Escribe José Luis Simón G.
Arriba (de izq. a der.): Franco (la espada paraguaya más temible, según Kundt), Eusebio Ayala (el estadista victorioso y vilipendiado) y Estigarribia (el conductor estratégico militar, más respetado en el exterior que en Paraguay). Derecha (de izq. a der.): Cartes (ejemplo de que apenas el dinero, sea de origen criminal o no, no habilita para ser presidente y menos del Paraguay), soldado desconocido paraguayo y uno de las deceneas de miles de héroes anónimos que entregaran sus vidas a la Patria, a la que defendieron sin pedir nada a cambio) y MedioEvo Morales, el dictador neo totalitario castrista de Bolivia, quien para mantenerse en el Palacio Quemado es capaz de romper el Tratado de Paz, Amistad y Límites Paraguayo-Boliviano (1932), o bien para obedecer los planes del genocida Castro sobre nuestra patria [© en el sentido de las fotos; arriba: www.solodiletantes.blogspot.com, www.es.wikipedia.org, www.google.imagenes.com, y abajo: www.novaparaguay.com, www.abc.com, y www.spanish.people.com.cn].
Camino a la guerra internacional de la primera mitad del siglo pasado, sobreponiéndonos al pesado lastre de nuestras muy graves coyunturas de crónicas crisis políticas internas, iniciada la contienda y durante aquélla, el Paraguay fue de nuevo una nación férreamente unida en el supremo, terrible y muchas veces inevitable holocausto bélico, que nos enfrentara en armas al pueblo hermano de Bolivia.
Los bolivianos fueron conducidos a la guerra por una clase dirigente civil oligárquica, belicista e irresponsable, origen del actual “guerrerismo”, no tan solapado todavía de sus actuales desgobernantes, más peligrosos estos pues son neototalitarios castro-chavistas. En alianza con grupos militaristas de las FFAA bolivianas, y sectores ultranacionalistas revanchistas, teniendo soportes estratégicos (Irán, Venezuela, Cuba, Rusia y otros países), político-diplomáticos (varios de los regímenes “bolivarianos” del área, entre ellos el Brasil de Dilma Rousseff y la Argentina de CFK, organizaciones corruptas desde sus aparatos de Estado) y financieros (el crimen organizado de la narcoactividad: el estaño de poco más de ocho décadas atrás), el desgobierno también neopopulista de Evo Morales tiene como segunda hipótesis de conflicto bélico (la primera es con Chile) una nueva guerra de agresión revanchista contra el Paraguay.
En ambos frentes de las
hipótesis de conflictos de “Medio-Evo” Morales ya se han iniciado los
preparativos bélicos. De cara a La Moneda de Santiago el Palacio Quemado de La
Paz, con su denuncia ante la Corte de La Haya está en la fase “diplomática” de la
escalada guerrerista. Con respecto al Paraguay, internamente debilitado en su
identidad y liderazgo nacionales, un grupo especial de tareas del Estado Mayor
Conjunto de La Paz (con asesoría castro-iraní) prepara los planes
operacionales, desde la base del rearme boliviano, y de una infiltración de
inteligencia que releva todo lo necesario para una arrolladora “Blitzkrieg”
(guerra relámpago), y proceder a “negociar” desde la conquistada orilla
chaqueña del Paraguay, si es que no ya en Asunción. Tales alternativas
belicitas antichilenas y antiparaguayas, separadas o conjuntas, servirán para
cohesionar con fervor chovinista y xenófobo a la pluralidad de naciones que
coexisten en Bolivia, si el descontento con el régimen se convierte en
convulsiones internas anti Morales. Una repetición boliviana de las locuras
belicistas de la Junta Militar genocida argentina (Malvinas, 1982), en nuestro
indefenso Paraguay, ni siquiera es considerado por los actuales ¿jefes
militares nacionales?, y cuando el balance de poder es netamente favorable a La
Paz.
EPOPEYA DEL CHACO
El crimen de la Guerra del
Chaco, perpetrado contra el Paraguay por las élites bolivianas, que utilizaran
como carne de cañón a su pueblo, había empezado a ejecutarse desde los primeros
años del siglo XX, que ensangrentara a ambos pueblos, además agravió a los
vecinos del predominante altiplano del país limítrofe. Es que los fraudulentos
civilistas bolivianos, colonizados politiqueramente y despreciando a sus grandes
capitanes, contrataron al mercenario general alemán Hans Kundt para conducir a su
ejército, después de años de violaciones impunes a la soberanía nacional que
inexorablemente desembocaran en el enfrentamiento bélico.
Los no contenidos avances
expansionistas-militaristas de La Paz durarían hasta el 29 de setiembre de 1932. En esa fecha se
produjo la rendición boliviana del estratégico fortín Boquerón, que dio inicio
a la arrolladora e imparable ofensiva paraguaya, que tras cruentas batallas
llegó incluso al río Parapití, en territorio nunca disputado por el Paraguay. Kundt
se vio obligado a abandonar su despreciable rol de “soldado de fortuna”, después
de haber sido varias veces derrotado por nuestros grandes comandantes, todos jefes
profesionales de la Patria paraguaya…
Debe destacarse que la
agresión de Bolivia al Paraguay, los dos países mediterráneos de América del Sur,
pero geopolíticamente diferenciados, fue la última gran guerra de infantería de
la historia mundial. Y sobre todo, a lo largo de ella ambos bandos
contendientes respetaron el derecho humanitario (o ius belli), una de las ramas más frecuentemente violadas del
derecho internacional público (Dip).
La del Chaco también fue
una muy cruel contienda bélica, pero ambos ejércitos lucharon sin campos de
exterminio ni armas de destrucción masivas (las químicas, por ejemplo, que ya
existían), y respetaron la dignidad humana del soldado combatiente, prestándole
incluso auxilio al enemigo herido después de las batallas, y a quienes
estuviesen a punto de perecer a causa de inanición, fiebres, dolencias varias o
por falta de agua.
Es por eso que no quedaron
rencores, una vez finalizada la guerra, y también porque la paz fue formalizada
y establecida por el imperfecto (lo más cercano posible a la sabiduría puesta
al servicio de la ingeniería de la paz), el sabio Tratado de Paz, Amistad y Límites de 1938, firmado y ratificado por
Bolivia y Paraguay, en nuestro caso vía un controvertido referendo. Se trató
del paso previo al intercambio y depósito de tal instrumento, establecido por
el derecho internacional público.
Los paraguayos, fieles a
instrumentos interamericanos e internacionales que honramos, aunque los
bolivianos no los hubieran suscrito, en un memorable aporte a la paz regional y
planetaria (esta última, como ahora, al borde del colapso mundial) firmamos un
verdadero tratado anti Versalles (1919), el origen de la II Guerra Mundial y,
antes, el combustible de su desencadenante, el nacionalsocialismo hitlerista.
Con errores de
procedimiento, pero aciertos genuinos en lo de fondo, los paraguayos aceptamos
la capitis deminutio de no
“nacionalizar” territorios vecinos carentes de límites (las “marcas”
medievales), siendo fieles a la doctrina internacional, ya en aquella época
positivizada, según la cual las conquistas militares no otorgan derechos.
Pero del actual desgobierno
neototalitario del Palacio Quemado de La Paz no debemos esperar la continuidad
del cumplimiento irrestricto del tratado de 1938. El régimen pro castrista de Morales
lo considera tan solo una variable de ajuste, y lo pisoteará apenas tambalee su
modelo de opresión y explotación.
Los militares genocidas
argentinos de la crisis bélicas de las Malvinas, en 1982, jugaron a la
resurrección del nacionalismo chovinista, xenófobo y militarista cerril, revive,
todavía asordinado en Bolivia, más todavía cuando saben sus ideólogos que
nuestra debilidad nacional e institucional, y la situación de casi completa
indefensión. Aunado ello a la soledad política internacional del Palacio de López,
según los criminales planes neoimperialistas del régimen prototalitario de La
Paz, convierten al Paraguay en una presa fácil para el armamentismo sistemático
de Bolivia, durante los últimos tres lustros, planeado y ejecutado aviesamente
por el dictador castrochavista Morales.
IDENTIDAD NACIONAL
Y PATRIOTISMO CIVIL Y MILITAR
Regresando a nuestra
epopeya bélica victoriosa, la de 1932-35, entre muchas más refulgen las espadas
gloriosas de los Franco, Irrazábal, Fernández, Ayala, Garay, González, Ramos, y
las de tantos otros héroes, comandantes combatientes. Lo fueron para estar a la
altura de nuestro pueblo inmenso y heroico, el que olvidando su postergación y
opresión de décadas, al llamado de la patria concurrió, con nobleza y
generosidad incomparables, a enlistarse para ir a la guerra en defensa de la
heredad nacional en peligro.
En el Paraguay de la
retaguardia, desde la ejemplar conducción político-diplomática de una muy
imperfecta república constitucional, encabezada por el estadista Eusebio Ayala,
y en el frente por la gran visión estratégica del comandante en el teatro de
operaciones, José Félix Estigarribia. Este estuvo durante toda la guerra al
mando militar de nuestro ejército de héroes y egregios guerreros y soldados,
quienes sin pedir nada a cambio, ofrecieran sus vidas a la patria. Soldados y
jefes se mantuvieron unidos por una sola cadena de mando militar-estratégica de
la defensa nacional, supeditada constitucionalmente a la sabiduría de ese gran
estadista que fuera Eusebio Ayala.
La heroica y eficiente defensa
de la soberanía nacional, sin grietas de clases sociales ni partidarias y con
la única traición de los comunistas “paraguayos” fue posible porque nuestros
mayores integraban una ejemplar nación de ciudadanos-soldados.
TIEMPOS NUBLADOS Y
TOMENTOSOS DE HOY
Ahora, en estos tiempos
nublados, en que la apertura política de 1989 está a un paso de desmoronarse
por completo, víctima de la corrupción y de la subasta del Paraguay a
cualquiera de los postores, nadie piensa en la Patria Humanidad, que entre los
ambiciosos desgobernantes incluso malvenden nuestras dignidad y soberanía y
riquezas, miserabilizando en todas las dimensiones de la realidad a los
compatriotas, y dilapidando además el otrora riquísimo medio ambiente. Todo ello
compromete el futuro de nuestras hijos y la soberanía e independencia del mismo
Paraguay.
Esti tiene como antecedente
no tan remoto lo que hiciera desde el Palacio de López, antes de 1989, el
régimen autoritario de guerra fría, con matices totalitarios, y corrupción
sistémica además, el del general Alfredo Stroessner (1954-1989). Agravaron la
situación después los sucesivos desgobernantes de una todavía no lograda
transición a la democracia, de inmediato pervertida la apertura en politiquería
partidocrática, hasta llegar a la en formación clepto-narco-cracia actual. Tales
regímenes, sin solución de continuidad:
·
Consolidaron la inseguridad
del crimen organizado y e instalaron la del narcoterrorismo, porque los poderes
fácticos del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), acobardados sus
integrantes y plutócratas fraudulentos, que lo son la mayoría de sus
integrantes. Por tanto carecen tales desgobernantes de legitimidad para ordenar
(en el marco de la Constitución, a lo que fuera un Ejército admirado por
propios y extraños y a una “policía nacional” tampoco institucionalizada), el
rescate indemne de un joven secuestrado y el plagio de todo un pueblo carente
de seguridad dentro de las fronteras, en tanto corre peligro nuestra anémica y
anómica soberanía por ausencia de una real estrategia de seguridad y defensa
nacionales;
·
Establecieron tales capas
desgubernamentales los antivalores en todos los ámbitos de la realidad nacional
y casi no queda institución alguna inmune a esa toxicidad, en la educación, la
vida social, los partidos, el mundo empresarial y de los medios, e incluso en
la iglesia católica, en la que en el presente dos obispos (y sus respectivos
partidarios) escandalizan a los fieles católicos, convirtiendo los polvos
tóxicos de las biografías de ambos prelados en los lodos que faltaban en el
estiercolero local;
·
Convirtieron fatalmente la
política en politiquería y así los
políticos dejaron de ser servidores de la ciudadanía, salvo excepciones, y
destruyeron a sus partidos en partidocracia, al punto que el desgobernante actual,
al igual que sus antecesores, brilla por mérito propio debido al “mal desempeño
de sus funciones”, antesala de una próxima crisis por juicio político;
·
Sometieron a la inmensa
mayoría del pueblo a una inmisericorde opresión y explotación, que la ha miserabilizado
material, ambiental, espiritual, educativa, cívica y valorativamente. Son
factores y condicionantes (sin olvidar el componente ideológico neototalitario
y narcoterrorista), todo lo anterior, que ayudan a explicar el surgimiento de
quienes aspiran ser los Exterminadores del Pueblo Paraguayo (EPP); y dejamos
para otra entrega un muy largo etc. que está en la base del suicidio del
Paraguay, inducido por los desgobernantes de hoy y por la pasividad de un
pueblo que mayoritariamente todavía no alcanza su propia ciudadanía.
CON TODO, NADA ES IMPOSIBLE
Es así que se ha llegado a la traición a la Patria
paraguaya Humanidad, responsabilidad de desgobernantes y politiqueros corruptos
de todos los pelajes, antes y a partir de 1989, y en los últimos lustros muy
resistidos por la ciudadanía. Con todo, nada es imposible para derrotar a los
enemigos internos y externos del Paraguay del presente: basta que, de manera
organizada y sistemática, la mayoría empecemos a dejar de ser habitantes, para
convertirnos en ciudadanos responsables, tan celosos cuidadores de nuestros
derechos como cumplidores de los deberes inherentes, y así también honrar a
nuestros mayores de la victoriosa Epopeya del Chaco.
MARCHA CHACO
BOREAL (ARPA)
JLSG
Asunción, a lunes 15 de junio de 2014
(Nota: Este artículo es una versión corregida y aumentada de un texto ya
publicado por el autor [el domingo 14, en su cuenta de FB: https://www.facebook.com/jlsimong],
mencionado apenas el peligro
totalitario de MedioEvo Morales, que no representa a la inmensa mayoría
de los bolivianos, pero que tiene planes belicistas, contra Chile y Paraguay,
según militares de ética profesional institucionalista y
democráticos).
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