verdaderos dueños: nosotros, el Pueblo de la Patria.  

Un periodista y su gesto de coherencia
Es a raíz de todo ello que felicitamos al colega periodista Carlos Peralta por una lección de moral periodística que acaba de brindarnos. Habla muy bien de él y su actitud debe motivar reflexiones, entre colegas periodistas y empresas de prensa, quienes ahora empiezan a unirse en un contubernio humillante entre periodismo y politiquería.

Ocurre que los recursos de la EBI (la cueva de Alí Babá que no terminó con el fin del autoritarismo stroessnerista en 1989, y que hoy es asaltada todavía de manera más alevosa que en sus tiempos, por muchos de quienes entonces eran críticos de ese régimen, numerosos de ellos devenidos en tales cuando fueron excluidos del reino de los privilegios patrimonialistas, y quienes así descubrieron el negocio del “oposicionismo”, como diría don Eligio Ayala, hoy olvidado hasta por quienes se dicen liberales) una vez más están a disposición de quien ya empieza a ser el desgobernante de turno, quien debiera tener como tarea principal asegurar el más limpio y transparente proceso electoral de la historia patria (2013), y la defensa insobornable y eficiente de la soberanía e independencias de la nación y el Estado paraguayos.

El aparato Estado no debe financiar viajes de periodistas en cumplimiento de sus tareas profesionales, porque eso vulnera la ética del periodismo y hace que el poder “administrador”, el Ejecutivo en este caso, busque réditos politiqueros. Ni siquiera si el Palacio de López hubiese invitado a periodistas críticos se justificaría tal dilapidación de recursos imprescindibles para atender a necesidades humanas fundamentales, hoy todavía insatisfechas en grandes grupos sociales de compatriotas excluidos de toda de una vida digna, y lo que es peor, de la esperanza de alcanzarla, el combustible objetivo del autodenominado EPP, la banda terrorista.


Es muy probable que el alto funcionario del sector comunicaciones de la EBI, hoy un burócrata gubernamental, antes un periodista siempre cercano a grupos de poder, Clari Arias, haya sido el de la “genial” idea acerca de cómo malgastar el dinero de todos los paraguayos financiando viajes oficialistas de periodistas de poderosos medios de prensa dedicados al negocio de la (des)información.

Prensa, propaganda y dineros del pueblo
Pero la responsabilidad primera nunca es de los empleados, sino del dueño del circo, en este caso el presidente Federico Franco, quien a diario borra con el codo lo que de bonito suele a veces escribir sobre promesas democráticas. Las putas lujosas y nada tristes de Lugo, por sus orgiásticos servicios, fueron pagadas a precio de oro en cada gramo de sus siliconas, y esas erecciones, perdón: erogaciones, son el hambre, la falta de educación y de trabajo, y la mala salud de nuestro pueblo, todo ello acentuados. ¿Hay alguna diferencia ahora? El puterío sin siliconas, y sin erecciones, pero sí con erogaciones inmorales, se trasladó a las empresas y redacciones periodísticas, convertidas de esta manera en oficinas oficialistas de propaganda.

Así de simple. Una sola vez en mi vida de periodista cometí el error de viajar, rumbo a Quito y Lima, en un avión presidencial con más de un centenar de invitados (entre amigos, funcionarios, politiqueros, parientes, correligionarios de todos los colores, empresarios, intelectuales y periodistas, etc.), bajo el relativo (des)gobierno de Juan Carlos Wasmosy, si lo comparamos con la “era Lugo” y la que está empezando ahora. Escribí entonces mi autocrítica en el desaparecido diario “Hoy”, en el que trabajaba. En este domingo de cielo azul, sereno e iluminado, con vergüenza reitero con humildad esa autocrítica, una mancha en mi carrera de periodista.

Por si todo fuera poco, el Poder Legislativo ya solicitó un par de miles de millones de guaraníes para campañas publicitarias, y la prensa, ni las publicitarias, ávidas de ganancias a cualquier precio, y lo que es peor,  la ciudadanía, están criticando este abuso de poder. El Poder Judicial, y otros institutos extrapoderes de la Carta Magna de 1992, con sus escandalosos “gastos reservados” sin control real, también tienen patente de corso para pagar silencios y comprar voluntades, antes de castigar a los réprobos que rechazan tales “emolumentos”, y no solo en ámbitos periodísticos.


Más de lo mismo
No estamos por buen camino hacia el proceso cada vez menos electoral y más electoralista de 2013, al mantenerse las listas sábanas, bloqueadas. Nunca cuestioné la legalidad de origen de la presidencia de Federico Franco. Pero revisando mis publicaciones, preocupado compruebo que, cada vez más, estoy teniendo que criticar sus actos públicos y privados que lo deslegitiman como “gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, incluyendo en él a los restantes poderes e instituciones gubernamentales.

Después de la destitución constitucional de Lugo nada serio se está haciendo para que los poderes dejen de ser fácticos y se conviertan en parte palpitante de un Estado de derecho democrático en construcción fortalecida. Lamentablemente.


JLSG

Asunción, a domingo 23 de setiembre de 2012
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Código del artículo: VL25

Noveno piso, malecón Armendáriz


(A Lucho León, hermano)


A la derecha se eleva el malecón Armendáriz, una suerte de balcón natural en el que a fines del siglo pasado empezaron a sobresalir sus modernos edificios, en el límite entre los distritos limeños de Miraflores y Barranco (este a la izquierda). Al fondo, la inmensidad imponente del Océano Pacífico que en lontananza se confunde con los cielos. La autopista descendente de la foto es una de las que conduce al circuito de playas formadas artificialmente (Fuente: vcv, Google Earth, Wikipedia).


Salió de la ducha y tras secarse cogió la bata azul regalo de Carola, la que ella misma solía usar cuando se quedaba a dormir.
         Antes de dejar el baño, contempló un rostro adusto reflejado en el espejo del botiquín: sobre ambas patillas muchas hebras finísimas, blancuzcas y grises reflejaron todas las vidas que cabían en sus 35 años recién cumplidos. Pero no era eso lo que le producía el visible fastidio. Al menos estaba lejos de ser la causa más importante del abismo profundo –laboriosamente trabajado por interminables oleadas de desasosiego– que sentía abrirse últimamente en su interior, con una consistencia casi física ante la certeza de lo inevitable.
         Apenas había regresado al departamento esa tarde, cuando otra vez percibió impotente lo que en cierta ocasión a duras penas pudo definir desde el diván como un “agrio ramalazo espiritual”. Le brotaba desde el fondo del estómago, abarcándole inmediatamente todo el tronco, hasta extenderse con un frío metálico, cortante, por sus extremidades. Siempre era igual: la angustia cobraba intensidad a medida que pasaban las horas, mientras de manera inexorable el oro de las tardes se deslizaba hacia pendientes de sombras, surgidas puntualmente al llamado de misteriosas órdenes. 
         En los momentos culminantes de la aflicción, le parecía como si millones de microscópicos pedacitos de él mismo estuvieran tratando de abandonar su propio cuerpo, abriéndose paso violentamente hacia el infinito del universo a través de órganos y músculos y tejidos. Temía, entonces, que su piel reventara  por todas partes y le aterraba la idea de desparramarse en la gelatinosa materia del vacío total de la realidad que ahora abría sus fauces en pleno baño. 
         –No tengo tiempo que perder –dijo en voz alta intentando sobreponerse.
         La determinación le dibujó una sonrisa escéptica en los labios, que aun cuando apenas duró unos segundos, no le pasó desapercibida. Sin embargo, al final restó toda importancia al asunto. Es que debía decidirse sin pérdida de tiempo. En unos minutos más. Hoy estaba seguro: ahora sí, enseguida, haría lo que hasta el momento había podido diferir por las más variadas razones, mediante las cuales pudo de disfrazar miles de veces el pánico que era producto  de la imperiosa obligación de pasar a la acción de una vez por todas. Definitivamente.
         Todavía tuvo tiempo de echar una mirada rápida al espejo, velado en partes por el vapor, antes de abandonar el cuarto de baño para dirigirse al estudio. Una vez allí, se sentó detrás de la mesa grande de roble adquirida con el desvencijado sillón Voltaire en Tacora, el santuario público de los reducidores limeños, que le servía de escritorio también. Pero no estuvo quieto mucho rato: enseguida fue a colocar un disco –el soberbio concierto número cuatro para piano, de Beethoven, interpretado por Arrau, que tanto le gustaba escuchar a Carola las veces que hacían el amor– y regresó a la silla. Segundos después volvió a levantarse, esta vez para cortar las ramas secas del enorme helecho bostoniano que, al costado del amplio ventanal, extendía hacia todas partes sus largos tentáculos de pulpo vegetal. Terminada la poda, musitando ensayó una justificación a todas luces infantil: 
         –Tenía que hacerlo hace siglos.
         Luego, durante unos minutos, se entretuvo observando la copia de un grabado con formas geométricas de Colombino, colgado al lado de una reproducción de un Szyslo de su primera época, la más abstracta, que le pareció algo inclinada y se acercó a enderezarla, aunque con la íntima convicción de estar perdiendo tiempo en trivialidades para alejarse de lo fundamental. En ese momento descubrió muchos libros desalineados en los estantes de la biblioteca y le tentó la obsesión vanamente perfeccionista de ponerlos en orden, pero se contuvo haciendo un esfuerzo que se le ciñó a la voluntad, de igual manera que lo hace en cualquier cuerpo una camisa de talle tres veces menor.
         Por suerte, la fresca brisa marina empezó a soplar y eso tuvo la virtud de reanimarlo. Generalmente, el viento salobre, de cochayuyo dulzón, llegaba envuelto en el estallido de las olas al chocar con la playa artificial de cantos rodados, y el oloroso rumor penetraba por completo su departamento en el noveno piso del malecón Armendáriz. Del otro lado del ventanal hacia la derecha, un tanto sesgadamente, el mar extendía un amplísimo manto verdoso y celeste grisáceo, y lejos, sobre la línea del horizonte, el sol se ponía, convertido en una dorada y semirrojiza moneda, con los polos ligeramente achatados, antes del diario ritual de su desaparición en el amanecer del otro lado. Ninguna nube borroneaba el cielo encendido y con optimismo pensó que su mente estaba también despejada, lista para el momento de decisión.
         Fue en ese instante cuando, volviendo a sentarse, atrajo hacia sí la mesita rodante, sacó la funda de la IBM, y colocó una hoja en el rodillo, extrayéndola de un ordenado rimero  sobre el cual el viejo .38 dejaba caer todo el lastre del mortífero metal negro. Los libros, revistas, carpetas con la correspondencia por contestar, y el huaco de cerámica  Chimú con el rostro aborigen de protuberante nariz, ocupaban los lugares que les había destinado sobre la mesa como jefe del pequeño ejército de escritorio. Constató que igualmente el retrato de su familia tenía el sitio de siempre, al lado de esa foto de Carola, en la playa de Ancón, deliciosa arena besándola, que tanto le gustaba por su expresión a la vez soñadora y sensual.
         –Me la tomé pensando en ti –le había explicado ella el día que se la regaló, al poco tiempo de iniciada la relación–. Tú me inspiraste.
         Pero la evocación fue fugaz, como si nada pudiera ya detenerlo. Aparentemente, porque cambió de silla por otra “más cómoda”, y entonces disfrazó su nerviosismo de incontenibles deseos de tomar tereré: de la mesita plegable acercó el azafate ocupado por la jarra aregüeña de barro, la guampa (hecha pacientemente por Francisco, en los días sin segundos de Tacumbú) con la yerba y la bombilla. En cámara lenta ejecutó el rígido ceremonial para preparar la infusión: inclinó la guampa y la agitó boca abajo impidiendo con la mano que se derramara, mientras los palos iban al fondo. De la jarra vertió en el recipiente de asta de vacuno el agua ligeramente fría mezclada con jugo de limón y hojas maceradas de palto. A través de la bombilla sorbió el primer tereré.
         Simultáneamente –la tarde ya había expirado en noche cerrada– encendió la lámpara articulada del escritorio sin dejar de saborear la infusión. Sintió el sabor amargo que le inundaba la boca y recordó que en su país tomaba tereré (durante las tórridas siestas veraniegas, tiempo inmovilizado bajo la gaseosa lava amarilla en que se convertía la atmósfera por los rayos del sol) en casa de Jazmín, antes de regresar al trabajo, luego de la pausa del medio día.
         Eso le trajo a la memoria que debía varias cartas que no pudo escribirlas durante la mañana, pues luego de la entrevista al ministro en Torre Tagle salió precipitadamente hacia la conferencia de prensa en el Congreso, de donde se marchó bastante tarde, y con tiempo justo para, para ir al “Vivaldi” de Miraflores a encontrarse con Carola que le había convidado a almorzar. Terminado de hacerlo la dejó en San Antonio y pasó por “Rocinante” a retirar “Justine” y las “Trampas de la fe”. De la librería de los exiliados uruguayos regresó directamente a su departamento. Al llegar no guardó en la cochera el escarabajo, que quedó estacionado sobre el pavimento del malecón, y subió veloz para darse una ducha caliente y…
         Entonces se dio cuenta que en media hora más, a las veintidós y treinta, tenía que pasar por la Universidad a buscar a Carola, y levantándose con rapidez para ir al dormitorio a vestirse, evitó mirar la máquina de escribir con su propio vacío convertido en hoja en blanco. Al bajar, luego, en la caja metálica del ascensor, pensó angustiado:
         –Mañana, mañana será el día. Mañana, de todas maneras, empezaré la novela.


JLSG
Asunción, a 9 de setiembre de 2012




Nota al pie de página


          Este cuento, en su versión original fue terminado en Lima (Perú), en marzo de 1983, cuando rumbo a Buenos Aires estaba a punto de abandonar el país andino, tan profundamente arraigado en mi corazón al cabo de siete años de refugio político allí. Otros relatos y páginas testimoniales y periodísticas de esa época, y en diversos escritos posteriores, también me permitirán compartir mi vida desde Lima, mis recorridos del Perú y mis exploraciones del mundo a partir de ese extraordinario país multinacional y pluricultural, por ende, que tan estoicamente supo soportar a un exiliado paraguayo JLSG.

Ya de regreso al Paraguay (llegué un 24 de marzo de 1984, el día de la inconstitucional y liberticida clausura de “abc color”, que a la postre ayudara a sacar del olvido internacional en que se refugiaba provechosamente el régimen autoritario del general Alfredo Stroessner, por entonces de tres décadas de duración, y gracias también a la ominosa complicidad y silencio de potencias mundiales democráticas, pero no tanto, sobre todo más allá de sus fronteras), con mentalidad de inmigrante empecé a trabajar para ganarme la vida honestamente, y entre mis actividades de esa época figuró el periodismo local, muchas veces recurriendo al seudónimo, y lentamente abriéndome paso con mi propio nombre, desde las páginas de “Última Hora” (UH), por ejemplo, como colaborador externo, misérrimamente pago (¡ganaba 5.000 guaraníes por artículo!), y casi nunca puntualmente, porque a su infatuado propietario de entonces, y debido a ello director del medio, como a gran parte de los integrantes de las tan precarias “élites” paraguayas, les encantaba ser prepotentes con  las personas a las que empleaban y a quienes podían hacer sentir sus mínimos poderes acomplejados, los de gentes muy ricas y hechas así de cualquier modo, sin cultura casi y humillados a diario en la sumisión al “único líder de entonces”.

Como sea, no agrede quien quiere si uno no se lo permite, y empecé a publicar semanalmente mis materiales, entre ellos varios cuentos, dos de los cuales ahora acabo de encontrar en un archivo familiar recuperado. El cuento apareció publicado en “el correo semanal” de UH, la revista del periódico, en el segundo semestre de 1984 o primero de 1985. Se lo dediqué a “Lucho León, hermano”, un querido amigo ya desaparecido, quien anclado por una parálisis infantil en una silla de ruedas, sin jamás arredrarse debido a tal discapacidad, se atrevió a desafiar todo lo desafiable, y jamás trepidó en experimentar los excesos que la vida le permitía, entre ellos el de la lectura y escritura, actividades que abandonaba desde los atardeceres, para convertirse en un auténtico bohemio noctámbulo… Hoy vuelvo a difundir por medio de la red  este cuento, como empezaré a hacer con otras obras narrativas, la mayoría de ellas inéditas, mientras avanzo en unos intentos novelísticos todavía inconclusos, sobre la OPM, por ejemplo, o acerca de Roque Vallejos, poeta y ser humano transido de dolores cósmicos, y finalmente sacrificado en el altar supremo de la injusticia en el Paraguay, imperante en uno de nuestros poderes fácticos del aparato de Estado nacional. La versión que ahora difundo está apenas ligeramente  corregida, en muy pocas partes, debido a errores materiales de los componedores, que pasaron las vallas de los correctores. Entonces, salvo poquísimas excepciones, este texto es copia fiel del original, que apenas esté en formato pdf lo subiré a la red, para que quienes así lo desean puedan compararlo con esta versión.

Código de artículo-cuento: RR78