Escribe José Luis Simón G..
Efraín Alegre, el candidato del
continuismo Lugo-“bolivariano”
sin Lugo, y con serias sospechas de pésima administración en
su etapa
de ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, más
la deplorable gestión “presidencial” de su correligionario
Federico Franco, es una de las no alternativas principales,
para el domingo 21. El
otro es Horacio Cartes, dueño del
Partido Colorado no sabemos hasta cuándo, y a
quien
importantes investigaciones periodísticas extranjeras, y
cuantiosa documentación local y foránea, periodística y
judicial, sobre su extraordinaria
riqueza de origen todavía
no explicado, lo vinculan con el lavado de dinero e
incluso
con el crimen organizado internacional y otros intereses no
especificados. La prensa, las instituciones y la sociedad se
lavaron las manos
en estos asuntos tan delicados para
el Paraguay y la región (Fuente: Archivo de
“abc color”).
Para
reflexionar sobre el grave problema de la ingobernabilidad paraguaya actual, en
pleno proceso electorero o apenas electoralista, ya que no se trata de uno
auténticamente elctoral, o si se prefiere hablar de la realidad local de
nuestro “Estado fallido”, es oportuno recurrir a un pensador español
contemporáneo, César Molinas. Este politólogo
se empeña en elaborar una “teoría de la clase política española”, que considera
imprescindible “para argumentar la necesidad imperiosa y urgente de cambiar” el
sistema electoral y político español, favorable a la partidocracia y proclive a
la politiquería (entendiendo por esta última expresión nuestra la bastardización
de la política), como lo es el actual, de naturaleza proporcional y con
peculiaridades agravantes. Una primera similitud a grandes trazos con el caso
paraguayo pos 1989, para arrancar del momento en que se inicia la apertura
política que hoy se encamina a una muy grave crisis de Estado.
El profesor Molinas
considera que gran parte de los problemas sociales, económicos y políticos de
la España actual –incluso los de la grave crisis fiscal, financiera y
económica, que padece hoy, en el ámbito de la más amplia de la UE– tiene que
ver con tal mecanismo electoral y politiquero, generador y fortalecedor de
oligarquías partidocráticas, el cual debe ser reemplazado por uno de tipo
mayoritario.
Esta tesis, en
términos generales nos recuerda, localmente, la “úlcera” de la política, según
nuestro visionario Eligio Ayala (1879-1930), quien ya nos advertía de sus
peligros en fecha tan temprana como 1914: al respecto, consultar el capítulo
sobre la política en el Paraguay, de su estudio titulado “Migraciones”, escrito
y terminado en Berna, Suiza, y editado por unos amigos suyos en Santiago,
Chile, en 1941).
En la actual teoría política occidental, la tesis
del profesor Molinas, también es tributaria (aunque él no lo diga abiertamente)
de la “ley de hierro de los partidos políticos”, la de la tendencia a la
oligarquización de las élites partidarias, que corrompe a la democracia
moderna, enunciada por el sociólogo alemán, Robert Michels (1876-1936),
discípulo de Max Weber (1864-1920) y Vilfredo Pareto (1848-1923), entre varios
otros prominentes científico sociales, europeos y contemporáneos, hasta llegar
a la elaboración de su propia teoría.
LA
TEORÍA DE LA POLITIQUERÍA
Molinas explica que la
función explicativa de su teoría tendría que dar cuenta de los siguientes interrogantes:
“[…] ¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún
partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a
España? ¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un
plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible
que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar?
¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar?
¿Cómo es posible que nadie-salvo el Rey y por motivos propios- haya pedido
disculpas? ¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España
–la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el
emprendimiento y el apoyo a la investigación– sea no ya ignorada, sino
masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?[…]”.
Queda claro que,
salvo la referencia al monarca constitucional español, todas las preguntas de
Molinas son también pertinentes para estudiar el caso paraguayo contemporáneo y
la coyuntura actual.
En la elaboración de
su teoría, Molinas sigue a dos brillantes economistas norteamericanos de la
actualidad. Uno es Daron Acemoglu, del MIT, sigla en inglés del destacado Instituto Tecnológico de Massachusetts.
El otro se llama James Robinson, de la Universidad de Harvard. Ambos estudian
las causas históricas y políticas de los “Estados fallidos” (ver el libro de
ambos: “Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty”, 2012).
A partir de tales autores, expone el profesor Molinas que “la clase
política española ha desarrollado en las últimas décadas un interés particular,
sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del
interés general de la nación”. Acemoglu y Robinson hablan en ciertos Estados de
la existencia de una depredadora “élite extractiva”, o succionadora particular
de riqueza socialmente generada (para enlaces recientes acerca de ello, consultar al
final de este artículo). Y según Molinas, los políticos que surgen a partir de
la transición española son genuinamente acopiadores y explotadores de las
riquezas creadas por la sociedad, y que se autoreproducen, expanden y se
consolidan, a expensas de sus propios países. Son lo que nosotros desde hace
tiempo denominamos politiqueros. Son ellos los que se están disputando el
“desgobierno” del Paraguay, continuar con esa tendencia, el domingo 21 de
abril, en el acto de mera votación y no de real y efectiva competencia
electoral, como la quieren presentar sus protagonistas.
En consecuencia, y no
sin razón, afirma el pensador español que los integrantes de la clase
politiquera de su país “son los principales responsables de la burbuja
inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías
renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos procesos
han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por
nuestra clase política porque obligan a hacer reformas que erosionan su interés
particular”. Y por ello mismo resulta imprescindible, y urge llevar a cabo, una
“[…] reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario […]”, con la
intención manifiesta de “[…] que los cargos electos fuesen responsables ante
sus votantes en vez de serlo ante la cúpula de su partido […]”, algo que
significaría una transformación política espectacular “[…] en la democracia
española y facilitaría el proceso de reforma estructural”, del Estado, la
sociedad y la economía en la península hispánica.
Entre
diversas cuestiones más, esto condujo a Matt Taibbi, en su célebre artículo de
2009, en la revista Rolling
Stone, sobre Goldman Sachs, titulado, “La gran máquina americana de hacer burbujas”, en el cual
comparaba al banco de inversión con un gran calamar vampiro, si se puede hablar
así, abrazado a la cara de la humanidad, y que va creando una burbuja tras otra
para succionar de ellas todo el dinero posible.
Tan dramáticas
conclusiones, radicales también, el profesor Molinas analiza cinco dimensiones
de la realidad de España: [1] relata muy brevemente la historia de su actual
clase politiquera; [2] la caracteriza “como una generadora compulsiva de
burbujas” económicas y financieras con graves repercusiones políticas y
sociales; [3] elabora la teoría de tales élites; [4] a partir de ella predice
que los politiqueros españoles “pueden preferir salir del euro antes que hacer
las reformas necesarias para permanecer en él”; y [5] finalmente, para salir de
la muy grave crisis actual propone el cambio de los politiqueros, por una
verdadera clase o élite política moderna y democrática, lo que exige “cambiar
nuestro sistema electoral proporcional por uno mayoritario”.
Nos atrevemos a decir
que, cualquiera sea el “triunfador” en las votaciones de mañana domingo 21 de
abril, en el Paraguay el “calamar campiro” del fisco, que se retroalimenta con
la politiquería, amén de otras cuestiones de ingeniería constitucional e
institucional, y de ausencia de auténticas élites e instituciones políticas,
nos conducirá los avances productivos, comerciales y exportadores de los
últimos años, y por ese camino a desperdiciar, por ejemplo, la fase de “bono
demográfico” en la que se encuentra ingresando el Paraguay de inicios del siglo
XXI…
UNA
HISTORIA NO TAN DESCONOCIDA
Los
principales actores políticos de la transición española pertenecían a
tradiciones diferentes y enfrentadas: “unos venían del franquismo, otros del exilio y
otros estaban en la oposición ilegal del interior”. Pero poseían una
característica común, pues no eran “políticos profesionales”, es decir, no
vivían de, sino para la política. Algunos después se incorporarían a las
burocracias politiqueras (al estilo de los “aparachitniks” soviéticos u hombres
del aparato partidario-gubernamental), quienes imperaron a partir de la segunda generación de líderes de la
transición.
Aquéllos aportaron lo
suyo en la apertura política, pero “no tenían ni espíritu de gremio ni un
interés particular como colectivo. Muchos de ellos no se veían a sí mismos como
políticos profesionales y, de hecho, muchos no lo fueron nunca”. A ellos les
tocó adoptar dos decisiones fundamentales, que se les fue de la mano, pues la
intención que tuvieron nunca fue la de justificar los medios por los fines, o
lo que es peor, transformar a aquellos en estos últimos. Así se originó la
“úlcera” politiquera en la España pos Franco.
“La primera –explica
Molinas– fue adoptar un sistema electoral proporcional corregido, con listas
electorales cerradas y bloqueadas. El objetivo era consolidar el sistema de
partidos políticos fortaleciendo el poder interno de sus dirigentes, algo que
entonces, en el marco de una democracia incipiente y dubitativa, parecía
razonable”. Y agrega:
“La segunda decisión,
cuyo éxito se condicionaba al de la primera, fue descentralizar fuertemente el
Estado, adoptando la versión café
para todos del Estado de las autonomías. Los peligros de una
descentralización excesiva, que eran evidentes, se debían conjurar a partir del
papel vertebrador que tendrían los grandes partidos políticos nacionales,
cohesionados por el fuerte poder de sus cúpulas. El plan, por aquel entonces,
parecía sensato”.
La consecuencia, sin
embargo, no pudo ser peor. “Pero, tal y como le ocurrió al Dr. Frankenstein, lo
que creó al monstruo no fue el plan, que no era malo, sino su implementación.
Por una serie de infortunios, a la criatura de Frankenstein se le acabó implantando
el cerebro equivocado. Por una serie de imponderables, a la joven democracia
española se le acabó implantando una clase política profesional que rápidamente
devino disfuncional y monstruosa”. Entre los infortunios de la España de la
transición fueron “cuatro imponderables” los que originaran “a nuestro
monstruo” politiquero:
“En primer lugar, el
sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una
clase política profesional muy distinta de la que protagonizó la Transición.
Desde hace ya tiempo, los cachorros de las juventudes de los diversos partidos
políticos acceden a las listas electorales y a otras prebendas por el exclusivo
mérito de fidelidad a las cúpulas. Este sistema ha terminado por convertir a
los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo
cargado de la atmósfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire,
no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitación tiene un conocimiento
personal directo de la sociedad civil o de la economía real. La política y sus
aledaños se han convertido en un modus
vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas,
fundaciones y organismos públicos y, también, con canonjías en empresas
privadas reguladas que dependen del Boletín Oficial del Estado (BOE) para
prosperar”.
“En segundo lugar, la
descentralización del Estado, que comenzó a principios de los 80, fue mucho más
allá de lo que era imaginable cuando se aprobó la Constitución. […] Como
resultante de estas fuerzas, se produjo un crecimiento vertiginoso de las
Administraciones Públicas: 17 administraciones y gobiernos autonómicos, 17
parlamentos y miles -literalmente miles- de nuevas empresas y organismos
públicos territoriales cuyo objetivo último en muchos casos, era generar
nóminas y dietas. En ausencia de procedimientos establecidos para seleccionar
plantillas, los políticos colocaron en las nuevas administraciones y organismos
a deudos, familiares, nepotes y camaradas, lo que llevó a una estructura
clientelar y politizada de las administraciones territoriales que era
inimaginable cuando se diseñó la Constitución. A partir de una Administración
hipertrofiada, la nueva clase política se había asegurado un sistema de captura
de rentas -es decir un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera
de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financiación de
los partidos”.
“En tercer lugar,
llegó la gran sorpresa. El poder dentro de los partidos políticos se
descentralizó a un ritmo todavía más rápido que las Administraciones Públicas.
La idea de que la España autonómica podía ser vertebrada por los dos grandes
partidos mayoritarios saltó hecha añicos cuando los llamados barones
territoriales adquirieron bases de poder de “abajo a arriba” y se convirtieron,
en la mejor tradición del conde de Warwick, en los hacedores de reyes de sus
respectivos partidos. En este imprevisto contexto, se aceleró la
descentralización del control y la supervisión de las Cajas de Ahorro. Las
comunidades autónomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y,
una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administración y cargos
directivos con políticos, sindicalistas, amigos y compinches. Por si esto fuera
poco, las Cajas tuteladas por los gobiernos autonómicos hicieron proliferar
empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos
claros aparte del de generar más dietas y más nóminas”.
“Y en cuarto lugar,
aunque la lista podría prolongarse, la clase política española se ha dedicado a
colonizar ámbitos que no son propios de la política como, por ejemplo y sin
ánimo de ser exhaustivo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder
Judicial, el Banco de España, la CNMV, los reguladores sectoriales de energía y
telecomunicaciones, la Comisión de la Competencia… El sistema democrático y el
Estado de derecho necesitan que estos organismos, que son los encargados de
aplicar la Ley, sean independientes. La politización a la que han sido
sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda
deslegitimación de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema
político”.
Todo
eso nada es comparando con otro fenómeno: “Al tiempo que invadía ámbitos
ajenos, la política española abandonaba el ámbito que le es propio: el
Parlamento. El Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde se elaboran
las leyes; es también la institución que debe exigir la rendición de cuentas.
Esta función del Parlamento, esencial en cualquier democracia, ha desaparecido
por completo de la vida política española desde hace muchos años. La quiebra de
Bankia, escenificada en la pantomima grotesca de las comparecencias
parlamentarias del pasado mes de julio, es sólo el último de una larga serie de
casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen
catástrofes naturales, como un terremoto, por ejemplo, en el que aunque haya
víctimas no hay responsables […]”.
PARALELISMO CON EL PARAGUAY
Aún
siendo obvias las comparaciones que emergen con la realidad nacional, leyendo
al profesor Molinas, al referirse a España, no está demás que recordemos
algunas cuestiones críticas fundamentales del Paraguay contemporáneo, para
enfrentar las cuales las élites “políticas”, económicas, cultural-educativas,
intelectuales y burocráticas ni remotamente están en condiciones de hacer
frente, sobre todo debido a la carencia fatal del liderazgos que no solo debe
ser moderno y democrático, sino incluso poseer la calidad de estadista.
En el Paraguay la
única ley de vigencia real e inapelable sigue siendo la del
mbareté (la de la prepotencia del poder fáctico y autoritario), definición del
sistema “legal” bajo la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989),
acuñada por D. M. Helfeld y W. L. Wipfler [1], situación que se mantiene
incólume hasta ahora [2],pero agravada por los poderes fácticos que hicieran
metástasis en el aparato Estado y la sociedad. Todo ello ha dado lugar a una
auténtica situación de anomía institucionalizada, de la que forman parte los tres
poderes constitucionales y los órganos extra poderes. Lo que constituye una
auténtica contradicción. Es que, anomía, como se sabe, proviene del griego,
y sociológicamente significa:
mbareté (la de la prepotencia del poder fáctico y autoritario), definición del
sistema “legal” bajo la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989),
acuñada por D. M. Helfeld y W. L. Wipfler [1], situación que se mantiene
incólume hasta ahora [2],pero agravada por los poderes fácticos que hicieran
metástasis en el aparato Estado y la sociedad. Todo ello ha dado lugar a una
auténtica situación de anomía institucionalizada, de la que forman parte los tres
poderes constitucionales y los órganos extra poderes. Lo que constituye una
auténtica contradicción. Es que, anomía, como se sabe, proviene del griego,
y sociológicamente significa:
“[…], ausencia de
norma. Término originariamente utilizado en el campo del
pensamiento político,
teológico y moral, se introduce en la sociología por obra
de E. Durkheim. Su
significado actual es algo fluctuante. Haciendo siempre
referencia a la
crisis de los marcos normativos de la acción, puede denotar:
vacío absoluto de normas o reglas de acción; colisión o incongruencia
normativa de la que resultan incertidumbre y desorientación prácticas y/o
conducta desviada; y falta de asunción, asimilación o reconocimiento de
normas legítimas […]”[3].
vacío absoluto de normas o reglas de acción; colisión o incongruencia
normativa de la que resultan incertidumbre y desorientación prácticas y/o
conducta desviada; y falta de asunción, asimilación o reconocimiento de
normas legítimas […]”[3].
En relación con lo de
los poderes fácticos, tienen sometidos al “Aparato de
Estado” (AdE) en su totalidad, los cuales poderes constitucionales también
funcionan fácticamente, pues en el Paraguay no se puede hablar
estrictamente de Estado como espacio jurídico, de derecho, y político,
democrático, de la sociedad. Véase, de casi dos décadas atrás, una
referencia al respecto, y premonitoria en el sentido más preocupante, la
publicación de J. L. Simón G.[4].
Estado” (AdE) en su totalidad, los cuales poderes constitucionales también
funcionan fácticamente, pues en el Paraguay no se puede hablar
estrictamente de Estado como espacio jurídico, de derecho, y político,
democrático, de la sociedad. Véase, de casi dos décadas atrás, una
referencia al respecto, y premonitoria en el sentido más preocupante, la
publicación de J. L. Simón G.[4].
En su abstract se lee: “[…] En este trabajo se
intenta una aproximación inicial
al peligro que
plantea para la consolidación democrática en el Paraguay el
estado de corrupción, que fue gestado y cristalizado bajo el autoritarismo
stronista(1954-1989). En especial se pone énfasis en considerar la corrupción
del narcotráfico, aunque en el análisis y en el enfoque el autor no se circunscribe
exclusivamente a ese problema que sigue estando en el tope de la agenda
internacional. Si los paraguayos no nos ocupamos en serio de las amenazas que
se derivan de la corrupción estructural que corroe a las instituciones estatales y a
la misma sociedad, se sostiene aquí, el país puede convertirse en una cleptocracia
del Mercosur […]”.
estado de corrupción, que fue gestado y cristalizado bajo el autoritarismo
stronista(1954-1989). En especial se pone énfasis en considerar la corrupción
del narcotráfico, aunque en el análisis y en el enfoque el autor no se circunscribe
exclusivamente a ese problema que sigue estando en el tope de la agenda
internacional. Si los paraguayos no nos ocupamos en serio de las amenazas que
se derivan de la corrupción estructural que corroe a las instituciones estatales y a
la misma sociedad, se sostiene aquí, el país puede convertirse en una cleptocracia
del Mercosur […]”.
El neologismo
“cleptocracia”, hasta donde sabemos, entre los primeros en
recuperarlo para los estudios politológicos latinoamericanos, sino quien diera
inicio a su utilización,se encuentra el autor de estas páginas, y significa el
gobierno de los corruptos. Después,JLSG, ampliaría la denominación inicial,
por medio de la innovación antes no registrada de “cleptonarcocracia”, pues la
corrupción sistémica, y la endeble institucionalidad local, ya se encuentran al
servicio de la narcoactividad y del crimen organizado en general. Más
contemporáneamente, para designar a las sociedades en las que imperan los
poderes fáctico,del tipo y naturaleza que sean, se ha estado hablando del
fenómeno de los “Estados fallidos”[5], que es muy apropiada para referirse al
Paraguay de las últimas seis décadas, incluyendo al periodo desde el 15 de
agosto de 2008 al presente.
recuperarlo para los estudios politológicos latinoamericanos, sino quien diera
inicio a su utilización,se encuentra el autor de estas páginas, y significa el
gobierno de los corruptos. Después,JLSG, ampliaría la denominación inicial,
por medio de la innovación antes no registrada de “cleptonarcocracia”, pues la
corrupción sistémica, y la endeble institucionalidad local, ya se encuentran al
servicio de la narcoactividad y del crimen organizado en general. Más
contemporáneamente, para designar a las sociedades en las que imperan los
poderes fáctico,del tipo y naturaleza que sean, se ha estado hablando del
fenómeno de los “Estados fallidos”[5], que es muy apropiada para referirse al
Paraguay de las últimas seis décadas, incluyendo al periodo desde el 15 de
agosto de 2008 al presente.
Todo lo acabado de
exponer ut supra, entre numerosas y
muy graves cuestiones
más, en buen romance
apunta a denunciar que en el Paraguay,
la justicia
––en minúsculas–– ni
es ciega ni justa o ecuánime (carece de balanza equilibrada)
y su espada tampoco
castiga en derecho y justicieramente a quienes han infringido
la ley (Tratados
Internacionales, Constitución Nacional, Códigos, Leyes, y
demás normativa) y
perpetrado hechos punibles, sino generalmente a los débiles,
incluso cuando en
Justicia les asiste el derecho a ser reparados, algo que se agrava
a quienes,desde siempre, han luchado, y continúan haciéndolo, por el Estado de
derecho democrático (Edd).
a quienes,desde siempre, han luchado, y continúan haciéndolo, por el Estado de
derecho democrático (Edd).
Este es el marco
jurídico político por excelencia de las sociedades
abiertas. En
el sentido en que K.
R. Popper (La sociedad abierta y sus
enemigos,
Ediciones Paidós, Barcelona / Buenos Aires, 1982, segunda reimpresión)
atribuye al concepto y elaboración teórica correspondiente, que sirve para
designar la organización institucional muy particular, la de la plenitud de la
convivencia civilizada en el marco del equilibrio siempre dinámico entre derechos
y obligaciones, y obligaciones y derechos de los ciudadanos, y de recíproco control,
equilibrio, independencia y cooperación entre los poderes del Estado, lo que en
términos reales es un continuum que cualitativamente, en términos de las
instituciones estatales y sociales involucradas, de manera sistémica avanzan,
superando los impedimentos, hacia la gobernabilidad democrática propia del Edd.
Ediciones Paidós, Barcelona / Buenos Aires, 1982, segunda reimpresión)
atribuye al concepto y elaboración teórica correspondiente, que sirve para
designar la organización institucional muy particular, la de la plenitud de la
convivencia civilizada en el marco del equilibrio siempre dinámico entre derechos
y obligaciones, y obligaciones y derechos de los ciudadanos, y de recíproco control,
equilibrio, independencia y cooperación entre los poderes del Estado, lo que en
términos reales es un continuum que cualitativamente, en términos de las
instituciones estatales y sociales involucradas, de manera sistémica avanzan,
superando los impedimentos, hacia la gobernabilidad democrática propia del Edd.
LA
INGOBERNABILIDAD POS-LUGO
En otras palabras, si
unimos la teoría del profesor Molinas, referida exclusivamente
a la realidad
española y su crisis macrosistémica, en el contexto de la UE y de la
situación planetaria
actual, con los aspectos mencionados de las estructuras sociales,
económicas y
políticas del proceso histórico paraguayo contemporáneo, podemos
concluir afirmando que el “proceso electoral” que culmina el domingo 21,
independientemente de cuál candidatura partidaria y/o alianza vaya a “triunfar”,en el
horizonte inmediato del Paraguay nada hace pensar que, viejos y nuevos
desgobernantes, tengan la menor idea de los peligros que corremos. Y en un contexto
regional caracterizado por las agresiones arbitrarias del castro-bolivarianismo en
perjuicio de la Patria paraguaya, al que acompaña una situación de inestabilidad y
crisis de mutación de los órdenes regional, continental y mundial.
concluir afirmando que el “proceso electoral” que culmina el domingo 21,
independientemente de cuál candidatura partidaria y/o alianza vaya a “triunfar”,en el
horizonte inmediato del Paraguay nada hace pensar que, viejos y nuevos
desgobernantes, tengan la menor idea de los peligros que corremos. Y en un contexto
regional caracterizado por las agresiones arbitrarias del castro-bolivarianismo en
perjuicio de la Patria paraguaya, al que acompaña una situación de inestabilidad y
crisis de mutación de los órdenes regional, continental y mundial.
Es por eso que, ante
la ausencia de una verdadera alternativa político-electoral,
el autor de estas
reflexiones optó, desde la perspectiva de un objetor de conciencia,
por no votar apenas,
pues de lo que se trata es de sufragar, en lugar de optar
por el menos
malísimo…
Esto quiere decir
que, después del aventurerismo luguista, liberal y
castro-bolivariano de 2008-2012, no se aprendió la lección del juicio político,
pues liberales y oviedistas por un lado, con burocracias y votantes “luguistas”,
de un lado, y los colorados comprados por la inmensa y todavía no explicada
legalmente fortuna de Horacio Cartes, por la otra, amén de otras formaciones
menores, solo se están disputando la función del controlar al gigantesco “
calamar vampiro” mencionado más arriba, sin importarle la suerte del país y
de sus ciudadanos.
castro-bolivariano de 2008-2012, no se aprendió la lección del juicio político,
pues liberales y oviedistas por un lado, con burocracias y votantes “luguistas”,
de un lado, y los colorados comprados por la inmensa y todavía no explicada
legalmente fortuna de Horacio Cartes, por la otra, amén de otras formaciones
menores, solo se están disputando la función del controlar al gigantesco “
calamar vampiro” mencionado más arriba, sin importarle la suerte del país y
de sus ciudadanos.
JLSG
Asunción, a sábado 20 de abril de 2013
Código del artículo: EAEC
Enlaces
de artículos y ensayos recientes de César Molinas:
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/08/actualidad/1347129185_745267.html
http://elpais.com/elpais/2012/12/11/opinion/1355243689_840825.html
http://economia.elpais.com/economia/2012/03/23/actualidad/1332525426_698077.html
http://economia.elpais.com/economia/2012/03/09/actualidad/1331321064_563430.html
http://economia.elpais.com/economia/2012/03/16/actualidad/1331928798_165067.html
Enlaces sobre
Daron Acemoglu y James Robinson:
Referencias
sobre la realidad nacional:
[1] Vide
Mbareté: La ley superior del Paraguay, The International League for Human Rights,
Nueva York, EUA, 1982, edición en español.
[2]
Interpretaciones jurídico-constitucionales, reflexiones históricas y análisis
sociológicos, políticos y culturales acerca de las manifestaciones de la anomía
sistémica que padece el Paraguay, y de su predominante cultura autoritaria,
violenta y pre jurídica, se encuentran en Juan Carlos Mendonça, “La crisis del
deber”, pp. 101-114, en Semblanzas y
ensayos breves, Intercontinental Editora, Asunción, 2010; y Paraguay
violento. Ensayo, Intercontinental Editora, Asunción, 2009. Los problemas
institucionales y políticos derivados de la deplorable tradición jurídica y
constitucional en el Paraguay, están estudiados en Daniel Mendonça y J. C.
Mendonça, Breve historia del
constitucionalismo. Del Estado independiente al Estado social de derecho,
CEC / Intercontinental Editora, Asunción, 2011; en Juan Carlos Mendonça Bonnet,
“El equilibrio del poder en la Constitución de 1992”, pp. 27-53, en E. Camacho
y L. Lezcano C. (comp,): Comentario a la
constitución. Homenaje al quinto aniversario, CSJ, Asunción, 1997; y en J.
C. Mendonça, Crítica al nacimiento de
una constitución, Editora Litocolor SRL, Asunción, 2000. De estas
cuestiones, periodísticamente se ocupan también Rolando Niella, en “El derecho
y la fuerza”, en abc color,
Asunción, 12 de febrero de 2012: http://www.abc.com.py/nota/el-derecho-y-la-fuerza/; y Gustavo
de Gásperi, “Insensatez y responsabilidad ante la historia”, en abc, lunes 20
de febrero de 2012: http://www.abc.com.py/nota/insensatez-y-responsabilidad-ante-la-historia/. Un enfoque
politológico, acerca de estas cuestiones, en
José L. Simón G., La dictadura de
Stroessner y los derechos humanos, Comité de Iglesias – CIPAE / Serie Nunca Más Vol. 1, Asunción, 1992,
primera edición, en especial: pp. 101-103.
[3] En S. Giner,
E. Lamo de Espinosa y C. Torres [eds.], Diccionario
de sociología, Alianza Editorial, 1998, Madrid, p. 26.
[4]“El Paraguay
de la consolidación democrática: Sociedad sin ética, estado de corrupción,
narcotráfico y los riesgos de una cleptocracia” (pp. 145-196, en Propuestas Democráticas, UNA / FHS,
Asunción, 1994, octubre-diciembre: I, I, 4). Esta ponencia académica fue
presentada en un congreso de LASA, realizado en Washington, D.C., en 1992 o
1993.
[5] Consultar José L. Simón G., Notas para
estudiar la ingobernabilidad interméstica,
la cleptonarcocracia y la
sociedad y el Estado ausentes desde la
“apertura politica” de 1989, Dirección General de Posgrados / Rectorado de la
Universidad Nacional de Asunción, Asunción, 2006, Serie Informes de Investigación.
0 comentarios:
Publicar un comentario