domingo, 8 de julio de 2012

EN LA MEJOR TRADICIÓN DE LOS GRANDES INTERNACIONALISTAS LATINOAMERICANOS, COMO CARLOS CALVO, DEFENSOR DE LOS DERECHOS DEL PARAGUAY ANTE LAS POTENCIAS MUNDIALES EUROPEAS, EN LA ÉPOCA DEL PRESIDENTE CARLOS A. LÓPEZ, Y COMO LO HICIERA HACE POCO, ENTRE OTROS, EL CONSTITUCIONALISTA ARGENTINO JORGE VANOSSI, AHORA EL TAMBIÉN ESPECIALISTA EN RELACIONES INTERNACIONALES, TAMBIÉN ARGENTINO, RUBÉN M. PERINA, EN UN MUY LÚCIDO ARTICULO-ENSAYO DEFIENDE A LA PATRIA PARAGUAYA EN EL SISTEMA INTERAMERICANO, FRENTE A LA AGRESIÓN “BOLIVARIANA”. LA DE LOS CHAVISTAS DECLARADOS Y SOMETIDOS A LOS DELIRIOS NEOIMPERIALISTAS DEL ¿“SOCIALISMO SIGLO XXI”?, COMO LO FUERA EL ENTREGADOR DEL PARAGUAY FERNANDO LUGO, Y COMO LO SON LOS PRESIDENTES “DEMÓCRATAS” VERGONZANTES DE LA REGIÓN, CÓMPLICES DE CHÁVEZ, POR ACCIÓN Y/U OMISIÓN, EN LA AGRESIÓN CHAVISTA A LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY. EN LO QUE SIGUE, UNA GLOSA DEL ARTÍCULO DEL DR. PERINA, Y DESPUÉS SE OFRECE ÍNTEGRO SU TRABAJO PARA QUIENES QUIERAN LEERLO SIN INTERMEDIARIOS.

En la OEA el Paraguay defiende su independencia, soberanía y dignidad nacionales, y al sistema interamericano y a la democracia en la región


(Ciudadano y soldado de la Patria Paraguaya)

Nuestra enseña tricolor flamea bajo el cielo celeste-azulado del Paraguay, ondeando orgullosa frente al Templo de la Patria y Oratorio de la Virgen Nuestra Señora de la Asunción (Fuente: Leticia Chamorro, del blog “Tus poemas poesías”, bajada de Wikipedia).
El catedrático Rubén M. Perina, actualmente dictando clases en el “Centro de Estudios Latinoamericanos” (Universidad de Georgetown, Washington, D.C., EUA), publicó el lunes 2 de julio, en el prestigioso El País de Madrid, un análisis esclarecedor del ultraideologizado y represivo uso que malintencionadamente están haciendo los regímenes “bolivarianos” de la región –sus subordinados aliados, entre ellos el ex desgobierno de Fernando Lugo, de triste memoria histórica nacional–, y otros pusilánimes mandatarios “democráticos”, estos en los hechos temerosos de las bravatas y locuras del dictador venezolano Hugo Chávez.

El enjundioso y breve artículo de Perina apareció bajo el título de “Organismos regionales y el Paraguay”, y en la correspondiente “bajada” se especifica que es un breve estudio de “los mecanismos institucionales para restaurar el orden democrático”, en los países de la región en que ello se haya producido. Al respecto, y junto con exponer las limitaciones de los “remedios” para frenar brotes autoritarios, el profesor Perina es terminante: en el Paraguay no hubo un quiebre de su proceso de apertura democrática a raíz del juicio político del entonces presidente Lugo, y a pesar de ello se lo castiga acusando al Poder Legislativo nacional de haber planificado y ejecutado un inexistente “golpe parlamentario”, y entre quienes encabezan esta brutal distorsión de los hechos se encuentran nada menos que los países “bolivarianos”, autoritarios o en camino al totalitarismo.

Estos mismos regímenes, que hoy se erigen en acusadores e intervencionistas de los asuntos internos paraguayos, incluso en el ámbito de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, son tolerantes con el totalitarismo cubano y con el régimen autocrático de Daniel Ortega (Nicaragua), nacido de un proceso de votación pestilente y violando la constitución de ese país. Según Perina, y coincide en ello con personalidades regionales (académicas, políticas, diplomáticas y empresariales, etc.) se trata de un ejemplo más del doble estándar que existe en el sistema interamericano y organismos regionales al momento de calificar, según criterios “bolivarianizados”, la constitucionalidad y calidad democrática de las instituciones y procesos latinoamericanos. Lo del doble estándar también puede denominarse el síndrome de la “escopeta de dos cañones”: el que apunta a mis amigos tiene “balines” de papel prensado, mientras que dirigido a los enemigos descarga munición tigrera sobre el blanco… Otra amenaza más para la seguridad y paz en la región, en un mundo en el cual predomina un auténtico y nuevo desorden internacional.

El artículo se transcribe in extenso, más abajo, y además de constituir una brillante defensa de la constitucionalidad y legitimidad del juicio político destituyente, y de los democráticos orígenes del gobierno del presidente Federico Franco, es también una dura crítica a los mecanismos continentales y regionales de prevención y castigo de golpe de Estado. De acuerdo con Perina, dadas la naturaleza y características institucionales de esos instrumentos, incluyendo a la Carta Democrática de la OEA, antes que al Estado de derecho democrático (Edd) en realidad se protege a los presidentes en crisis y aferrados al poder a cualquier precio.

Explica el profesor de Georgetown, que en “[…] el Paraguay se ha destituido a un miembro del club (el ‘de mutua protección presidencial’), y varias cancillerías han calificado la destitución constitucional parlamentaria del presidente Lugo como golpe de Estado, y la han calificado como ilegítima y violatoria del debido proceso y de los derechos humanos del ex presidente (¿Qué dirían los ex presidentes Bucaram y Gutiérrez de Ecuador, o Color de Melo de Brasil, Sánchez Lozada de Bolivia, o de la Rúa de Argentina?). También se suspenderá al nuevo gobierno de las actividades de los organismos mencionados […]”.

Prosigue Perina: “[…] Pero el problema es que la destitución no fue ni un golpe de estado ni una alteración del orden constitucional democrático. Fue un juicio político, no penal, resuelto por abrumadora mayoría, que respetó los preceptos de la constitución paraguaya. Al perder su legitimidad cuando el PLRA le retiró su apoyo, Lugo aceptó el juicio y sus reglas, envió su abogado (que hizo un descargo dramático e inteligente por más de dos horas), reconoció su derrota política y dejó la presidencia sin resistirse. No fue detenido ni exiliado, y usa ahora espacios públicos para criticar libremente al nuevo gobierno. Lo substituyó su vicepresidente, Francisco Franco. Si le hubiesen dado más tiempo, el resultado habría sido el mismo, y probablemente se hubiese desencadenado un período de inestabilidad política y violencia social […]”.

Esta parte de su exposición, la concluye Perina haciendo referencia a lo que antes denominamos el síndrome de la “escopeta de dos cañones” o del “doble estándar”, al expresar cuanto sigue: “[…] Lo insólito es que los gobiernos que no reconocen a las nuevas autoridades, han venido mirando con complacencia las alteraciones que algunos gobiernos de la región perpetran contra el orden democrático. Estos llegan al poder vía elecciones democráticas, pero una vez en control del Estado, lo ejercen para erosionar las instituciones, valores y prácticas democráticas consagradas en sus propias constituciones y la CDIA (Carta Democrática Inter-Americana) […]”.

En síntesis, el profesor Perina hace justicia al Paraguay, y su análisis es digno de atención pues durante los dos períodos (1994-2004) en que el secretario general de la OEA fue el colombiano César Gaviria (1990-1994), el internacionalista argentino estuvo al frente de su Unidad de Promoción de la Democracia. Desde esa posición, Perina colaboró muy estrecha y activamente con Gaviria, empeñado en el perfeccionamiento institucional de defensa de la democracia en las américas. Así surgió la CDIA, que rige plenamente en la región, y si bien es perfectible, no contiene las atrocidades jurídicas y políticas del “bolivariano” protocolo de Ushuaia II (Montevideo, diciembre 2011).

Fue este último instrumento el utilizado en Mendoza (a fines de junio) para excluir al Paraguay del Mercosur, aunque todavía no tiene vigencia legal. En los hechos lo que sucedió en Mendoza representó el más abierto ataque MercUnasuriano, el del “¿socialismo siglo XXI?”, al Paraguay y al sistema interamericano.

Con los polvos de Montevideo 2011, apadrinado por el “demócrata” José Mujica, se llegó a los lodos “bolivarianos” de Mendoza, que en realidad no  puede suspender legalmente al Paraguay del seno del MercUnasur, y que sí consumó la muerte del Mercosur por el neocolonialismo intervencionista de Brasilia, Buenos Aires y Montevideo, capitales sometidas a la neoimperialista y agresiva Caracas, respaldada por los peones Chávez en La Paz, Managua y Quito, y al que por temor se subordinan los inquilinos actuales de los palacios presidenciales de Nariño (Bogotá), Pizarro (Lima) y La Moneda (Santiago).

El pensamiento de Perina, matices más, matices menos, es compartido por personalidades regionales, entre los cuales se encuentran, por ejemplo, los ex cancilleres Luiz Felipe Lampreia (Brasil), Didier Operti (Uruguay), ambos respetados internacionalistas; por el mismo vicepresidente uruguayo Danilo Astori y los ex presidentes Julio Sanguinetti y Luis Lacalle Herrera; y a quienes se suman parlamentarios y líderes políticos de Argentina, Brasil y Uruguay. Se trata de la continuación de la importante tradición iusinternacionalista latinoamericana que tiene en sus filas a figuras de trascendencia mundial, de las cuales jamás han oído hablar los Mujica y los Chávez, y las Rousseff y Cristinas, y sus cancilleres, todos ellos intervencionistas e incluso neoimperialistas.

Históricamente destaca para nosotros la figura límpida del egregio intelectual y publicista que fuera Carlos Calvo (Montevideo 1824, y París 1906), reconocido mundialmente como un destacado diplomático decimonónico, a la par que notable iusinternacionalista e historiador, nacido en el Uruguay pero desde niño vinculado a Argentina, de la cual fuera un gran servidor público. En Buenos Aires estudió leyes, especializándose en las complejidades del derecho internacional público. En Europa, con sede en París, muy pronto se distinguió como gran diplomático del Paraguay y Argentina, jóvenes países a los que representara con singular éxito antes los gobernantes de
 Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Austria.

La fecunda existencia de gran humanista de Calvole convirtió en uno de los fundadores del Instituto de Derecho Internacional Público (Gante, Bélgica:1873). Fue también miembro destacado de la Academia de Ciencias Morales y Políticas del “Instituto de Francia” y de la Real Academia de la Historia de España. Sus restos mortales descansan en el cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, y su docta y justa doctrina internacionalista tiene todavía continuadores entre los más destacados iusinternacionalistas, diplomáticos y especialistas en relaciones internacionales del Río de la Plata, de las Américas y del mundo.

Esa es la escuela democrática, jurídica e internacionalista que le hace decir acertadamente a Perina, al final de su artículo, que “[…] los ataques desmedidos de Venezuela y Nicaragua, en particular (…), más el intento de aislar al Paraguay parecen más una vendetta ideológica que una defensa de la democracia, o una venganza del chavismo para castigar al Congreso paraguayo por no ratificar su entrada al Mercosur. Hasta Cuba retiró su embajador porque se violó la democracia. ¡Vaya desfachatez! […]”.

Todo esto, ni más ni menos, es lo que se decidirá el martes en la OEA. Debemos permanecer en estado de alerta, porque, independientemente de todos los esfuerzos realizados por la diplomacia, autoridades y la mayoría de nuestro pueblo, en todos sus niveles sociales, culturales y políticos, para que se conozca en el exterior lo que en verdad ha ocurrido en el Paraguay, los “bolivarianos” afuera, y los luguistas, aquí, no van a ceder en su conspiración antinacional y antidemocática. Si el Paraguay triunfa, como un castillo de naipes el “bolivarianismo” y sus emanaciones empezarán a desmoronarse en la región.



Asunción, domingo 8 de julio de 2012



Organismos regionales y el Paraguay

Escribe Rubén Perina

(Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de

Georgetown, Washington, D.C., EUA)

Busto del egregio diplomático y jurista rioplatense Carlos Calvo, en el frente del Palacio de la Paz, en La Haya (Países Bajos), centro mundial del Derecho Internacional (Foto de Wikipedia).


La comunidad inter-americana de democracias ha mostrado, desde la década de los ochenta, un firme compromiso con la defensa colectiva de la democracia a través de instrumentos como la Carta Democrática Inter-Americana (CDIA) de la OEA, o las cláusulas democráticas de Mercosur y Unasur. Se trata así de prevenir la ruptura del orden democrático o restaurarlo cuando se quiebre en uno de sus miembros, ya sea por golpe de estado militar, auto-golpe, o alteración del “orden constitucional que afecte gravemente el orden democrático” (Art. 19, CDIA). Ahora se pretende aplicarlos al Paraguay, luego de la destitución del presidente Lugo el pasado 22 de junio.



Estos instrumentos se activan después de un golpe o intento de, y por eso son de tipo reactivo y restaurativo. Han sido aplicados desde 1991 en Guatemala, Haití, Honduras, Perú y Venezuela, con condenas del golpe, misiones de buenos oficios, sanciones diplomáticas (no reconocimiento, ruptura de relaciones), interrupción del comercio y la cooperación, congelamiento financiero y suspensión del organismo. También son preventivos, cuando se usan para evitar la interrupción del orden democrático como en Paraguay, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.



Sin embargo, los mismos se han diseñado por y para proteger exclusivamente a los ocupantes del poder ejecutivo. Reflejan los intereses de esa rama del poder y por ello ésta es la única que puede pedir ayuda para la preservación del orden democrático. Conforman así en los organismos intergubernamentales un club de mutua protección presidencial. Pero si el ejecutivo viola el orden constitucional democrático o sus principios, los otros poderes no tienen recurso a esos instrumentos, a pesar de que en democracia rige la independencia e igualdad de poderes.



En el Paraguay se ha destituido a un miembro del club (‘de mutua protección presidencial’), y varias cancillerías han calificado la destitución constitucional parlamentaria del presidente Lugo como golpe de estado, y la han calificado como ilegítima y violatoria del debido proceso y de los derechos humanos del ex presidente (Qué dirían los ex presidentes Bucaram y Gutierrez de Ecuador o Color de Melo de Brasil, Sánchez Lozada de Bolivia, o de la Rúa de Argentina?). También se suspenderá al nuevo gobierno de las actividades de los organismos mencionados.



Pero el problema es que la destitución no fue ni un golpe de estado ni una alteración del orden constitucional democrático. Fue un juicio político, no penal, resuelto por abrumadora mayoría, que respetó los preceptos de la constitución paraguaya. Al perder su legitimidad cuando el PLRA le retiró su apoyo, Lugo aceptó el juicio y sus reglas, envió su abogado (que hizo un descargo dramático e inteligente por más de dos horas), reconoció su derrota política y dejó la presidencia sin resistirse. No fue detenido ni exiliado, y usa ahora espacios públicos para criticar libremente al nuevo gobierno. Lo substituyó su vicepresidente, Francisco Franco. Si le hubiesen dado más tiempo, el resultado habría sido el mismo, y probablemente se hubiese desencadenado un período de inestabilidad política y violencia social.


Lo insólito es que los gobiernos que no reconocen a las nuevas autoridades, han venido mirando con complacencia las alteraciones que algunos gobiernos de la región perpetran contra el orden democrático. Estos llegan al poder vía elecciones democráticas, pero una vez en control del Estado, lo ejercen para erosionar las instituciones, valores y prácticas democráticas consagradas en sus propias constituciones y la CDIA.

La erosión del orden democrático (“golpe en cámara lenta”) la consuman solapadamente. Se manipulan elecciones o referendos y mayorías transitorias en el poder legislativo o en el poder judicial y electoral, para modificar las reglas de juego y obtener superpoderes. Se destituyen o presionan a jueces no aliados y se ignoran decisiones de las cortes o legislación contraria a sus fines. Se socavan así la independencia de poderes, la libertad de prensa, el estado de derecho, las elecciones libres y justas y el respeto a las minorías, entre otros. La oposición es perseguida y tildada de conspirativa. El proceso culmina invariablemente en hiper-presidencias que acumulan y monopolizan el poder. Todo en nombre de la democracia “participativa,” la “inclusión social,” el socialismo y el anti-imperialismo.

La indiferencia a tales desarrollos y los ataques desmedidos de Venezuela y Nicaragua, en particular (véase sesión de OEA), más el intento de aislar al Paraguay parecen más una vendetta ideológica que una defensa de la democracia, o una venganza del chavismo para castigar al Congreso paraguayo por no ratificar su entrada al Mercosur. Hasta Cuba retiró su embajador porque se violó la democracia. Vaya desfachatez!

Surge entonces la urgencia y necesidad de que la comunidad democrática interamericana, a través de sus organismos regionales, se aboque a perfeccionar los mecanismos colectivos de defensa de la democracia. En ese sentido, parece impostergable una definición más afinada de lo que significa la “alteración del orden democrático,” con especial atención al fenómeno de la erosión de la democracia; y es imprescindible, para evitar su colapso en casos de crisis institucional, incluir en los mecanismos colectivos de análisis y prevención la voz de todos los poderes del estado involucrados en la pugna institucional, y no sólo el poder ejecutivo, como ocurre hasta ahora. Sólo así tales organismos podrán impulsar el diálogo necesario para la construcción de consensos que prevengan la ruptura del orden democrático. Si no, pasarán irremediablemente a la irrelevancia en la defensa de la democracia.

Código del artículo: AE11

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