lunes, 21 de abril de 2014

¡¡“GABO NUESTRO (¿DE AJV Y DE UH?) QUE ESTÁS EN LOS CIELOS”!! Este fue el titular culebrón en la primera plana de la versión digital de UH, al pie de tal espacio a seis columnas, si no recuerdo mal, para anunciar la muerte del escritor colombiano, Nobel hispanoamericano de las letras universales, y Cervantes, desde luego, al que los humildes lectores de su extraordinaria narrativa lo seguimos llamando, desde siempre, Gabriel García Márquez, el más famoso de los cómplices (¿amigos?) del genocida Fidel Castro, tema que abordaremos muy pronto en especial. Para quienes son de afuera y no están familiarizados con nuestras siglas, por AJV se entiende aquí Antonio J. Vierci, uno de los grandes magnates (“fraudulentos”, según “gritos y susurros” en todos los mentideros políticos asuncenos) del Paraguay, el del dictador general Alfredo Stroessner (1954-1989). AJV está hoy en pleno “lavado” profiláctico de su inmensa fortuna (¿la segunda del país en el presente?) incrementada a la enésima potencia después de 1989, pero que no llega a una décima de la cota que administra el pre$idente Hora$io Carte$ (el símbolo $ aquí reemplaza a unas “c” y “s”, en el nombre y apellido del mandatario sin mandantes, y siempre que es utilizado en estos borradores, se aclara, se los empleada sin licencia y en contra de reglas de la Real Academia Española). Y UH es “su” diario “Ultima Hora”, propio exclusivo de AJV, como cualquier otra de sus posesiones, desde que decidió comprarlo con toda una red multimedia, cuando un socio de negocios suyo, extranjero él, le contó la historia de un tal “Citizen Kane”, la película dirigida e interpretada por Orson Welles, y versión libre del inmenso poder fáctico que construyera gracias a la prensa canalla norteamericana el multimillonario Randolph Hearst, un magnate de la prensa nego$io, si no creador al menos uno de los máximos exponentes iniciales del amarillismo (sensacionalismo) periodístico, que aquí también tiene muchos lamentables imitadores, quienes si bien no le llegan en riqueza a la altura del dedo más pequeño del pie también se esmeran en hacer su trabajo de zapa en perjuicio de las libertades de pensamiento y expresión, de manera tan eficiente como cualquier régimen autoritario o totalitario

Escribe José Luis Simón G.
Foto de archivo (diario UH de Asunción, Paraguay) de Gabriel García Márquez, el Nobel y Cervantes colombiano, desde las letras hispanoamericanas, enriquecedoras de la literatura universal. La nota fue titulada con servil incienso ideológico pro totalitario castrista (por  periodistas del diario del plutócrata paraguayo, forjado como tal en la época de la última dictadura, hasta ahora), amarillistamente militante, así: “Gabo nuestro que estás en los cielos”. 


Castro-García Márquez, me dice un cínico amigo, no es un caso único en la historia del poder sin límites que seduce a mentes brillantes, sino al contrario, uno entre miles, tal vez. Argumenta: ¿Acaso Neruda no se ahogó en sangre humana inocente cuando se rebajó a ente estalinista en su “Oda a Stalin”, estando todavía el asesino de Trotski en plena faena también genocida, propia de los marxistas-leninistas-estalinistas-maoístas-guevaristas-polpotianos-kimilsunguistas y demás “demases” de esta y todas las épocas?

En menor escala nuestro gran narrador Augusto Roa Bastos (como escritor, auténtico creador, y en justicia también merecedor del Cervantes), quien ya tenía sus buenos años como para justificarlo diciendo que fue un “pecado de juventud” lo que se pasa a relatar: él también perpetró un esperpento seudo poético, muy lejos de un ditirambo a lo Dionisio: ¡en honor a los dictadores entonces en ejercicio, Juan Domingo Perón y Alfredo Stroessner! 

Resultó la “inspira$ión” una horrible e-legía que manchara de por vida a Roa Bastos (jamás se arrepintió) con la marca ruin e indeleble del servilismo a poderosos en el poder… Siendo ya el Cervantes paraguayo, negó la acusación que le hiciera en tal sentido uno de los panegiristas y hagiógrafos de Stroessner, Leandro Prieto Yegros, un disciplinado “soldado” de la dictadura y a la vez (¿personaje de García Márquez?) protector de algunos opositores de entonces (Euclides Acevedo, por ejemplo, y por citar un único nombre), quienes encontraban asilo de emergencia en su casa cuando los buscaba Pastor Coronel, uno de los jefes operativos del terrorismo de Estado stroessnerista. También el escritor, poeta, narrador y periodista Guido Rodríguez Alcalá, se granjeó la antipatía más virulenta de Roa Bastos, el ser humano, y de la legión de cortesanos de “Augusto” (así lo llamaban sus dueños de la oligarquía plutocrática de caviarnícolas locales, y demás “snobs” supuestamente revolucionarios, la inmensa mayoría turiferarios de los laureles del escritor), porque confirmó y demostró con pruebas irrefutables que la denuncia de Prieto Yegros no era un montaje, aunque sin duda sí inicialmente difundido por los stroessneristas para abominarlo. 

En todo caso fue demostrativo ese episodio,  autodenigratorio, en realidad, de la vida de Roa Bastos, para poner en evidencia las grandes contradicciones oportunistas de un importante intelectual paraguayo contemporáneo, a quien les embelesaban los poderosos de turno, porque como tantos otros no se atrevía a ser émulo de Tomás Moro. Por ese motivo siempre se mantuvo cerca de lo que representaba el genocida Castro, como para que su resplandor totalitario le iluminase y se viera que pertenecía al bando de escritores de lo políticamente correcto, en perspectiva “revolucionaria”, pero no tanto como para quemarse…

UH es uno de los “blindajes” de la red de medios deficitarios que solventa la fortuna de AJV, nacida y acrecida bajo la dictadura stroessnerista, gracias al mecanismo de la “triangulación” de mercaderías de consumo suntuario, desde el país de origen con supuesto destino paraguayo, pero en realidad terminaban los contenedores en el consumismo VIP del Brasil, que tenía elevadísimos gravámenes impositivos, algo que volvía prohibitiva su adicción hasta para sus plutócratas politiqueros y “contratistas del Estado”, etc.

Después de 1989, y ya con una sólida fortuna en los grandes bancos del mundo (sobre todo los de la banca “offshore”), AJV elevó a la enésima potencia su riqueza, lo que no le impide de repente el verse (¡oh el perfume fétido e incluso mortal del poder!) “indirectamente” involucrado –según autoridades del presente desgbierno– por medio de algunas de sus empresas ocupadas al parecer en el dulce contrabando de azúcar, escándalo que sus medios de prensa, y tampoco los otros, y ni la justicia ni aduanas o industria y comercio llegaran a aclarar, por ejemplo si se trató o no de una flagrante evasión de impuestos aduaneros. En círculos palaciegos, en realidad para ciegos de los abusos del poder, nos dijeron (“solo a vos que sos mi amigo, pero no me vayas luego a decirme por mi nombre”), que el episodio (ya nadie se acuerda de él sepultado en escándalos sucesivos de otros orígenes) fue una devolución de “gentilezas” entre un ex “¿ahijado espiritual” (Carte$) y su ex “padrino también ¿espiritual?” (AJV).

Regresando a lo del titular de UH sobre la muerte de “Gabo”, que merece figurar en la interminable obra de Paul Tabori, “Historia de la estupidez humana”, en su tan rico capítulo paraguayo, debe decirse que para nada son creativos los redactores, jefes de páginas, editores y directores de UH, pues esa chupada de medias a Gabo. “estás en los cielos” (que ninguna gracia le haría al muy probablemente ateo,  o al menos agnóstico García Márquez), ya lleva tiempo en el cretinismo obsecuente al poder, que también padecen grandes hombres de la historia nacional.

Como los de UH no tienen por qué saberlo, pues sus jefes casi todos son funcionarios de AJV (quien como otros mandamases de la prensa poder fáctico, él también prefiere trabajar con escribas “carne de cañón”, salvo excepciones enmascaradoras de la realidad), sin cobrarles un centavo me veo obligado a informarles que esa tan inapropiada figura retórica, extraída de una oración del devocionario romano católico, la empleó en su panegírico fúnebre nada menos que la excelsa inteligencia (contaminada por la politiquería nativa) de Justo Pastor Benítez (padre), para despedir los restos mortales del presidente y general José Félix Estigarribia, quien acababa de perecer, con su esposa y piloto oficial, en un accidente de aviación en Altos (Paraguay). 

Benítez, uno de los ideólogos de la autoritaria carta política de 1940, el Waterloo politiquero de Estigarribia, inició su laudatoria oración fúnebre de correligionario, yendo todavía más lejos, al empezar diciendo: “Padre Nuestro (¡J. F. Estigarribia!) que estás en los Cielos…”, lo que no hace sino demostrar que a muchísimos intelectuales, a lo largo de la historia universal, les sedujo y seduce tanto el poder, como conmigo, intrascendente mortal, hiciera sentimental y sexualmente una exuberante enamorada mulata/canela bahiana, de extrañísimos ojos esmeralda, cimbreante de sensualidad en cada célula de su generosa anatomía, a la que para conquistarla sacrifiqué mis imaginarios imperios, tan extensos que en los cuales, al mismo momento y en distintos sitios, siempre era de día y de noche, y hacía frío y calor, y llovía a cántaros (diluviaba) y la seca era tan terrible que la memoria del agua había desparecido en millones de seres humanos, hasta que un personaje de una de las maravillosas novelas de García Márquez llegó desde su Macondo, con un portentoso e increíble invento, el agua sólida, es decir el hielo…

Pero como dijera antes, volveré sobre García Márquez y su ética-estética perversa del poder, que llegó a convertirlo en el principal embajador intelectual del genocida Castro, que hoy está extraviado en su laberinto último, definitivo, y por mucho que le hagan caso en la castrochavista Unasur, es ahora apenas un engendro que llega al final de su obsesivo culto del poder con decenas o centenas de miles de muertes en su morral, y que ya en su inminente cita con la verdad de su finitud no tiene quien le escriba, y tampoco serán muchos los que irán a llorarlo, incluyendo a familiares, cuando haya ocurrido la crónica anticipada de la dureza de titanio de cada cuerpo inerte para siempre que así inicia su transformación en el polvo que somos y al que volveremos… No lo llorarán empezando por quienes hoy integran sus más cercanos círculos del búnker-Kremlin subterráneo, donde tampoco se siente seguro porque desde el Averno alguien le recita al oído, sin solución de continuidad, los nombres y espantos de todos y cada uno de aquellos a quienes eliminó en sus campos de exterminio, los cuales no por exuberantemente tropicales han sido y son menos exterminadores.

¡Ya no será entonces el tiempo del “olor de la guayaba”, del excepcional escritor García Márquez, el amigo-cómplice por omisión del genocida Castro, ni para este el del aroma de pólvora y paredones aleves de sicarios y genocidas, sino el del juicio de la memoria de los hombres que es algo más serio que todos los merecidos premios literarios que obtuviera el gran escritor, y más trascendente que una revolución desvirtuada por la violencia y odio inenarrables de la ambición de poder por el poder (tanto más grande cuanto mayor es el vacío humano de quien ha sido su adicto), porque la memoria, el simple recuerdo que impide el olvido, es la primera forma de lucha por la condición humana, como bien lo dijera (y con mejores palabras) el escritor y disidente checo Milan Kundera, quien jamás fue amigo de los genocidas Castro de su tierra, estalinizada a sangre y fuego, como ocurriera durante la invasión soviética (1968) a su Checoslovaquia, en el pos 1945 de Europa oriental.


JLSG
Asunción, a lunes 21 de abril de 2014

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