Columna de la izquierda: Número 1: Histórica reliquia de la bandera del heroico Regimiento 26 de Infantería “Cerro León”, del Ejército Paraguayo 1864-1870, impregnada de resonantes victorias y de la sangre del soldado paraguayo, que se conserva en el museo histórico de la ciudad de Pilar, capital del departamento de Ñeembucú (Crédito de la foto copiada de Google Imágenes: www.cultura.gov.py). Número 2: “Plano de Cerro Corá según datos del Coronel Silvestre Aveiro y del Agrimensor Alberto Baumgart”, extraído del tomo IV de las Memorias de Juan Crisóstomo Centurión (Crédito de la foto hallada en Google Imágenes: www.portalguarani.com). Columna del centro: Número 1: Daguerrotipo de López, en pleno desarrollo de la contienda bélica (Crédito de la foto copiada de Google Imágenes: www.seprin.info.ar). Número 2: Dibujo contemporáneo (de autor no identificado) del mariscal López, rechazando espada en mano la rendición al general brasileño da Cámara, poco antes de ser asesinado innecesariamente por el certero disparo de un fusilero del ejército imperial, en la sangrienta y muy cruel jornada del 1 de marzo de 1870, en cerro Corá, hoy departamento de Amambay (Crédito: www.diasdehistoria.com.ar, encontrado en Google Imágenes). Número 3: Busto del mariscal y presidente Francisco Solano López en el Parque Memorial y Monumento Nacional de Cerro Corá (Crédito de la imagen: www.die.itaipu.gov.py, también reproducida de Google Imágenes). Columna de la derecha: Número 1: La cúpula del Panteón Nacional de los Héroes, que ordenara e iniciara F. S. López ordenara su construcción, detenida durante la Guerra Grande (1864-1870) y que recién fue inaugurada en 1936 (bajo el gobierno provisorio del coronel Rafael Franco, quien hizo traer sus restos de Cerro Corá para depositarlos en el principal monumento oficial del Paraguay, y que a partir de 1937 también se convirtió en el Oratorio Nacional de Nuestra Señora de la Asunción (Crédito: www.ecosdelparaguay.com, foto bajada de Google Imágenes). Número 2: Un pabellón patrio del Paraguay, de la Guerra del Setenta, el último en haber flameado en la pequeña e inadecuada flota de López en el río Paraguay, probablemente exhibida como trofeo bélico en un museo de la región del Plata (Crédito de la foto: www.encontrarte.aporrea.org, bajada de Google Imágenes). Número 3: Inmensa cruz en la entrada del Parque Memorial y Monumento Nacional de Cerro Corá, escenario natural en el que se libraron las últimas hostilidades de la Guerra del Paraguay de López, quien allí encontró la muerte sin rendirse (Crédito de la foto copiada de Google Imágenes: www.noticiasimpactantesdelmundo.blogspot.com). Número 4: Monumento fúnebre erigido al Mariscal López y a sus soldados, en el histórico Cerro Corá (Crédito de la foto: bajada de Google Imagen sin otros datos). |
EL GENERAL IMPERIAL CORREA DA CÁMARA, EL 1 DE MARZO DE 1870, SE DESHONRÓ AL CONVERTIRSE EN “ENCUBRIDOR Y CÓMPLICE DEL VIL ASESINATO” (BRAY, “DIXIT”) DEL YA DERROTADO MILITARMENTE MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ, QUIEN EN EL ÚNICO Y AGONIZANTE COMBATE QUE LIBRARA EN LA “GUERRA GUASÚ”, MURIÓ ESPADA EN MANO ANTES QUE RENDIRSE AL ENEMIGO, EN LO QUE SEGURAMENTE FUE SU ÚNICA Y POSTRER CONTRICIÓN PARA CON NUESTRO HEROICO PUEBLO, AL QUE HABÍA CONDUCIDO A SU APOCALIPSIS. HORACIO CARTES Y SU DESGOBIERNO, QUE INCLUYE A LA “OPOSICIÓN” POLITIQUERA Y PARTIDOCRÁTICA, DE TODO EL ESPECTRO PARLAMENTARIO Y EXTRA, COMO QUIENES LES ANTECEDIERAN EN EL PALACIO DE LÓPEZ DEL POS 3 DE FEBRERO, NO ES CAPAZ DE HONRAR EL SACRIFICIO DEL PARAGUAY, Y EL DEL LÓPEZ DEL 1 DE MARZO, SINO AL CONTRARIO, PUES HOY ES EL PRINCIPAL RESPONSABLE DE QUIENES AQUÍ INTENTAN EXTERMINAR A LA PATRIA PARAGUAYA HUMANIDAD, ALGO QUE NO LOGRARÁN, ÉL NI NADIE, TAMPOCO LA “NARCONEXIÓN” NI EL NARCOTERRORISMO DEL “EPP”
Les ofrezco a mis amigos y amigas de las redes, una magistral (no se entienda perfecta, que la perfección no es atributo humano, sí el buscarla siempre, y con humildad, para ser mejores) página y media de ese intelectual y preciosista de la palabra escrita, y también gran militar compatriota, a quien su soberbia tanto golpeara, no sus enemigos y adversarios, el Sr. Coronel de la Nación Arturo Bray, que dedica al asesinato del Mariscal y Presidente de la República del Paraguay, en la luctuosa jornada del 1 de marzo de 1870, un baldón de inhumanidad, otro más, para el ejército imperial brasileño de la época. Los párrafos están tomadas de la probablemente mejor biografía político-militar de Solano López, por lo menos hasta ahora (la reproduzco entrecomillada y con la ortografía y sintaxis fotográfica) y que recomiendo que la lean. La referencia bibliográfica: Arturo Bray, “Solano López. Soldado de la gloria y del infortunio”, Ediciones Nizza, Asunción - Buenos Aires, 1958, segunda edición, pp. 280-281.
El largo título-editorial de esta entrega es, desde luego, del editor de este sitio, y nació de la relectura del libro, y otros, acerca de tal etapa de nuestra historia, y puesto todo en la perspectiva de la coyuntura del presente de la patria, con tan densos nubarrones, que incluso ponen en peligro, más que la guerra internacional de 1864 a 1870, no solo la sobrevivencia de lo que resta de la República del Paraguay, sino lo que es peor, de la nación paraguaya. Al final adjunto el enlace de un editorial de hoy de “abc color”, que mira en nuestra misma dirección, aunque ellos con más cautela, que es consustancial al derecho-deber y garantía del ejercicio que hacen de las libertades de pensamiento y de su expresión. Pero leamos a Bray:
“[…] Entretanto, Solano López había montado a caballo, mientras los pocos soldados de su escolta trataban de cubrir su retirada con disparos de carabina, y clavando espuelas a su fiel tordillo, internóse en la selva que bordea el Aquidabán-nigüí, seguido de Silvestre Aveiro e Ignacio Ibarra. Mas la soladesca brasileña no tardó en reconocerlo y se lanzó en su persecución: ‘¡E o López! ¡E o López!’ fueron los gritos de guerra, resonando entre ondeantes banderines y aceros desnudos. El propio general Cámara enderezó su cabalgadura hacia la escena y se unió a los perseguidores para tratar de ver de cerca –pero no tanto– a aquel personaje fabuloso que a raya los había tenido por espacio de cinco increíbles años.
“Antes de haber galopado largo trecho, alcanzaron los imperiales a Solano López; trató aquél de defenderse con su sable, mas al punto el cabo Francisco Lacerda, apodado ‘Chico Diabo’ le atizó un lanzazo, que dándole en el bajo vientre produjo tremenda herida, mientras un soldado le abría con su sable una nueva y desgarrante herida en la frente, de la cual comenzó a manar abundante sangre. Ibarra y Aveiro se habían escabullido cada uno por su lado en medio de aquel entrevero desigual. El mariscal estaba solo, herido y casi desarmado. Mas los brasileños no osaban acercársele para hacerle prisionero o darle muerte, tanto era el terror que aquel hombre singular les inspiraba. Internóse Solano López en la espesura del Aquidabán-nigüí, pequeño arroyo con orillas cenagosas, mas a poco de andar su caballo, las heridas recibidas obligáronle a echar pie a tierra. Trató entonces de vadear el estrecho curso de agua y ganar la ribera opuesta, pero a los pocos pasos dió de bruces en el fango, quedando con medio cuerpo sumergido en la corriente y cegados sus ojos por la sangre que brotaba de su frente. El fin no estaba ya muy lejos, pues el mariscal sabe que ‘semejante a los dientes del áspid, cuya mordedura es mortal, ese fierro terminado en media luna, que le penetrara en las vísceras, ha despositado allí los gérmenes de la muerte’ (Borman).
“Estando en esto, aparecieron los brasileños con el general Cámara al frente. ‘Ríndase, mariscal’, intima el jefe brasileño desde respetable distancia al hombre herido, moribundo, bañado en sangre viscosa y húmeda, impotente, desfallecido, medio ahogado. Contesta el mariscal presidente con aquella su frase inmortal que por los siglos de los siglos resonará en el alma de todos los paraguayos: ‘¡MUERO CON MI PATRIA!’ al par que ensaya simbólica estocada con la punta de la fina hoja dirigida al corazón del adversario. Permiso, mi general Cámara y futuro vizconde: ese hombre –nunca más apropiado el vocablo– no sólo está desarmado, sino agonizante. ¿No se apeará nuestro bravo caballero a tomar el sable de las convulsas manos del enemigo vencido en un rasgo de noble entereza? No estaba hecho de esas fibras Correa da Cámara, insensible a la gravedad de aquel minuto histórico, que había de hacer de él por el resto de su vida encubridor y cómplice de un vergonzoso asesinato. Vuelve a ordenar que desarmen a Solano López. Un charolado y morrudo adalid de la libertad forcejea con el mariscal para arrancar de sus manos desfallecidas el acero desnudo. En eso, suena un tiro de Manlicher –no se sabe disparado por quién– y la bala va derecha al corazón de Solano López. Un espumarajo de sangre tiñe de rojo carmesí las terrosas aguas del Aquidabán-nigüí. La guerra de la Triple Alianza ha terminado. El Paraguay es por fin libre. […]”.
Enlace para leer y debatir un editorial de la fecha, y a propósito de ella, de “abc color”, y de otras efemérides nacionales, en la perspectiva del presente y futuro de la Patria Paraguaya Humanidad: http://www.abc.com.py/…/inspirados-en-nuestros-heroes-hagam…
JLSG
Asunción, a domingo 1 de marzo de 2015
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