Escribe
José Luis Simón G.
Una de las primeras movilizaciones de nuestro
pueblo, en el antiguo estadio de Sajonia, para
incorporarse al glorioso Ejército Paraguayo, rumbo
a la Guerra del Chaco (1932-1935). Muchos no
volvieron, numerosos regresaron lisiados o
mutilados, pero incluso quienes ni siquiera
fueron heridos, padecieron la trágica experiencia
de un conflicto bélico. Ellos, quienes arriesgaron
cada uno su vida por la Patria en peligro, y sortearon
todos los peligros, durante demasiado tiempo solo
recibieron el olvido. Todavía quedan vivos unos
pocos Beneméritos del Chaco y no les damos el
tratamiento que se merecen. Numerosos fueron
condecorados en los campos de batalla. A ninguno
les importó el "Collar de la Orden Nacional del
Mérito", ni se los darán tampoco. No les interesa:
sirvieron a la Patria sin pedir nada a cambio. Por
eso están en nuestros corazones y memoria y no
podemos ser menos que ellos, cuando de defender
al Paraguay y la Humanidad se trata (Fuente: Foto
de "Imágenes de la Guerra del Chaco", de
"Paraguay en Fotografías", gentileza de Ariane
Kraemer Demestri).
Él,
Federico Franco, el del deshonor de su “Collar de la Orden Nacional del
Mérito”, acompañado de los líderes politiqueros, de todos los sectores, excepto
unos pocos en cada organización partidocrática, convertidas cada una en
atracadoras del erario público –dejando así sin trabajo, salud, escuelas…, ni
presente y tampoco futuro a tantos desgraciados compatriotas, hombre y mujeres
de todas las edades– y con el silencio y confusión de una sociedad
desorientada, deja un país al borde de la mayor inestabilidad de su historia,
pues por primera vez tenemos un contexto histórico regional y sistémico que,
aun debilitado y en crisis, todavía tiene capacidad para producir aquí el caos
“bolivariano”, del que saldrá el polpotianismo local, es decir el totalitarismo
castrista con nuestras características propias…
Pero nada le importa. Se retira “triunfador”, sonriente, con su
patrimonio, y el de la “famiglia” y grupos partidocráticos cercanos, muy
acrecentados. ¡Es la banalidad peligrosa de la inconsciencia total que ya cae
sobre nuestros hombros! Una vez más. Mientras, el equipo de “recambio”, salvo
excepciones, está en pleno proceso de aprestar los tenedores y afilar los
cuchillos, relamiéndose los colmillos, para pelar lo que resta del tesoro
nacional…, y, sobre todo, traficar a precio de especulación, que es lo último
de valor que tenemos, la independencia y soberanía, la dignidad y la seguridad,
y los intereses legítimos de la pequeña parte de la Humanidad que es nuestra
Patria paraguaya.
No se los permitiremos, desde luego, pues nada hay de
irreversible ya que la historia no está escrita por adelantado. Pero sí, se nos
vienen encima los castro-totalitarios, como jauría hambrienta de chacales
sedientos de venganza por haberlos enfrentado y porque encontraron aquí la
primer trinchera que los derrotara política y diplomáticamente, en las
sorpresivas –para ellos– gestas de 2012 y de ahí en adelante, surgidas de la
autoconvocatoria de un pueblo soberano que no ha perdido del todo, todavía, y
tampoco las perderá su identidad y conciencia de la propia condición humana. ¡Es
que nuestras gentes se saben depositarias de la memoria de glorias de hombres y mujeres que jamás
traicionaron a la Patria, como lo hacen hoy vilmente no pocos, pero minoría,
sí, sus propios tratantes de blanca, motivados más que por ideologías de la
muerte por la obsesiva ambición de poder y riquezas a cualquier precio, de inFaustos
e inFaustas, que por accidente nacieran en estas tierras de tantos despertares
y con formas humanoides!
DE
TALES POLVOS, ESTOS LODOS
Los orígenes políticos de Franco se remontan al “liberalismo” stroessnerista,
el que con su participacionismo cobarde y traidor en el proceso de “apertura
política” de la dictadura, desde 1962, la que
lograría en realidad, a partir de la carta autoritaria de 1967, era lo
previsible, la legitimidad política de parte de una “oposición democrática”,
vendida y dominada por oportunistas politiqueros, en su mayor parte. Es
entonces cuando Stroessner, hábilmente, de dictador se transforma en gobernante
“autoritario”, es decir, del ejercicio del poder irrestricto pasa después a las
complejidades de la dominación, que es el asentimiento de los vencidos y
destruidos en cómplices (Max Weber, “dixit”).
Él, Stroessner,
entonces el exitoso autoritario que lo sería de décadas, se encarga del orden
interno, que la seguridad hemisférica le tiene sin cuidado, gracias a la
equivocada doctrina norteamericana de la guerra fría, la de militarizar a
nuestros países, en lugar de ayudar a fortalecerlos cívica e institucionalmente
en la democracia, y en los esfuerzos duros y sostenidos para avanzar paso a
paso hacia el bienestar generalizado, que se confunde apenas con crecimiento
económico sin tener en cuenta para nada la dimensión de la ciudadanía y sus
instituciones, lo que entre otras cosas exigía, y todavía hoy es una tarea
pendiente de realización, una revolución cívica, cultural y de valores.
¡En esos polvos de la más burda “realpolitik” se gestaron estos
lodos que padecemos hoy y los que les antecedieron, sin lograr hundirnos del
todo en la ignominia de una historia pre escrita desde el totalitarismo
castrista y que ahora pretende cercenarnos para siempre la memoria de la
dignidad de nuestros mayores, hombres y mujeres!
En tales sentinas históricas aprendieron Franco y quienes son como él, en todos los sectores los trucos del propio y exclusivo beneficio de la partidocracia politiquera, y después de 1989, como a muchos otros le obsesionó el llegar al gobierno. No importaba cómo ni para qué. Su “desideratum” fue convertirse en inquilino, por lo menos temporal, del Palacio de López. Para eso, aventureramente, aceptó subordinar a su partido, el PLRA, a la candidatura oportunista, la de la izquierda caviar-nícola y microscópica que encabezaría Fernando Lugo, la de lujos, lujurias, pasiones y acumulación de riquezas, a como fuese. Lugo y Franco juntos, en la fórmula presidencial “opositora”, fueron el hambre con las ganas de comer, sin saber jamás cuando alguien era lo uno o lo otro. Así se llegó a abril de 2008, y después al juicio político que destituyera al apóstata y peor gobernante del pos 1989, Lugo, a fines de junio de 2012, que, azar de la historia de por medio, Franco se convirtiese en presidente provisional de la República, otro desgobierno más de después del 3 de febrero.
PORNOCHANCHADA
PROTOCOLAR
La ley 339/1952 “establece por derecho propio el usufructo de esta distinción (el Collar de la Orden Nacional del Mérito), para todos los mandatarios”, sin importar la existencia o no de logros gubernamentales importantes para obtener la presea protocolar, auténtica pornochanchada ideada para “gloria” mayor del poderoso del mbareté o mbaretecito de turno: http://www.ultimahora.com/martin-burt-afirma-que-la-condecoracion-franco-fue-por-ley-n709510.html
A diferencia de UH, “abc” afirma que la ley en cuestión es la 334 de setiembre de1956, o la 394/1956, que estatuye, una de ellas debe ser (y no tenemos tiempo para verificar cuál), en su artículo séptimo, que “[…] corresponderá por derecho propio el uso vitalicio del Collar de la Orden Nacional del Mérito al Excelentísimo Señor Presidente de la República […]”: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/condecoran-a-franco-en-una-discreta-ceremonia-en-palacio-602442.html. ¿Excelentísimo?-¿Señor?-¿Presidente?-¿República?
Como sea, la “distinción” se trata de una prerrogativa de uso, establecida por ley en épocas de inestabilidad dictatorial y de cruentas luchas politiqueras, en nuestro caso, y que simplemente la utiliza el gobernante en funciones, con toda la pompa de sus propias banalidades, más propia de concesiones al que manda, y no del merecimiento de un honor para quien llega a Palacio de López, sin que importe la constitucionalidad, legalidad y legitimidad, del origen de esa posición y del posicionado y sin tomar en cuenta sus obras de gobierno, o mejor, de desgobiernos. Una película de Cantinflas, que en una parte se ocupa de una “guerra de condecoraciones” entre “personalidades” recíprocamente extranjeras, explica perfectamente y genera carcajadas, lo que Federico Franco convirtió en la mejor fotografía de su efímera presidencia, de más escándalos, omisiones y perpetraciones de variadísima índole, que días tuvo su presidencia provisoria.
Al iniciar su mandato, doble F “olvidó” la existencia, o no conocía tal prerrogativa, que apenas requiere de un decreto administrativo para su formalización, y alguien, en los cinco minutos finales de su desgobierno, le brindaría el dato, esperando desde luego algún beneficio del “benemérito” quien así mismo se condecora. Si otros lo hicieron: ¿por qué no yo también? ¿Y quién es el macho que se resiste a la presión de la “famiglia”, y a la del propio ego, del tamaño de decenas de pavos reales con sus plumas desplegadas?
La ley 339/1952 “establece por derecho propio el usufructo de esta distinción (el Collar de la Orden Nacional del Mérito), para todos los mandatarios”, sin importar la existencia o no de logros gubernamentales importantes para obtener la presea protocolar, auténtica pornochanchada ideada para “gloria” mayor del poderoso del mbareté o mbaretecito de turno: http://www.ultimahora.com/martin-burt-afirma-que-la-condecoracion-franco-fue-por-ley-n709510.html
A diferencia de UH, “abc” afirma que la ley en cuestión es la 334 de setiembre de1956, o la 394/1956, que estatuye, una de ellas debe ser (y no tenemos tiempo para verificar cuál), en su artículo séptimo, que “[…] corresponderá por derecho propio el uso vitalicio del Collar de la Orden Nacional del Mérito al Excelentísimo Señor Presidente de la República […]”: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/condecoran-a-franco-en-una-discreta-ceremonia-en-palacio-602442.html. ¿Excelentísimo?-¿Señor?-¿Presidente?-¿República?
Como sea, la “distinción” se trata de una prerrogativa de uso, establecida por ley en épocas de inestabilidad dictatorial y de cruentas luchas politiqueras, en nuestro caso, y que simplemente la utiliza el gobernante en funciones, con toda la pompa de sus propias banalidades, más propia de concesiones al que manda, y no del merecimiento de un honor para quien llega a Palacio de López, sin que importe la constitucionalidad, legalidad y legitimidad, del origen de esa posición y del posicionado y sin tomar en cuenta sus obras de gobierno, o mejor, de desgobiernos. Una película de Cantinflas, que en una parte se ocupa de una “guerra de condecoraciones” entre “personalidades” recíprocamente extranjeras, explica perfectamente y genera carcajadas, lo que Federico Franco convirtió en la mejor fotografía de su efímera presidencia, de más escándalos, omisiones y perpetraciones de variadísima índole, que días tuvo su presidencia provisoria.
Al iniciar su mandato, doble F “olvidó” la existencia, o no conocía tal prerrogativa, que apenas requiere de un decreto administrativo para su formalización, y alguien, en los cinco minutos finales de su desgobierno, le brindaría el dato, esperando desde luego algún beneficio del “benemérito” quien así mismo se condecora. Si otros lo hicieron: ¿por qué no yo también? ¿Y quién es el macho que se resiste a la presión de la “famiglia”, y a la del propio ego, del tamaño de decenas de pavos reales con sus plumas desplegadas?
ARGUMENTOS
PARA “DESCOLLARARLO”
¿Por qué se sostiene aquí que Franco carece de merecimientos para recibir una presea oficial, incluso de naturaleza meramente protocolar? Porque nunca hizo el menor esfuerzo serio para hacerse acreedor de la gratitud de la Patria, y ni siquiera de merecedor de la Orden Nacional burocrático-protocolaria, pues durante su breve mandato, de tanta intrascendencia para la Patria:
• alentó la “liberalización” partidaria de la burocracia pública, como lo hicieran sus antecesores y se preparan para perpetrar lo mismo quienes le sucederán en el “trofeo” del aparato de Estado, del que estuvieran alejados apenas por un quinquenio;
• jamás se ocupó en serio de la grave cuestión de la pobreza y miseria extremas;
• descontroló al máximo la normativa sobre contratos con el Estado y las binacionales;
• desoyó los reclamos angustiosos en cuanto a la atención de indigentes, “niños de la calle”, mujeres pobres embarazadas, ancianos, discapacitados e indígenas, en fin de los miserabilizados material, moral y educativamente;
• dirigió las relaciones internacionales sin sabiduría, capacidad y tampoco eficiencia;
• desvió tiempo y recursos vitales para la seguridad y defensa de la nación;
• dejó de lado la captura y desactivación de los terroristas del EPP;
• “olvidó” ordenar a su diplomacia la ejecución de una política en la OEA, para que el “Informe Insulsa”, sobre la destitución de Lugo y sus consecuencias, fuese aprobado por la correspondiente Asamblea General;
• optó por no denunciar ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya a los países agresores del Paraguay, en el Merc-Unasur;
• dejó al garete todo lo referido a seguridad, en general, y jurídica en especial, y el control de la gran corrupción; y, además, de mucho más,
• soportó sin enfrentar las reiteradas agresiones de La Habana, Caracas, Brasilia, Buenos Aires, La Paz, etc., por ejemplo las presiones “bolivarianas” para impedirnos asistir a Cádiz 2012, votar por la Argentina de CFK en la ONU y acceder a las imposiciones de gobiernos “demócratas vergonzantes” de no enviar representantes oficiales a reuniones internacionales en sus respectivos países, para no molestar al castro-chavismo…
En contrapartida, sí podemos reconocerle a la deplorable administración Franco, al menos lo siguiente: [i] logró la incorporación inicial del Paraguay al promisorio Tratado del Pacífico; [ii] el irrestricto respeto por las libertades de pensamiento y de expresión; [iii] la contratación de Jeffrey Sachs para que estudie el problema de la deuda espuria, de la EBI, por ahora; y [iv] salvo algunos incidentes represivos menores, su tendencia predominante a no recurrir a actos de violencia injustificada e ilegal para perseguir a opositores. Pero eso no es suficiente para justificar la “auto condecoración” de Federico Franco, un insulto más en materia de portadores del “collar”, para nuestra historia y pueblo, y que si bien se trató de una ceremonia privada, fue divulgada por los medios, con la sonrisa orgásmica del presidente, y la triunfal de la presidenta, pues tal fue el rol de su esposa, el de poder atrás, a los costados, encima y abajo del trono, quien jamás se limitó a ser una primera dama.
¿Por qué se sostiene aquí que Franco carece de merecimientos para recibir una presea oficial, incluso de naturaleza meramente protocolar? Porque nunca hizo el menor esfuerzo serio para hacerse acreedor de la gratitud de la Patria, y ni siquiera de merecedor de la Orden Nacional burocrático-protocolaria, pues durante su breve mandato, de tanta intrascendencia para la Patria:
• alentó la “liberalización” partidaria de la burocracia pública, como lo hicieran sus antecesores y se preparan para perpetrar lo mismo quienes le sucederán en el “trofeo” del aparato de Estado, del que estuvieran alejados apenas por un quinquenio;
• jamás se ocupó en serio de la grave cuestión de la pobreza y miseria extremas;
• descontroló al máximo la normativa sobre contratos con el Estado y las binacionales;
• desoyó los reclamos angustiosos en cuanto a la atención de indigentes, “niños de la calle”, mujeres pobres embarazadas, ancianos, discapacitados e indígenas, en fin de los miserabilizados material, moral y educativamente;
• dirigió las relaciones internacionales sin sabiduría, capacidad y tampoco eficiencia;
• desvió tiempo y recursos vitales para la seguridad y defensa de la nación;
• dejó de lado la captura y desactivación de los terroristas del EPP;
• “olvidó” ordenar a su diplomacia la ejecución de una política en la OEA, para que el “Informe Insulsa”, sobre la destitución de Lugo y sus consecuencias, fuese aprobado por la correspondiente Asamblea General;
• optó por no denunciar ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya a los países agresores del Paraguay, en el Merc-Unasur;
• dejó al garete todo lo referido a seguridad, en general, y jurídica en especial, y el control de la gran corrupción; y, además, de mucho más,
• soportó sin enfrentar las reiteradas agresiones de La Habana, Caracas, Brasilia, Buenos Aires, La Paz, etc., por ejemplo las presiones “bolivarianas” para impedirnos asistir a Cádiz 2012, votar por la Argentina de CFK en la ONU y acceder a las imposiciones de gobiernos “demócratas vergonzantes” de no enviar representantes oficiales a reuniones internacionales en sus respectivos países, para no molestar al castro-chavismo…
En contrapartida, sí podemos reconocerle a la deplorable administración Franco, al menos lo siguiente: [i] logró la incorporación inicial del Paraguay al promisorio Tratado del Pacífico; [ii] el irrestricto respeto por las libertades de pensamiento y de expresión; [iii] la contratación de Jeffrey Sachs para que estudie el problema de la deuda espuria, de la EBI, por ahora; y [iv] salvo algunos incidentes represivos menores, su tendencia predominante a no recurrir a actos de violencia injustificada e ilegal para perseguir a opositores. Pero eso no es suficiente para justificar la “auto condecoración” de Federico Franco, un insulto más en materia de portadores del “collar”, para nuestra historia y pueblo, y que si bien se trató de una ceremonia privada, fue divulgada por los medios, con la sonrisa orgásmica del presidente, y la triunfal de la presidenta, pues tal fue el rol de su esposa, el de poder atrás, a los costados, encima y abajo del trono, quien jamás se limitó a ser una primera dama.
“SIC TANSIT GLORIA MUNDI”
Una última cuestión: lo expuesto más arriba se explica porque Franco es uno de tantos politiquerillos locales, quienes perdiendo tiempo en su vida, en busca de la figuración oficial, a cualquier precio y sin saber jamás muy bien qué hacer una vez que lo lograran, jamás tuvieron tiempo para leer, y reflexionar sobre todo ello, y en este caso a objeto de conocer y aprovechar la tan sabia frase de Tomás de Kempis (1380-1471): “sic tansit gloria mundi” (así pasa la gloria en este mundo). Los Franco, él, ella y el clan familiar y la extensión interminable de allegados, que ahora regresan al anonimato (relativo o absoluto en el que sobrevivían), están muy lejos de percibir la profundidad del pensamiento de Kempis sobre lo efímero de la gloria humana, sobre todo cuando alguien lo convierte en un valor fundamental.
Una última cuestión: lo expuesto más arriba se explica porque Franco es uno de tantos politiquerillos locales, quienes perdiendo tiempo en su vida, en busca de la figuración oficial, a cualquier precio y sin saber jamás muy bien qué hacer una vez que lo lograran, jamás tuvieron tiempo para leer, y reflexionar sobre todo ello, y en este caso a objeto de conocer y aprovechar la tan sabia frase de Tomás de Kempis (1380-1471): “sic tansit gloria mundi” (así pasa la gloria en este mundo). Los Franco, él, ella y el clan familiar y la extensión interminable de allegados, que ahora regresan al anonimato (relativo o absoluto en el que sobrevivían), están muy lejos de percibir la profundidad del pensamiento de Kempis sobre lo efímero de la gloria humana, sobre todo cuando alguien lo convierte en un valor fundamental.
JLSG
Asunción, a lunes 5
de agosto de 2013
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